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Emociones muy encontradas me trae el hecho de festejar
30 años de democracia en este país tan castigado por la dictadura.
Tan castigado.
La última la más cruenta, por supuesto,
y me trae también que nos toca festejarla
con el gobierno, para mí, el mejor gobierno que tuvo este país.
Para mí.
O tal vez, sea el segundo mejor gobierno
pero, sin duda, que los 30 años
toquen con un gobierno como este al frente,
donde se incluye a los que menos tienen,
donde la revolución cultural que se prometió
finalmente se hizo
porque convengamos en que cuando se trata de separar
a la cultura de lo político y a lo político de lo económico,
no vamos bien, ¿no? Y me parece que, justamente,
lo que ha logrado este gobierno
es reunir esas tres cosas y decir, "Momentito,
la cultura, la economía y la política son una misma cosa".
Porque, muchas veces, la cultura es la que trata de crear subjetividades
que estén al servicio de los grandes sectores económicos.
Así que, la revolución que ha emprendido este gobierno
es una revolución cultural y ha atacado por varios frentes.
Hay que resistir.
¿Qué hitos recordás de estos 30 años que te gustaría destacar
para bien o para mal de estas tres décadas?
Para mal,
el corralito,
el indulto, sobre todo.
Para bien,
ese gesto simbólico, maravilloso,
ahí fue cuando Néstor nos devolvió la gran desaparecida de la historia
que era la política.
Cuando mandó a descolgar el cuadro de ese genocida.
Otro hito
es que ese genocido haya sido enjuiciado
y haya sido encarcelado en una cárcel común
y haya muerto en un cárcel común,
y no lo digo, de ninguna manera, como un hecho vengativo, ni... no.
Sería muy pequeño reparar en eso.
Digo, porque allí se anuda, en el campo de lo simbólico
algo que hace que, en términos de derechos humanos,
seamos un país ejemplo en el mundo.