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Muchas gracias Presidente. Señorías, está iniciativa socialista, desde nuestro punto, de vista parte de un consenso instaurado en la sociedad y, por lo tanto, si existe este consenso en la sociedad
no debería se difícil alcanzar un consenso político. Ese consenso se basa en la idea de que si para erradicar la violencia machista, a cualquier edad, hay que hacer, sin duda,
un trabajo de carácter penal y de carácter punitivo no es menos cierto que también hay que hacer un trabajo de carácter educativo.
Sobre la base de esta idea, mi grupo está de acuerdo de la iniciativa que ha planteado el grupo socialista.
Si bien es verdad que manifestaremos el sentido de nuestro voto cuando conozcamos, en sus términos concretos, la transacción que aún se está negociando.
Estamos de acuerdo en un principio tan básico como éste y también creo que estaríamos de acuerdo en que la dominación ancestral que refrenda y justifica la violencia de género
contra las mujeres necesita muchas generaciones para conseguir ser cambiada y, por eso mismo, pensamos que es necesario incidir en la educación como plantea esta iniciativa.
La educación, por decirlo con las palabras que aplicaba Richard Dawkins a la teoría de la evolución de Darwin respecto al ateísmo, significa una mejora de conciencia.
La educación en igualdad es una necesidad democrática, es una liberación para muchas mujeres y, particularmente, para las mujeres maltratadas que padecen este tipo de violencia.
Pero sobre todo, es una mejora de conciencia respecto a sí mismas, respecto a lo que las mujeres maltratadas pueden esperar de la sociedad, de la vida, de los hombres
y de sus relaciones de pareja. Una educación en igualdad cambiaría radicalmente esa percepción sobre lo que las mujeres pueden esperar.
Pero también creemos que cambiaría la percepción de los hombres, igualmente atrapados en roles de género que en ocasiones perjudican su vida y les obligan a repetir patrones,
particularmente, en el asunto de la violencia de género. Está bastante demostrado que cuando uno se ha criado en un hogar en el que se ha dado este tipo de violencia contra la madre de la familia
tiene muchas más probabilidades de repetirlo en el futuro. Por eso es muy importante incidir en esa edad de la infancia y de la adolescencia en que en los hábitos y la personalidad
se están formando. Esta es, sin ninguna duda, la mejor edad para cambiar esos hábitos porque hay patrones de caracter que se desarrollan a esa edad y que acarreamos con nosotros
el resto de nuestras vidas como mapas con los que nos desenvolvemos en el mundo. Indudablemente se puede cambiar a cualquier edad pero, sin duda, esta es una de las mejores edades
en las que se puede plantear cambios radicales en la educación como son los que se necesitan con respecto a este asunto.
Sin embargo, a pesar de este consenso general, creemos que hay algunos errores en la manera en que se ha planteado este asunto por parte de la Sra. Rodríguez en esta tribuna.
Creemos que es un error de enfoque trocear la igualdad. Desde el punto de vista de mi Grupo la igualdad es un principio general que no se puede trocear.
Respecto a la valoración que hace del empeoramiento de todos los parámetros que miden la violencia de género en la adolescencia, creo que sería necesario preguntarse, para aquilatar
y para saber exactamente lo que está ocurriendo, no sólo todo lo que ha hecho mal el Gobierno, que sin duda es mucho- nada más lejos de mi intención que querer defender a este Gobierno-
sino preguntarse cómo el aumento de la desigualdad general provoca un aumento de la desigualdad entre los hombres y las mujeres.
Porque, en el fondo, la desigualdad de los hombres y las mujeres es un conjunto dentro del fenómeno de la desigualdad general y cuando aumenta la desigualdad social y territorial
apenas puede sorprendernos que aumente la desigualdad entre hombres y mujeres. Todas las desigualdades aumentan de forma pareja sin que, necesariamente, sea culpa del Gobierno
el no aplicar estos programas de igualdad de género.
Presidente, ya voy a terminar porque hay muchas conversaciones particulares, muy interesantes, que no quiero seguir interrumpiendo.
Quien piense que la violencia machista desaparecerá solamente con el paso del tiempo está equivocado. Desde luego tiene que pasar el tiempo, probablemente muchas generaciones
para que se consiga erradicar este fenómeno, pero tiene que pasar ese tiempo llevando a cabo las políticas públicas adecuadas.
Es una inercia demasiado poderosa para que se pueda romper por sí sola. Los datos nos indican que cuando no se acometen las políticas adecuadas respecto a esta materia, no solamente
no se avanza, sino que se retrocede. Así lo revelan los datos del estudio del Ministerio de Igualdad que ha sido presentado estos días.
Han sido muchos los datos que se han invocado en esta tribuna por parte de todas las oradoras. No me voy detener en ellos porque sería incidir en lo mismo.
Creo que es necesario tener en cuenta, también, a la hora de valorar este empeoramiento que las relaciones afectivas y sexuales entre los jóvenes cada vez comienzan antes.
Pero sobre todo, creo que estos datos nos obligan a sentirnos interpelados por el fenómeno de la violencia de género, de cómo afecta a los jóvenes y adolescentes y a ponernos a trabajar
con urgencia para tratar de atajar este fenómeno cuanto antes mejor. Muchas gracias Presidente.