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Solamente yo he pernoctado en el albergue de peregrinos del monasterio.
Hay un albergue privado, pero ya sé que me espera: otra etapa a solas.
No me había imaginado un camino en tanta soledad.
Esta etapa me llevará a Guernica.
Lejos del mar ya y de toda posibilidad de compartir experiencias y sentimientos con otros peregrinos, no me siento muy bien.
Tal vez el camino refleje demasiado mi modo de ser en este momento.
No consigo disfrutar del paisaje ahora.
Es una etapa casi sin acontecimientos y pensamientos.
Camino. Veo el paisaje. Grabo con la cámara de vídeo. Y esto es todo.
Me siento algo vacío, habiendo dejado atrás a los peregrinos que conocí.
Normalmente los burros quieren algo para comer o al menos la sal del sudor en las manos,
pero este burro quería tener caricias.
Vienes otra vez más.
Claro que el camino me trae más obstáculos.
Ésta es la variante agravada.
No sólo hay que pasar de alguna manera por debajo de un árbol caído,
sino también hay que tener un ojo en el suelo por el barro y tener cuidado para no resbalar.
Ya sé, no tengo un trípode conmigo para filmar todo este proceso.
Una vez más es la versión combinada,
es mejor quitarse la mochila y tirar los bastones ya hacia delante para no tener que llevarlos consigo.
Y ahora todavía tengo que pasar por debajo del último obstáculo.
Y por supuesto tengo que estar atento todo el tiempo para no tener que buscar la mochila en el río después.
Una vez más está hecho. ¡Espero que no haya más árboles caídos!
En Guernica, la ciudad bombardeada por la Legión Condor,
los soldados alemanes de Adolf Hitler ya practicaron la guerra total durante la guerra civil española,
con la destrucción sin pardón de objetivos civiles que no tenían ningún uso militar.
Cada vez que paso por este lugar siento mucha vergüenza.
Cuando llego el albergue juvenil está cerrado todavía.
Al menos no está ni completo ni cerrado por renovación como en las ocasiones anteriores.
La etapa de Guernica a Bilbao es muy larga y dura.
La última vez quedé enfermo y tuve que recuperarme unos días en Portugalete.
No quiero repetir esta experiencia y intento hacer esta etapa lo más rápido posible.
Hace mal tiempo, no grabo casi nada, además se me olvidó recargar mi pila de repuesto.
La catedral está abierta, y como es junto con la catedral de Santiago de Compostela
la única catedral española con el padrón del apóstol Santiago el Mayor
he tenido que entrar para que me pongan un sello en mi credencial.
En la plaza Arriaga me encuentro en el centro de una manifestación.
¡Qué cambio de ambiente!
Mientras que no había suficiente gente en el camino, aquí hay demasiada gente.
No me siento bien. Tengo que salir de esta ciudad grande lo más pronto posible.
La etapa a Portugalete es corta.
Tengo tiempo para relajarme y pasear por el paseo marítimo.
Me fascina el Puente de Vizcaya, una construcción de acero que es un puente colgante con una barquilla transbordadora.
Aquí nadie se pierde con tantas conchas en el suelo y las flechas amarillas,
y ahora hace un día espléndido para seguir caminando.
En la etapa de hoy voy a salir de Vizcaya y por ende del País Vasco y entrar en Cantabria.
La primera parte me llevará por un camino asfaltado para ciclistas y caminantes al mar otra vez,
y luego, después de haber atravesado un puente, hay un paseo marítimo muy bonito por la costa.
Pués, incluso después de cinco años está pintado en verde y blanco todavía.
El puente está en obras.
Un choque enorme.
Lo pintan.
Voy a pasar de todas formas.
Menos mal que en este momento nadie está trabajando aquí y puedo pasar.
Aquí está el problema.
Al final hay que salir de manera inusual.
La única salida que veo. Allí no se puede pasar.
Una subida muy fuerte por una escalera. Todavía me acuerdo este trocito del camino.
Hola, cabritas.
Ahora ya estoy en Cantabria. Desafortunadamente mi amigo peregrino Joaquín
que es de un pueblo cántabro, Santoña, vive en Valencia y está en el sur ahora.
Pero aún lo veré en este camino, quiero encontrarme con él en León para tomar el camino del Salvador desde allí.
Si hubiera hecho el camino francés como estaba planeado al principio, habría caminado hasta allí,
pero como estoy en otro camino tendré que tomar el autobús en algún momento para ir a León. Ya lo veremos.
En Ontón hay que tener cuidado.
Tomo la carretera para evitar un desvío que significa un rodeo de unos ocho kilómetros por un monte.
Por carretera es un tramo muy feo, esto sí, pero mucho más corto, y a causa de la autovía nueva ya no hay tanto tráfico.
Acabo de tomar un pequeño almuerzo y ha pasado el primer peregrino desde hace días.
Cuando sea posible, salgo de la carretera y voy por una bajada bastante escarpada a una playa.
Castro Urdiales ya no está lejos.
¡Parece que alguien jugó a los bolos y tiró un pleno!
Es aún temprano cuando llego a Castro Urdiales.
La oficina de turismo está cerrada, pero aún es tiempo para comer.
Aquí la comida es más cara que en Euskadi. ¡Qué raro!
Después me queda tiempo para ir al pequeño castillo de Santa Ana
y la iglesia fortificada de Santa María de la Asunción de estilo gótico.
Desafortunadamente están cerrados los dos.
En la carretera vi a otro peregrino, pero una vez más soy el único en el albergue.