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El joven se alza con su pie izquierdo adelantado
y sus brazos en los costados.
Se mantiene en pie sin la ayuda de ningún soporte. El hecho de que el artista fuera capaz de equilibrar 1000 kilos de sólido mármol
sobre esos tobillos tan delgados es un logro técnico mayúsculo.
Literalmente se alza sobre sus dos pies. Es confiado y autosuficiente.
Originalmente habría estado sobre una base que le daría el nombre e identificaría como escultura funeraria u ofrenda en un santuario.
El kouros está desnudo, excepto por una estrecha tira
alrededor de su cuello
y una cinta que ata su cabello hermosamente peinado.
Es una
representación muy... desnuda. No hay nada que nos diga quién es
y adónde va. Así que tenemos que centrarnos por completo en su cuerpo
y su mente. Cuando uno se mira en el espejo tiende a disminuir su autoestima.
El kouros no se ve disminuido. Por el contrario, su poder reside en su hermoso cuerpo
y su mirada resuelta.
Esta combinación de elegancia y desnudez se convirtió en una expresión de soberanía que pervivió
en el arte romano y con posterioridad.
Si nos detenemos a observar, quizás más de una vez,
siento
que nos llevará en las direcciones más extraordinarias.