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Ante la necesidad de mejorar la seguridad de la costa
y como complemento de las torres de vigilancia, desde el siglo XVII hasta comienzos del XIX
se construyeron en el Reino de Murcia una serie de baterías de defensa
que protegían los principales puertos del ataque enemigo.
La batería de Trincabotijas Baja, ubicada en la entrada del puerto de Cartagena,
supuso la primera construcción destinada a emplazar artillería pesada
que pudiera impedir el ataque de la ciudad desde el mar.
Sobre la ladera oeste del monte de San Julián domina visualmente la dársena de Escombreras,
la bocana del puerto y las dos Algamecas convirtiéndose en un punto estratégico
no sólo para la defensa de la ciudad, sino para el control del tráfico marítimo.
Al sur del monte de Galeras, en un entorno litoral abrupto y dominado por acantilados
se encuentra la batería de la Podadera, también conocida como de San Juan de la Podadera.
Se trata de la segunda batería de costa más antigua de Cartagena
y la primera construida de forma subterránea.
En la bocana del puerto de Cartagena a los pies del Cabezo de San Pedro
se construyeron dos baterías, las de San Isidoro y la de Santa Florentina,
ambas destinadas a emplazar piezas de artillería, servir a la defensa y alojamiento de las tropas
y almacenar municiones, repuestos y polvorines.
Para impedir el desembarco y bombardeo en las inmediaciones de la Algameca Grande y Chica,
en la parte oeste del puerto de Cartagena se construyó en 1740 la batería de San Fulgencio
también denominada batería del Collado.
Tras años de servicio, en 1967 se convirtió en polvorín y posteriormente fue abandonada.
Construida como la última defensa del plan de fortificación de la bocana del puerto de Cartagena
se tiene constancia de la batería de San Leandro desde 1741, momento en que contaba con 13 piezas de artillería.
De gran interés estratégico, su aspecto actual se debe a una reforma realizada en el siglo XIX.
Conocida antiguamente como batería de Trincabotijas Alta, tomó el nombre
del Almirante Royo, en honor a un artillero conmemorado a título póstumo
por defender con su vida las piezas de una batería en Melilla.
En el frente de levante de la bahía de Cartagena, se alza la batería de Santa Ana
con seis casamatas que le dan el nombre de acasamatada. En su interior nos encontramos
bóvedas a prueba de bombas, por las que asomaban a diferentes cotas los temidos cañones.
Declaradas Bien de Interés Cultural, las baterías de defensa forman parte
del patrimonio histórico de la región de Murcia,
pero también de la fisionomía y belleza del litoral.