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Hola.
- Hola. Me alegro de que haya vuelto. - Gracias.
Ojalá los negocios fueran mejor.
- Paciencia. Es sólo su segundo viaje. - Dígaselo a mi jefe.
Es cierto... pero la joyería debe de ir bien...
ahora trabaja más gente. Una nueva fábrica abrió la semana pasada.
Pijamas para hombres.
Bradenville tiene recursos.
Agricultura, cobre y pijamas.
Tengo que recordarlo para contárselo a mi mujer.
Se volvió loca con los pendientes que me dio.
Me alegra que le gustasen.
Un buen artículo.
Éste también.
- Buenos días. - Buenos días.
La 307. Srta. Sherman, es enfermera en las minas.
Unas formas estupendas para una enfermera.
Ojalá yo tuviera un servicio de Urgencias así.
Muy bueno. A mi mujer le encantará.
216, una bonita habitación doble. Bien aireada.
Muy bien.
Ah, otra cosa...
Vendrán un par de novatos en el próximo tren.
Les tengo que enseñar a vender.
¿Podría darme otra habitación?
- Le guardaré la 214. - Bien.
Bradenville! Próxima parada: Bradenville.
Tengo que tomar el aire.
Supongo que esto será suyo.
Se lo agradezco, vecino.
De nada.
¿Querrán sus niños algo de postre tras la comida?
Se lo agradezco.
Se lo agradezco.
¿Compartiría con nosotros?
Se lo agradezco.
¿Por qué van disfrazados? ¿Es carnaval?
Son amish.
Se visten así desde los tiempos de la Biblia.
¿Para qué?
Es parte de su religión. Son muy buena gente.
Tienen las mejores granjas sin usar máquinas.
Los viejos arados y sus manos.
Muy interesante.
Billete, por favor.
- Hola, Sra. Philips. - Hola, Srta. Sherman.
¡Sr. Reeves! ¡Sr. Reeves!
Acaba de sonar la cerradura.
Ah... Oh... Gracias, sí.
Vaya, lo siento, señor.
- Yo sólo intentaba... - ¡Lárgate!
COMISARÍA DE POLICÍA DE BRADENVILLE
"Querida Srta. Braden...
Si no paga los intereses que debe el sábado, antes de cerrar,...
tendremos que embargarle su sueldo en la biblioteca.
Suyo, Harry Reeves."
¿Tienes algo sobre los hábitos de los pájaros, Elsie?
Tengo que dar una charla en la reunión la semana que viene.
En el índice de archivos, bajo ornitología.
Gracias.
Volveré en unos minutos, Dorothy.
¡Parad, chicos!
Dejadme pasar. Vamos, chicos, a casa.
¡Vamos, parad!
Ya está, chicos. Digamos que es un empate.
¿Estás bien? ¿Estás bien?
- Uno es suyo, Sr. Martin. - Gracias, Bart.
Está bien. Vete, Georgie.
¿Qué es esto?
¿Qué es esto, Stevie?
Tú y Georgie, tu mejor amigo, os peleáis. ¿Por qué?
- Yo le pegué primero. - ¿Quieres decirme por qué?
- No. - Muy bien, Stevie. Tú mandas.
Vete a casa y lávate antes de que te vea mamá.
Vale, papá.
Los trenes van con retraso. ¿Por qué no pones más camiones?
La tienda tiene ocupados ocho. En cuanto los dejen, los volveré a poner a trabajar.
¡Coche 03!
¡Adelante coche 03!
- 03, cambio. - ¿Está Martin? Cambio.
¿Qué pasa, Howie? Cambio.
El Sr. Fairchild pregunta por ti. Cambio.
Voy para allá. Cambio.
Pararé en la tienda y les daré prisa.
Hazlo un poco por mí también.
- Perdón por retenerte. - Da igual. Tomaré otro avión.
Estaré en el "Príncipe Edward", si me necesitas.
- Las cosas estarán tranquilas. - No te he esperado por eso, Shelley.
Quería pedirte que vigilaras a Boyd.
No te preocupes. Está bien.
No. No lo está.
Lo sabes tan bien como yo.
Bueno, volveré el próximo viernes.
Buen viaje.
- ¿Qué hay, Carol? - No mucho.
Vino el nuevo delegado del sindicato.
- ¿Problemas? - No, no hay problemas.
Sólo quiere presentarse. Volverá a pasar el lunes.
La Sra. Martin ha llamado para que lleve cereales a casa.
Debe de bañ*** en ellos.
"International Metals" dice que su pedido llega 3 días tarde.
¿Por qué me han llamado a mí?
El Sr. Fairchild pasó la llamada.
- ¿El padre? - El hijo.
- Dije que devolverá la llamada. - Vale.
Si me necesitas, estaré en el despacho de Boyd.
Creo que es "Superintendente minero a punto de preguntar
por qué no conteste la llamada de "International Metals".
Muy bien, dime por qué.
Hoy no hablo con la gente.
Habla conmigo.
- ¿Qué importa un pedido? - Eso no importa.
¿Sabes? Eres un tipo con suerte, Shell...
pero nunca has sabido por qué.
¿Por qué no me lo dices? Deben de haber muchas razones.
No, sólo una básica.
Tu padre fue un desastre.
Un fraude económico. Por eso tú eres un éxito.
Y viceversa.
Simple aritmética.
El fracaso cría éxito. El éxito cría fracaso.
Mira, Boyd.
¿Por qué no dejas de sentir lástima de ti mismo?
La Sra. Fairchild no está en casa.
- ¿Te han dicho cuándo volvería? - No, señor.
- Intenta localizarla. - ¿Dónde, Sr. Fairchild?
- En el salón de belleza o el club. - Sí, señor.
Ésa es otra razón, Shell, por la que tienes suerte.
Siempre sabes dónde localizar a tu mujer.
Buena broma.
No sé por qué te molestas en jugar al golf.
- No te gusta. - No me quedan bien los jerseys.
Estar en el campo, con un caddie tomando el banderín rojo
que ondea en la brisa, es una escena muy elegante.
Con Emily Warren Fairchild.
Cierto.
Será mejor que bajes las piernas.
¿Por qué?
Bueno, la gente pasa por aquí.
Para ser el líder de los solteros
a veces pareces un cura remilgado.
Llaman de la oficina de su marido, Sra. Fairchild.
- La Sra. Fairchild está jugando. - Sí, señor.
- Camarero. - ¿Sí, señora?
Dígale a mi marido que venga a cenar aquí conmigo.
- Sí, señora. - Gracias.
- Pensaba que cenabas conmigo. - No vuelvas a hacerlo, Gil.
- ¿Qué? - Dejarme como una esposa infiel.
No quería hacerlo. ¿Adónde vas?
Dijiste que estaba jugando, ¿verdad?
- Sra. Fairchild. - Hola.
- ¿Va a hacer los 18? - No, sólo 5 o 6.
- ¿Quieres compañía? - Tú mismo.
¿Aún estás enfadada?
¿Sabes lo que te pasa, Gil?
Eres rico, un buen partido y te gustas a ti mismo.
Y como las camareritas del otro lado de la ciudad
piensan que eres genial, te lo crees.
Pero no lo eres.
Lo eres todo y no eres nada.
Gracias.
¿Por qué no lo dejas...
consigues esposa...
y dejas de intentar hacer el amor con las de los demás?
Ésta es la entrada del banco.
Éste es el interior.
Las cajas, la mesa del director y la empleada.
Las placas con los nombres. El Sr. Reeves y la Srta. Shirley.
Los nombres no importan. Hay seis personas trabajando.
Ojalá no hubiera mujeres. A veces, gritan.
¿Has visto algún banco sin mujeres?
No, no. Bien.
Es uno de los peligros en un trabajo como este.
He escogido este sitio porque hay menos peligro.
No hay guardias. Solo dos policías para despistar antes de robar.
¿Qué te pareció la caja, Chappie?
Bueno, Harp.
Es una caja normal de 120 horas, cerradura de 4 movimientos.
Pero se abre cada 15 minutos.
¡Nos pueden agarrar en 15 minutos!
Sí, puede ser.
Por eso vamos a ir 5 minutos antes de cerrar.
Bajaremos las cortinas y esperaremos.
Nadie sospechará.
Para ellos, el banco estará cerrado.
Su reloj se retrasará o algo así.
- Bueno, no vi ninguna puerta trasera. - No, saldremos por donde entramos.
- Se vuelve complicado por momentos. - Tranquilo.
Lo importante es recordar que hay que entrar 5 minutos antes de cerrar.
Si llegamos tarde, nos quedaremos con las ganas,
porque a las 12 en punto cerrarán la caja
y no abrirán hasta el lunes.
- ¿Está claro? - Sí.
Será mejor que nos vayamos a buscar un sitio, para que Slick nos espere.
Más tarde repasaremos el plan.
¿Y el coche para encontrarnos con Slick después del trabajo?
No hay problema. Ya lo tengo.
¿Cómo?
Cuando vuelva.
¿Me llevas, papá?
Claro, Bobby.
¿Cómo van las cosas en la oficina?
- ¿Dónde está mamá? - En el jardín.
- Hola, cariño. - Hola, cielo.
¿Cómo está el pequeño mocoso?
¿Qué te pasa?
- Helada. - Un buen trato.
Lleva al bebé dentro, Millie. Hace mucho viento.
Vamos, cariño.
- ¿Dónde está Stevie? - En su habitación.
Se ha peleado con Georgie.
Lo sé. Llegué justo al final.
¿Te ha dicho por qué?
No.
De tal palo tal astilla. Dos ostras.
Por eso nos quieres tanto.
¡Stevie!
Deja que lo piense un poco más.
No, cariño, creo que es suficiente.
Ahora está en ese momento en el que necesita un amigo.
He hecho una reserva en el club. A las siete.
- Estaré lista. - Sí, sí, sí.
- Hola, Stevie. - Hola, papá.
He oído que hay
muchas truchas en Reinertown Creek.
¿Y si Georgie y tú enterráis el hacha de guerra y
el domingo por la mañana vamos a ver qué tal lo hacemos?
- ¿Qué te parece? - No, gracias.
Mira.
El problema no puede ser tan grande, ¿verdad?
- ¿No irás a azotarlo? - Claro que no.
Pero no lo entiendo.
Georgie y él han sido como hermanos desde pequeños.
Mira esto, papá.
¿Cómo ha sido?
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA CERTIFICADO DE MÉRITOS
Stevie lo descolgó de la pared y lo tiró.
Creo que tu hijo y yo vamos a tener una charla.
- Déjalo, cariño. - No, Shell.
No puede ir destruyendo cosas, sean de su padre o de otro.
Ahora no, cariño.
¿Por qué hará algo así?
- No es propio de él. - Es fácil.
El padre de Georgie ganó una medalla en Iwo Jima.
Yo gané un marco de fotos.
Sencillo.
Hola.
Hola.
- ¿Sí, vecino? - Me pregunto si puede ayudarme.
Mi coche se ha estropeado. Debe estar a un kilómetro o algo así.
¿Puedo usar su teléfono para pedir ayuda?
Somos amish, vecino. No hay teléfono.
Oh... bueno...
¿a qué distancia está el autobús?
Tomaré el auto y lo llevaremos a la autopista.
- ¡Martha! - No quiero distraerle de su trabajo.
Por favor, no se preocupe, vecino.
Ven aquí, Martha.
Encantado.
Este caballero ha caminado mucho y tiene sed.
¿Le traes un poco de leche mientras ato los caballos?
- Por favor, espere aquí. - Muy bien.
- Sólo será un momento. - No hay prisa.
Gracias. Es muy amable.
Es un sitio muy grande para una familia.
El Señor en su grandeza nos lo ha dado.
Sí. El hace esas cosas.
¿Cómo estás?
Tengo sueño.
Quiero darte las gracias por defenderme esta tarde.
¿Te lo ha dicho Georgie?
No, me lo imaginé cuando vi el marco.
- Perdón por romperlo. - No importa.
Pero lo que hiciste, sí.
No lo sé, papá.
No lo sé.
Mira, Stevie.
Todo lo que quiero decirte es
que no debes avergonzarte de nada de lo que hice durante la guerra.
Verás, no todos podemos ganar medallas.
Hay muchas maneras diferentes de luchar.
El Departamento de Guerra no me dio opción.
Me hicieron continuar con mi trabajo
y asegurarme de que mis hombres sacaban cobre.
¿Ves Stevie? Todo lo que alguien como yo
le puede decir a su hijo es la verdad
y esperar que...
bueno, que lo entienda.
Mírame, Stevie.
Todo padre quiere ser un héroe para su hijo.
Algunos no lo conseguimos, eso es todo.
Buenas noches, Stevie.
Buenas noches, papá.
Debes tener el obturador abierto.
Perspectiva y dimensión...
las cosas más importantes para una buena foto.
- Sí, señor. - La fotografía es un buen hobby.
Un hombre debe tener un hobby, Gus.
Me llamo Roy, Sr. Fairchild.
Claro.
- ¿Sabe dónde puedo buscar a mi mujer? - No, señor.
No me esperó en el club.
Dijo que lo haría, pero no lo hizo.
¿Te lo he dicho, Gus?
Es Roy. Sí, me lo ha dicho.
- Hola. - ¿Qué tal?
¡Eh, Gus!
¡Roy!
Un hombre tiene que tener algo.
Una familia, una mujer, algo.
Yo tengo un hobby.
Perspectiva y dimensión, Gus...
- Los mejores resultados. - Camarero, whisky con soda.
- Sí, señor. - Hola, Sr. Fairchild.
¡Hola, Roy!
Soy Harry Reeves, Sr. Fairchild.
¿Ha visto a mi mujer?
Gracias. No, señor, no la he visto.
Primero dice que nos veamos.
Después deja dicho que no nos veamos.
- ¿Qué te dijo, Roy? - Harry. Harry Reeves.
- Del banco. - Buena institución.
- Gracias. - Lo usamos.
Lo sé. Es nuestra mayor cuenta.
¿Trabaja para nosotros, Roy?
Harry. Soy el director del banco.
- Es el tipo que cuenta el dinero. - Eso es, Sr. Fairchild.
Harry. Llámame Harry.
¿Ese es su hobby? ¿Contar dinero?
Supongo que sí.
¿Y una mujer, Roy?
¿Sabe contar mujeres?
Primero las rompe en pequeños trozos...
trozos diminutos
y, entonces, cuenta...
cada pedacito asqueroso y podrido.
No destroce el local, Sr. Fairchild.
Lo siento. Sólo intentaba ser claro.
¿Sabe lo que es, Roy?
¡Un baboso!
Eso le meterá en problemas.
Primero babea y después se casa con ellas.
Estoy casado, Sr. Fairchild.
¡Hola, Linda!
Hola.
Bonita chica. ¿Salís juntos, Roy?
No diga eso, Sr. Fairchild. Soy un hombre casado.
- Ni siquiera la conozco. - Bueno, voy a arreglarlo.
Por favor, por favor, no me meta. Por favor, no.
Respetaré tus deseos, Roy.
¿Por qué no baila con ella, Sr. Fairchild?
¿Quieres bailar con Linda?
No, no, no. No sé bailar.
Sólo pensé que querría hacerle compañía.
Me gusta ver a la gente bailar.
Claro. Soy un buen bailarín.
- Parece que lo pasa bien, Boyd. - Harry. Llámame Harry.
- ¿Quieres bailar? - ¿Cree que lo conseguirá?
¿Estás de broma? Siempre lo conseguía en Princeton.
Mira al banquero hambriento.
No le culpo, se mueve como un reloj suizo.
Cuidado, hijo. Te mareas con facilidad.
Eres muy bueno.
Un buen estadounidense.
¿Siempre bebes tanto?
Es sólo la costumbre.
Eres un tipo muy triste, ¿verdad?
Son los peores.
¿Dónde está tu mujer?
¿Emily? Tiene un hobby.
Dos o tres hobbies al año.
¿Te gustaría ser mi hobby?
No me gustan las proposiciones.
Lo siento, sinceramente, de verdad.
Vale. Está olvidado.
No te entiendo.
Con el dinero que tienes podrías escoger a cualquier chica.
- Te escojo a ti. - Gracias. Muchas gracias.
Bueno, no lo digas así.
Me haces sentir como un vendedor ambulante.
Lo siento.
Un whisky con soda.
¿Sabes? Eres muy simpática.
Ahora me da miedo decir gracias.
¿Dónde estabas hace 10 años?
Graduándome en el instituto, en Milwaukee.
- Ojalá hubiese estado allí. - ¿Por qué?
Porque fue entonces cuando me casé.
¿Te arrepientes del pasado, Linda?
¿No lo hace todo el mundo?
Supongo.
Incluso de las tonterías.
- ¿Linda? - ¿Sí?
¿Y si tú y yo...?
Lo siento, lo olvidé.
No te gustan las proposiciones.
¿Por ejemplo?
Bueno, ¿y si nos escapásemos los dos?
Estás más borracho de lo que creía.
No, lo he considerado sobriamente.
¿Por qué yo?
Serías buena para mí.
¿Qué harías si te dijera que sí?
Podríamos irnos enseguida,
ir a cualquier sitio que quieras.
Pensémoslo mientras bailamos.
Vamos.
- ¿Sí? - Somos nosotros.
- ¿Cómo va, Harp? - Sentaos.
El lugar es genial.
Un fanático religioso, su mujer y tres niños.
Nadie cerca de la granja en muchos kilómetros.
¿Y un lugar con gente?
¿No puede esperarnos Slick en una carretera?
Claro, para que la gente vea el camión y nos identifique.
No, es la apuesta más segura.
No hay teléfono, coche, ningún aparato mecánico.
Va en contra de su religión.
- Los niños me ponen nervioso. - Para de quejarte.
- ¿Se lo has dicho a Slick? - Hace una hora.
Llevará un camión de paja para no llamar la atención.
Éste es nuestro horario:
Entre las 10:30 y las 10:40, tomamos un coche en el pueblo.
- Alguno que sepamos que va bien. - Sí.
A las 11:00 nos encontramos con Slick y nos hacemos con la granja.
A las 11:45 estamos de vuelta, cerca del banco.
Entonces, Chappie, llamas a la policía
e informas de un gran accidente al otro lado de la autopista.
Cuando se vayan, entramos en el banco.
Bien.
90.000 dólares.
¡Sin impuestos!
Dejémonos de alegrías y repasémoslo otra vez.
Llega antes de lo que esperaba.
- ¿Quién es usted? - Linda Sherman.
¿Y qué hace aquí?
No me hable así, Sra. Fairchild. No me gusta.
Sólo le he preguntado qué hace aquí.
No tendría que preguntarlo, si le cuidase más.
- Largo. - Será mejor.
Sólo me he quedado por si Boyd se despertaba y me necesitaba.
Puedo cuidarlo yo misma.
Vaya, es una sorpresa.
Especialmente, después de 10 años de fastidiarle la vida.
- Salga de aquí ahora. Ahora. - No me presione, Sra. Fairchild.
No tenía que traerlo a casa.
Teníamos otros planes,
pero sólo hablamos de ellos.
La próxima vez quizá concretemos.
¿Quiere que haga que la echen?
¿Por qué no se enfada lo suficiente para intentarlo?
Sólo quiero una excusa para arrancarle el pelo
de su estúpida cabeza.
Supongo que no tiene agallas.
Será mejor que lo cuide.
Borracho o sobrio,
es el tipo de hombre que he soñado con tener toda la vida.
¿Harp?
¿Estás despierto?
Sí.
No lo sé, debo de estar asustado. No puedo dormir.
Es natural la noche antes de un gran trabajo.
Él no lo está. Duerme como un bebé.
Hay que ser un buen hombre para eso.
Sí, supongo.
El problema es que es malo. Es muy malo.
¿Qué importa? Está de nuestro lado.
Hablando de ser malo,
no hay nada en este mundo tan malo como una mujer mala.
He pensado en todas las cosas que me han pasado
por culpa de las mujeres, cuando no podía dormir.
Realmente pueden arruinarte.
Cerremos los ojos, ¿vale?
¿Recuerdas aquella con la que me casé en Detroit?
Sí.
Era increíble.
Cuando me casé, pensé que era un gran premio.
Un poco delgada, pero me gustan así.
Sólo piel y huesos.
Me pregunto por qué me gustan las delgadas.
Parmalee.
Así se llamaba. ¿Lo recuerdas, Harp?
Sí, lo recuerdo.
Me dejó por un asqueroso empleado de una funeraria.
A decir verdad, casi me alegré de que se fuera.
Tenía malas costumbres. Me ponía nervioso.
Se paseaba por el piso con una de esas...
chaquetas chinas, casi no se la quitaba.
- Y otras costumbres así. - Sí.
Y todo el invierno estaba resfriada.
Era la campeona en pillar resfriados.
Y cada dos semanas me lo contagiaba.
Apuesto a que pille más de 50 resfriados.
Entonces empecé con esto.
Callémonos y durmamos.
Será un día duro.
Vale.
Hay alguien ahí, vigilando el edificio.
Sólo es un tipo paseando al perro.
- Está bien. - Buenas noches.
Sólo mantenía los ojos abiertos.
Es un tipo paseando al perro.
Sólo mantengo los ojos abiertos. Quieres que esté en esto, ¿verdad?
No tienes que saltarme al cuello.
Buenas noches.
¿Elsie?
Lo robó, ¿verdad?
No tiene que contestar. Sé que lo robó.
Que sea el director y pueda ver los sueldos de la gente
no le da derecho a hacer acusaciones.
¿Preferiría que se lo contara a la policía?
A ver si se atreve a ir a la policía.
A ver.
Cuando su mujer está dormida se escapa y espía a la chica.
- No. - Es asqueroso.
Ahí tiene, "Sr. ***". A ver si se atreve a ir a la policía.
¡Boyd!
Boyd, despierta.
Boyd, escúchame. Quiero hablar contigo. Tengo café.
- Por favor, Boyd, despierta. - Vale, vale. Ya estoy.
Realmente me emborraché, ¿verdad?
¿Dónde está Linda?
Son las cuatro de la mañana.
Se ha ido.
Ha sido muy amable trayéndome a casa.
No le importa. Le gustas.
Le caigo bien. No le gusto.
Le interesas. Lo dijo.
Lo tendré en cuenta.
- Llevaré esto a mi habitación. - Boyd, ¿no lo puedes tomar aquí?
Quiero hablar contigo.
¿Qué es esta vez?
- ¿Bebo demasiado? - No, Boyd, no.
¿Lo del divorcio? ¿Quieres ser libre?
No es que no lo seas...
y me refiero al significado más libre de la palabra.
Boyd, no nos peleemos esa noche. No empecemos con eso.
Intentemos hablar. Como cuando nos casamos.
¿Cuando estaba sobrio? ¿Cuando pensaba que me querías?
Te quería.
Y aún te quiero.
Cada dos fines de semana.
Tal y como hablas, debes de haberte metido en un buen lío.
Boyd...
¿has dejado de quererme?
No, me temo que no.
Un tonto como yo sigue queriéndote, sobrio o borracho.
Si te sirve de consuelo,
- ...he intentado comportarme en casa. - Fue una buena pelea, pero perdí.
He dicho que lo he intentado, nada más.
- Gracias por la consideración. - ¿De qué sirve?
Mientras dormías, pensé en muchas cosas que quería decirte.
Quería suplicarte que me perdonaras.
Quería que nos fuésemos juntos.
Que empezásemos de nuevo,
dejar esto, este pueblo, la mina.
Pero no hubiese servido de nada.
No hubiese funcionado.
No podemos cambiar. Nosotros, no.
Eres un alcohólico...
y yo soy una fresca.
¿Dónde podríamos ir?
¿Dónde?
Sólo hablaba.
No importa dónde fuéramos...
no podríamos estar en la oscuridad.
Saldríamos a la luz del día.
Y me mirarías y te harías preguntas.
Tenemos que intentarlo, Em. Debemos.
No hay nada sin ti.
Siempre ha sido así, un sentimiento horrible en mi interior.
Cuando te vas,
y me pregunto dónde y con quién,
no puedo respirar.
Después de que se fuera la chica
subí y me senté a oscuras.
Es más fácil decirte a ti mismo la verdad en la oscuridad.
Recordé todo lo que me avergüenza recordar a la luz del día.
¿Por qué he hecho esas cosas, Boyd?
¿Qué me pasa? ¿Estoy enferma?
- ¿Debería estar internada? - No, no.
He leído sobre gente como yo. Son gente enferma.
- No deberían estar con gente decente. - No digas eso, Em.
Hablemos de irnos. Tú y yo.
- ¿Podríamos? - Claro. ¿Por qué no?
No hay nada que nos retenga.
Nada.
Te quiero, Em.
Te quiero, Boyd.
He sido mala y rastrera...
pero nunca he dejado de quererte.
Nunca.
Nunca.
Montaremos el rifle tras encontrarnos con Slick.
Ojalá el trabajo no pareciese tan fácil.
Tenemos doce minutos.
Aseguraos de no dejar huellas.
Vaya...
Nada mejor que estar elegante y limpio para un robo.
¿Qué esperas? ¿Una guerra o algo así?
¿Cuántas veces has estado en la cárcel, listo?
- Demasiadas. - Bueno, yo he estado tres.
Y una fue porque no tenía munición para una puerta giratoria.
Nunca más.
- ¿A qué hora te recojo? - Sobre las 2 o 2:30.
- Sé bueno, Bobby. - Vale, papá.
- Hola, Sr. Martin. - Hola, Bart.
He comprado equipo. Vamos a pescar mañana.
¿Lo han arreglado los chicos?
- Aún no. - Lo harán.
Espero pescar algo antes de que termine la temporada.
Yo también lo espero. Buena suerte, Bart.
¿Le importaría acercarme?
Sólo voy a un par de calles.
Haga lo que le digo, no le haré daño.
Sólo quiero el coche.
Gire a la izquierda y siga recto.
Pare junto a esos tipos de la esquina.
¿Por qué no se lleva el coche?
No me enseñe mi trabajo, señor.
Bien. Vamos.
Recto y a la derecha de la calle principal.
- ¿Le importaría decirme qué pasa? - Necesitamos un coche.
Y le ha tocado a usted.
¿Por qué yo? Hay muchos coches aparcados.
- No queremos denuncias. - Cállate.
Manténgalo a 50. No más que eso.
Salga y suba detrás.
Entre.
- Vendadle los ojos. - Claro.
- Justo a tiempo. ¿Y el pueblo? - Muy bien.
La granja está a unos 800 metros. Iremos primero.
Pondremos al granjero, a su mujer y al pueblerino en el granero.
Sólo habrá una salida que vigilar.
Bien, empecemos.
Todos al granero.
Vamos, adentro.
¿Qué pasa Sr. Reeves?
- ¿No se encuentra bien? - No, no. Sólo me duele un poco la cabeza.
- Me tomaré una aspirina. - Tengo en mi mesa.
No, no, gracias Srta. Shirley. Iré a comprar. Necesito aire fresco.
Gracias.
Hola.
Hola, señorita.
¿Puede darme un par de cartones de cigarrillos?
Sí, señor.
Hola.
Pareces contento para ser la mañana siguiente.
Es la primera vez en años que el sol me parece bonito.
A propósito, gracias por llevar a casa mis restos anoche.
¿Los envuelvo, Sr. Fairchild?
No. Los voy a meter en una maleta.
- ¿Te vas de viaje? - Sí.
Emily y yo hemos pensado en salir de la ciudad.
- Nada más, gracias. - ¿Dónde vais?
¿Policía?
Quisiera informar de un accidente, señor.
Sí, muy serio, me temo.
A 30 km al norte de Bradenville.
En la autopista.
Sí, señor.
Estaremos unos días en nueva York y luego iremos a Londres.
- Sr. Reeves. - Buenos días.
Mi mujer le espera en el banco. Necesita cheques de viaje.
Enseguida.
Discúlpeme.
Mejor será que me dé un cartón.
- Hola. - Hola.
Aún debemos esperar dos minutos. Díselo a Dill.
- Me quedaré cerca de la entrada. - Muy bien.
- Emily. - Hola, Gil.
- ¿Una partida de golf mañana? - Lo siento. Me voy fuera.
- ¿Fuera? - Sí, un viaje largo.
Con mi marido.
Entiendo.
Me alegro por ti, Emily.
- Por los dos. - Gracias.
Adiós.
Discúlpeme.
Perdóneme, Sra. Fairchild. Lamento haberla hecho esperar.
- Está bien. Sólo quiero cheques de viaje. - Claro. ¿Cuánto dinero?
5000 dólares.
Parece que usted y su marido van a ver todo el mundo con esto.
No, sólo vamos a averiguar cómo nacer de nuevo.
- ¿Perdone? - No era importante. ¿Cómo lo pago?
- En efectivo será suficiente. - Discúlpeme, por favor.
He estado recibiendo molestas cartas sobre un pago retrasado.
Cierre la cuenta y ahórreme el problema de trabajar con este banco.
Srta. Braden, yo no lo llevo. La Sra. Dowd, ventanilla 2...
Prefiero su atención personal.
Esta carta insolente la envió usted.
Firmo toda la correspondencia del banco, Srta. Braden.
Es un hombre de talentos ocultos. ¿Verdad, Sr. Reeves?
- Disculpe, casi es hora de cerrar. - Claro que sí.
La Srta. Dowd, ventanilla 2, Srta. Braden. Gracias.
Disculpe.
¿Le van bien cheques de 100 dólares?
- Creo que sí. - Muy bien.
Perdone,
¿sabe dónde ha ido el hombre que conducía este coche?
- No. Lo siento. - Vamos a buscar a papá.
Después de que ingrese un cheque.
Buenos días, Sra. Martin. Hola, Bobby.
- Quiero una nota que diga "pagado". - Sí.
- Quieto todo el mundo. Es un atraco. - Siéntese.
Hagan lo que decimos y nadie resultará herido.
Salgan de esas cajas.
Pongan las manos donde las veamos. Muévanse.
Tenemos dos minutos antes de que se abra la caja.
- Vamos. Démelo. - Es mi dinero. Devuélvamelo.
Cállese.
Para. Déjala en paz.
Siéntese, señor o le mataré rápido.
- ¡***! ¡***! Muerto. - ¡Bobby!
Déjelo.
Ven, niño. ¡Ven!
Métete esto en la boca y vuelve ahí a comértelo.
- Gracias. - De nada.
Bobby, no hagas eso.
La caja está abierta.
Mejor que nos conformemos con eso.
Sólo unos segundos.
Tenemos suficiente. Vamos.
- Lo tenemos todo. - Aclara la entrada.
Vale. Salgan de aquí.
No me conocen. Me llamo Martin. Vivo en Bradenville.
Me forzaron a traerlos en mi coche.
He conseguido quitarme el adhesivo.
¿Hay algo con lo que liberarme las manos?
¿Abajo?
Han quitado la escalera.
Hay uno fuera con una escopeta.
Aparten los pies.
Eh, ¡usted!
¡Socorro!
¿Quién ha sido?
¿Quién ha gritado?
Voy a bajar. En cuanto me libere, volveré a buscarles.
Se lo agradezco, vecino.
- ¿Está muerto? - Sí.
- Que Dios le perdone. - Era él o nosotros.
- La venganza es sólo un derecho del Señor. - Hablaremos de eso más tarde, vecino.
Los amigos de ese hombre pueden estar viniendo hacia aquí.
Tomemos su camión y salgamos de aquí.
- No dejaremos nuestro hogar, vecino. - No demos sermones.
Concentrémonos en sacar a su familia de aquí.
Aparte a su familia de esa puerta.
- ¿Cómo ha salido del granero? - Pasa algo raro aquí.
- ¿Dónde está Slick? - Quizá esté en el camión.
- Voy a echar un vistazo. - Muy bien.
Mire si hay más balas en sus bolsillos.
Perdóneme, vecino, pero no puedo recurrir a la violencia.
¿Quiere que maten a su familia?
El Señor cuidará de nosotros.
No está en el camión.
- La llave tampoco. - No está bien.
Esperad...
Eh, el de ahí dentro, ¿me oye?
- Sí, le oigo. - ¿Qué le ha pasado al que había aquí?
¿Por qué no entra y lo averigua?
- Parece que tiene la escopeta. - Y la llave.
- Vayámonos en su coche. - ¿Estás loco?
- Lo conocerán en todos los estados. - El camión o nada.
- ¿Cómo conseguimos la llave? - Averigüemos si tiene la escopeta.
Vale, lo averiguaré.
Ahora lo sabemos.
Ahí dentro, ¿me oyen?
Sí, y también le veo.
Vale. No queremos más problemas.
Tírenos la llave del camión.
No sea un héroe, señor.
¿Hay alguna otra puerta?
- No. - Bien...
Empezad a poner las bolsas en el camión.
El resto, en el asiento delantero.
Dos minutos, señor.
Es todo lo que tiene antes de que incendiemos el granero.
Vecino.
No debe aceptar la amenaza de un hombre malvado.
¿Los ha oído?
Van a incendiar el granero y nos forzarán a salir.
Sólo si es la voluntad de Dios.
¿Va a aguantar la embestida?
Si aguantar la embestida significa
resistir al mal, entonces sí, vecino,
queremos aguantar la embestida.
Se acabó el tiempo. ¿Qué deciden?
Vale, Charlie. Tráelo.
¡Atrás! ¡Atrás!
¡Atrás! ¡Agáchense!
- Tengo que ir al coche. Cúbreme. - De acuerdo.
Empuje.
Martha, toma bolsas de arpillera. ¡Apaga el fuego!
¡David!
Démelo.
Parece que ha sido en el hombro.
Que Dios misericordioso me perdone.
Será mejor que ayudemos a su familia, vecino.
Se pondrá bien, Sr. Reeves.
¿Quiere dormir un poco más?
No.
Así estará más cómodo.
Quédese quieto. No se mueva.
- ¿Sobreviviré? - Claro.
Se irá a casa mañana o el lunes.
Ahora llamaré a su esposa.
- Está en la sala de espera. - No, por favor.
- Hay algo que quiero decirle. - Ya me lo contará.
No, Srta. Sherman.
Tengo que decírselo ahora que tengo valor.
Si espero, me avergonzaré demasiado.
Es por cómo me he comportado.
Con usted, quiero decir.
¿Mirándome en la tienda, por la calle...
en el banco y cuando bailaba? Olvídelo.
¿Lo sabía?
No sería mujer si no lo supiera.
Y ahora que ha confesado,
- puede descansar. - Pero eso no era todo.
Tengo que decirle lo de las noches.
Sacaba al perro a pasear muchas veces
y esperaba a que volviera a casa.
Me quedaba ahí y la miraba
hasta que apagaba las luces.
Eso no lo sabía.
Intenté no hacerlo. Lo intenté.
Bueno, ya está Sr. Reeves.
Y los dos hemos aprendido algo.
A partir de ahora, bajaré las persianas.
Estaba horrible, ¿verdad?
Como si nunca hubiera estado viva.
Nunca.
Vamos, habla Boyd. Habla todo lo que quieras.
Bueno, es muy extraño.
Un rato antes estábamos en el comedor
hablando de nuestro viaje.
Emily tomaba café, lo recuerdo.
Sentada en el diván, viva y saludable.
¿Te molesta que hable de esto?
No.
Es sólo que busco algún tipo de explicación.
No tiene sentido estar vivo por la mañana y muerto por la tarde.
Todo lo que pensaste o planeaste
se queda suspendido en el aire.
Todos los cabos sueltos de tu vida, quedan colgando.
Cortados y colgando.
¿Sabes?
Emily tenía miedo de tener un hijo.
Era una de las cosas que planeábamos...
marcharnos y formar una familia.
Hablábamos de eso esta mañana.
Dijo que ya no tenía miedo.
No sabía que sólo tenía cuatro horas más de vida.
Lo he calculado.
Sólo tenía cuatro horas más en la Tierra.
Te llevaré a casa.
Vete, Linda, vete un rato, por favor.
No quiero que me veas llorar.
Hola, Stevie.
Hola, papá. Estaba esperando verte.
Te hirieron, ¿verdad?
No, pero tendremos que aplazar la pesca un par de días.
Claro, no pasa nada. Ya se lo he dicho a Georgie.
Los atrapaste a todos, ¿verdad, papá?
Stevie...
es mejor que estas cosas no te pasen.
Eres el único en toda la ciudad,
quizás en todo el mundo, que lo podría haber hecho.
Hasta el padre de Georgie hubiera tenido miedo.
¿Cómo sabes que yo no tenía miedo?
- Tenía mucho miedo. - No.
Stevie, tener miedo es normal y humano.
Nadie es un héroe al cien por cien.
- Excepto tú. - Sí.
Papá, dejarás que Georgie te vea, ¿verdad?
Claro. ¿Dónde está?
Vale, amigos.
Entrad.
- ¿Qué tal en la oficina? - Bien.
¡Vaya!
FIN