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No soy ni hombre ni mujer, no tengo ningún problema de identidad.
Aquí os vengo a contar hoy qué es lo que soy.
Pero es importante que sepáis que no soy ni hombre ni mujer.
Esto no es algo nuevo, no es algo que haya aparecido de repente.
Desde muy pequeña yo no me sentía como una niña.
Si en ese momento me hubieran regalado una lámpara mágica,
os puedo asegurar que hubiera pedido
un deseo que era dejar de ser niña.
Desde esa concepción binaria que tenemos del género,
lógicamente hubiera pedido ser niño
pero al día de hoy sé que no quiero ser un hombre,
no deseo ser un hombre. Nací mujer,
mi nombre en femenino, mi nombre es femenino, pero no siento tampoco
ese privilegio que tenéis la mayoría de las personas
de identificar vuestro cuerpo con lo que dicta el cerebro
y con lo que, por otra parte, socialmente se espera de cada uno.
No soy cisexual.
Cisexual, con "C",
son aquellas personas cuyo sexo de nacimiento
uno lo identifica con lo que su cerebro dicta.
Pero yo no soy cisexual.
La identidad no tiene que ver con la orientación.
Esto es algo que yo no descubrí tampoco hace mucho tiempo.
Yo sé que yo no soy heterosexual, sé que
no soy bisexual, y sí sé que soy homosexual.
En concreto soy lesbiana, no gay.
El hecho de visibilizarme aquí y en otros espacios
como lesbiana, no es por capricho.
No es algo que me apetezca, es un compromiso político.
Es una posición política, es una postura política.
Porque desgraciadamente desde hace mucho tiempo y todavía al día de hoy,
es necesario defender y luchar por los derechos de las personas LGBTI.
Muy recientemente estamos viendo noticias de Rusia, pero no es el único país.
Por cierto, la "I" es de intersexual.
Las personas intersexuales son aquellas cuyos
genitales cuando nace no permiten predeterminar
a qué género pertenecen, y es necesario esperar
un tiempo para poder lograr averiguarlo.
Yo no soy intersexual. En España, si yo hubiera nacido intersexual, a mis padres
les hubieran obligado en el Registro Civil
a rellenar una de las 2 casillas: hombre o mujer.
Muy recientemente, en Alemania, hemos conocido que han habilitado la posibilidad
de que haya que esperar y dejar esas casillas en blanco
para que las personas intersexuales las puedan rellenar
un poquito más adelante, cuando ellas ya saben de qué género son.
Volviendo al tema de mi identidad, os preguntaréis qué es lo que soy.
He nacido mujer, me gustan las mujeres.
Resulta que no soy hombre, ni deseo serlo.
Resulta que no me siento mujer,
ni tampoco tengo ninguna intención de forzarme a sentirlo.
Y me gusta moverme en esta ambigüedad que
no me obliga a definirme de un género u otro.
Esto es algo que no he descubierto hace mucho.
A mí me hubiera gustado que mi familia me hubiera podido hablar de estos temas
o que en el colegio me hubieran podido explicar que existe una gran diversidad.
Yo soy transgénero.
La palabra "trans" significa,
o el término "trans", significa trascender, ir más allá.
Yo soy transgénero porque mi sentimiento es el de que
estoy más allá de una concepción binaria del género; de hombre o mujer.
Una de las personas, de las mujeres de las que yo escuché todo esto,
y que yo hoy puedo nombrarme porque ella antes se nombró,
decía que el problema no es que haya mucha diversidad.
El problema no es que haya muchas identidades.
El problema es cuando queremos jerarquizar las diferentes identidades.
El problema es cuando queremos hacer que unas valgan más que otras.
Y yo como persona transgénero, o las personas intersexuales,
o las personas transexuales, no valemos menos que las personas cisexuales.
Por lo tanto, el hecho de solo mencionarlas, de solo nombrarlas,
nos pone a todas al mismo nivel, y nos da un plano de igualdad.
Muchas gracias.
(Aplausos)