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ASILO PARROQUIAL
Demos gracias al Señor por lo que vamos a recibir.
Se acabó, Sra. Thingummy.
La historia de siempre.
No veo que tenga anillo de boda.
Buenas noches.
Oliver Twist lloró a pleno pulmón.
De haber sabido que se criaría bajo el atento cuidado
del celador y la matrona, habría llorado aún más fuerte.
Por favor, adelante.
Gracias, señora.
- Puedo? - Gracias, señora.
Gracias, señor.
Es un gran placer verle, señor.
No se ofenda por lo que voy a decirle,
ha hecho una gran caminata o no se lo mencionaría.
- Quiere tomar un traguito de algo? - Ni una gota.
Sólo un poco, con agua caliente y una cucharada de azúcar.
Qué es?
No lo decepcionaré, Sr. B.
Es ginebra.
Debo tener una poca en casa,
para añadirla a la comida de los niños cuando no están bien.
Es usted una mujer muy humana, señora Corney.
- Se lo diré a la Junta Directiva. - Gracias, señor.
Brindo por usted con alegría.
Nos estamos olvidando del negocio, señora.
El chico bautizado como Oliver Twist cumple nueve años hoy.
Es el chico más díscolo que he visto.
No me extraña,
nunca hemos podido descubrir a su familia.
- Y cómo es que tiene apellido? - Lo inventé yo.
- Usted, Sr. Bumble? - Sí, Sra. Corney.
Doy apellido a todos nuestros incluseros por orden alfabético.
Al último le tocó la "S", le puse "Swubble".
A éste le tocaba la "T", y le puse "Twist".
Qué vena literaria tiene.
Quizá sí, Sra. Corney,
tal vez sí.
Y ahora veamos al chico.
¡Twist!
¡Ven aquí!
Saluda al caballero.
Vas a venir conmigo, chico.
Te voy a presentar ante la Junta.
Caballeros.
En mi opinión nuestra caridad se está dando por sentada.
- Sí, sí. - Sí, sí.
Este orfanato se ha convertido en el lugar de recreo para los pobres.
Caballeros.
Debemos arreglar esto. Le pondremos fin de inmediato.
Sí, sí.
Adelante.
Caso número seis.
Saluda a la Junta.
- Cómo te llamas, chico? - Oliver.
- Oliver Twist, señor. - Sabes que es tu cumpleaños?
- No, señor. - Es un chico estúpido.
Chico, escúchame.
Sabes que eres huérfano?
- Qué es eso? - Es estúpido, ya se lo he dicho.
¡Silencio!
Sabes que no tienes padres y te ha criado la parroquia,
verdad?
Sí, señor.
Espero que reces todas las noches.
Sí, señor.
Rezas por los que te han alimentado y cuidado?
Sí, señor.
Bien, recibirás educación y se te enseñará un oficio.
Empezarás a recoger estopa mañana a las seis de la mañana.
Te damos gracias, Señor, por estos abundantes alimentos.
Amén.
Por favor, señor. Quiero más.
Qué?
- Qué? - Qué?
Pidió más?
Cinco libras y un muchacho para todo comerciante
que necesite un aprendiz fuerte y sano.
CINCO LIBRAS
- Buenos días, Sr. Bumble. - Buenos días.
Acabo de tomar las medidas de las dos mujeres muertas anoche.
El negocio funerario va bien, Sr. Sowerberry.
Gracias.
Se va a hacer rico.
Los precios que paga la Junta son baratos, Sr. Bumble.
También lo son los ataúdes.
Bueno, Sr. Bumble, no lo niego,
- pero hay que ganar algo. - Pues claro.
Por cierto, sabe de alguien que necesite un chico?
Un aprendiz del orfanato.
Las condiciones son buenas.
Son estupendas.
Me lo llevo.
Oliver.
Sí, señor?
Quítate la gorra.
Y levanta la cabeza.
Dígale al Sr. Sowerberry que está aquí el celador del orfanato.
Por favor, pase, señor.
- Es usted, Sr. Bumble? - Pues claro, Sr. Sowerberry.
Mire, le he traído al chico.
- Conque éste es el chico, eh? - Sí, señor.
Quién es ése?
Querida, es el chico del orfanato del que te hablé.
Es muy pequeño.
Sí que es pequeño.
Es pequeño, para qué negarlo, pero crecerá, Sra. Sowerberry.
Desde luego, gracias a nuestra comida y bebida.
Vamos, baja, saco de huesos.
¡Charlotte!
Sí, señora?
Dale al chico algo de las sobras que guardamos para Trip.
Sí, señora.
- Eres el chico nuevo, no? - Sí, señor.
- Toma. - ¡Oh, gracias, señora!
En el cajón, indigente, en el cajón.
Indigente, sabes quién soy?
No, señor.
Soy el Sr. Noah Claypole,
y estás a mis órdenes, no lo olvides.
No, señor.
Has acabado?
- Sí, señora. - Entonces ven conmigo.
Vamos, levántate.
Tu cama está bajo el mostrador, no te importará, verdad?
No, señora.
No importa que te guste o no, no puedes dormir en otro sitio.
Toma, coge esto.
Entra ahí.
- Un chico con muy buen aspecto. - Ya puede, come como una lima.
Tiene cierta expresión de melancolía, que resulta interesante.
Sí?
Sería perfecto para los cortejos fúnebres, amor mío.
No digo para los de los adultos, sólo para los de los niños.
Te aseguro que causaría un efecto estupendo.
Quiere un ataúd? Llamaré a la señora.
No.
No, no.
- Quiero ver al chico. - Al indigente?
Está fuera trabajando.
- Quién es usted? - Conocí a su madre.
- La atendí cuando murió. - Murió en el hospicio, eh?
No me queda mucho tiempo.
Tengo que verlo.
¡Señora! ¡Charlotte! ¡Señora!
Adelante.
- Cómo está hoy? - No le queda mucha fuerza.
Tiene la mente atormentada.
Y cuando no la atacan los dolores,
que no ocurre a menudo,
no deja de decir que tiene algo que decir.
Quiere ver a la matrona.
Vaya a buscarla.
Adelante.
Sí?
Puede venir, señora? La vieja Sally se está muriendo.
Y a mí qué? No puedo prolongarle la vida, verdad?
Dice que tiene algo que decirle.
No morirá en paz hasta que vaya, señora.
- Ha dicho algo más, Martha? - Ni una palabra.
- Fría noche, Sra. Corney. - Desde luego, señor.
Me sorprendería que tardara mucho.
Deje la lámpara en el suelo, ahí no la verá.
- Buenas noches, señor. - Buenas noches.
No tardará mucho, no habrá que esperar mucho.
A todos nos ha de tocar.
- Quién está ahí? - Calla, calla.
- Quién está ahí? - Acuéstate, acuéstate.
Venga aquí. Venga.
- Escuche. - Sí?
En esta habitación, en esta misma cama,
una vez asistí a una joven hermosa.
- Dio a luz a un niño y murió. - Siga, sí?
Lo habrían tratado mejor, si lo hubiesen sabido todo.
Saber qué?
Déjeme pensar.
- Fue el año... - No importa el año, y él?
Qué fue de él?
Qué fue...?
Ya sé.
- Que se vayan. - Pero si soy Annie.
- Deprisa, deprisa. - ¡Vamos, fuera! ¡Marchaos! ¡Salid!
¡Fuera! ¡Deprisa!
¡Fuera!
Bien, siga.
Qué?
Ha muerto.
- Qué quería decir? - Nada, no dijo nada, nada.
Ven a sentarte ante el fuego, querido Noah.
Oliver, cierra la puerta que está detrás del señor Noah.
Te guardé un buen trozo de tocino del desayuno del amo, querido.
Oliver, toma tu té, y cómete esas sobras.
Date prisa, quieren que te ocupes de la tienda.
Me oyes?
Has oído, indigente?
Indigente, y tu madre?
Está muerta.
De qué murió, indigente?
Dijeron que murió de tristeza.
- Por qué lloriqueas? - No por ti.
- Conque no, eh? - No.
Más vale que dejes de hablar de mi madre.
Que deje de hablar. Indigente, no seas descarado.
Sabes, indigente?,
seguro que tu madre era una cualquiera.
Qué has dicho?
Una mujer de baja estofa, indigente.
Y fue mejor que muriera cuando murió,
o estaría haciendo trabajos forzados en la cárcel,
o la habrían deportado, o ahorcado, que es lo más probable.
¡Socorro!
¡Socorro!
¡Socorro!
¡Socorro!
¡Socorro!
¡Socorro!
- ¡A la carbonera! - ¡No!
¡Sí!
¡Canalla, a la carbonera!
¡Noah!
Sí, señora.
Ve a buscar al celador.
Bien.
Dónde está ese joven salvaje y osado?
¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir!
- ¡Oliver! - ¡Sí!
- Sabes quién te habla? - ¡Sí!
No tienes miedo?
- No tiemblas al oír mi voz? - ¡No!
¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir!
¡El chico debe de estar loco!
No es locura, señora, es por la carne.
- Qué? - ¡Déjenme salir!
- ¡Déjenme salir! - La carne, Sra., la carne.
De haberlo alimentado con gachas, esto no habría ocurrido.
Qué ocurre aquí?
El joven Twist se ha vuelto salvaje, señor.
- Intentó matarme. - Casi mata a la señora.
- Eres un niño bueno, verdad? - Insultó a mi madre.
- Seguro que se lo merecía. - ¡Mentira!
No tenga piedad, señor, no tenga piedad.
Vete a la cama.
Procede de una mala familia, de temperamento alterable.
Su madre llegó al hospicio entre dolores
que habrían matado a cualquier mujer mucho antes.
Perdón en nombre de la parroquia.
Oliver Twist tomó el camino de Londres,
aquella gran ciudad donde nadie, ni siquiera el Sr. Bumble,
podría encontrarlo jamás.
Veinte chelines, veinte, señor. Oigo veinte chelines, veintidós.
Veintidós chelines, veintidós, alguien da más, señores?
Veinticinco chelines...
- Vas a quedarte en Londres? - Sí.
- Tienes dónde vivir? - No.
- Y dinero? - No.
- Hambre? - Sí.
Ven conmigo.
Ven aquí.
- Quién es el otro? - Un nuevo amigo.
Adelante.
Espera aquí.
¿Lo quieres?
Vamos, ven.
Aquí lo tienes, Fagin, es mi amigo Oliver Twist.
Encantado de conocerte.
- Verdad, niños? - Sí.
- De dónde eres? - He caminado varios días.
- Durante varios días? - Te persigue el "pico", eh?
- Sabes lo que es un "pico"? - La boca de un pájaro.
Sentaos todos.
Un "pico" es un juez, amigo.
Dodger, trae las salchichas.
Siéntate, Oliver.
Hay muchos, verdad?
Sí, señor.
Acabamos de tenderlos para lavarlos.
- Espero que hayas trabajado, Dodger. - Sí.
Buen chico, buen chico.
Y tres pañuelos.
- Es muy listo, verdad, Oliver? - Desde luego, señor.
Te gustaría hacer "pañuelos" tan bien como Dodger, verdad?
- Sí, si me enseña, señor. - Lo haremos, amigo, lo haremos.
A trabajar, Terry. Fred.
Siéntate.
Charlie. Dodger.
Oliver.
Oliver.
Chicos listos.
Chicos listos.
Nunca han delatado al viejo Fagin.
Qué haces despierto?
¡Responde, chico, rápido!
No podía dormir más, señor.
- Qué has visto? - Nada, señor.
No estabas despierto hace una hora?
No, no, qué va.
- Seguro? - Sí, señor.
Tranquilo, amigo mío.
Sólo quería asustarte.
Has visto alguna de esas cosas tan bonitas?
Sí, señor.
Son...
son mías, Oliver.
Todo lo que tengo para vivir cuando sea viejo.
Me llaman pordiosero.
- Puedo levantarme ahora? - Pues claro, amigo, claro.
Se han ido a trabajar, Oliver.
Toma ejemplo de ellos.
Haz todo lo que te pidan.
Sigue siempre su consejo, sobre todo el de Dodger,
será un gran hombre un día, y también te hará grande.
Se me sale el pañuelo del bolsillo?
Sí, señor.
A ver si puedes quitármelo sin que me entere.
- Ya está? - Sí.
- Aquí está. - Qué listo eres.
Aquí tienes un chelín.
¡Oh! Gracias.
Si sigues así, serás el mejor de todos los tiempos.
Aquél servirá.
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
¡Al ladrón!
- Déjenlo respirar. - No lo merece.
Es verdad.
- Es éste el chico, señor? - Sí, me temo que sí.
¿Se teme? ¡Ésa si que es buena!
- Pobre diablo, se ha lastimado. - Lo hice yo, señor, lo detuve yo.
Le di un puñetazo en la cara. ¡Vamos, levántate!
Abran paso. ¡Abran paso!
Vamos.
- No le haga daño. - No, qué va.
Vamos, demonio.
¡Cállate!
Quieres que nos pillen?
No puedo evitarlo. No puedo evitarlo.
Qué va a decir Fagin?
Y Oliver?
Dónde está el chico?
Qué ha sido de él?
- ¡Habla o te estrangulo! - ¡Suéltame!
Lo han pillado los "polis", es todo lo que sé.
¡Cuidado!
A qué viene esto, Fagin?
Suerte que la jarra no me dio o alguien tendría problemas.
Adelante, Sr. Sikes, adelante.
Déjate de tonterías, ya sabes cómo me llamo.
Adelante, perro sarnoso, por qué te quedas ahí?
Vamos, entra.
- Quieres un trago, Bill? - Y no lo envenenes.
A ver.
Qué ha ocurrido?
Tratando mal a los niños otra vez, eh?
- ¡Viejo avaricioso! - Pareces de mal humor, Bill.
Tal vez lo esté.
Tampoco pareces estar muy bien.
Qué ocurre, Fagin?
Es por un chico nuevo, los "polis" lo han pillado.
Y qué?
Temo que diga algo que nos ocasione problemas.
Es muy probable...
que te delate, Fagin.
Y además me temo...
que si es malo para nosotros, también lo será para otros.
Y saldrás peor parado que yo.
No es así, amigo?
Oye, mira,
alguien debería ir a averiguar qué pasa en el juzgado.
Debería ir alguien, Fagin.
Ve tú.
Y tú?
- ¡Ya era hora! - ¡Ah, Nancy!
- Ella irá, es muy lista. - Brindo por ella.
- Irá Nancy, verdad, cariño? - Adónde?
Sólo al juzgado de guardia, qué te parece?
- Que no, Fagin, así que olvídalo. - Qué quieres decir?
- Lo que oyes, Bill. - Eres la persona idónea.
Nadie te conoce por aquí.
Y como no quiero que me conozcan, mejor que no vaya.
- Irá, Fagin. - Ni hablar, Fagin.
Claro que irá, Fagin.
- Sí? - Han traído aquí a un chico?
- Quién es usted? - Su hermana.
Tendrá que esperar, están juzgándolo.
- De qué se acusa a este chico? - De robar un pañuelo, señoría.
- Preferiría no presentar denuncia. - ¡Cállese, señor!
- Hay testigos? - Ninguno, señoría.
Cómo te llamas?
Cómo te llamas?
Está herido, y me temo que está muy enfermo.
Sí, seguro que sí.
Vamos, déjate de trucos, vagabundo.
Cómo te llamas?
Cómo te llamas?
Dice que se llama Tom White, señoría.
Muy bien.
Dónde vive?
Dónde vives?
Donde puede, señoría.
Por favor, señor, podría tomar un poco de agua?
¡Basta de tonterías! ¡No intentes engañarme!
Creo que está enfermo de verdad, señoría.
- Ya lo veo. - Cuidado, se va a caer.
¡Apártese!
Que se caiga, si quiere.
Qué va a hacer con el caso?
¡Silencio! Qué es esto? Quién es?
Trabajo en la librería, lo vi. todo.
- Fue otro chico. - Por qué no vino antes?
No pude encontrar a alguien que atendiese la tienda.
Tómele juramento.
Lo sacaron de la sala desmayado.
Lo metieron en un coche con aquel caballero y se fueron.
Nos delatará a todos, Fagin, seguro.
Es el chico, no?
Exacto.
- Muy guapo, verdad? - No sé.
Sólo distingo dos clases de chicos.
Los pálidos y los rollizos.
- Y éste qué es? - Pálido.
- Buenas noches, Sra. Bedwin. - Buenas noches, señor.
Suele contar Bedwin la vajilla por la noche?
Si no echa en falta una cucharilla o dos un día,
me como el sombrero.
Mueve usted.
De dónde proviene? Quién es? Qué es?
Si ese chico no lo traiciona, amigo mío,
me como el sombrero, y el suyo también.
- Ya veremos. - Así es, así es.
- Dónde estoy? - Calma, cariño.
Tranquilo o volverás a enfermar.
Has estado muy mal, tanto que casi te mueres.
Acuéstate otra vez, eso es.
Muy bien.
No me hagas caso.
Ya pasó.
Hoy estoy un poco ronco, Sra. Bedwin, me he acatarrado.
- Qué tal estás, cariño? - Muy contento, señor.
Bien.
- Le ha dado algo de comer? - Va a tomar un caldo estupendo.
Un par de copas de oporto le vendrían mejor.
Verdad, Tom White?
Me llamo Oliver, señor.
Oliver?
Oliver White.
No, señor, Twist, Oliver Twist.
Qué nombre tan raro.
Por qué le dijiste al juez que te apellidabas White?
No le dije nada.
Un error, se equivocaron.
¡Ah! Tómate el caldo, jovencito.
Debemos ponerte fuerte de nuevo.
Y en cuanto estés bien, tendremos una pequeña charla.
Muchas gracias, señor.
¡Tonto! ¡Metepatas, mentiroso!
Te pagué mucho para que pusieras fin al negocio.
Un niño llorón y tienes que perderlo.
Estoy peor ahora que si no te hubiese conocido,
y lejos de tener lo que debería.
Qué conseguiré? Me devolverás mi dinero?
No, no, amigo, eso no. Te daré una esperanza.
Sabes en qué orfanato nació el niño?
- Claro, lo localicé gracias a ellos. - Entonces vuelve allí, vuelve allí.
Escucha...
De mañana en dos meses, estará hecho.
Parece una eternidad.
Vas a sentarte a roncar todo el día?
Me sentaré aquí hasta que me dé la gana, señora.
Y aunque no roncaba, roncaré, estornudaré, reiré o lloraré
cuanto me plazca, ya que tengo derecho a ello.
- ¡Derecho! - Lo que oye, señora.
El derecho de un hombre es mandar.
Y cuál es el de la mujer, puede decirme?
- Obedecer, señora. - ¡Ja!
Debería habérselo enseñado su pobre y difunto esposo,
y quizá así estaría vivo ahora.
Ojalá lo estuviese, pobre hombre.
¡Bruto!
Llore cuanto quiera, señora.
Dilata los pulmones, libera la tensión,
ejercita los ojos, y suaviza el carácter.
Así que siga llorando.
¡Desgraciado!
¡Vuelve a mencionar tu derecho, si te atreves!
Levántate, sal de ahí o quizá haga algo terrible.
Desde luego, cariño, desde luego.
En un tiempo fue el celador de este sitio, no?
Fui el celador de la parroquia.
- Y ahora qué es? - Jefe del orfanato.
Bien.
Escúcheme bien.
Necesito información.
Retroceda en su memoria hasta el invierno de hace diez años,
el escenario es el orfanato, es de noche,
y el lugar, la sala de partos.
- Nació un niño. - Nacieron muchos niños.
Trabajó como aprendiz de un fabricante de ataúdes.
Se refiere a Twist? El chico más testarudo...
No quiero que me hable de él, sino de una mujer.
De la bruja que asistió a la madre del niño.
Dónde está?
Murió el pasado invierno.
Espere.
Sí?
Había una mujer con ella cuando murió.
Cómo puedo localizarla?
Sólo a través de mí.
La recompensaré bien.
- Y si le he pagado para nada? - Puede recuperar su dinero.
Soy una mujer sola y sin protección.
No estás sola, cariño, ni sin protección.
Eres un idiota, muérdete la lengua.
Mejor córtesela, si no sabe hablar más bajo.
Bien.
Cuénteme su historia.
Estuvo con aquella arpía la noche que murió?
- Sí. - No había nadie más?
No.
Pidió que estuviésemos solas.
¡Fuera!
Siga.
- Me habló de una joven madre, - Sí.
a quien había asistido en la cama donde ella estaba.
Sí, ¿y qué dijo de ella?
Le robé.
Aún no se había enfriado cuando se lo robé.
- Robar qué? - Aquello.
Lo único que tenía.
Oro.
¡Oro! Sigue, qué más?
- Me dijo que lo guardase bien. - Sí.
Cómo se llamaba el niño?
- Le pusieron Oliver. - Sí.
Yo...
- no se lo he dicho todo, verdad? - No, no, dese prisa.
Ella se había escapado.
- Su padre... - Sí?
Yo tenía que decirle...
que decirle...
Qué debía decirle?
Qué?
Qué?
Dijo algo más?
Está mintiendo.
No pronunció una palabra más,
pero entonces ocurrió algo.
Qué?
Un trozo de papel?
Qué era?
- Una papeleta de empeño. - Sí.
Caducaba a los dos días, así que fui a desempeñarla.
Dónde está ahora?
Aquí.
- Y esto es todo? - Sí.
Es lo que esperaba conseguir?
Sí.
¡Bendito sea Dios!
Ven a lavarte las manos y a que te peine bien, pilluelo.
Por qué? Qué ocurre?
El Sr. Brownlow quiere verte, y debemos ponerte guapo.
Adelante.
Pasa, Oliver, pasa.
Sí, hay muchos libros, verdad?
Nunca había visto tantos.
Te gustaría convertirte en un erudito y escribir libros?
Creo que preferiría leerlos.
No quieres ser escritor de libros?
Preferiría comprarlos.
Bien dicho, hijo, bien dicho.
Bueno...
Bueno, Oliver,
quiero que prestes mucha atención a lo que voy a decirte.
- No irá a echarme, señor? - No, no voy a echarte,
a menos que me des un motivo.
- Nunca lo haré, jamás. - Bien.
Creo que vamos a ser buenos amigos.
Gracias, señor.
Confío en ti, Oliver,
me preocupa tu bienestar más que nada en el mundo,
más que el mío propio.
- Te gusta la pintura? - No estoy seguro.
Aquello es un retrato. Un retrato de alguien.
Es muy hermosa.
Sí, era muy hermosa.
Hay pasteles para el té?
- ¡Caramba! Quién es ése? - El joven Oliver Twist.
No será el mismo que estuvo enfermo?
Ahora ya se ha recuperado, venga a saludar a mi amigo.
- Qué tal, chico? - Mucho mejor, gracias, señor.
Cuándo podremos enterarnos de su historia?
Antes tomaremos el té, verdad, Oliver?
- Los ha enviado el librero? - Sí.
Que no se vaya el chico, tengo que devolver algunos.
Se ha marchado, señor.
Quería devolver otros libros hoy mismo.
Que los lleve Oliver,
los entregará sin ningún problema.
Sí, déjeme hacerlo, señor, iré corriendo.
De acuerdo, hijo.
Están en una silla al lado de mi escritorio, ve a por ellos.
Veamos,
volverá dentro de veinte minutos como mucho.
O sea que de verdad espera que vuelva, no?
- Usted no? - No, ni hablar.
El chico tiene ropa nueva,
un lote de libros valiosos bajo el brazo y cinco libras en el bolsillo.
Si vuelve a esta casa, me comeré el sombrero.
Tenga.
Buenas noches, querida.
¡Oliver!
¡Oliver, Oliver, Oliver, qué chico tan malo!
¡Socorro!
Mi querido hermano, por fin lo he encontrado.
Gracias a Dios que lo he encontrado.
- ¡Suélteme! - Qué cruel eres, vamos a casa.
Qué ocurre?
Se escapó hace casi un mes de sus padres,
que son gente trabajadora y respetable.
¡No es verdad!
Se unió a una pandilla de ladrones y de facinerosos,
y casi le rompió el corazón a su madre.
¡Sinvergüenza!
- No es verdad, no tengo madre. - Vete a casa, canalla.
- Vivo en Pentonville. - Ya ven qué malo es.
Vete a casa con tu madre, desgraciado.
No soy pariente suyo, no los conozco.
Qué llevas ahí? Ha estado robando otra vez?
No, Bill. ¡Vamos!
Eso es, es la única forma de hacer que siente cabeza.
Tiene razón, le vendrá bien.
Es lo que le espera. Vamos, sinvergüenza.
¡Fagin! ¡Dodger! ¡Mirad!
Eh, traed una luz.
Me alegro de verte tan bien, amigo.
Por qué no enviaste recado de que venías?
Habríamos preparado algo caliente de cena.
Qué es eso?
- Es mío, Fagin. - De eso nada, mío, Bill, mío.
- Para ti son los libros. - Cómo que no es mío?
Es mío y de Nancy o devuelvo al chico.
Vamos, dámelo.
Dónde está?
No es justo, Bill, no lo es, verdad, Nancy?
Justo o no, dámelo, viejo avaricioso.
¡Dámelo!
Quédate con los libros, si te gusta leer, y si no, véndelos.
- ¡Socorro! ¡Socorro! - ¡Bullseye!
¡No, Bill, el perro lo destrozará!
- Se lo merece. - ¡No lo harás!
- Déjame en paz o te mato. - ¡No me importa! ¡No me importa!
¡Apártate!
- Qué ocurre aquí? - La chica se ha vuelto loca.
No es verdad, Fagin, de eso nada, no es cierto.
- Entonces cállate. - No me da la gana, qué te parece?
Así que querías escaparte?
Verdad que sí?
Pedías ayuda.
Acudirías incluso a la policía, no?
Pronto te quitaremos ese vicio, amiguito.
¡Quieto, Fagin!
Ya tienes al chico, qué más quieres? ¡Déjalo!
Déjalo o le hago algo a alguien que me lleve a la cárcel antes de lo debido.
Caramba, Nancy, hoy te veo más lista que nunca.
- Actúas de maravilla. - Ah, sí?
Pues ten cuidado de que no me lo tome en serio,
- o te llevarás la peor parte, Fagin. - Qué quieres decir?
¡Pues sí que estamos buenos! Ahora te pones de parte del chico.
Pues claro que sí.
Ojalá me hubiese partido un rayo en vez de ayudarle a traerlo aquí.
Será un ladrón,
un mentiroso, un demonio y alguien malvado a partir de hoy.
No te basta con eso, viejo asqueroso?
Vamos, Sikes, seamos civilizados, seamos civilizados.
¡Civilizados! ¡Civilizados! ¡Canalla! ¡Sí, te lo mereces!
Robé para ti cuando era la mitad de pequeña que él.
Y he robado para ti desde entonces.
Aunque así sea, así es tu vida.
Es verdad.
Es mi vida.
Y las calles frías y mojadas son mi hogar,
y tú eres el cerdo que me llevó a ellas hace tiempo,
y el que no me dejará salir de ellas, ¡día y noche!,
- ¡día y noche, hasta que me muera! - Te haré daño,
mucho más aún, si dices una palabra más.
Bill.
Es lo peor de tener que tratar con mujeres, amigos.
Pero son listas, y no podemos prescindir de ellas.
Dodger, enséñale a Oliver su cama.
Es mejor que mañana no lleve esa ropa, no?
Claro que no.
Dodger te dará otra ropa, porque a lo mejor te roban.
- Qué, Sra. Bedwin? - Temo que se haya perdido.
O sea, que no llegó allí?
- Ya lo ve, el chico es un impostor. - Es imposible, imposible.
Cómo que es imposible?
Las mujeres mayores no creen más que en curanderos y noveluchas.
Era un niño amable, bueno y educado, señor.
He estado con niños durante estos cuarenta años,
y quien no pueda decir lo mismo, debería callarse, eso creo.
Eso es todo, Sra. Bedwin.
Bien.
Me tomaré la libertad, si me lo permite,
de ponernos una copa de jerez.
RECOMPENSA DE 5 GUINEAS OLIVER TWIST
Se ha fugado o lo han raptado de Pentonville, y no se sabe de él.
Se recompensará al que dé información sobre Oliver Twist.
Por qué no nos acompaña? Estaremos encantados.
En qué puedo servirle, Sr. Fagin?
Monks?
Ya debería de estar aquí.
¡Cállate, perro estúpido!
No reconoces al diablo con un buen abrigo?
Hola, Nancy.
- Y bien? - Tengo que hablar contigo.
- Sobre el robo de Chelsea. - Qué ocurre?
Ya sabes a qué me refiero, claro que lo sabe, Nancy, verdad?
No, no lo sabemos.
Y deja de echarme indirectas insinuando que la idea fue tuya.
- ¡Calla, que van a oírnos! - Pues que oigan, no me importa.
Calma, calma, amigo. Sólo quería ser prudente.
Bueno, Bill, tengo al chico, puedes...
Qué ocurre?
No sé si deberíamos dejarla fuera de esto como siempre.
Vamos, Fagin, dile que se trata de Oliver.
Eres muy lista, la chica más lista que he conocido.
Sí, iba a hablar de Oliver.
¡Él!
Sí, Bill, ya es hora de que empiece a ganarse el pan.
Además, los otros son demasiado grandes.
Él tiene la estatura que necesito.
Y hará lo que quieras, si lo asustas a conciencia.
Cuándo hay que hacerlo?
Pues no sé.
Cuándo se hará?
- Mañana por la noche. - Bien.
Todo arreglado para dar el golpe?
Todo planeado, guarda silencio y mantente preparado,
es lo único que debes hacer.
Ahora déjanos.
Qué noticias hay?
- Estupendas. - Las mías también.
Les presento a una cantante encantadora,
que nunca ha actuado en público.
La señorita Lucy Willow.
Esta mañana temprano,
me sentí tan enferma,
que me tomé el té muy deprisa,
tanto que me atraganté.
La, la, la... La, la, la...
Ésta es la única prueba de la identidad del chico.
Así que por fin tengo el dinero del pobre diablo.
Ahora puede hacer lo que quiera con él.
Que lo encarcelen por un delito grave, que recorra las cárceles de la ciudad.
No es fácil adiestrarlo para el negocio.
Ése es su problema.
No es probable que pase, pero,
y si ocurriese lo peor?
No es asunto mío, Fagin, no tengo nada que ver.
¡Fuera!
Artful,
estás despierto?
- Qué pasa? - Escucha con atención.
Tengo un trabajo para ti que debe hacerse con cuidado y discreción.
- De qué se trata? - Quiero que vigiles a una mujer.
Eso es fácil.
Por qué quieres que la vigile?
- No para...? - Para nada.
Sólo para que me digas adónde va, a quién ve, y qué dice,
y que me traigas toda la información que puedas.
Quién es?
De los nuestros.
Qué me darás?
Si lo haces bien, amigo, una guinea.
Una guinea.
Jamás he pagado tanto por hacer un trabajo tan agradable.
- Necesito pistolas, Bill. - Toma.
- Y la porra? - La tengo.
A ver, verdugos, llaves, taladros, los garrotes, ¿se nos olvida algo?
Llévate la palanca.
Ten cuidado, es un hombre difícil.
Cuidado.
- Quién viene? - El chico.
- Uno de los niños de Fagin. - Sí.
Hace frío, querida Nancy.
Un frío que traspasa.
Pues hará mucho, para poder traspasar tu corazón.
Ven aquí, niño.
¡Ven aquí!
- Sabes qué es esto? - Sí, señor.
Si dices una palabra mientras estamos fuera,
te entrará un bala en la cabeza sin previo aviso.
Así que si te entran ganas de hablar,
más vale que antes reces tus oraciones.
Venga, vámonos, se hace tarde.
¡Vamos!
- Señor. - Ha venido por mi anuncio?
Aquí no, señor, tengo miedo de hablar.
Bajemos las escaleras.
Por qué me trae a este lugar oscuro y sombrío?
Porque hay quien me mataría si se entera de que estuve aquí.
Señorita, si sabe algo de ese pobre niño,
en nombre del cielo, dígamelo.
Conoce a un hombre llamado Monks?
Monks?
Qué sabe de ese hombre?
Antes de que se lo diga,
me promete que me guardará el secreto?
No delataré a los otros, porque
aunque son malvados, nunca me han delatado.
- Me lo promete? - Sí.
Y que nadie sabrá jamás cómo se enteró?
Nunca.
Hace tiempo,
poco después de que se llevaran a Oliver de su casa de Pentonville,
vi a ese hombre, Monks, por primera vez,
y el otro día volví a verlo.
Acudió a un lugar que conozco, llamado...
Toma, ocúpate de eso, y saca lo más que puedas por todo,
ha sido difícil de conseguir.
Por qué me miras así?
Te has vuelto loco.
Tengo que decirte una cosa que te sentará peor que a mí.
Sí?
Pues abrevia, o Nancy creerá que me he perdido.
Perdido?
De eso ya se ha encargado ella a conciencia.
Vamos, habla y di de una vez lo que tengas que decir.
- Y si el chico que está allí...? - Qué?
Y si ese chico cantara, si nos delatara a la policía?
Que primero tanteara el terreno en busca de la gente adecuada,
que luego se citara con ellos en la calle,
sin que nadie le tendiera una trampa y lo obligara a delatarnos,
sino que lo hiciera por propia voluntad, qué te parecería?
Que qué me parecería? Le aplastaría la cabeza.
Y si lo hiciera yo? Yo, que sé tanto, y podría mandar a la horca a muchos.
Te haría papilla el cerebro.
- Sí? - Pruébame.
Y si fuese Charlie, Dodger o...?
Fuese quien fuese, haría lo mismo.
Dodger, Dodger.
Pobre chico, está cansado.
Cansado por vigilarla tanto tiempo.
¡Por tener que vigilarla, Bill!
A qué te refieres?
Dodger, Dodger.
Cuéntamelo de nuevo.
Otra vez, para que lo oiga él.
- Contarte qué? - Lo de... Nancy.
- Qué le pasa? - La seguiste?
- Sí. - Hasta el Puente de Londres?
- Sí. - Y se vio con un caballero?
Eso es.
Un caballero con el que se había citado allí,
que le pidió que delatara a sus compañeros, cosa que ella hizo.
- Bueno, ella... - Lo hizo.
Se lo contó todo, sin vacilar, sin callarse nada, no es así?
- Bueno, más o menos fue así. - Qué dijo del niño?
- Ya te lo dije antes. - Vamos, vuelve a contarlo.
Pues, él le preguntó por qué no había llevado a Oliver.
Por qué? Por qué? Díselo.
Porque había salido a trabajar con él.
Qué más? Díselo, díselo.
Que lo llevaría al Puente de Londres,
- mañana a mediodía. - Sí.
- Por qué? - Porque él estaría durmiendo.
- Y se rió cuando lo dijo. - Decir qué?
Que iba a darle una bebida con láudano.
¡Déjame salir de aquí!
Bill.
¡Bill!
Bill.
- No me digas nada, no es seguro. - No irás..?
¡Déjame salir!
¡No actúes de forma violenta!
¡No seas demasiado violento, por nuestra seguridad!
¡Levántate!
Ah, eres tú, Bill.
Sí.
¡Levántate!
Hay luz suficiente para lo que tengo que hacer.
Por qué me miras así?
¡Oh, no! ¡No!
¡No! ¡No!
¡Bill! ¡Bill! ¡Bill!
¡Háblame! Qué he hecho?
Esta noche te vigilaron y oyeron todo lo que dijiste.
Te he sido leal, te juro que lo he sido.
¡Dame tiempo! ¡Sólo un poco!
¡Bill!
Fagin te mintió, Bill.
No te delaté.
Él te engañó.
Te engañó, te engañó.
Delató a todos sus compañeros.
Nadie la obligó a hacerlo,
lo hizo porque quiso.
Lo hizo, lo hizo, lo hizo.
Asesinato, brutal asesinato.
Asesinato, brutal asesinato.
A primera hora de esta mañana
una joven fue apaleada hasta la muerte, por un tal William Sikes.
Si alguien sabe...
"Vi a esta chica por primera vez en el Puente de Londres.
Acudí allí en respuesta a una carta anónima.
Le prometí no revelar los nombres de sus compañeros.
Pero en vista de este terrible crimen,
ya no me considero obligado por esa promesa".
AVISO IMPORTANTE SE BUSCA POR ASESINATO
A WILLIAM SIKES
SE BUSCA POR RAPTO
a un perista llamado FAGIN
SE BUSCA POR ESTAFA A UN SUJETO LLAMADO MONKS
10 LIBRAS DE RECOMPENSA
Cierren la puerta con llave y vengan cuando yo llame.
Sí, señor.
- Dónde está mi nieto? - Nieto?
Le advierto que sé todo lo que acordó con sus amigos criminales.
Es un truco para privarme de mi herencia?
¡No tiene ninguna herencia!
Porque como sabe, mi hija tuvo un niño.
Y fue usted, para su propio lucro,
quien eliminó las pruebas de su nacimiento y parentesco.
No puede demostrar nada.
Su hija se escapó y jamás volvió a saberse de ella.
¡Cobarde! ¡Mentiroso!
- Dónde está Oliver Twist? - No sé nada de él.
Ya veremos.
Siéntense.
Qué tal está, señor? Espero que bien.
- Llévenselo. - ¡Idiota!
Sólo me resta decirles que ninguno volverá a tener
un empleo de confianza, pueden marcharse.
¡Estúpido!
Espero, señor, que este incidente desafortunado
no me prive de mi cargo en la parroquia.
Desde luego que le privará, y considérese bien parado.
Fue todo culpa de la Sra. Bumble, ella lo hizo todo.
No sirve como disculpa.
Estuvo presente en la venta del colgante,
y es el más culpable de los dos a los ojos de la ley,
porque ésta considera que su esposa actuó por orden suya.
Si la ley cree eso, entonces es estúpida e idiota.
Si así ve las cosas la ley, entonces la ley es soltera,
y lo peor que le deseo es que le abra los ojos la experiencia.
Mi experiencia.
Es Charlie.
- ¡Se ha descubierto todo! - Qué ocurre?
Hay "polis" por todas partes.
- Dime, qué novedades hay? - Han pillado a Monks.
Y Sikes? Qué hay de él?
Dicen que lo pillarán esta noche, están buscando a su perro.
¡Idiota!
¡Ven aquí, vamos!
Allí.
Llévenselo.
¡El perro!
¡Sigan al perro!
¡Sigan a ese perro!
¡Sigan al perro!
- Qué pasa? - ¡Es el perro! ¡Sigan al perro!
No nos dejes en la oscuridad.
Quién es?
Qué vas a hacer?
Venderme o dejarme entrar hasta que acabe la cacería?
Estamos juntos en esto, Fagin.
Cierra.
Tráeme algo de beber.
¡Tráeme algo de beber!
¡Niño!
¡Malditos seáis! No podéis decir algo?
No me conoces, Dodger?
¡No te me acerques!
¡No tengo miedo de él!
Si se acerca, lo mataré, lo haré.
Que harás qué?
- ¡Ven aquí! - Atrás.
- Qué? - Están aquí.
Traed esa mesa.
¡Socorro!
¡Socorro! ¡Socorro! ¡Está aquí, socorro!
- ¡En nombre del Rey! - ¡En nombre del Rey!
Voy a salir al tejado.
¡No me cogeréis!
Me oís?
Niño,
vendrás conmigo.
Dame la cuerda. Ven aquí.
¡Empujen!
¡Empujen!
¡Empujen!
¡Empujen!
¡No te vayas sin mí, Bill!
¡Empujen!
¡Malditos seáis todos!
Qué derecho tenéis a sacrificarme?
Mantente cerca de mí, niño.
¡Es Fagin!
¡Fagin!
¡Fagin!
¡Han cogido a Fagin!
Alrededor de la chimenea.
Sigue.
Vamos.
¡Sikes!
¡Sikes!
- ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro! - ¡Ponla alrededor!
¡Pon la cuerda alrededor!
Cincuenta libras para quien rescate al niño.
¡Ponla alrededor, vamos!
¡Socorro!
¡Socorro!
Tenemos al niño, señor.
¡Tienen al niño!
Ha vuelto, señor.
Sabía que volvería.
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