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No creo que hubo una edad de oro en la que haya sido
muy fácil viajar e ir a otro país.
Creo que los pueblos siempre desconfiaron de esos extranjeros
que no hablan como ellos, que les van a robar trabajo,
robar sus mujeres, porque son los hombres que viajan
mucho más fácilmente y que hay siempre una obsesión
por el control sobre las mujeres en las sociedades patriarcales
que eran las nuestras.
Pero creo que hay fenómenos
específicamente hodiernos. y diría que, a medida que
hay esa relación, es generada quizás como
una contrapartida a la globalización en la que vivimos.
Vivimos en una época de diluición, de decomposición
de las identidades tradicionales,
porque nuestras usinas no nos pertenecen más,
los operarios no son, necesariamente, del país en cuestión,
se ubican los productos.
Ves, el vino francés más famoso - no voy a dar nombres,
pero estaba en las primeras páginas de los diarios en la semana pasada
en Francia - recién ha sido comprado por un inversionista chino.
Es considerado como una afronta a la identidad nacional,
y, por ello, creo que nos ponemos cada vez más tensos
sobre esa cuestión y buscamos protegernos
de los bárbaros.