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Sofía Helena Vargas Marulanda nacio en Cali, Valle del Cauca, 3 de marzo de 1934 y murió
en Cali, Valle del Cauca el 7 de febrero de 2011, fue una cantante colombiana, conocida
artísticamente como Helenita Vargas o La Ronca de Oro. Fue la solista colombiana mas
vendedora y famosa de música popular hasta la actualidad
Primeros años y el ascenso a la fama Nació en Cali y de joven vivió en el barrio
de Santa Rosa de Lima. Se dice que de niña no fue buena estudiante y que aprendió a
cantar antes que a leer.1 Le apasionaron siempre los tangos y los boleros, aunque se hizo famosa
cantando rancheras. Su carrera artística duro más de 50 años, pues empezó a los
17 años, después de presentarse a un concurso de belleza Santiago de Cali.
La de Helenita es una historia de amor. Desde que tuvo uso de razón, esta mujer se enamoró
perdidamente de la música y de la idea de ser cantante. Después conoció el amor carnal,
el humano, el egoísta, el de un hombre que la llenó de infelicidad y de un dolor que
solo había conocido en las letras de las rancheras y boleros que empezó a desgarrar
aun antes de saber leer. Y sería ese amor desenfrenado por la música el que la salvó
del infierno que vivía al lado de un hombre que creía era el amor de su vida y la llevó,
al fin, a cumplir su sueño de ser cantante. Por el camino también conocería otras versiones
del amor, humano también, pero este sí desinteresado, incondicional: el de su hija y el de su segundo
esposo, que sería su cómplice, su adoración. Así fue la vida, hasta ahora desconocida,
de Sofía Helena Vargas Marulanda, una lucha constante por defender su derecho a amar,
a ser ella, a cantar. Porque la Helenita que conoció el público fue la mujer arrolladora,
teatral y apasionada que interpretaba la música popular como una arrabalera de verdad, así
ella hubiera nacido y crecido en cuna de oro. La Helenita que se subía al escenario se
mostraba vanidosa y perfeccionista, con una cabellera coqueta, vestida de lentejuelas,
tacones altos, cejas delineadas, boca y uñas muy rojas y siempre bien pintadas. La Helenita
pública era amiga de expresidentes, políticos y empresarios, pero adoraba, por sobre todo,
al pueblo, el que esperaba horas en una plaza para verla y aplaudirla.
Pero antes de llegar a los escenarios y consagrarse como la reina de las rancheras, Helenita tuvo
que enfrentarse a una sociedad pacata y conservadora que no aceptaba que una mujer de «alta sociedad»
cantara música popular, bebiera aguardiente y se casara a escondidas con el papá de su
mejor amiga, que le doblaba la edad, para luego separarse e irse con otro hombre.
En su juventud se presentó ante el maestro mexicano Agustín Lara, abordándolo en la
puerta de un cuarto de un hotel de Cali, donde se hospedaba el artista. La Ronca cantó junto
a él el tema Farolito y de inmediato el compositor reconoció el talento innato en la vallecaucana.
Continuó con su carrera musical e hizo grandes amigos, tanto en el ámbito político como
en el musical, entre los que se pueden destacar el ex presidente de Colombia Alfonso López
Michelsen, el ex fiscal general de la nación Alfonso Gómez Méndez, José Pardo Llada
y Alicia Juárez, entre muchos otros. Trabajó junto a otros artistas como Fausto, Jaime
R. Echavarría, Vicente Fernández, Rocío Durcal, María Dolores Pradera y otros de
renombre, con quienes compartió conciertos, y giras por Colombia
Hizo lo que quiso Lo cierto es que la vida de esta mujer, nacida
en Cali en 1934, en un hogar que la colmó de comodidades, sí estuvo marcada por el
deseo de hacer su voluntad sin importar las reglas que imponía la sociedad de aquel momento.
Su mamá, doña Susana Marulanda, conservadora y muy religiosa, impuso una disciplina de
hierro en su casa, ubicada en el barrio Santa Rosa, y aunque gustaba del tango, no veía
bien que la sexta de sus hijos, con apenas cinco añitos, cantara rancheras bajo un kiosko
de la finca junto a un trabajador que tocaba la guitarra.
Pero la personalidad de Helenita estaba muy clara desde aquella edad. Siempre supo que
quería cantar y por eso su experiencia con las matemáticas, los libros y la academia
fue más bien accidentada. Cumpliendo con la costumbre de la época, fue a parar al
internado del colegio María Auxiliadora de las hermanas salesianas en Bogotá. Incluso
allí, cuando subía a cantar en cuanto evento había, ya se había puesto el nombre de Rosita
Linares. Con varios años perdidos y aprovechando la fatídica noticia de la muerte de su hermano
más querido, Alberto, la pequeña artista regresó a Cali sin haber terminado cuarto
de bachillerato. Ya corría 1948 cuando sus padres decidieron
matricularla en el Conservatorio y en el Instituto Popular de Cultura, pero de allí la echaron
a los pocos días porque Helenita se negaba a leer partituras, según recuerda su hermana
más cercana, Alicia, quien decidió quedarse en el internado vistiendo hábitos por más
de 50 años. «Ella la música la leía a oído». Por esa época Helenita se dio a
conocer en la alta sociedad caleña. Siempre que podía, cargaba la guitarra y cantaba
en las reuniones, incluso alcanzó a dar un par de serenatas a sus amigos, pero fue tal
vez su participación en el Concurso Nacional de Belleza, en 1951, lo que la hizo aún más
popular. Ya había recibido la bendición de su gran ídolo, Agustín Lara, en el Hotel
Alférez, así que concursar por ser la Señorita Cali solo le sirvió, como ella misma lo contó
después, para darse cuenta de que el público la quería.
En su camino a ser estrella, Helenita se tropezó con su primer amor, Hernán Ibarra, un importante
político y abogado brillante que trabajó al lado de Jorge Eliécer Gaitán. Algunos
dicen que la niña, de apenas 17 años, se enamoró de este hombre a pesar de que la
doblaba en edad; otros sostienen que optó por volarse con él buscando zafarse de las
imposiciones de su mamá. Lo cierto es que el 28 de diciembre de 1951, en la Iglesia
San Fernando y con papeles que el abogado falsificó para que ella cumpliera el requisito
de los 21 años, se casaron a escondidas. Así empezaron los seis años más duros de
Helenita. El escándalo fue comidilla de toda la ciudad. Su familia la censuró y, desde
la misma luna de miel, descubrió que su marido era maltratador y mujeriego. Después de varios
abortos involuntarios, se armó de valor para devolverse a la casa de sus padres estando
embarazada. El ambiente no fue el mejor, pero solo la felicidad por la grabación de su
primer disco en Medellín y el nacimiento de Pilar, la llenaron de valor para soportar
la avalancha de críticas y la descalificación de su mamá.
Su vida empezó a cambiar: ese primer acetato, bajo el Sello Vergara, con las canciones Prisma
de ilusión y Espejito compañero, tuvo éxito y por esos días conoció al amor de su vida,
Gonzalo Zafra, un médico apuesto, de familia muy prestante, pero con una marca que Helenita
también tenía: era separado. Por eso decidieron huir hacia Bogotá, convencidos de que allí
podrían vivir su amor, lejos de la censura de la sociedad caleña. A los pocos años
regresaron y se insertaron en la vida de la ciudad.
La historia de amor fue casi de novela. Compartían su gusto por la música; él se inclinaba
por la salsa y el jazz, ella por el tango y el bolero; los dos eran bohemios. No solo
se amaron, sino que él se convirtió en el compañero ideal para que Helenita siguiera
su sueño de ser cantante. En 1968 Sonolux, a la caza de nuevos talentos, la buscó para
grabar. El sencillo Estoy enamorada le hizo ganar al año siguiente su primer disco de
oro y el mote que la distinguiría por siempre: La ronca de oro.
A partir de ese momento fue imparable. «A ella le gustaba el tango, pero sus productores
descubrieron su conexión con la música ranchera y arrabalera y su fuerza en el escenario y
la enrutaron por ahí. Helenita fue construyendo su estilo», recuerda Luis Guillermo Restrepo,
uno de sus grandes amigos. El éxito y la fama solo se vieron empañados
por la muerte de su padre y por la censura que aún había en parte de la sociedad caleña
porque Helenita y Gonzalo nunca se casaron. Las siguientes tres décadas serían su época
dorada. A pesar de las críticas por su estilo, por no tener una gran voz y por los constantes
rumores de sostener amoríos con todo tipo de personajes públicos, desde expresidentes,
políticos, hasta sus mánagers, Helenita fue la reina indestronable de la ranchera.
El público la amó sin reservas y ella se pavoneó feliz por el mundo con sus lentejuelas
y su cabellera coqueta llevando la música popular a su más alta expresión.
María de los guardias En la década del 70, el autor nicaragüense
Carlos Mejía Godoy, considerado uno de los mayores exponentes del folclore de ese país,
compuso «María de los guardias», canción que más satisfacciones le dio a la intérprete
y que ha sido grabada por artistas como la mexicana Lucha Villa, la española Massiel,
la costarricense Maribel Guardia y la española Paloma San Basilio. .
Enfermedad y muerte En 2009 sufrió una crisis de salud que la
llevó a someterse a un trasplante de hígado que su cuerpo rechazó. Desde ese entonces
sus apariciones en los escenarios fueron mínimas. A finales de2010 el Concejo de Cali le rindió
un homenaje en el Teatro al aire libre Los Cristales de esa ciudad, evento en el cual
se la vio muy delicada de salud. En diciembre de ese año grabó sus dos últimas canciones,
«Golondrinas», un tango de Carlos Gardel y su vals favorito, «Mi huella», de Graciela
Arango de Tobón. En enero de 2011 ingreso a la Clínica Valle
de Lili de Cali, donde estuvo internada durante tres semanas en cuidados intensivos, debido
a una infección generalizada en todos los órganos de su cuerpo que se centró en los
pulmones. El lunes 7 de febrero de ese año, a las 6:36 pm (hora local) falleció en dicho
centro hospitalario, según el comunicado médico, "debido a problemas respiratorios".
El martes 8 de febrero fue velada en cámara ardiente, como homenaje por toda su trayectoria,
en el Teatro Municipal Enrique Buenaventura y al día siguiente en el barrio San Fernando
en la ciudad de Cali. Ese mismo día, según sus deseos, fue cremada en ceremonia privada
en el cementerio Metropolitano del Sur. "Y los mariachis callaron"
«Helenita cantaba con los ovarios», dijo en cierto momento Alí Humar, otro de sus
entrañables amigos, para tratar de explicar por qué ella era única. Solo así se entiende
que con esa teatralidad exagerada conmoviera por igual a hombres y mujeres, a jóvenes
y viejos, a ricos y pobres. Era tal su pasión por cantar, que solo la cirrosis y un trasplante
de hígado la alejaron de los escenarios durante dos años. No dejó de grabar ni de ganar
discos de oro --cosechó más de 15 en 40 años de vida artística-- ni siquiera después
de la muerte de su esposo. De hecho, pocos días después de la devastadora
noticia, lanzó una nueva producción titulada Qué pena que te vas. «Durante la grabación
del disco, Helenita lloraba constantemente, especialmente cuando cantaba Volverás a mí,
de Jorge Villamil. En un principio el disco iba a llamarse Liberada, pero se cambió porque
Qué pena que te vas era la canción preferida de Chalito y le había pedido a *** Fernández,
el director musical, que le metiera un sonido de saxofón, su instrumento favorito y que
él hubiera querido aprender a tocar», contó Ximena Ospina, periodista investigadora de
CMO. Al poco tiempo y como si la vida se encargara
de cerrar ciclos, Alicia, la hermana entrañable, la misma con la que compartió el internado
en Bogotá y que decidió quedarse de monja, volvió a vivir con ella a Cali. «Viví con
ella 18 años, se preocupaba mucho por mí. Yo pasé muy contenta con ella, somos muy
distintas pero nos entendíamos en todo. Yo la cuidé en su enfermedad», recuerda con
nostalgia. Helenita dijo que cantaría hasta sus últimos días y lo cumplió. Ya muy enferma,
un grupo de amigos decidió grabar un disco en Cali en su honor titulado Entre amigos,
y ella, molesta, les reclamó no haberla invitado. Con sus últimas fuerzas, fue al estudio y
grabó dos de sus canciones favoritas: Mi huella y el tango Golondrinas. «Hizo una
sola interpretación de cada canción y fue tal el alma que le puso que todos lloramos»,
recuerda Luis Guillermo Restrepo. A los pocos meses de esa grabación, el 7
de febrero de 2011, murió cumpliendo la frase premonitoria que algún día sentenció: «Quiero
que mi epitafio sea "y los mariachis callaron"». Vida musical
A mi amiga, María Dolores • A los Varones
• Y todavía te quiero • Señora
Temas populares: • Pasaste a la historia (su primer éxito).
• María de los guardias • Señor
• No te pido más • Ándate con la otra
• La flor de la canela • Que nadie sepa mi sufrir
• El rosario de mi madre • Señora
• Cariño malo • Cataclismo
• El tiempo que te quede libre.
Series sobre su vida
CMO Producciones y Caracol Televisión presentan actualmente la novela "La Ronca de Oro" la
cual ha tenido un excelente recibimiento por parte de la critica y de la audiencia.
• La serie es protagonizada por Ana María Estupiñán Helenita Vargas de joven y Majida
Issa Helenita Vargas de adulta. • Tuvo cortas apariciones en televisión
como estrella invitada (interpretándose a si misma) en Pero sigo siendo el rey (1984)
y Tabú (1999). En la segunda producción, el libretista (Héctor Forero) pidió incluirla
en un capítulo dada su gran admiración por la cantante. Su escenas estuvieron marcadas
por música y acción , pues ella es invitada a una cárcel para amenizar una celebración
y ese mismo día los reclusos aprovecharon la situaciòn para ejecutar un motín donde
está el protagonista (Rolando Tarajano). Editado Y Hecho Por : Xiomara Buitrago Martinez