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Hoy, más de la mitad de la población mundial
vive en áreas urbanas.
A mitad de siglo, alcanzará el 70 %.
Pero hace solo 100 años,
solo 2 de cada 10 personas vivían en ciudades,
y antes de eso, incluso menos.
¿Cómo hemos alcanzado
semejante nivel de urbanización
y qué significa para el futuro?
Al principio de la historia de la humanidad,
los humanos eran cazadores-recolectores,
cambiando a menudo de lugar
en busca de comida.
Pero hace 10 000 años,
nuestros ancestros empezaron a aprender los secretos
del cultivo selectivo
y técnicas agrícolas rudimentarias.
Por primera vez,
las personas podían cultivar,
en lugar de buscar comida
y estoy dio pie al desarrollo
de poblados semi-permanentes
por primera vez en la historia.
Se preguntarán: ¿Por qué semi-permanentes?
Bien, al principio, los poblados aún debían trasladarse
al cabo de unos años
porque la fertilidad de la tierra mermaba.
Solo con la llegada de técnicas
como el riego y el labrado de la tierra
hace unos 5000 años
la gente pudo depender de una provisión
de comida estable y a largo plazo,
haciendo posibles los asentamientos permanentes.
Y con el excedente de comida
que generaron estas técnicas
ya no era necesario que todos fueran ganaderos.
Esto permitió el desarrollo
de otros oficios especializados,
y, por tanto, de las ciudades.
Con las ciudades produciendo excedente de comida
y herramientas,
utensilios
y otros bienes,
ahora existía la posibilidad del comercio
y la interacción a mayores distancias.
Y, al florecer el comercio,
lo hicieron también las tecnologías que lo facilitaban,
como carros,
barcos,
carreteras,
y puertos.
Por supuesto, estas cosas requerían aún más mano de obra
para ser construidas y mantenidas,
por lo que más personas migraron
del campo a las ciudades
al haber disponibles más trabajos
y oportunidades.
Si piensan que las ciudades modernas están súperpobladas,
les sorprenderá saber
que algunas ciudades en el 2000 a.C. duplicaban
la densidad de población de Shanghái o Calcuta.
Una de las razones
es que no había muchos medios de transporte disponibles
por lo que debía poder caminarse a todas partes,
incluyendo a los pocos focos de agua limpia
que existían entonces.
El territorio de la ciudad
estaba aún más restringido por la necesidad de murallas
para defenderla de los ataques.
El Imperio Romano fue capaz de desarrollar infraestructuras
para vencer estas limitaciones
pero aparte de eso,
las ciudades modernas tal y como las conocemos
no existieron
hasta la Revolución Industrial,
cuando la tecnología empleada a gran escala
permitió a las ciudades expandirse e integrarse,
creando departamentos de policía
bomberos
y sanidad,
así como redes de carreteras,
y, más tarde, distribución de electricidad.
Así que, ¿cuál es el futuro de las ciudades?
La población mundial supera los 7000 millones actualmente
y se espera que alcance los 10 000 millones.
La mayoría de este crecimiento se dará
en las zonas urbanas de los países más pobres.
Así que, ¿cómo han de cambiar las ciudades
para adaptarse a este crecimiento?
Primero, el mundo deberá encontrar el modo
de proveer comida suficiente,
sanidad
y educación para todos.
Segundo, el crecimiento ha de darse
de modo que no dañe la tierra
que nos aporta los bienes y servicios
que mantienen a la humanidad.
La producción podría trasladarse
a granjas verticales y rascacielos,
jardines en las azoteas,
o estacionamientos vacíos en los centros de las ciudades,
a la vez que la energía procederá cada vez más
de diversas fuentes de energía renovable.
En lugar de hogares unifamiliares,
se construirán más residencias verticales.
Podríamos llegar a ver edificios con todo
lo que la gente necesite para su vida diaria,
y también ciudades más pequeñas y autosuficientes
centradas en la producción local y sostenible.
El futuro de las ciudades es diverso,
maleable
y creativo,
no desarrollado ya en torno a una sola industria
sino reflejando un mundo cada vez más
conectado y global.