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Las matemáticas son universales, están en todas partes.
Estamos inmersos en un mundo de personas y números.
Este mundo me va perfecto.
Para mí los números, como las palabras, son similares a las personas.
Cada uno tiene su personalidad: el 4 es muy tímido,
el 11 brilla intensamente
y el 89 me recuerda a la nieve cayendo.
Cada número me produce un sentimiento, una imagen.
Incluso la Gioconda nunca será como la belleza del número pi.
2030, ¿qué significa para Uds.?
En todos nosotros el futuro desencadena una avalancha de imágenes y emociones.
Todos piensan en él, algunos hablan de él.
Unos muchos más que otros.
Como si el futuro fuese un ser humano.
O su mejor amigo, o su peor enemigo.
No lo sé.
Recuerdo la historia del escritor británico G. K. Chesterton,
que dijo que uno de los juegos favoritos de la humanidad
se llamaba "entierra al profeta".
La primera parte del juego consiste en escuchar con respeto y atención
la predicción de todos los futurólogos.
Después, cuando la muerte llega inevitablemente,
se decide enterrarlos de la forma más armoniosa posible.
Luego se quejan por hacer justo lo contrario de lo que habían previsto.
Así funcionan los seres humanos.
Aún así, como esta historia nos recuerda,
una cosa es segura en el futuro de todos nosotros: la muerte.
¿Cuántos de los que estamos aquí veremos el 2030 con nuestros propios ojos?
(Risas)
Sentirlo, tocarlo. ¿Cuántos?
Esto es dentro de 18 años, que es bastante tiempo.
El equivalente a una juventud entera.
Vamos a pensar en nuestro futuro en 2030 desde las estadísticas.
Pongamos que la media de edad de los 1200 que estamos aquí,
de ambos sexos,
es 40.
Según la esperanza de vida,
85 de esos no vivirán para ver el 2030.
(Risas)
(Aplausos)
Según las estadísticas,
uno de esos 85 morirá tras el volante,
y otro morirá por ser fumador pasivo.
Cuidado con las escaleras viejas,
o el suelo mojado del baño,
eso acabará con 2 de Uds.
(Risas)
Caerán otros 5, víctimas de la botella,
a 6 les abandonará su cerebro,
y 8 más por sobrepeso.
La Parca visitará a 12 fumadores,
y más de 40 sufrirán los caprichos de su corazón,
o las garras de un cáncer.
(Aplausos)
Nuestras vidas están hechas de lo mismo que las estadísticas,
pero esas cifras solo cuentan la mitad,
porque nosotros también somos seres de azar, sentimientos y sueños.
Les daré un ejemplo.
Hace 30 años, en 1982,
un hombre también pensó en su futuro.
Hasta entonces, había estado soñando con el año 2000,
que estaba 18 años por delante, como 2030 para nosotros.
Esto es lo que pasó:
el hombre tiene 40, se llama Stephen Jay Gould.
Es un paleontólogo estadounidense con una carrera brillante.
Uno de los biólogos con más talento de nuestro siglo,
también es marido y padre de 2 niñas,
seguidor del béisbol, le encantan las galletas.
¿Cómo pudo su doctor darle la terrible noticia?
Le acababan de diagnosticar un extraño cáncer incurable.
Según los cálculos, le quedaban alrededor de 8 meses de vida.
De repente, incluso Navidad y nochevieja parecían lejanos.
¿Qué hizo Gould en esta situación tan terrible?
Hizo lo que casi todos los que reciben
malas noticias hacen:
empezar a buscar febrilmente
información optimista, incluso la más remota
o la más minúscula. No quiere darse por vencido.
Tan solo 8 meses...
Gould piensa: si la mitad de los pacientes
con el mismo cáncer murieron
en menos de 8 meses después de ser diagnosticados,
eso quiere decir que la otra mitad
vivió más.
Algunos incluso años.
Esa idea le consuela.
Él se aferra a ella, aún es joven,
vive en un bonito vecindario
y no tiene ningún otro problema de salud.
Tiene una voluntad de hierro,
un temperamento uniforme, un ardiente deseo de vivir.
Sus posibilidades de terminar
en el 2º grupo de pacientes parecen animarle.
Va a morir solo una vez, no 1000,
y la media tiene poco que hacer con eso.
Eso es su mantra.
Su familia y amigos le piden que hable claro.
"El promedio se refiere a poblaciones,
no a individuos", contesta.
Si me tuviese que morir 1000 veces, cerca de la mitad
de estas muertes se producirían en menos de 8 meses.
Las seguirían las muertes de la otra mitad,
una por una. Días, semanas,
meses o años después.
¿Quién va a saber cuándo ocurrirá su única muerte
de entre las 1000 posibles?
Los siguientes meses fueron difíciles y agitados
para Gould, llenos de problemas, sufrimiento y agotamiento.
Su cuerpo es expuesto a radiación,
inundado con fármacos y sometido a la cirugía.
Pierde un tercio de su peso.
El pelo abandona
su cabeza.
Las horas te tratamiento, soledad
y cansancio se acumulan,
debilitándolo, oprimiéndolo.
Sin embargo, él sobrevive.
Su cáncer entra en remisión.
2 años después, está lo suficientemente sano
para escribir un artículo:
"La media no es el mensaje".
10 años después de publicar este artículo
se mantiene fuerte. "Pertenezco", afirma,
"a un grupo muy pequeño,
muy afortunado y muy selecto:
el grupo de los primeros sobrevivientes
a un cáncer que hasta entonces era incurable".
En el 2000, está sano y salvo.
Tiene un partido. A los 60 publica
su mejor trabajo:
"La estructura de la teoría de la evolución",
un gran libro de 1300 páginas.
Es su 17º libro desde que se le diagnosticó el cáncer
hace 20 años. 2 meses después de la publicación,
finalmente llegó su muerte
como resultado de un segundo cáncer
no relacionado con el primero.
Así qué, ¿2030?
Al final nadie puede descifrar un destino,
la esencia de la naturaleza humana está en su infinita variedad.
Gould vio que la variedad es la realidad,
no un conjunto de cálculos imperfectos
destinados a una tendencia central.
Cada uno a su propio destino. Gracias.
(Aplausos)