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Orad, hermanos, para que este sacrificio, mio y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Haz, Señor, que la oración de tus apóstoles acompañe esta ofrenda que te presentamos
y nos vuelva agradables a ti, al celebrar este santo sacrificio.
Por Jesucristo nuestro Señor.
El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar. Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno, Por Cristo, Señor nuestro.
Porque en los apóstoles Pedro y Pablo has querido dar a tu Iglesia
un motivo de alegría: Pedro fue el primero en confesar la fe,
Pablo, el maestro insigne que la interpretó;
aquél fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel,
éste, la extendió a todas las gentes. De esta forma, Señor, por caminos diversos,
los dos congregaron la única Iglesia de Cristo, y a los dos, coronados por el martirio,
celebra hoy tu pueblo con una misma veneración.
Por eso,
con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
tomó pan, y dando gracias te bendijo, y lo partió a sus discípulos diciendo:
Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros
y por muchos para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Éste es el misterio de la fe
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorialde la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acci+on de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que el nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios,
San José, su esposo, los apóstoles y los mártires,
y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, Nuestro Papa Francisco,
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el mundo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
Amén.