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Pedro Mairal - La fuerza de la lengua
La lengua es el órgano más poderoso de todo el cuerpo.
No solo por los 17 músculos que tiene, sino por todas las cosas que puede hacer.
Con la lengua podés enamorar, podés convencer, podés humillar, podés sanar y hasta podés derribar a alguien.
Una vez, mi hijo cuando tenía 5 años se enojó conmigo porque lo reté. Era el Día del Padre y me dijo:
"¿Sabés qué? Feliz día de NADA."
Me desmaterializó. Me llegaba así a la rodilla y me derribó, como David a Goliat. Con un solo golpe de lengua.
Por otro lado un amigo mío vendía en una época anillos y aros por los bares de Palermo.
Y es de esos "chamuyeros", esos piroperos que le sale natural el piropo.
Iba de mesa en mesa y las chicas se probaban los anillos, y por ahí una le decía: "¿Cómo me quedan los aros?"
Y el la miraba y le decía: "Sos otra."
La verdad que los aros y los anillos quizas no eran demasiado lindos pero lo que valía ahí eran las palabras de mi amigo.
Es decir, la lengua tiene una capacidad de persuasión muy fuerte
y sin embargo, a veces, pareciera que hacemos todo lo posible por quitarle esa fuerza.
Yo en una época daba cursos de redacción para profesionales,
y el error más habitual que notaba era el uso de la lengua en piloto automático.
¿Qué es esto? Es cuando alguien se empieza a especializar mucho en una disciplina y empieza a usar
una especie de vocabulario, como un idioma casi personal.
Y después cuando se quiere comunicar con alguien que no sabe tanto de ese tema, no puede.
Me acuerdo que una vez me salió una alergia y fui a la guardia
y el médico me dice: "Te voy a recetar una crema, esto te lo vas a aplicar en el área pruriginosa."
"-¿Qué es el área pruriginosa?"
"¡El lugar donde te pica!"
Bien, eso me tendría que haber dicho el de entrada.
Eso es comunicarse. No quiero saber dónde se puso la crema la gente antes que yo que no le preguntó.
Entonces qué pasa, cuando el médico habla como médico, el abogado habla como abogado,
el técnico en computación habla como técnico en computación,
y cuando se quieren comunicar entre sí, no pueden.
Necesitan como un traductor simultáneo que los haga entenderse.
Entonces ahí es donde es muy importante tratar de adecuar el mensaje, adecuar la lengua para que el otro me entienda.
Y esta capacidad que tiene la lengua de adaptarse y de transformarse es uno de los secretos de su fuerza.
Piensen que nosotros hablamos un castellano que en realidad es un derivado de un latín hablado, ¿no?
El Imperio Romano disemina todo su poder, distribuye este latín hablado que funcionaba para comerciar,
y para dominar supongo que también y para legislar y en el siglo III se les corta el wi-fi a los romanos,
cae el imperio, se cortan los caminos pero queda ese latín de uso diario y en cada provincia aislada
se empieza a hablar el latín de una manera particular. Como no necesitaban comunicarse,
o no podían, con las otras provincias en cada lugar el latín deriva
para un lado particular mezclándose con las lenguas dominadas.
Entonces así se forma el italiano, el francés, el portugués, el castellano.
Es decir que nosotros hablamos un latín "chabón".
Un latín "fierita".
¿Qué pasó? Se fue transformando como una especie de virus mutante a lo largo de los siglos
ese latín en el habla de la gente y generación tras generación fue cambiando un poco,
adaptándose a las nuevas necesidades y terminamos en este castellano que va a seguir transformándose,
porque la lengua se transforma constantemente.
Por ejemplo, yo en mi taller literario a veces le digo a los participantes: "Cuidado con esa parte del texto,
como que el texto salta la púa en esa parte."
Y ahora la gente de 20 años me doy cuenta que se me queda mirando, ¿qué es salta la púa?
Salvo que sean retro y les gusten los discos de vinilo.
Y si actualizás eso y decís: "Bueno, como que ahí salta el compact."
Eso va a durar un tiempo pero ya los compacts se están dejando de usar.
Y termino diciendo: "ojo que en esa parte es como que hace un poco de ruido el texto." Eso todavía funciona.
O la expresión "se les cortó el wi-fi",
se va a entender unos años hasta que haya otra cosa y no se sepa más qué es el wifi.
Entonces esta capacidad de la lengua de estar todo el tiempo adaptándose para buscar su brillo,
para buscar de alguna manera llamar la atención, para hacer reir, para seguir insultándonos como hacemos siempre,
para seguir enamorando, es como que la lengua se saca filo todo el tiempo, se renueva.
Vivimos adentro del lenguaje, es difícil de discernir hasta qué punto estamos hechos del lenguaje
porque crecimos dentro de un lenguaje y el lenguaje va creciendo adentro nuestro.
Y solamente se puede ver en qué medida estamos hechos de lenguaje
con la gente que tiene algún tipo de enfermedad neurológica
y tiene una afasia, la afasia es la pérdida del lenguaje.
Cuando una afasia es gradual lo que se va viendo es que a una persona se le va borrando el diccionario.
Entonces al principio quiere decir algo pero no se acuerda la palabra, no le sale, pasame el...
Después, ya tampoco sabe bien qué es lo que quiere decir porque el diccionario de adentro se le va borrando
se le van borrando las estructuras internas del lenguaje.
Y eso lo que va provocando es una gradual ausencia, la persona se va como ausentando.
Se va como perdiendo para sí misma, porque deja de poder pensarse a sí misma.
El lenguaje es una manera que tenemos de estar en el tiempo.
Por ejemplo, yo se que hoy estoy acá, 24, ayer hice tal cosa, mañana voy a hacer tal otra.
Me pienso a mí mismo y el lenguaje es lo que me ayuda a pensarme a mí mismo, es como un gran GPS que me orienta
en todo mi archivo emocional y de memoria.
Y uno tiene la vida entera adentro de uno. Hay un verso de Dylan Thomas que termina, un poema que termina diciendo:
"La pelota que arrojé una mañana en el parque, todavía no ha tocado el suelo."
Está la infancia ahí, flotando. O le pegó muy fuerte y la colgó o lo que quiere decir es eso,
que tu infancia todavía está sucediendo, es decir el nenito que fuiste sigue estando con vos.
Sos toda tu vida acumulada, la vida entera está con vos.
El nenito, el adolescente que fuiste, el que sos, el que querés ser o que tenés miedo de ser.
Tiempo acumulado, eso es lo que somos.
Y lo que nos permite intuir eso es el lenguaje.
Ahora.
Una cosa muy importante que creo que es la manera en que...
Bueno, a ver, les voy a decir una cosa. ¿Yo por qué sé esto?
Hablo de la afasia. Esto le pasó a mi mamá. Y su enfermedad me hizo dar cuenta que la lengua
no hay que darla por sentado. El lenguaje es un don que tenemos que
hacerlo efectivo, ejercerlo, disfrutarlo, cuidarlo, ejercitarlo.
Y piensen que vivimos todo el tiempo atravesados por discursos ajenos.
Es decir, la tele, la educación, los mandatos familiares, todo el tiempo te están de alguna manera queriendo
decir lo que tenés que opinar y la única manera de saber bien qué opinás vos es diciendo lo tuyo.
¿Qué dirías vos sobre eso? Porque si vos no hablás, corrés el riesgo de ser hablado por otros.
Y para decir tu versión de las cosas no hace falta ser escritor.
Podés hacerlo hablando con los demás, escribiendo un diario personal que nadie ve.
Podés hacerlo escribiendo un blog, o tu twitter, lo que sea, lo importante es que sea tuyo.
Toda nuestra energía cerebral puede estar ahí en la punta de la lengua.
Podemos usar la lengua como un arma, o la podemos usar
para que sea como una mano que se tiende en la oscuridad para alcanzar al otro, comunicarse.
A cada uno le toca descubrir su propio poder verbal, nadie puede hacer eso por vos.
Como diría un maestro Jedi: "Que la fuerza de la lengua los acompañe."
Muchas gracias.
(Aplausos)