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Nuestra Tierra es una colección de piezas de puzzle que forman el universo.
En la vasta oscuridad del espacio,
el universo está iluminado por las estrellas,
que un día pueden manifestarse en una supernova
y crear todas las piezas de puzzle que hoy conocemos
como los elementos.
Todos los elementos se formaron y liberaron
al espacio mediante explosiones estelares.
Durante siglos, los humanos han intentado descubrir
de qué está hecho el mundo a su alrededor.
Nadie sospechaba que todas las piezas necesarias
estaban ante sus narices.
El descubrimiento de estas piezas revolucionó
nuestra comprensión del mundo
y permitió la creación de lo que sería
el mayor obsequio para la ciencia:
la tabla periódica.
Así pues, ¿dónde están estos elementos,
y cómo encontramos una forma de ordenarlos?
Bien, lo crean o no,
las civilizaciones antiguas eran muy conscientes
de los muchos elementos a su alrededor,
pero no los identificaban como las piezas de nuestro universo.
Elementos como el oro, la plata y el cobre
fueron encontrados fácilmente por las culturas antiguas,
y fueron usados para múltiples fines, como joyería y herramientas.
¿Por qué encontraron tan fácilmente estos elementos?
Piensen en la tabla periódica como en un puzzle.
Las piezas de las esquinas son los bordes de un puzzle,
son por lo general las más fáciles de encontrar y colocar
porque destacan por sus bordes lisos,
y claramente no encajan con otras piezas de puzzle.
Como las piezas de puzzle, los elementos pueden ser selectivos sobre con quién interactúan.
A algunos les gusta reaccionar con otros elementos,
mientras que a otros no.
Los elementos que no interactúan con otros son fáciles de determinar,
mientras que a los que les gusta interactuar con otros son difíciles de encontrar.
El oro, la plata y el cobre son de los elementos más exigentes
por eso los podemos hallar más fácilmente.
Adelantemos hasta finales de los 1600
cuando Hennig Brand, un alquimista alemán,
estaba ocupado trabajando en su laboratorio.
Como muchos otros alquimistas de su época,
Brand intentaba extraer oro del cuerpo humano.
Brand se topó con lo que pensó que era la respuesta más obvia a su problema:
orina.
La orina es de color dorado y tal vez podría contener oro.
Así que Brand recolectó tanta orina como pudo,
mucha propia,
y decidió evaporarla con la esperanza de obtener oro.
Así que Brand hirvió su orina,
hasta que obtuvo una pasta
y calentó la pasta a una temperatura muy alta.
Finalmente apareció humo
y el material ardió de forma brillante y violenta.
Brand había aislado sin saberlo el fósforo de su orina.
Era la primera vez que alguien descubría un elemento,
pero él no supo en realidad lo que había hecho.
En la época de Brand, no se había descubierto el concepto de elemento.
En cambio, en la Antigua Grecia los principios de composición de las cosas
tierra,
agua,
aire,
y fuego
ya predominaban.
No fue hasta el trabajo de Antoine Lavoisier,
conocido ahora como el padre de la química,
cuando la ciencia definió lo que era un elemento.
Lavoisier definió un elemento como una sustancia
que no se puede dividir por medios químicos.
Lavoisier creó una lista de los elementos conocidos de su época
e intentó poner los elementos en un orden
por el que pudieran clasificarse,
en gases o metales.
Él fue el primero en intentar recomponer el puzzle.
Era solo el comienzo de una forma
de organizar los elementos de su época.
Muchos otros químicos se sumaron para hacer el puzzle más claro.
Uno de ellos, John Dalton, pesó los elementos
y organizó el puzzle por peso.
El químico alemán Wolfgang Döbereiner combinó después los elementos
para ver cómo reaccionaban unos con otros.
Descubrió que ciertos elementos compartían similares propiedades y reacciones.
Por ejemplo, cuando el litio, el sodio y el potasio puros
son expuestos al agua,
reaccionan violentamente
y se deslizan por la superficie del agua con chispas.
Los científicos se dieron cuenta entonces de que estas similitudes
no eran una casualidad:
los elementos pertenecen a familias que comparten propiedades similares.
Pero el químico que al final completó el puzzle fue Dmitri Mendeleev.
Creó tarjetas con cada elemento conocido e intentó ordenarlos
basándose en peso atómico y sus propiedades conocidas.
La leyenda es que estuvo despierto 3 días y 3 noches,
y finalmente cayó en un profundo sueño
y soñó con una tabla para ordenar los elementos.
Mendeleev no solo fue capaz de crear la tabla periódica,
sino que fue capaz de predecir elementos que aún no se habían descubierto.
El puzzle de la tabla periódica de los elementos había sido resuelto.