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silencio compartido en palabras
Un Salto Valiente en el Océano de la Vida
¿Puedes decir quien eres?
Yo soy una invitación
a todos los que están buscando,
indagando,
y tienen un anhelo muy profundo en sus corazones
para encontrar su hogar.
Soy una respuesta
a la pregunta
que todo el mundo es,
pero no puede formular,
una pregunta que es
más una búsqueda
que una pregunta,
más una sed
que una verbal,
mental
pregunta;
una sed
que uno siente
en todas las células y fibras de su ser,
pero no tiene ninguna manera
de traer
en palabras
y preguntar.
Soy una respuesta a la pregunta que no puedes decir
y no puedes esperar
que pudiera ser contestada.
Cuando digo que yo soy
la respuesta
no quiero decir que te puedo dar la respuesta...
sí, si estás listo, la puedes tomar.
Soy exactamente como un pozo,
listo para que
tires tu balde
y saques el agua para tí mismo.
La tengo pero
no puedo alcanzarte
sin tus esfuerzos.
Sólo tú me puedes alcanzar.
Es una invitación extraña.
Te llevará en una larga peregrinación
y terminará sólo
donde ya estás.
Tendrás que moverte muchos pasos
y en muchos caminos
sólo para venir a tí mismo,
porque te has ido muy lejos de tí mismo.
Te has olvidado completamente del camino de regreso.
Soy un recordatorio,
un recuerdo,
del hogar perdido.
Como una persona yo no existo.
Como una persona sólo aparezco.
Yo existo sólo como una presencia.
Desde el día en que vine a conocerme,
la persona desapareció. Hay sólo una presencia,
una presencia muy viva
que puede apagar tu sed,
que puede cumplir tu
anhelo.
Por lo tanto, en una palabra puedo decir que
soy una invitación,
por supuesto sólo para aquellos
que tengan un anhelo profundo en sus corazones
que se están perdiendo a sí mismos,
una ansia profunda,
que a menos que se enquentren, todo lo demás es un sinsentido.
A menos que sea tu a priori
preocupación,
tu preocupación última,
tál que si fuera necesario aún estás dispuesto a perder todo por ello,
pero no la puedes dejar caer....
Hay miles de deseos,
pero en lo que se refiere al anhelo sólo hay uno:
el de regresar al hogar,
de encontrar tu
realidad.
Y en ese mismo hallazgo,
has encontrado
todo lo que es de algún valor,
dicha,
verdad,
éxtasis.
Jesús solía decir,
«Si tienen ojos que ven,
vean.
Si tienen oídos que escuchen,
oigan.»
Por supuesto, él no hablaba a los ciegos y a los sordos.
Estaba hablando a gente como tú.
Quizás
te estaba hablando justo a tí,
porque tú no eres nuevo.
Eres tan anciano como toda la existencia.
Siempre has estado aquí.
Es posible que hayas encontrado
muchos maestros;
es posible que te hayas
acercado a muchos budas,
pero estabas muy dedicado a las trivialidades.
No te dabas cuenta de tu anhelo.
Yo soy
un esfuerzo para provocar
lo latente en tí,
para despertar lo dormido.
El fuego está ahí,
pero está ardiendo poco
porque nunca lo has cuidado.
Mi invitación es para que te enciendas,
y a menos que conozcas
una vida
que sea
luminosa
y en llamas
todo tu conocimiento
es sólo una dececpión.
Lo estás juntando
para ayudarte a olvidar
que el conocimiento real está faltando.
Pero no obstante
cuan grande sea tu acumulación del
otro,
del objetivo,
del mundo,
no se va a convertir en un sustituto de tu autoconocimiento.
Con autoconocimiento
de repente todo lo oscuro desaparece,
y toda separación de la existencia.
Yo soy una invitación
para tomar
un salto valiente
en el océano de la vida.
Pierdete a tí mismo,
porque esa es la única manera para encontrarte a tí mismo.
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