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Traductor: Sebastian Betti Revisor: Alina Siluyanova
En cada etapa de nuestras vidas
tomamos decisiones que incidirán profundamente
en las vidas de las personas en las que nos vamos a convertir
y, luego, cuando nos volvemos esas personas
no siempre nos entusiasma la decisión que tomamos.
Así es como algunos jóvenes pagan buen dinero
para borrar tatuajes que de adolescentes
pagaron buen dinero por hacerse.
Algunas personas de edad media se apresuran a divorciarse
de las personas con las que en su juventud se apresuraron a casarse.
Algunos adultos mayores trabajan arduamente para perder
eso que años antes trabajaron arduamente para ganar.
Así sigue y sigue.
La pregunta que como psicólogo me fascina es:
¿Por qué tomamos decisiones
que luego en el futuro a menudo lamentamos?
Creo que una de las razones,
trataré de convencerlos hoy de eso,
es que tenemos una concepción errónea
del poder del tiempo.
Todos sabemos que la tasa de cambios
disminuye a lo largo de la vida,
que sus niños parecen cambiar cada minuto,
pero sus padres parecen cambiar cada año.
¿Cuál es el punto de inflexión mágico en la vida
en el que los cambios de repente pasan
de un galope a un gateo?
¿En la adolescencia? ¿En la madurez?
¿Es la adultez? La respuesta resulta ser,
para la mayoría, el ahora,
lo que sea que eso signifique.
Ahora quiero convencerlos
de que a todos nos guía una ilusión,
una ilusión de que la historia, nuestra historia personal,
ha llegado a un final,
que acabamos de convertirnos
en las personas que estábamos destinados a ser
y así seremos por el resto de nuestras vidas.
Les daré unos datos que reforzarán esta afirmación.
Este es un estudio de cambios en los valores
personales a través del tiempo.
Aquí hay 3 valores: [Placer, Éxito, Honestidad]
Todos tenemos todos ellos,
pero probablemente sepan que conforme crecemos,
o según la edad, el equilibrio de estos valores cambia.
Entonces ¿cómo ocurre?
Bueno, le preguntamos a miles de personas.
A la mitad le pedimos que predigan
cuánto cambiarán sus valores en los próximos 10 años,
y a los otros que nos digan
cuánto cambiaron sus valores en los últimos 10 años.
Y esto nos permitió hacer un análisis muy interesante
porque pudimos comparar las predicciones
de personas, digamos, de 18 años,
con las de personas de 28 años,
y hacer ese tipo de análisis a lo largo de la vida.
Y encontramos esto.
Primero, tienen razón,
el cambio disminuye conforme envejecemos,
pero, en segundo lugar, se equivocan,
porque no disminuye tanto como pensamos.
En cada edad, de los 18 a los 68, según nuestros datos,
las personas subestimaron enormemente el cambio
que experimentarían en los próximos 10 años.
Llamamos a esto, la ilusión del "fin de la historia".
Para que se hagan una idea de la magnitud de este efecto,
podemos conectar estas dos líneas,
y lo que vemos es que las personas de 18 años
anticipan el cambio en igual medida
que las personas de 50 años.
Y no son solo los valores. Aplica a todo tipo de cosas.
Por ejemplo, la personalidad.
Muchos de Uds. saben que los psicólogos ahora sostienen
que hay 5 dimensiones esenciales de la personalidad:
equilibrio emocional, apertura mental,
amabilidad, extraversión, y grado de conciencia.
De nuevo, les preguntamos cuánto esperaban
cambiar en los próximos 10 años,
y cuánto habían cambiado en los últimos 10 años,
y encontramos que,
bueno, verán este diagrama una y otra vez,
porque otra vez la tasa de cambio
disminuye conforme envejecemos,
pero en cada edad, las personas subestiman
cuánto cambiarán su personalidades
en la próxima década.
Y no se da solo en cosas efímeras
como los valores y la personalidad.
Uno puede preguntar qué les gusta, qué les disgusta,
sus preferencias básicas.
Por ejemplo, el mejor amigo o amiga,
la vacación favorita,
el pasatiempo favorito,
el tipo de música favorito.
Las personas pueden decir estas cosas.
A la mitad le preguntamos:
"¿Piensas que eso cambiará en los próximos 10 años?"
Y la otra mitad le preguntamos:
"¿Cambió eso en los últimos 10 años?"
Y encontramos, bueno, ya lo vieron dos veces,
y aquí va de nuevo:
las personas predicen que la amistad que tienen hoy
es la que tendrán en 10 años,
las vacaciones que más disfrutan hoy serán
las que disfrutarán en 10 años,
pero las personas que tienen 10 años más dicen:
"Sabes, eso realmente cambió".
¿Algo de esto importa?
¿Este fallo en la predicción es algo que no tiene consecuencias?
No, importa bastante y les daré un ejemplo del porqué.
Entorpece de manera importante nuestra toma de decisiones.
Traigan a la mente ahora
su artista musical favorito de hoy
y el de hace 10 años.
Yo pongo el mío en la pantalla para ayudarles.
Ahora le pedimos a las personas
que predigan, que nos cuenten,
cuánto dinero pagarían ahora
para ver a su artista favorito actual
en un concierto dentro de 10 años,
y, en promedio, dijeron que pagarían
USD 129 por esa entrada.
Y cuando les preguntamos cuánto pagarían
para ver actuar hoy a quien fue
su artista favorito hace 10 años,
dijeron que solo pagarían USD 80.
En un mundo perfectamente racional,
este debería ser el mismo número,
pero pagamos de más por la oportunidad
de satisfacer nuestras preferencias actuales
porque sobreestimamos su estabilidad.
¿Por qué ocurre esto? No estamos totalmente seguros,
pero probablemente tenga que ver
con la facilidad de recordar
versus la dificultad de imaginar.
Muchos podemos recordar quiénes éramos hace 10 años,
pero nos resulta difícil imaginar quiénes seremos,
y entonces pensamos erróneamente que como es difícil de imaginar,
no es probable que suceda.
Lo siento, cuando decimos "No puedo imaginarlo",
por lo general hablamos de nuestra propia falta de imaginación
y no de la falta de probabilidad
de los eventos que describimos.
Como conclusión: el tiempo es una fuerza poderosa.
Transforma nuestras preferencias.
Retoca nuestros valores.
Altera nuestras personalidades.
Parece que apreciamos este hecho,
pero solo en retrospectiva.
Solo al mirar hacia atrás nos damos cuenta
del gran cambio ocurrido en una década.
Es como si, para muchos de nosotros,
el presente fuese un tiempo mágico.
Es una divisoria de aguas en la línea de tiempo.
Es el momento en el cual finalmente
nos tornamos nosotros mismos.
Los seres humanos somos obras en curso
y por error pensamos que estamos concluidos.
La persona que uno es ahora
es tan transitoria, fugaz y temporal
como todas las personas que uno ha sido.
Lo único constante en nuestra vida es el cambio.
Gracias.
(Aplausos)