Tip:
Highlight text to annotate it
X
Soy cineasta y fotógrafo
y he pasado los últimos 15 años de mi carrera
documentando el trabajo infantil y la esclavitud en el mundo.
Entre mis más recientes proyectos están "Infancia robada",
el primer largo sobre el trabajo infantil mundial,
"El lado oscuro del chocolate", una investigación sobre el tráfico infantil
y la esclavitud en África Occidental
--de donde viene el 70% del chocolate que consumimos--
y, "En tierras peligrosas",
el informe del 2010 sobre el trabajo agrícola infantil en EE.UU.
para Human Rights Watch.
Y hoy hablaremos de este problema,
porque debido a un doble estándar en la ley federal de EE.UU.
cientos de miles de niños estadounidenses
que cosechan los alimentos que consumimos
no reciben la misma protección
que hoy en día otros niños gozan en EE.UU.
Estos niños pueden trabajar a una edad más temprana,
jornadas extensas a cambio de un salario de explotación
y con grandes riesgos para su salud.
Las leyes federales permiten que niños de 12 años trabajen bajo temperaturas extremas de 38 grados
durante 16 horas diarias en un campo de tomates,
pero no les permiten trabajar en una oficina con aire acondicionado.
En nuestro propio país hemos legalizado el fin prematuro de la niñez
que, sin embargo, no toleramos en otras partes.
Nelso Mandela dijo:
"No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad
que la forma en que trata a sus niños".
Lo que descubrí hace casi una década
es que cuando se trata del trabajo agrícola infantil en EE.UU.,
el alma de este país languidece.
Descubrí este problema en el 2002
mientras rodaba "Infancia robada".
Entre los muchos casos de abusos que documenté alrededor del mundo,
ví niños haciendo ladrillos en India,
niños recolectando café en plantaciones en Kenia,
niños tejiendo alfombras en Pakistán.
Después de viajar por todo el mundo
documentando las peores formas de trabajo infantil,
imagínense cómo me sorprendió
descubrir que lo mismo pasaba en nuestro país.
Niños estadounidenses recogiendo fresas en Michigan,
niños estadounidenses labrando hectáreas de remolacha en Minnesota,
niños estadounidense cortando cebollas en Texas.
Descubrir que las mismas condiciones,
que condujeron a 246 millones de niños en todo el mundo
a las peores formas de trabajo infantil,
conducen igualmente a cientos de miles de niños estadounidenses a una vida similar,
me llenó de rabia y de preguntas.
¿Cómo puede ser ilegal en todos esos países
pero no ser ilegal aquí?
¿Cómo es que estos niños y sus familias
no tienen derecho a recibir el salario mínimo?
¿El derecho a cobrar por tiempo extra?
¿El derecho a un día de descanso?
Pensé que éramos mejores que eso.
Estaba claro que tenía que hacer algo y, como soy cineasta,
hice una película.
"The Harvest / La cosecha" describe las vidas
de tres niños trabajadores migrantes y sus familias,
siguiéndolos durante varias temporadas de cosecha,
donde el fantasma de la pobreza, las condiciones peligrosas
y la falta de oportunidades de educación les arrebata el futuro.
Esta es Zulema López.
Apenas iba a cumplir 12 años cuando la conocí.
Es la tercera generación de una familia de trabajadores agrícolas migrantes
y me contó que lo que más recuerda de su niñez es su madre
enseñándole a recolectar y limpiar fresas.
En 8 años ha estado en 8 escuelas
y teme que no llegará a la secundaria.
Pero lo que me partió el alma
fue cuando le pregunté por sus sueños,
y me respondió
que no tenía tiempo para soñar.
Escuchemos cómo Zulema nos describe su vida:
(Música)
Zulema: En Cenizo cosechamos cebollas.
Nos subimos al auto a las 5 de la mañana,
y trabajamos como hasta las 5 de la tarde.
Tenemos que usar estas tijeras gigantes
y una vez, de hecho, me corté por accidente
y me tuve que echar arena para que dejara de sangrar.
Como necesitamos el dinero dije:
"Mamá, puedo ir a ayudar" y ella me respondió: "Pues, bien".
Hago como USD 64 semanales,
así que creo que la estoy ayudando con eso.
URR: Aún con todos trabajando,
una familia de trabajadores agrícolas promedio hace menos de USD 17 500 al año;
muy por debajo de la línea de pobreza.
Estos niños no tienen otra opción más que trabajar.
Este es Víctor Guapila, otro de los chicos en la película.
Es un joven muy trabajador, afectuoso y amable de 16 años que vive en Florida.
Aquí está tomando un receso de los más de 680 Kg. de tomates
que cosecha y carga a diario.
Me dijo que no dejaría el campo
a menos que sus padres también lo dejaran.
Ahora, su familia emigró legalmente aquí en busca de una mejor vida,
pero lo que descubrieron es que las cosechas son impredecibles
y, la exposición a los pesticidas un peligro constante.
Víctor: Cuando estábamos poniendo plástico...
Yo nunca había hecho esto en mi vida... hasta apenas.
Pues, vi que no es difícil, pero es muy...
tóxico, pues.
Como yo hace poco,
estaba trabajando así y, pues, la piel se me... [caía]
porque le echan tantos químicos...
y le ponen gas, abono...
Y, pues, ya cuando iba así por el medio...
sentía como que me iba a caer en el medio del [campo]
de tanto que no podía respirar.
URR: Los niveles de exposición a pesticidad en EE.UU.
se establecieron para el cuerpo de un adulto varón,
mas no está adaptado para el cuerpo en desarrollo de un niño.
Ahora, el 90 % de los niños migrantes no tienen seguro de salud
y el 20% de las muertes de trabajadores agrícolas son niños.
Esta es Perla Sánchez, de 14 años, posando aquí con su padre.
Perla vio a su hermano morir en el hospital esperando por un cuarto
porque su familia carecía de seguro de salud.
Y le preocupa que por migrar constantemente
no logrará alcanzar sus sueños.
Ella, al igual que mucho otros niños migrantes,
dejan sus hogares antes de finalizar el año escolar
y se trasladan de estado a estado siguiendo la cosecha,
y no regresan hasta semanas o meses después, cuando ya otro año escolar ha comenzado.
Como escucharán, esto acarrea efectos negativos.
Perla: Es triste no poder terminar el año escolar...
Para mí es triste... Ver que todos tus compañeros están contentos...
Que se van a graduar del 8vo. grado... que todos juntos van a pasar...
que tendrán una graduación y todas esas cosas...
Niños: ¡Adiós, Perla!
Perla: Todas esas cosas que haces al final del año...
Pero no puedes hacerlo porque eres un trabajador migrante...
y, como tal, tienes que ir a trabajar...
El tiempo no se detiene porque estés haciendo esto...
el tiempo no se detiene porque estés migrando...
El tiempo corre, y así como corre, cada vez va más rápido...
Igual te siguen dando las notas; si fallas, fallaste y, si pasas, pasaste.
Niños: Uno, dos, tres...
Perla: Tengo un sueño...
Sueño con ser abogada...
Sueño con ayudar a otros para que dejen de ser trabajadores migrantes...
Sueño con ayudar a otros como yo.
URR: Pero no importa lo que Perla sueñe,
porque el hecho es que los niños que cambian de escuelas
sacan 20 puntos menos en exámenes estandarizados,
y los niños migrantes abandonan la escuela a una tasa 4 veces mayor que el promedio nacional.
Ahora, a pesar de las injustas condiciones que les rodea,
estos niños siguen siendo niños
y, al igual que Perla, muchos tienen sueños.
Quieren ser doctores, ingenieros,
agentes de policía... ninguno quiere quedarse en el campo.
Es nuestra responsabilidad asegurar que tengan los mismos derechos bajo la ley,
para que que puedan alcanzar sus sueños,
alcanzar el "sueño americano".
Quise que "The Harvest / La cosecha" sirviera para mostrarle a la gente
lo que pasa realmente en este sector, en este país,
de modo que comencemos a diseñar una política más justa, equitativa y humana.
Una política que eleve a nuestros niños
en vez de oprimirlos bajo el talón de las ganancias.
Si esto los conmovió, pueden hacer algo como apoyar el proyecto
de Ley infantil para el empleo responsable,
que elimina los estándares dobles,
y apoyar los esfuerzos recientes del Departamento de Trabajo
para incrementar los estándares de seguridad para estos niños.
Voy a terminar esta charla
cumpliendo una promesa que le hice a María Mojica.
Ella es la madre de Chuy Mojica,
un chico de 12 años que entrevistamos durante la filmación de "La cosecha".
Fue una promesa muy simple:
que dejaríamos que la gente escuchara su historia,
así que esta mañana voy a cumplir esa promesa
y voy a dejar que María Mojica tenga la última palabra.
(Música)
[Tengo] cáncer en la sangre debido a tantos químicos
a los que yo me he expuesto en los trabajos desde niña.
Es lo que dice el doctor, que es por eso... ellos consideran que es una de las razones...
Y qué tengo de eso, qué herencia tengo que diga...
me quedó una herencia para mis hijos de andar desde niña en el trabajo así, ¿cuál herencia tengo?
Por eso les digo que mi mejor herencia es que estudien, que no anden como yo anduve, como ando hasta ahorita.
Ah, sí, cualquier mamá, pienso que... le gustaría ver a sus hijos realizados,
pero me gustaría que...
que ellos regresaran, se realizaran y se graduaran en lo que están enfocándose al estudiar.
Ya para ellos y que... ojalá los demás ayuden y aprovechen a estar juntos...
Es mi ilusión.