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La industria espacial comercial se está calentando
pero ahora mismo, el espacio exterior es un lugar sin ley
como el salvaje oeste.
No se trata solamente de quién es el dueño del espacio
sino si es posible.
Lo más parecido a la Ley del Espacio
es el Tratado del Espacio Exterior
un acuerdo redactado por las Naciones Unidas en 1967
y ratificado por 102 países.
El tratado fue redactado durante el fragor de la carrera espacial.
La idea era evitar disputas territoriales
haciendo que sea ilegal para cualquier nación
reclamar la propiedad del espacio exterior o cualquier cuerpo celestial.
Pero el tratado no menciona las compañías privadas
y el asunto podría llegar al punto crítico ahora que varias empresas
están planeando operaciones espaciales.
Por ejemplo, la compañía estadounidense Planetary Resources
pretende explotar los recursos de los asteroides
y el agua para el combustible de cohetes.
Pero no está claro si una empresa puede reclamar la propiedad de una parte de un asteroide
incluyendo los recursos que extraen.
Por supuesto, esto no ha evitado que algunas personas
reclamen derechos en el espacio.
El empresario Danis Hope de Nevada ha vendido millones de acres de propiedades
en la Luna, Marte y otros cuerpos planetarios
a pesar de su dudoso derecho de hacerlo.
Hope cobraba $19,99 más gastos de envío
por un acre en la Luna
y $22,49 por un acre en Marte.
Hasta ahora, asegura haber vendido el 7% de la Luna.
Las leyes también se vuelven polémicas en otros terrenos.
La basura espacial.
De acuerdo con el tratado de espacio exterior, todos los objetos del espacio
incluidos satélites extintos
pertenecen al país que los lanzó
para siempre.
Pero, ¿qué pasa si la compañía se niega a asumir la responsabilidad de su propia limpieza de restos?
Bajo la ley actual
ningún otro país tiene el derecho de intentar rescatar o deshacerse de satélites muertos
incluso si suponen un riesgo de colisión con las naves espaciales de todos los demás.
Toda esta incertidumbre significa una cosa:
Es posible que pronto haya un mercado en auge para los abogados espaciales.
Para Scientific American's Instant Egghead
Soy Clara Moskowitz