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Obviamente la transición va a ser complicada,
no puedo negarlo.
tratemos de retomar el hilo y de estar un poco más calmos;
Les leeré un fragmento
que solo dura 30 minutos
(Risas)
de un libro que está dirigido a niños de 6 y 7 años
para ayudarles a reflexionar sobre temas fundamentales
de los cuales ellos mismos se pueden preguntar.
"Un fracaso es como un amigo verdadero que se atreve a hablarnos
incluso si lo que nos tiene que decir es francamente desagradable.
Nuestros fracasos nos dan mucha información
sobre lo que está mal, sobre lo que hay que cambiar,
sobre lo que hay que mejorar o quizá darnos por vencidos.
Si no tratamos de entender nuestros fracasos,
si hacemos todo lo posible por olvidarlos,
vamos a caminar en círculos
posiblemente toda nuestra vida.
Entonces, por supuesto, estarán de acuerdo
de que cuando intentamos explicarles a los niños cosas abstractas
usamos oraciones cortas y palabras simples,
y es sorprendente ver la diferencia
con la que un adulto responderá la pregunta de un niño,
obviamente de manera diferente,
de las preguntas provenientes de un adulto, de un grupo de adultos o incluso de una población.
Entonces trataré de abordar esta cuestión
tratando de hacer una pregunta sencilla:
y no respondan todos al mismo tiempo, por favor,
¿qué fuerza en últimas nos empuja constantemente a perder
en simplicidad y en...
perdón,
en simplicidad, bien, ya casi lo logro,
y en predicción cuando las cosas se complican?
Pensamos en muchas complejidades
que surgen cuando encaramos los problemas.
Incluso tendemos a descuidar lo esencial,
a perdernos en explicaciones complejas,
lo que eventualmente nos distraerá de lo esencial.
Y, peor que eso, nos olvidamos
de nuestros fracasos.
De alguna forma, cuando hablamos de nuestras crisis,
antes lo habíamos escuchado en diferentes ocasiones
y al final me pregunto
si la verdadera racionalidad de estas crisis que vivimos
es simplemente falta de sentido común.
Por supuesto, no le llevo la contraria a mis colegas
solo para ilustrar estas películas malas que hemos visto por décadas.
Hay varias películas con la misma escenografía,
los mismos actores, los mismos finales,
la misma alegría, esperanza, tristeza
y, de repente, la escenografía misma se repite una y otra vez.
Entonces, ¿por qué no deberíamos
reaccionar a estas crisis con las palabras de los niños?
No sería más fácil, por ejemplo,
explicarlas como se las explicamos a los niños,
con oraciones cortas y palabras simples?
Uds. podrían decir:
"¡Este tipo francés viene aquí a contarnos historias!
¡De ninguna manera! ¡Las cosas no son tan sencillas!
¡Está muy claro!"
Todos pensamos en las escalas de valores,
las diferentes escalas de valores.
Todos pensamos en algunas verdades que a veces es mejor no decir
o no haberlas escuchado.
Hay conflictos de interés,
falta transparencia
en nuestras civilizaciones.
Entonces, como estoy solo sobre la tarima
y Uds. no me están respondiendo,
tendré que responderme yo mismo:
"lo mismo no es necesariamente verdadero".
¿Sería suficiente básicamente tener algo de sentido común y tener relaciones sencillas
para poder evitar los fracasos
y al final evitar estas diferentes crisis?
No lo creo.
Entonces,
cuando uno es el penúltimo presentador sobre la tarima,
ya varias personas han usado los mismos argumentos que voy a decirles,
pero les voy a seguir hablando de emprendedores.
Hay dos tipos de emprendedores: aquellos que
primero actúan como agentes económicos, hablemos de ellos.
Ya llevo varios años relacionándome con este tipo de emprendedores,
antes yo mismo volverme emprendedor,
un "feliz esclavo corporativo",
trabajé veinte años para una compañía grande,
y al ser emprendedor me di cuenta
de que las personas con las que con frecuencia me relacionaba tenían valores
muy interesantes y relativos al vector en simplicidad que estaba buscando:
hay sentido común,
precaución y simplicidad,
y quizá este sea el meollo
de la confrontación con la realidad.
Son los responsables directos de su éxito
y de sus fracasos, por supuesto.
Así que hay emprendedores que son portadores de mensajes,
de innovaciones y ellos sostienen sus empresas
social y económicamente;
y hay otros emprendedores, aquellos que cruzan océanos,
aquellos que, por ejemplo, escalan montañas.
En este caso, quiero centrarme en dos personajes,
a quienes mi socio y yo estimamos,
ellos son Sir Edmund Hillary y el otro tipo bajito que está allá,
Tensing Norgay.
Estos dos tipos escalaron el Monte Everest en mayo del 53
y, por supuesto, a veces no caemos en la cuenta de que
Hillary en el 52 hizo el primer intento para escalar el Monte Everest;
y fracasó estrepitosamente.
Esto lo llevó a decir algo que me gusta mucho.
Si me permiten, quisiera que lo leyéramos juntos:
"Monte Everest, me venciste la primera vez,
pero te venceré en la siguiente
porque tú ya creciste todo lo que ibas a crecer, pero yo aún sigo creciendo".
(Risas)
¡No es muy chistoso! Significa
que la experiencia y la fuerza de convicción
hace que estos emprendedores se conviertan en legítimos héroes.
Quizá podríamos volverlas a incluir en nuestra vida cotidiana.
No soy artista, no soy filósofo,
tan solo me gustaría formar parte de una escuela del pensamiento,
quizá sea la escuela del pensamiento emprendedor.
A las personas que puedan regresar a la simplicidad
en sus relaciones humanas,
en una confrontación con una realidad que está llena de sentido común,
quizá ese retorno a los valores centrales
quizá nos podría ayudar a dejar de evadir los fracasos,
pero en mi caso, me ayudaría a anticiparlos y quizá a prevenirlos,
para así recuperar la lucidez y sinceridad que hoy el mundo ha perdido.
Ese fue un mensaje verdadero.
Gracias por su atención.
(Aplausos)