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Suelen tener entre cuatro y diez
años, aproximadamente.
Por lo general, recibimos a unos diez
niños por semana, aquí en el Chalet.
El taller dura unos 45 minutos
y les enseño formas divertidas de aplicarse
la crema, usando juegos para
mostrarles técnicas distintas.
Así resulta más entretenido.
Con nombres de animales, por ejemplo.
Comenzamos por la cara y luego
hacemos los bigotes de un gato
o el cuello de una jirafa
e imitamos las antenas de un caracol
para que no se olviden de los ojos y de detrás de las orejas.
Y este es un taller que está
pensado para los niños, pero también
hay padres que deben asistir.
El taller es sobre la pomada, pero también
incidimos sobre la costumbre de rascarse,
la importancia de los eccemas y
las razones por las que hay que aplicar la pomada.
Si ponéis la crema en el frigorífico
se enfría, con lo que el alivio es inmediato.
O podéis aplicar hielo.
Metéis una bolsa con hielo en un pañuelo de lino
y os lo ponéis en la zona que os pique.
Lo que queremos, con la ayuda de vuestros
padres, es que no os rasquéis hasta
haceros sangre y se os forme una
costra que no termina de secarse.
Al terminar les entregamos
un pequeño diploma en «Aplicación de pomada»
para felicitarlos por su autonomía,
porque ese es el objetivo del taller.
Y luego les entregan
una bolsita con productos de La Roche-Posay,
con un folleto llamado «Lipi y Kara»
con distintas preguntas
sobre el eccema:
¿Qué es el eccema? ¿Cómo limpiarse para que no duela?
¿Por qué es tan importante que el cuarto esté limpio?
También hablamos sobre alergias
y nos ayuda a tener un pequeño debate
con sus padres y ellos
y al final del folleto
hay unos dibujos de Lipi y Kara, con ceras
para que puedan colorear un poco todos los días.
Muestra la evolución del rascado cuando te rascas,
la evolución de la hidratación,
la evolución de la pomada,
y enseña a los padres a usar tratamientos.
Y luego les damos un calendario estupendo
con las fases de la aplicación de la pomada
para que puedan hacerlo en casa por sí mismos.
El eccema es una condición
que sigue siendo muy complicada para los niños más pequeños.
Al llegar siempre tienen muchas lesiones
y cada año, cuando vuelven, veo que
vienen con la piel mejor, con una sonrisa
y con unos padres mejor preparados.
Les ofrece pequeños consejos para que sus hijos sufran menos.
Así se convierte en algo menos complicado
y para los niños no es tan dramático ponerse la crema.
Los padres están encantados.