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EL MAL QUE HACEN LOS HOMBRES
SURINAM - AMERICA DEL SUR
Caballeros, la tortura, como instrumento político...
ya no es la cruda y brutal extracción de información...
de los enemigos.
Se ha convertido en una sutil y sofisticada especialidad...
que debe llevarse a cabo con precisión médica y científica.
El dolor físico y psicológico...
se aplica en dosis insoportables, pero controlables...
para destruir la voluntad y el espíritu del sujeto...
mientras su cuerpo se aferra a la vida.
El proceso puede tomar semanas, incluso meses...
durante los cuales, el sujeto se mantiene...
en una delicada, digámoslo así...
aterradora pesadilla.
Ahora, la capucha, que sirve para separar...
psicológicamente al interrogador y al sujeto...
no siempre es necesaria.
Hay ocasiones en las que no hace falta.
Ya han visto, caballeros, cómo obligar a una mujer...
a quitarse la ropa...
despojándola así de su dignidad.
Con un hombre, es lo contrario.
Desnúdenlo.
Lo logró.
Señor.
Con permiso, caballeros.
Doctor, hay un problema en las afueras de la ciudad.
Debo llevarlo a su hotel.
Bien...
esto no tomará mucho tiempo.
Sr. Hidalgo...
O debo llamarlo George, dado que siento...
que ya nos conocemos.
He tenido la oportunidad de leer algunos de sus artículos sobre mí.
Astutos, en su mayor parte...
aunque hay algunos datos equivocados.
Usted me atribuye haber instruido a líderes de más de 35 países.
Debo decir que es halagador, pero en realidad sólo han sido 20.
Noten, caballeros, cómo el sujeto se aferra...
a una moral compensatoria y a defensas habituales.
Electrodos.
El puerco está usando electricidad otra vez.
¿Cuánto tiempo más?
Dos minutos y... dieciocho segundos.
Era un fastidio, me alegro que haya muerto.
Ojalá hubiera sufrido un poco más.
¿De dónde vino eso?
Están cambiando de auto.
ISLAS CAI MANES
Buen día, Cuasimodo.
Espere aquí, por favor.
Gracias.
- Buenos días. - Buen día, Santiago.
Le traigo una visita.
El caballero llegó de la Ciudad de México en avión.
¿Lo hago subir aquí?
Yo bajaré.
- ¿Holland? - Sí.
Mi nombre es Héctor Lomelín.
George Hidalgo debe haberle hablado de mí.
¿Cómo está usted? ¿Cómo está George?
Está muerto.
- ¿Cómo están su viuda y su hija? - ¿Las conoció?
No, pero él hablaba mucho de ellas.
Ellas están tan bien como puede esperarse.
No lo entiendo.
George era un periodista.
No tenía por qué mezclarse con alguien como el Doctor.
Siempre contó con que usted haría el trabajo.
Sentía que no tenía alternativa.
Ahora, estoy aquí por mí...
y por otros, con la esperanza de convencerlo de que lo haga.
Usted no parece el tipo de hombre que comisiona la muerte de alguien.
No lo soy, pero...
el Doctor está fuera de las leyes morales de la gente civilizada.
George murió tratando de detener a ese hombre.
¿Cuánto me costaría?
Como le dije a George, estoy retirado. Mire.
No puede recluirse del mundo.
¿Sabe? En mi clínica tengo pacientes de todo el mundo.
Ellos han grabado sus experiencias con el Doctor.
Traje algunas cintas conmigo.
¿Las vería al menos?
Claro.
Me arrestaron junto con mi hermana y su esposo.
Decían que les habíamos dado armas a los rebeldes, pero era mentira.
No habíamos hecho nada. Mi hermana estaba embarazada...
y la golpearon muchas veces en el vientre.
Un día, se la llevaron. Nunca la volví a ver...
pero sé que encontraron su cuerpo en la calle.
Cuando la abrieron, encontraron dentro la cabeza de su marido.
Se llevaron a mi esposa y a mis hijos.
El Doctor obligó a mi esposa a comerse su propio excremento.
Les rompieron los huesos a mis hijos.
Continuarían hasta que yo confesara mis crímenes.
Inventé cosas para salvar a mi familia...
y diijeron que estaba mintiendo.
Me hicieron ver cómo desnudaban a mi amigo.
Lo pararon junto a una mesa de madera.
Lo sujetaron mientras el Doctor le clavaba clavos en los testículos.
Se desmayó por el dolor varias veces.
Ycada vez, le echaban agua para reanimarlo.
Mi esposo tuvo que ver cómo me violaban con una botella...
y luego el Doctor lo mató...
frente a mí, lentamente, abriéndolo...
y sacándole los intestinos.
El Doctor me obligó a comer vidrio molido.
Me lastimó tanto por dentro que no puedo comer nada sólido.
Me quemaron la piel con ácido. Me clavaron agujas en las uñas.
El Doctor me forzó a beber mi propia orina.
Me raparon y el Doctor me quemó el cráneo con cigarrillos.
Durante el golpe de estado, me arrestaron...
y me llevaron al Estadio Nacional.
Nunca olvidaré al hombre de la capucha...
el hombre al que llamaban "Doctor".
El seleccionaba a los que torturarían y a los que fusilarían.
Todo el día y toda la noche oíamos los disparos...
y los gritos.
Me inyectaban una droga todos los días.
Me daban jaquecas terribles, y sentía que se me partía la cabeza...
y sufría de terribles calambres en todo el cuerpo.
El Doctor.
El Doctor, todos ellos.
Clemmond Molloch, al que llaman Doctor.
¿Lo hará?
Como le dije, estoy retirado.
CI UDAD DE GUATEMALA
Clemmond, es un placer.
Y mi querida Sra. Molloch. Por favor, siéntense.
- ¿Por qué estamos aquí, Aristos? - Tranquilo, Clemmond.
¿Puedo ofrecerles un trago?
- Sólo agua mineral. - Hay un problema, Clemmond.
El Consejo de los Estados Centroamericanos...
ha concluido sus reuniones en Costa Rica.
Hipócritas. Todos los gobiernos representados...
condenan a mi hermano públicamente y le dan la bienvenida en privado.
Han convocado a otra reunión...
para estudiar violaciones de derechos humanos.
¿"Violaciones de derechos humanos"? No existe tal cosa.
Existe la seguridad del estado...
y aquéllos que debilitan esa seguridad.
Tenemos que seguirles la corriente.
¿Qué sugiere?
Una mudanza.
Mi hermano fue una de las personas...
que consiguió hacer seguro este país, Víctor.
Si algún país nos debe la bienvenida por su trabajo, es éste.
Sólo reflejo a mi presidente.
- ¿Cuándo debemos irnos? - Lo antes posible.
Ya veremos.
CI UDAD DE MEXICO
- ¿Cambió de opinión? - Sí. Lo haremos.
- No hemos hablado de sus honorarios. - No se preocupe por eso.
- No quiero el dinero. - Se lo agradezco.
Pero hay una complicación.
El Doctor dejará Guatemala en un par de semanas.
Nadie sabe a dónde irá.
Si se escapa esta vez...
quizás no tengamos otra oportunidad.
- ¿De dónde saca su información? - De un hombre llamado Max Ortiz.
Muy bien colocado con los oficiales más altos...
y ferozmente opuesto al régimen actual.
Parece ser alguien en quien puedo confiar.
- Un gran amigo. - Póngame en contacto con él.
- Por supuesto. - Y una cosa más...
un poco más difícil.
Quisiera aparentar ser un hombre de familia.
- Quiero llevar a una mujer y a un niño. - Podría ser peligroso.
Sí, pero será sólo por unos días.
Bueno.
La mayoría de la gente en esta sala tiene una cosa en común.
- El Doctor. - Eso es.
Estos son sólo una porción.
Los que lograron escapar.
Holland, ella es mi esposa, Isabel.
- ¿Cómo está? - Y la Sra. Rhiana Hidalgo.
Mi esposa es enfermera quirúrgica. Está entrenando a Rhiana.
Lamento lo de George.
De eso estoy segura.
¿Por qué no nos reunimos a tomar café mas tarde?
La fortuna sonríe de extrañas maneras.
- No lo creo. - ¿Por qué no?
¿Porque es la viuda de George?
Porque está muy involucrada emocionalmente.
A mí me parece que Rhiana es ideal, y tiene una hija.
Es exactamente lo que está buscando.
Y es muy descuidada.
Le comentó a su esposa que yo parecía un asesino.
- Pudieron haberla oído. - ¿Lee los labios?
Sí.
Lo siento.
Me doy cuenta de que estaba equivocada.
¿Decidió que no parezco un asesino?
Decidí que debo guardarme mis opiniones.
¿Cuándo estará lista para salir?
Puedo partir en cuanto usted diga.
- ¿Cuál habitación quiere? - Ninguna.
- Dormiré aquí afuera. - Pero no hay cama.
Dormiré en el piso.
Me gusta este lugar, mamá.
- Es un placer conocerlo. - El placer es mío.
El Doctor tiene a tres hombres...
que nunca dejan su lado.
Son asesinos perfectamente entrenados.
Randolph Wheatley: Un antiguo oficial de Inteligencia.
Es el experto en comunicaciones del Doctor.
Pasa su tiempo libre en los peores antros del barrio.
Karl Hausmann. Originalmente, un Boina Verde.
Luego estuvo en la CIA...
hasta que el Doctor lo contrató.
El es un misterio.
Se llama Cillero.
Probablemente es vasco.
Es el chofer de Molloch.
Y luego, tenemos a Molloch.
El Doctor. Supongo que no necesita presentación.
Qué bonita familia.
La mayor parte de mi colección está en mi casa de campo.
Lo que necesito es una escopeta...
con un barril recortado y las balas correspondientes.
Y una pistola de alto calibre.
Hábleme más de Molloch.
¿Sigue algún tipo de rutina?
Raramente se le ve en público.
Lo más cercano a una rutina sería ir a las peleas de gallos.
Ese palco es suyo.
Dígame algo de la hermana. ¿Tiene alguna rutina...
o hábito diferentes de los de su hermano?
Hace sus compras en la ciudad.
Tiene un apartamento en una de las torres nuevas.
Se llama Claire. Molloch y ella son inseparables.
Creo que voy a vomitar.
No fue mi intención. Lo siento.
Oiga, señor, ¿quiere droga?
Dije droga. ¿Quiere un poco?
¿Tiene fenciclidina? ¿Tiene adormidera?
Supongo que no.
Es extraordinario cómo ha logrado agradarle a Sarah.
- Bendita sea la inocencia de los niños. - ¿A ti no te agrada?
Antes de venir aquí hoy, pasamos horas...
yendo de tienda en tienda...
buscando cintas de éxitos latinoamericanos.
Eso hacen los turistas.
No te dejes engañar, Max.
Es frío y calculador.
No reacciona ante nada y nadie.
Lo olvidé.
Lee los labios.
¿Es eso lo que quería?
Servirá.
Ahí está, adelante a la derecha.
No me atrevo a acercarme más.
El lugar está totalmente cubierto.
Televisión de circuito cerrado, detectores de movimiento, alarmas.
Incluso tiene algún tipo de rayo infrarrojo.
¿ Ve a ese hombre en aquel árbol?
Está justo dentro del alcance de las cámaras.
- ¿Cómo entrará? - No tengo intención de entrar.
Entonces, ¿cómo lo hará? ¿Con un rifle de alto poder?
- ¿O cree que lo obvio es anticuado? - Rhiana, por favor.
Honestamente creo que tengo derecho a saberlo.
- También estoy involucrada en esto. - Sólo voy a echar un vistazo.
Lamento el comportamiento de Rhiana. Teme...
que algo salga mal.
Está bien. Tiene miedo.
Llévelas al hotel, ¿quiere?
Creo que debería considerar irse a casa hoy.
¿Por qué?
¿Recuerda al tipo de la muleta en la pelea de gallos?
Estuvo en casa del Doctor.
Sin muleta; y caminaba muy bien.
No ha habido nada que los haga sospechar, ¿o sí?
De lo que pude ver al observar su conversación...
creo que están convencidos de que somos turistas.
Entonces, ¿por qué quiere que nos vayamos?
- Ya no las necesito. - ¿Mamá?
Si nos quedamos, ¿Sarah está en peligro?
Todavía no.
Pero ambas podrían llegar a estarlo.
¿Dónde está Randolph?
Trabaja en un programa de computadora.
- Maldita sea esa gente. - ¿Randolph?
No, la embajada.
Mi recompensa en el cielo será tener en mis manos...
a generaciones de diplomáticos...
y burócratas insignificantes.
¿Está Randolph ahí?
Con Paul Briggs.
No está cumpliendo su parte del trato.
Supongo que tendré que hablar con él en persona.
Holland, ¿volveré a verte?
Sí, volverás a verme.
Recuerda: Quiero ver a tu pez. ¿Cómo se llama?
Cuasimodo.
- ¿Te portarás bien? - Sí, lo haré.
- Adiós, Holland. Adiós, mamá. - Adiós, Sarah.
- Te quiero. - Yo también te quiero.
La embajada.
¿Qué estará haciendo ahí?
¡Santo cielo!
- Casi me mata del susto. - Vaya, vaya.
El protector del mundo libre trabajando duro, ¿eh?
- Deme un respiro. - Usted denos un respiro.
¿Qué tonterías le dijo al Doctor?
Washington me presiona. No le diré a este país...
que lo dejen quedarse. Arriesgo el pellejo.
Entonces, Briggs, tendrá que arriesgar el pellejo.
Le sugiero que no haga olas.
Muchos países estarían felices de recibirlo.
¿ Usted sugiere?
El Doctor adora este lugar. El aire le sienta bien.
Si yo usara alguna influencia con esta gente...
Washington lo sabría en cinco minutos.
Cinco minutos más tarde, me enviarían a Afganistán.
Briggs, ¿quiere ser implacable?
Nosotros también podemos serlo. El Doctor ha hecho...
todo el trabajo sucio que usted ha necesitado.
Es hora de cobrar las deudas. Y recuerde:
Todos los comités del Congreso estarían muy interesados...
en cómo ha usado usted los servicios del Doctor.
Además...
no cuesta nada filtrar información.
Veré lo que puedo hacer.
Es exactamente lo que hará. Y asegúrese de que se haga.
Sarah está encantada con usted.
Creo que extraña a su padre.
Es más que eso.
Se preocupa por usted.
Llévese el auto y regrese al hotel.
- ¿A dónde irá usted? - Voy a entrar.
Holland, espere.
Iré con usted.
Bien, es su decisión...
pero no eche a perder las cosas.
Mi padre me advirtió sobre lugares así.
Tiene cierto encanto íntimo.
Voy por un par de cervezas.
Dos botellas de cerveza.
- ¿Es estadounidense? - Claro.
- ¿Cómo se le ocurre venir aquí? - Tenía sed.
En cuanto me alejé, te encontraste a alguien.
¿Quién es este estadounidense?
- Mi esposo. - Sólo las rameras andan con ellos.
Amigo, no entramos aquí a buscar problemas.
¿A quién buscabas? ¿A tu madre?
Eres hermosa.
Te llevaré a la cocina y te mostraré lo que es un hombre.
Cuando termine...
se la pasaré a mis amigos.
No creo que quiera hacer eso.
Estás sintiendo tu mortalidad.
Y este desgraciado lo sabe. Lo sabe muy bien.
¿Estás bien?
Tiene manos fuertes, amigo.
Tiene testículos delicados. No supe qué otra cosa hacer.
Caray, ése tipo sí da miedo.
- Es estadounidense. - Así es.
Es agradable oír a alguien hablar inglés de vez en cuando.
- ¿Quiere acompañarnos? - Me encantaría.
Tengo una mesa allá.
Me llamo Bart Smith. Nancy, mi esposa.
Hola, Nancy. Yo soy Randolph.
¿ Y qué están haciendo aquí? Quiero decir...
- ¿Son turistas? - En cierta forma.
Esta no es la típica atracción turística.
No somos los típicos turistas.
¿Entiendes?
La vida se hace aburrida y...
la variedad le pone sabor a las cosas, ¿no?
Nancy y yo venimos de un pequeño pueblo en Nebraska...
y debemos ir a otros lugares a buscar emociones y variedad.
Bien, dime, Bart...
¿qué clase de emociones están buscando?
Nancy y yo hemos hecho muchas cosas.
Hemos aprendido trucos que ni te imaginas.
Hicimos cosas como intercambiar esposas... ¿Eres casado?
No. Estoy divorciado.
Pero recuerda: Con tres se hace una fiesta...
y cuatro son, definitivamente, una multitud.
Amigo, a mí me gusta cualquier cosa...
o cualquier persona.
- Para mí, tres bastan. - Para mí, definitivamente bastan.
- ¿Tienen un lugar adónde ir? - Por supuesto.
Bien, aquí estamos.
Cariño, ¿por qué no vas a ponerte algo más cómodo?
Tú y yo vamos a ponernos cómodos.
Me parece una buena idea.
No está mal.
Un apartamento de primera clase.
Bien...
¿qué tal un trago para comenzar la fiesta?
No entres aquí.
- ¡Dios mío! - Contrólate.
No me dijiste que ibas a matarlo.
- ¿ Y si lo hubiera hecho? - ¡Depravado!
¡No tienes ningún principio!
No sabía que nos importaran los principios.
- ¡Eres un asesino! - ¡Bien! Ya basta.
Es hora de que Sarah y tú vuelvan a casa.
Dile a Max que te consiga el primer vuelo.
Llámame al hotel. Dame el número de vuelo y la hora.
Nada más.
Santo cielo.
¡Randolph está tirado en la calle!
¿Alguien declaró una guerra o qué?
Estoy en casa de Max. No me iré.
Ese no fue nuestro arreglo.
Por favor, no te enojes. Puedo explicarlo.
Lo siento.
Llegamos hasta la puerta del avión...
pero no pude seguir adelante.
Necesito saber que él está acabado.
Las venganzas emocionales son sólo otra forma de suicidio.
¿Te contó Héctor lo de George?
¿Lo que le ocurrió? Devolvieron su cuerpo hace tres meses.
Sus riñones y su bazo estaban destrozados.
Sus dientes, completamente rotos.
Es lo que te provocan los choques eléctricos.
George nunca perdió la esperanza de que detendrían al Doctor...
ni siquiera cuando acudió a ti por ayuda y se la negaste.
Bueno, por fin lo dijiste.
Si me culpas a mí, te equivocas.
Max, quisiera tener la escopeta y las balas hoy mismo.
- Hecho. - Y la dirección de la hermana.
- Desde luego. - ¿Qué vas a hacer?
Voy a sacudir su jaula.
Y cuando saque la cabeza, lo acabaré.
Sí, estuvo aquí.
Sí, estuvo aquí.
Se fue con un par de turistas.
- ¿Tiene idea de adónde fueron? - No, ninguna.
Gracias.
Dígale que si sigue haciendo lo que estaba haciendo...
algún día se meterá en un gran problema.
Ya lo hizo.
- ¿Tardarás mucho? - Espero que no.
En cuanto me dejen en el apartamento...
haré que el auto regrese a recogerte.
No sé quién mató a Randolph y a Kart...
y tampoco lo sabe el coronel Aristos.
Ellos quieren que me vaya del país, y usted también.
- No, no es... - No lo niegue.
Creen que matando a mi gente, pueden asustarme.
Le juro que no sé una palabra de esto.
Entonces, cumpla con su deber como guardián de los EE. UU. Y averígüelo.
- La policía local... - No confío en ellos...
ni en el coronel Aristos. Apenas confío en usted.
Por desgracia, no puedo recurrir a nadie más.
- Lo averiguaré. - Sí, hágalo.
- ¿Quieres ducharte primero? - No, gracias.
Vístase.
¿Dijiste que tenías una casa de campo?
- En el lago Amatitlán. Está al sur. - ¿Tienes un mapa?
Claro. Acompáñame.
Aquí. Es el poblado de Magdalena.
Aquí está mi casa.
¿Qué es esto de aquí?
Una mina abandonada.
Perfecto.
Sarah no puede quedarse contigo.
Envíala a casa lo más pronto posible.
Tú también deberías esconderte.
Ya deben haberte relacionado conmigo.
De acuerdo.
Es guatemalteco. Es tu departamento, Víctor.
- Haré que lo detengan. - Alguien sale de la nada...
convierte a Randolph en carne molida, y luego a Cillero.
Su hermana desaparece sin dejar rastro. Cielos.
- ¿Qué diablos significa? - ¡Maldita sea!
Deje de adivinar. Karl, Cillero y Randolph...
se lo merecían por ser tan estúpidos.
Lo único que me importa es mi hermana. Consiga ayuda externa.
- Mi gente puede encargarse. - ¡Pida ayuda externa, Briggs!
Me he estado preguntando algo.
¿Cómo pudo alguien como mi esposo...
Ilegar a conocer a alguien...
de tu profesión?
Tu esposo sentía una gran curiosidad.
Nos conocimos hace años.
Otra vez no me estás diciendo nada.
Me gustaría saberlo.
También al Doctor, si llega ponerte las manos encima.
¿Cuánto te están pagando por esto?
No me están pagando nada.
El dinero me interesaba, pero en donde vivo, no lo necesito.
- ¿Dónde vives? - En un lugar muy pacífico.
Puedo ver el atardecer todos los días...
y leer con luz natural hasta las 10:00.
Por la mañana, puedo bañarme con agua de lluvia.
Es mágico.
- Me parece muy extraño. - ¿Qué cosa?
Que alguien como tú...
que mata gente, hable de paz...
y magia.
Supongo que están lejos y a salvo.
Tiene una casa en el lago Amatitlán. Ahí tienen a mi hermana.
- Avísale a Paul Briggs enseguida. - Sí, señor.
- ¿Hola? - Tengo aquí a alguien que le pertenece.
- ¿Cómo está? ¿La ha lastimado? - Pregúntele usted.
- Soy yo. - ¿Estás bien, Claire?
Clemmond, lo siento. Fue mi culpa.
Basta con eso. Después de todo, yo estoy pagando la llamada.
Debería tener el valor de venir a buscarme.
No se haga ilusiones, Molloch. Yo busco dinero.
- Dinero contante y sonante. - ¿Cuánto?
Medio millón de dólares en billetes de alta y baja denominación.
¿Por qué piensa que yo tengo tanto dinero?
Si no lo tiene, mejor consígalo...
o no volverá a ver viva a su hermana.
Despídase de su hermano.
¡Por favor, ayúdame! ¡Por favor!
¡Ayúdame, por favor!
Necesito tiempo. Unas cuantas horas más.
Sabe que estamos aquí.
¿Cómo lo sabes?
No preguntó.
Tenemos visita.
Tú conduce. Necesito las manos libres.
Ve hacia ellos. ¡Hacia ellos!
¡Llama a Briggs!
Rayos.
Dile que no queremos problemas y que pagaremos los daños.
Dile que quisiéramos comprar su camión.
¿Cuánto?
Dile que si alguien viene haciendo preguntas...
él no sabe nada.
Busquemos un lugar en donde enterrar a la mujer.
¿A dónde vamos?
Aquí. Es un poblado llamado Magdalena.
Si esta cosa llega hasta allá...
Fue el Doctor el que quiso que te llamara, Cannell.
- ¿ Y qué has hecho tú? - Mandé a tres hombres al lago.
Estaban persiguiendo a los sospechosos.
- ¿Cómo lo está tomando el Doctor? - Está perturbado.
Nos enfrentamos a alguien duro, pero imagino...
que es un grupo terrorista que secuestra por dinero.
O alguien con más cojones que cerebro queriendo llegar al Doctor.
Mierda. Tengo que ir a un teléfono.
Muy bien, bien. Sólo evita que el indio se vaya.
Bueno, vuélale los pies si es necesario. Vamos para allá.
El hombre que llamó encontró a sus compañeros...
hechos cenizas en el campo de un granjero.
- ¿Dónde? - A cuatro o cinco horas de camino.
No creo que esta maldita cosa llegue.
No hay nada ahí más que puercos. Bestias enormes que muerden.
¡Te dije que mantuvieras al granjero aquí!
¿Qué podía hacer?
¡Volarle los pies como te dije, imbécil!
- El tipo es un profesional. - ¿Profesional?
Convirtió este lugar en un área de demolición.
- Y se escapó con la hermana. - Cielos.
- ¿Cuál es el próximo poblado? - Es Magdalena.
Un lugar pequeño y aletargado a unos cien kilómetros.
Vamos.
¡Vengan! ¡Nos vamos!
Come algo.
Uno de éstos podría calentar Cincinnati durante un mes.
¿Nunca te afecta, Holland?
¿Ni siquiera un poco?
¿No quieres a veces frotarte las manos hasta sangrar...
para lavar la muerte de ellas?
No pienso en eso como tú lo haces.
No sé si puedo seguir mucho más.
Dijiste que querías verlo.
Que querías estar ahí cuando acabara con él.
Creo que ya tuve suficiente.
Todas esas muertes... la sangre.
Rhiana, antes tenías alternativa.
Ahora no la tienes.
Come algo.
¿Alguien te ha dicho...
que hablas dormido?
¿Qué dije?
Pregúntale qué sucedió.
Dice que eran muy jóvenes. Los soldados se los llevaron.
Dice que los cuerpos estaban mutilados.
Que sucede con frecuencia.
Dile que estamos de su lado.
Pregúntale si podemos usar algún teléfono en el pueblo.
Dice que él tiene un café. Podemos usar su teléfono.
Vamos.
- ¿Quieres una cerveza? - Me gustaría.
¿Sí? Pues a mí no me parece cerrado.
Traiga un par de cervezas.
Está caliente. Cielos.
¿Qué hace? ¿Saca esto del inodoro?
Oiga, están en casa de mi amigo. Sean respetuosos o váyanse.
Dejemos de fingir.
Usted tiene lo que queremos. Pagaremos.
Sólo trataré con Molloch. ¿Dónde está?
Al carajo con él. ¿Qué importa? Mientras consiga su dinero...
Eso es ser inteligente.
Ahora, hablemos de un precio más razonable.
Bueno, he estado pensando.
Me gustaría tener un Mercedes y una finca en Malibú.
Tal vez un salón de belleza en Aspen.
¿Me entienden?
- Mi cliente dará 200 mil, máximo. - ¿Qué?
¿Espera que alquile?
- Estamos hablando de negocios serios. - ¡Cállate, imbécil!
No quiere dinero, ¿verdad, Holland?
Es demasiado inteligente para este empleo, Cannell.
Traía un chaleco blindado.
¿Conoce a un par de rufianes llamados Briggs y Cannell?
Los mató.
Fue muy tonto de su parte. No vuelva a hacerlo.
- ¿Dónde está mi hermana? - No está sufriendo.
Vamos a seguir con la transacción y dejemos los juegos.
Estoy listo.
Bien. Primero quiero advertirle que esta vez debe venir solo.
Al suroeste de usted, hay un poblado llamado Magdalena.
Antes de llegar al poblado hay un camino minero a la derecha. Tómelo.
Lo llevará hasta una mina de ópalo. Nos encontraremos ahí.
Max me dijo que estas minas estaban abandonadas.
Tienen permiso para buscar ópalos. A veces tienen suerte.
¿Podrían regresar mañana?
Pídeles que se vayan y regresen mañana.
No lo harán. Es la única forma de mantener a sus familias.
Viene un auto.
Hay un hombre muy peligroso en ese auto. Quizás haya balazos.
¿De veras lo vas a matar?
Para eso estamos aquí.
¡Aquí, Molloch!
- ¡Mamá! - ¡Sarah!
- Estará bien. - ¡Ay, Dios!
Si piensa que tenemos a su hermana, estará bien.
No puedo verlo...
pero supongo que usted puede verme a mí.
Ahora sabe que tengo a la niña.
Lamento que parezca excesivamente cruel...
pero, por favor entienda que usted me ha obligado a hacerlo.
Haré lo que sea necesario para recuperar a mi hermana.
¿Me oye?
Es a mí a quien quiere, ¿no?
No quiere el dinero.
¿ Vale mi vida la vida de la niña?
Un intercambio justo:
- La niña por mi hermana. - ¿Qué vas a hacer?
¿ Y bien? ¿Dónde está ella?
- ¿Dónde está? - ¡Ella está a salvo!
No está aquí, ¿verdad?
- ¿ Verdad? - ¡Está aquí!
¿Dónde estás? ¿Dónde te tienen?
¡Ayúdame, por favor!
Por favor.
Cierra la ventana.
¡Traiga a mi hermana o mataré a la niña!
¡Paco!
¡Traiga a mi hermana ahora mismo o él le disparará!
¡Traiga a mi hermana ahora mismo!