Tip:
Highlight text to annotate it
X
Buenas tardes, desde la base aérea de Bagram
Esta base está a más de siete mil millas de casa,
pero por más de una década ha estado cerca de nuestros corazones.
Porque aquí, en Afganistán, más de medio millón de nuestros hijos se han sacrificado para proteger a nuestro país.
Hoy firmé un acuerdo histórico entre los Estados Unidos y Afganistán
que definirá una nueva clase de relación entre nuestros países-
un futuro en donde los afganos sean los responsables de la seguridad de su país,
y en donde construyamos una relación de igualdad entre dos estados soberanos;
un futuro en donde la guerra termine, y un nuevo capítulo comience.
Esta noche, me gustaría hablar acerca de esta transición. Pero primero, recordemos por qué estamos aquí.
Fue aquí, en Afganistán, donde Osama bin Laden estableció un refugio para sus actividades terroristas.
Fue aquí, en Afganistán, donde al Qaeda reclutó nuevos miembros, los entrenó, y planeó actos de terror.
Fue aquí, desde este mismo sitio, que al Qaeda lanzó los ataques
que mataron cerca de 3000 hombres, mujeres y niños inocentes.
Por eso, hace diez años, Estados Unidos y nuestros aliados declaramos la guerra para asegurarnos que al Qaeda
no volvería a usar este país para lanzar ataques contra nosotros.
A pesar de un inicio exitoso, por muchas razones, esta guerra ha durado más de lo que se esperaba.
En el 2002, bin Laden y sus tenientes escaparon estableciendo refugios en Pakistán.
Estados Unidos ha durado casi 8 años peleando otra guerra en Irak.
Y los aliados extremistas de Al Qaeda dentro del Talibán han lanzado una insurgencia brutal.
Pero en los últimos tres años, la marea ha cambiado.
Rompimos el impulso Talibán.
Hemos fortalecidos las Fuerzas de Seguridad Afganas.
Debilitamos el liderazgo de al Qaeda, derribando a 20 de sus 30 cabecillas más importantes.
Y hace un año, desde una base aquí en Afganistán, nuestras tropas lanzaron la operación que mató a Osama bin Laden.
La meta que me tracé - de derrotar al Qaeda y no permitir que renaciera - está ahora a nuestro alcance.
De igual modo, vendrán días difíciles.
El inmenso sacrificio de nuestros hombres y mujeres no ha terminado.
Pero esta noche, quiero decirles cómo completaremos nuestra misión para acabar con la guerra en Afganistán.
Primero, hemos empezado una transición de responsabilidad afgana en materia de seguridad.
Casi la mitad de afganos viven en lugares donde la Fuerza de Seguridad Afgana se está haciendo presente.
Este mes, en una cumbre de la OTAN en Chicago,
nuestra coalición pondrá como meta que las fuerzas afganas estén a la cabeza de las operaciones de combate a lo largo del país el próximo año.
Las tropas internacionales continuarán entrenando, aconsejando y ayudando a las tropas afganas, y así mismo, pelearán a su lado cuando sea necesario.
Pero nuestro papel será más bien de apoyo mientras los afganos toman control.
Mientras lo hacemos, nuestras tropas vendrán a casa.
El año pasado, eliminamos 10.000 tropas estadounidenses de Afganistán.
Otras 23.000 tropas regresarán para finales de verano.
Después de eso, las reducciones continuarán a un ritmo constante, con muchas de nuestras tropas regresando a casa.
Tal y como se habían comprometido, para finales del 2014, los afganos serán completamente responsables de la seguridad de su país.
Segundo, estamos entrenando a las Fuerzas de Seguridad Afganas para cumplir con su tarea.
Estas fuerzas han aumentando considerablemente, y alcanzarán un pico de 352.000 este año.
Los afganos mantendrán este nivel por tres años, y luego reducirán el tamaño de su ejército.
Y en Chicago, vamos a aprobar una propuesta para construir una fuerza afgana que sea fuerte y sostenible a largo plazo.
Tercero, estamos construyendo una relación duradera.
El acuerdo que firmamos hoy le envía un mensaje claro a los afganos:
si tienen que pelear, no estarán solos.
Este acuerdo establece la base de nuestra cooperación en la próxima década, incluyendo el compromiso mutuo de combatir el terrorismo y fortalecer las instituciones. democráticas.
También respalda los esfuerzos afganos para fomentar el desarrollo y la dignidad de su gente.
Y a su vez incluye el compromiso afgano por la transparencia y responsabilidad por sus actos,
y por proteger los derechos humanos de todos los afganos - hombres y mujeres, niños y niñas.
Bajo este marco, trabajaremos con los afganos para determinar el tipo de apoyo que necesitan para alcanzar
dos misiones de alta seguridad después del 2014: la lucha contra el terrorismo y el entrenamiento continuo.
Pero no construiremos bases permanentes en este país, ni patrullaremos sus ciudades y montañas.
Ese será el trabajo de los afganos.
Cuarto, estamos trabajando por una paz negociada.
En coordinación con el gobierno afgano, mi administración ha tenido conversaciones directas con los talibanes.
Les dejamos saber que ellos pueden ser parte de este futuro si
se separan del al Qaeda, renuncian a la violencia, y se adhieren a las leyes afganas.
Muchos miembros del talibán - desde soldados hasta líderes - han mostrado un interés en la reconciliación.
Les hemos mostrado un camino hacia la paz.
Aquellos que se rehúsen a seguirlo, se enfrentarán a las Fuerzas de Seguridad Afganas, respaldadas por las de Estados Unidos y sus aliados.
Quinto, estamos construyendo un consenso global para apoyar la paz y la estabilidad en Asia del Sur.
En Chicago, la comunidad internacional expresará su deseo de apoyar este plan, así como el futuro de Afganistán.
Le he dejado claro a Pakistán - que podría y debería ser un aliado
en este proceso, de manera que se respete su soberanía, intereses, e instituciones democráticas.
En la búsqueda de una paz duradera,
los planes de Estados Unidos se limitan a acabar con los refugios de al Qaeda, y respetar la soberanía de Afganistán.
A medida que avanzamos, algunos se preguntarán por qué necesitamos un cronograma.
La respuesta es clara: nuestra meta no es construir un país a la imagen de Estados Unidos,
o erradicar todo vestigio de los talibanes.
Estos objetivos requerirían muchísimos años, muchísimos dolares, y aún más importante, muchísimas vidas estadounidenses.
Nuestro objetivo es destruir al Qaeda, y estamos en camino para lograr exactamente eso.
Los afganos quieren reafirmar su soberanía y construir una paz duradera.
Se necesita una agenda definida para terminar la guerra.
Otros preguntarán por qué no nos vamos inmediatamente.
La respuesta también es clara: debemos darle a Afganistán la oportunidad de estabilizarse.
De otro modo, podemos perder lo ganado, y al Qaeda podría establecerse una vez más.
Y como comandante en jefe, me rehúso a dejar que esto suceda.
Sé que muchos estadounidenses están cansados de la guerra.
Como presidente, nada es más devastador que firmar una carta a la familia de un caído,
o mirar a un niño a los ojos sabiendo que crecerá sin un padre o una madre.
No voy a mantener a los estadounidenses en peligro un solo día más de lo absolutamente necesario para nuestra seguridad nacional.
Pero primero debemos terminar el trabajo que empezamos en Afganistán, y y poner fin a esta guerra de manera responsable.
Mis queridos compatriotas, por más de una década, hemos estado bajo la nube oscura de la guerra.
Ahora aquí, en las tinieblas antes del amanecer en Afganistán, podemos ver la luz de un nuevo día en el horizonte
La guerra de Irak se acabó.
El número de soldados expuestos se ha reducido a la mitad, y pronto regresarán a casa muchos más.
Tenemos un camino muy claro para cumplir nuestra misión en Afganistán, al tiempo que castigamos a Al Qaeda".
Este futuro está a nuestro alcance gracias a nuestros uniformados.
Una y otra vez, han respondido al llamado de servir en lugares lejanos y peligrosos.
En una época donde tantas instituciones han fallado, estos estadounidenses han sacado la cara.
Han cumplido su deber con ellos mismos, y con su bandera.
Acabo de conocer a algunos de ellos, y les dije que como comandante en jefe, no podía estar más orgulloso.
En sus caras se ve reflejado lo que es mejor para nosotros y para nuestro país.
Nuestros soldados, miembros de la fuerza aérea y naval, infantes de marina, guardacostas y civiles en Afganistán han cumplido con su deber.
Ahora, debemos convocar ese mismo sentido de propósito común.
Debemos darle a nuestros veteranos y a las familias de los militares el apoyo que se merecen, y las oportunidades que se han ganado.
Y debemos redoblar nuestro esfuerzo por construir una nación que le agradezca su sacrificio.
Tras una década de conflictos internacionales y de crisis económica en el país, es hora de que Estados Unidos renazca.
Un Estados Unidos donde nuestros niños vivan libres de miedo, y tengan las posibilidades para hacer realidad sus sueños.
Un país de gran resistencia, donde la luz del sol brille sobre las nuevas torres en el centro de Manhattan,
y donde construyamos nuestro futuro como un solo pueblo y una sola nación.
Aquí, en Afganistán, los estadounidenses respondieron al llamado para defender a sus conciudadanos y defender la dignidad humana.
Hoy, recordamos a los caídos y a aquellos que han sufrido heridas visibles e invisibles.
Pero a pesar de los días oscuros, hemos sacado fuerza de su ejemplo,
y de los ideales que han guiado a nuestra nación y han iluminado al mundo:
la creencia de que todos han sido creados iguales y que merecen la libertad para determinar su destino.
Ésa es la luz que nos sigue guiando.
Esta época de guerra comenzó en Afganistán, y es aquí donde acabará.
Con la fe de los unos en los otros y nuestra vista fija en el futuro,
pongámosle fin al trabajo que tenemos por delante, y y forjemos una paz justa y duradera.
Que Dios bendiga a nuestras tropas. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de Norteamérica.