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Mi nombre es Hanoch y me dedico a jugar.
Juego con objetos.
He hecho retratos con objetos por mucho, mucho tiempo,
y los retratos están publicados en distintas revistas
alrededor del mundo,
y por supuesto, en Israel también.
Aquí tenemos a la Sra. Netanyahu, la esposa del Primer Ministro,
quien tiene un ligero
modo especial de lidiar con la limpieza.
(Risas)
Y aquí está el Presidente Peres.
Entonces, también juego con mi comida. (Risas)
Por lo cual luego de haber hecho esto por tantos años,
quiero compartir con Uds. lo que sí aprendí
en 20 años de jugar con plátanos.
(Risas)
Así que aprendí que todos los artistas juegan:
Picasso jugaba con la comida,
(Risas) Picasso jugaba con objetos,
porque los artistas saben que lo lúdico
es un terreno fértil para la creatividad.
Cuando Picasso hizo esta cabeza de toro,
no hizo uso de su increíble talento para el dibujo,
simplemente utilizó su habilidad para mirar el mundo
de manera traviesa, de manera distinta.
Y quizás no podamos aprender a dibujar como Picasso,
pero podemos aprender, quizás, a mirar el mundo
de una manera un poco distinta,
de la manera que Picasso lo hizo cuando creó esta escultura.
Entonces veamos la definición de ver,
me gusta lo que escribió Paul Valery,
"Ver es olvidar el nombre de aquello que estamos mirando".
Valery habla de olvidarse del rótulo.
Nombrar algo es un camino directo.
Una vez que lo entendemos, seguimos adelante.
Pero y si nos abstenemos de poner nombres; nos quedamos con eso,
lo exploramos, tomamos el camino sinuoso, nos hacemos preguntas.
Tal vez entonces descubramos algo nuevo,
que no hayamos visto antes.
Quizás haremos alguna nueva y divertida asociación.
Una buena manera de practicar esto es buscar rostros
No me refiero a rostros como éste; ¡me refiero a rostros como ése!
El mundo está lleno de rostros.
(Risas)
Este es el baño de mi casa.
Y una vez que vemos rostros. olvidamos por una milésima de segundo
el nombre de aquello que estamos mirando.
Entonces, a esta altura ustedes notarán que no resisto lo lúdico.
Y es verdad; y lo es porque
el juego significó un gran cambio en mi propia vida.
Yo nací y crecí en Uruguay, América del Sur,
y siempre dibujé.
Aquí dibujé a mi maestra de 4° grado.
Es probable que sea la caricatura más vieja que tengo.
Hay muchas vacas en Uruguay; por lo que dibujaba vacas.
Incluso dibujaba bifes, (Risas)
y gauchos en caballos,
y cuando tenía 11, vinimos a vivir a Israel.
Por lo que hubo un pequeño cambio de tema.
(Risas)
Pero no mi pasión, yo quería ser caricaturista.
Miraba los diarios, copiaba lo que otros hacían.
Pero la vida te pasa de una cierta manera,
así que cuando finalmente quise ir a estudiar,
ya tenía veinte y pico
y mi talento era un poco dudoso.
Perdí muchas horas de práctica
porque había estado haciendo otras cosas.
De hecho, la Escuela de Arte Bezalet, no muy lejos de aquí, me rechazó.
Y tuve que ir a estudiar a Nueva York.
Cuando llegué a Nueva York, (risas)
me di cuenta de que realmente no servía.
(Risas)
La mayoría de las personas a mi alrededor dibujaban mucho mejor que yo.
Yo hacía unos caricaturas malas, mientras que los verdaderos profesionales,
lo que yo veía en los diarios
eran piezas de arte asombrosas,
hechas por artistas maravillosos como Steve Brodner, Philip Berk.
Y eso me hizo sentir así:
éste soy yo, deprimido en Nueva York
Así que estaba frustrado, pesimista.
Había tocado fondo.
Ahora, si recuerdan el diagrama del comienzo
el camino directo ya no funcionaba para mí.
Tenía que tomar un camino distinto; tenía que comenzar a deambular,
buscando otros caminos para encontrar mi propia manera de hacer caricaturas.
Y como todos sabemos, cuando nos alejamos del camino principal,
es cuando puede haber algunos tesoros.
Y sí encontré algunos tesoros.
El primero que encontré
fue en la colección de ilustraciones en la Biblioteca en Mid-Manhattan.
Se trataba de un viejo póster de la película "El Gran Dictador" de Charlie Chaplin.
Y no sé quién fue el artista,
decía "diseñador desconocido",
pero me pareció asombroso como el diseñador decía mucho con tan poco,
tanto un retrato de Adolf Hitler como de Charlie Chaplin,
Entonces, tenía que ver eso
porque me hizo entender que no se trataba de la técnica
sino de la comunicación; y se trataba de
encontrar tu propia manera de hacer las cosas.
El segundo tesoro que encontré,
mientras dibujaba a Saddam Hussein,
fue la Primera Guerra del Golfo, 1990,
y en ese momento vivía con una novia que fumaba mucho
y había fósforos por toda la casa.
Y de repente levanté uno
y lo puse en la cara de Saddam Hussein
y le hice el bigote con el fósforo.
Ahora, lo hice porque pensé que la forma era correcta,
pero sólo más tarde me di cuenta de que había una idea ahí:
los fósforos básicamente explicaban
que este hombre acababa de comenzar una guerra.
No hubiera encontrado ni el póster ni los fósforos
si todo hubiera ido bien en mi senda,
si me hubiera quedado en el camino directo.
Así que al mirar unos 20 años atrás
sé que fui bendecido por las adversidades,
Por cierto, Edward de Bono quien acuñó la frase "pensamiento lateral"
denomina lo opuesto a esto
como "bloqueo por adecuación".
Cuando todo es más o menos adecuado,
quizás no es estupendo, pero tampoco es malo,
no tienes la urgencia de buscar otras soluciones.
Así, en mi caso, las adversidades fueron una bendición que me hizo mirar fuera.
Así que hice un collage.
Y comencé a hacer collages,
y me di cuenta de que el collage es la técnica lúdica por excelencia.
No puedes hacer un collage en un sendero directo.
Necesitas deambular
para encontrar algo aquí, para encontrar algo allá
y cuando juntas todo, creas algo nuevo.
Y me di cuenta de que esta forma de trabajar realmente me quedaba bien.
Me sentí muy cómodo con esta forma de trabajo.
Realmente se trataba de prueba y error
de intentar cosas,
y de permitirme cometer errores.
La mayoría de los objetos que pruebo no funcionan,
pero necesito pasar por unos veinte o treinta
para encontrar el correcto.
Igual que con los ojos de Einstein,
utilicé veinte ruedas dentadas hasta que encontré las que realmente servían.
Por lo tanto, se trata de perdonarte a ti mismo cuando cometes errores.
Y lo lúdico te permite hacer eso. (Risas)
Cuando hice el retrato de Homero Simpson
todos los bosquejos que realicé no eran muy buenos.
Por lo que los tiré a la basura.
Y luego miré el tacho de basura en mi estudio,
¡y me di cuenta de que era exactamente la boca de Homero Simpson!
(Risas) (Aplausos)
Gracias.
Así que a veces esas casualidades felices llegan para salvarte.
Las casualidades felices siempre están presentes,
y cuando jugamos, y cuando hago collages,
los veo.
Y a veces se trata de ayudarlos a aparecer.
Entonces, a veces se trata de salir a buscar algo,
que ni siquiera sé qué es.
Cuando realicé el retrato de Hafez al-Assad,
fui al mercado de pulgas en Yaffo a buscar algo de metal,
y me topé con este objeto,
Y dije: "No sé qué es esto, ¡pero estoy seguro de que Assad tenía uno en su casa!"
(Risas)
Simplemente quedaba bien.
Cuando hago un collage. sólo veo lo que está delante de mí.
Es muy fácil olvidar los prejuicios
acerca de cómo algo debería ser.
Es fácil desafiar esos prejuicios.
Por ejemplo, mientras estaba haciendo el retrato de Fidel Castro,
me di cuenta de que no necesitaba tener rostro,
Y aun así se parecía a Fidel Castro.
Bien, ¿quién dijo que una caricatura debe tener rostro?
Entonces una vez que me di cuenta de eso
me resultó más sencillo usar otros objetos,
simplemente cualquier cosa que quisiera.
Como un globo de goma estirado para Michael Jackson
porque es obvio que su piel estaba hecha de eso,
(Risas)
o salchicha para Yeltzin, (Risas)
o pan para Karl Marx, (Risas)
o una baqueta para Golda Meir, (risas)
o pescado gefilte. [pescado molido]
Pero quizás lo más importante que aprendí acerca de hacer collages
es sobre la adaptación, sobre ser flexible.
Y, porque realmente, cualquier objeto nuevo que aparece
puede cambiar lo que estoy haciendo en su totalidad
porque las cosas no están adheridas.
Y lentamente me di cuenta de que estaba comenzando a vivir mi vida de esa manera,
no sólo a hacer mi trabajo de ese modo.
El collage realmente me enseñó cómo vivir mi vida de una manera más flexible.
Y comencé a notar tesoros que aparecían en mi vida.
El primero sucedió luego de hacer mi primer libro para niños:
"Notza Segula" en hebreo,
o "La pluma púrpura perfecta" en inglés.
Y lo que sucedió fue que, después de hacer ese libro,
los niños comenzaron a enviarme estos inocentes dibujos
con objetos, o con comida que ellos hacían.
(Risas)
algunos eran menos inocentes, como el retrato de Monica Lewinsky.
(Risas)
Liol Zamil, quien tenía doce años entonces,
me lo envió con una carta que decía: "Y también incluí la mancha".
(Risas)
(Aplausos)
La gente se desarrolla rápidamente aquí. (Risas)
Pero eso me llevó a comenzar a visitar escuelas,
y a realizar talleres con niños,
primero en Israel, y luego comencé a viajar
a otros lugares como Brasil, China.
Y lentamente, los niños que participaban en mis talleres crecieron
y me di cuenta de que incluso los adultos podían hacer un trabajo maravilloso con objetos.
Miren este autorretrato que hizo este muchacho,
y no es artista, es técnico en radiología.
(Risas)
Entonces, me di cuenta de que si le diera a esa gente un lápiz,
y papel en blanco, probablemente todos hubieran hecho algo así.
Pero dado que estaban jugando,
pudieron sortear esos obstáculos,
y ni siquiera sabían que estaban haciendo arte;
ellos estaban simplemente jugando;
y, por eso, estaban felices con el resultado.
En realidad, fue casi el mismo proceso
por el que pasé yo unos 20 años antes.
Pero entonces otro tesoro se apareció en mi camino:
me contactó un grupo de arte terapeutas
en un hospital en Israel para ir y trabajar
con los niños en el área de oncología.
Y pasamos tres días juntos
realizando los más asombrosos talleres con esos niños.
Y los niños realmente hicieron un trabajo estupendo.
Este niño, por ejemplo, hizo un retrato del doctor
que le realizó el trasplante de médula ósea.
Y la jeringa que usó para la nariz es la que el doctor utilizó.
Y luego pasamos a trabajar con adultos,
pacientes con cáncer también,
quienes también realizaron piezas de arte asombrosas.
Y luego continuamos y trabajamos con veteranos del ejército,
y aquellos veteranos con estrés postraumático
Y deberían haber visto a estos hombres de unos 50 años
crear las más maravillosas obras de arte,
simplemente por jugar con objetos.
Miren esto.
¿Es un autorretrato? ¿Es el pez pequeño un autorretrato,
o quizás el pez grande?
Entonces, entendí que no se trataba realmente de crear arte.
Se trataba de contar historias.
De comunicar.
El juego a través del uso del collage
le estaba permitiendo a la gente contar una historia usando el arte,
lo cual quizás hubiera resultado muy difícil de contar con palabras.
Entonces, quiero terminar con este muchacho, con la imagen de este niño.
Participó en uno de mis talleres en Tel Aviv, en la Escuela Bialik Rugozin.
Y supuestamente no entendió.
Se supone que pegues las cosas en la tabla, no sobre ti.
(Risas)
Pero debido a que no me escuchó,
no escuchó los prejuicios; estaba jugando.
Sólo escuchó su voz interior
y a aquello que tenía al frente,
creó una imagen realmente especial,
la cual estamos mostrando aquí hoy.
¡Cuando jugamos, somos libres!
Muchas gracias.
(Aplausos)
Gracias.