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William Blake estaba en una ocasión hablando sobre la no dualidad con uno de sus amigos.
Y su amigo se estaba resistiendo mucho y le discutía. Y en cierto punto su amigo le dijo:
"Cuando ves la puesta del sol, ¿no ves un disco redondo de fuego, parecido a una guinea (moneda)"
Y William Blake respondió: "Oh, no, no. Veo una innumerable compañía de las huestes celestiales cantando:
"Gloria, gloria, gloria, es el Señor Dios Todopoderoso".
¿Qué quería decir William Blake al decir "Veo una innumerable compañía de las huestes celestiales cantando:
"Gloria, gloria, gloria, es el Señor Dios Todopoderoso"?
Todo lo que veo, dijo William Blake, es al mismo Dios.
No veo un disco redondo de fuego, no veo un objeto, no veo un sol. Veo a Dios, veo la presencia, veo el ver.
Y la única sustancia presente en el ver es la luminosa, transparente y vacía presencia de la conciencia.
Eso es lo que William Blake vio.
No vio un objeto.
Y no se consideraba a sí mismo como un sujeto.
Todo en lo que consistía su experiencia era "una innumerable compañía de las huestes celestiales".
Y estas huestes celestiales decían solamente una cosa: "Gloria, gloria, gloria, es el Señor Dios Todopoderoso".
En otras palabras, todo lo que él veía celebraba la presencia de Dios.
Todo lo que él veía anunciaba y celebraba la presencia de la conciencia.
Lo que él vio no le decía nada sobre un mundo externo o un yo interno.
Sólo anunciaba la luminosa, transparente, abierta, vacía presencia de la conciencia.
Todo celebra eso.
Todo rinde adoración a eso.
"Gloria, gloria, gloria, es el Señor Dios Todopoderoso".
Como los sufíes dicen, "Donde se posa el ojo, ahí está el rostro de Dios".
Como los cristianos dicen, o como dijo Jesucristo, "Yo y mi Padre somos uno".
Yo, ese que conoce, y mi Padre, la realidad última del Universo, Brahman, somos uno, no dos, sólo hay eso.
Solamente esta presencia luminosa, que es modulada en todo ver, oir, tocar, gustar, sentir y pensar.
Sólo eso es experimentado. Y sólo eso experimenta.
Todo anuncia eso. Todo celebra únicamente eso.
"Donde se posa el ojo, ahí está el rostro de Dios".