Tip:
Highlight text to annotate it
X
LA CALLE DE LA VERGÜENZA
Quédate esta fotografía del sospechoso.
Sí.
Hace frío, tómate esto. Venga.
Gracias.
La verdad es que nuestro oficio es muy difícil.
Veo que hoy no estás de muy buen humor.
Siempre hacemos lo que dice el gobierno, absolutamente siempre,
y ni un solo año hemos dejado de pagar los impuestos.
Y así nos lo agradecen, con lo que cuesta mantener esto.
Y tenerlo en condiciones.
Cuando acabó la guerra, nos pidieron satisfacer a los americanos.
Hasta renové el local.
Y ahora ya lo ves, nos tratan como si fuéramos unos demonios.
Y discuten leyes contra la prostitución.
- Malditos funcionarios... - No te falta razón.
Pero el gobierno recibe muchas presiones y muy fuertes.
Mira, Miyazaki, soy la quinta generación al frente de este local.
Tiene 300 años de historia.
Si un local dura tanto, es que es imprescindible para la gente.
- Señora. - ¿Qué?
- Buenos días. - Hola, Eiku. ¿Estás en algún lío?
No, qué va, señor.
Últimamente, soy una hermanita de la caridad.
En serio.
Ahora hago de guía. Ya no sigo en el negocio.
Así me gusta.
Se vive más tranquilo, eso sí.
- Señora, ¿me acompaña? - Sí.
- Hola. - Hola, buenos días.
Y a vosotras, ¿qué os parece la ley que prohíbe la prostitución?
Muy bien. A mí, muy bien.
Te parece bien porque tienes novio,
pero, ¿qué será de las chicas que no tenemos a nadie que nos mantenga
si el local cierra?
Lmagino que el gobierno subvencionará
la creación de fábricas o de centros de trabajo
que os den un empleo a todas vosotras.
¿Sí? Y con lo que me paguen, ¿podré vivir en un piso de hormigón?
- No creo. - Entonces podría vivir con mi hijo.
Aceptaría ese empleo. Lo que sea antes de echarme novio.
Aún eres joven, Yumeko.
Tiempo atrás, las muchachas refinadas sabían escribir poemas,
conocían la ceremonia del té, el ikebana,
también sabían caligrafía
y parecían esposas de príncipes o gobernadores.
Cuántas bobadas.
- Buenos días. - Hola.
- ¿Tiene mucho trabajo? - Sí, aunque no tengo ganas.
- Le comprendo. - Sí.
Hoy viene a visitar el barrio una alta autoridad: Un diputado.
Debo ser amable y respetuoso con él.
- Le acompaño, señor. - Vamos.
- Buenos días, señor. - Que tenga un buen día.
- Buenos días. - Hola, Shiomi.
- ¿Ya están a punto? - Sí.
No esperaba que, siendo el dueño, te ocuparas de esto.
Ando demasiado justo de recursos para pagar a un mozo.
- Por mujeriego. Eres muy presumido. - No gaste bromas.
Di a las chicas que esta noche intenten no llamar mucho la atención.
Sí. Adiós.
- Dime, ¿qué te debo? - Cuando pases por mi local, me pagas.
- Adiós. - Señora.
Dime.
- Buenos días. - Buenos días. Espera, cobraré ahora.
A ver, era la funda y...
Sí, 6.000 yenes.
- Toma, está justo. - Perfecto. Gracias.
Señora, guarde esto.
- Del Sr. Aoki, ¿no? - Sí.
Antes, el Sr. Shiomi y otros comerciantes venían a divertirse.
Los tiempos cambian. Y hay pocos clientes.
- Yasumi. - ¿Sí?
- Tú intenta sacarles lo que puedas. - Descuide, señora.
Yasumi.
- Gracias por lo del otro día, ¿eh? - No hay de qué. Te lo mereces todo.
Oye...
- No es mucho, pero es para ti. - Qué alegría.
- ¿Esta noche estás libre? - No, tengo trabajo.
Resulta que mi hermano se puso enfermo anoche
y ahora debo ir hasta Ogikubo a visitarle.
¿En serio?
Anda, cómprale algo de comida y que se mejore.
- No, no puedo aceptarlo. - Cógelo.
Bueno, si insistes... Muchas gracias.
- Yasumi... - Hasta luego.
Yasumi, no me hagas sufrir más. ¿Cuándo me responderás?
¿Qué?
- ¿Lo de fundar una familia? - ¿No te atrae?
Es que no me lo creo.
Ya, claro.
Eres la estrella número uno de este local.
¿Por qué ibas a casarte con un representante de algodón?
¿Qué dices? No me lo creo porque es una proposición demasiado buena.
Escucha, tengo todo lo necesario para montar nuestro hogar.
Tan sólo me faltas tú. ¿Qué pasa?
¿Acaso no quieres...?
No es eso.
Es sólo que las chicas que trabajamos en esto,
estamos atadas por el dinero.
- ¿Debes dinero? - Sí.
150.000 yenes.
No te lo había dicho
porque estaba segura de que cuando lo supieras, te alejarías de mí.
150.000...
Yo los pagaré.
Oye, cielo, quédate hasta la noche.
- No puedo. Tengo trabajo. - Vamos.
- No. - Anda.
- Tengo que irme. - No pasa nada.
- ¿Qué haces? - No te vayas. Sin ti me siento sola.
Yasumi.
- ¿Qué quieres? - Será un momento.
Lo siento. ¿Me podrías prestar unos 200 yenes?
Estoy sin maquillaje.
Gracias. El día de cobro, te lo devuelvo con el 10%.
Hola, guapo.
Tú, guapo. ¿Por qué no te quedas un rato a jugar conmigo?
- Fuera. - ¡Que te den! ¡Pringado!
Es aquí.
Mira qué traigo. Es muy guapa.
Digna de este local.
Espera aquí.
Soy la nueva venus.
¿Por qué no te quedas un rato? Soy la nueva.
- Te va a gustar. Anda. - Suelta, soy de la competencia.
- ¿De dónde sale? - Menudos aires.
Señor...
Mickey, anda, ven.
- Señora, es ésta. - No está mal.
Es un tesoro. Creo que me he ganado una copa.
Ni lo sueñes. ¿De dónde la has sacado?
Pues... Es una historia triste.
El padre de Mickey tiene una fábrica en Kobe, pero la trataba mal.
Un día se hartó de todo y salió a correr mundo.
Cuando la pobre llegó a Sannomiya, salió con chicos americanos,
pero se aprovecharon de ella.
Y, claro, acabó hundiéndose en la marginalidad.
- Entonces... - Ya basta.
- Oye, levántate. - Hazlo.
- ¿Qué opinas? - No está mal.
- Un cuerpazo. - Es una bromista.
Buenas noches. Qué frío hace hoy.
- ¿Qué tal tu marido? - Sigue igual.
Ten cuidado. Corre una gripe muy fuerte, no vayas a pillarla.
Descuida.
Menuda tortura tener marido.
Yorie, tu novio es zapatero, ¿verdad?
Últimamente no viene a verme porque no tiene mucho trabajo.
Le echo de menos.
Si se entera de que tienes una deuda de 12.000 yenes,
aunque sea zapatero sale pitando descalzo.
Yumeko, me das envidia. Tu hijo se está haciendo mayor.
- Te quedan dos años de paciencia. - No, me queda mucho.
Aún necesita mis cuidados.
¡Guapo! ¿Por qué no te quedas un rato?
El reparto es al 40-60. Y el cobro, a fin de mes.
- Esto es para ti. - Sí. Gracias.
- Siento llegar tarde. - Tranquila, empiezo a acostumbrarme.
En serio, Hanae, que no se repita.
Esto no es un club social de millonarias.
- Lo siento mucho. - Por eso prefiero que vivan aquí.
Es una tía genial.
- Anda, ven conmigo. - Otro día, preciosa.
- Hola, chicos. - Hola. ¿Vamos a jugar un rato?
Venga, nos tomamos una copita...
¿Y ése de ahí? ¡Hola, guapo!
- Oye, chico, ven con nosotras. - Guapo, vamos a divertirnos.
Hola, guapo. Quédate un ratito.
Anda, anímate.
Monada, quédate un poco conmigo. Verás lo bien que lo pasamos.
Anda...
¡Guapo! ¡Anda, ven aquí!
No seas tonto, no te resistas.
Por favor.
Tú, venga, vamos a divertirnos.
Te haré todo lo que quieras. Te encantará.
- ¿Es la Aldea de los Sueños? - Sí. Y yo soy tu sueño. Vamos.
Estoy buscando a la Sra. Kadowaki, creo que está aquí.
- ¿Kadowaki? ¿Y ésa quién es? - Es mi madre.
- Vaya por Dios. - ¿Buscas a la señora Kadowaki?
¿Tú eres el hijo de Yumeko?
Vaya, eres más guapo de lo que creía. Hanae.
- Vuelve pronto. - Mira, es el hijo de Yumeko.
¿Sí?
Espera un momento, voy a buscarla.
Yumeko.
- Estoy aquí. - Ha venido tu hijo.
Ya lo sé, pero no quiero que me vea con este aspecto. Dile que no estoy.
- Pero ha venido a verte. - Por favor.
De acuerdo.
- Qué cosita tan guapa. - Vamos.
¿Sabes que me he sentido muy sola todo el día?
- Anda, quédate un ratito más. - Bueno, no sé.
- No lo entiendo. - Muchas gracias.
¿Por qué no has querido verle?
No tienes por qué avergonzarte ante tu hijo.
Todo lo que haces es sólo por él.
Si te dedicas a este oficio, es sólo por él.
Gracias a la deuda que contrajiste ha crecido sin problemas.
Estoy segura de que si te viera,
entendería el esfuerzo que has hecho.
¿Por qué habrá venido a verme desde el pueblo?
- Quizá necesite dinero. - Tiene cara de buen chico.
Sí.
Cada día se parece más a mi difunto marido.
Me gustaría tanto poder comprarle un traje nuevo...
Sí, debo ganar dinero.
- Guapetón, vente conmigo. - Hola, guapo.
Hola, guapo. ¿Me das un cigarrillo?
Anda, entra conmigo.
Te digo que no. Basta, suéltame.
- Será tonto... - Adiós, imbécil.
- Jovencito, ven. - No.
Le digo que no. Suelte de una vez.
Peor para ti.
¡Cuánto tiempo sin verte! ¡Qué alegría!
Siempre que te veo me dices lo mismo.
Ya sabes que la Aldea de los Sueños es como mi casa cuando viajo.
Prepárame un sake. Y súbeme esto.
Vaya, tú eres de Osaka, ¿no?
Vaya, no esperaba oír el acento del oeste en Yoshiwara.
- ¿Eres de Osaka? - No, soy de Kobe.
¿De Kobe?
Vaya, fantástico. Kobe es una ciudad muy bonita.
Yo suelo ir a Kobe un par de veces al mes.
- ¿Cuándo has llegado? - Hoy mismo.
De modo que eres nueva. ¿Una copa?
Una copa.
Que este brindis sea el inicio de algo grande.
¿De algo grande? ¿Como qué, por ejemplo?
Eso depende de ti. ¿Eres buena chica?
¿Cómo te llamas?
- Mickey. - ¿Como el de los dibujos animados?
- Cariño, vamos a mi habitación. - La noche es joven.
No me metas prisas, aún no tengo ganas.
Venga, que sé lo que te gusta.
- Anda, vamos a mi habitación. - Tranquila, estoy tomando una copa.
- No te hagas el tonto. Vamos. - Mira que eres pesada.
Vamos.
- ¿Todavía trabajando? - Caramba, qué fin de año tan frío.
Anda, vete a descansar. Mañana será otro día.
Ya lo sé, pero creo que me quedaré un ratito más.
Ya.
- Ve con cuidado. - Hasta mañana.
- Hola, cariño. - El bebé lloraba mucho.
No quería molestar a los vecinos.
¿Qué le pasa? ¿Por qué llora tanto mi niño?
- Dime, ¿has cenado? - Aún no.
No tenía ganas de cocinar, pero hay arroz del mediodía.
Bueno.
¿Vamos a cenar algo en aquel restaurante?
- Buenas noches. - Dos de fideos.
- Dos de fideos. - Oído.
Tienes la cara colorada.
- ¿Te ha vuelto a subir la fiebre? - Sí.
No me extraña, hace días que no tomas la medicación.
Sí. Creo que el antibiótico ya no me hace efecto.
La verdad, no sé si vale la pena que me lo tome.
Mañana mismo iré a comprar.
Valía casi 300 yenes, ¿no?
Déjalo. No te gastes el dinero.
Pero es la única posibilidad de que remita la enfermedad.
Ya que no tenemos dinero para ingresarte en un hospital.
Necesito que te cures, cariño.
Les traigo los fideos.
- ¿Sabes la mujer de Yamada? - ¿De Yamada?
Sí, mujer. Aquél que despidieron conmigo, Yamada.
Ah, sí, ¿aquella joven tan guapa?
También tiene tuberculosis
y la han ingresado en el sanatorio de Kiyoshi.
Dicen que no le queda mucho.
Hoy, Yumeko, una compañera,
ha recibido la visita de su hijo.
Se ha puesto muy nerviosa.
Pero se veía muy buen chico.
Nuestro hijo también se hará un hombre.
Sí, cielo, ya que estás con nosotros, no nos suicidaremos.
Pronto empezarás a llamarme mamá.
Las cosas se arreglarán y ya no desearemos estar muertos.
Seguro.
Están ricos. En este restaurante cocinan bien.
<i>Desde hace varias legislaturas,</i>
<i>la prohibición de la prostitución</i> <i>se ve frenada</i>
<i>cada vez que se discute</i> <i>en la asamblea nacional,</i>
<i>es un tema siempre polémico</i>.
<i>Ahora, tras las vacaciones,</i> <i>la ley llega de nuevo a la asamblea</i>.
<i>Se ha formado una comisión para</i> <i>discutir el nuevo proyecto de ley</i>.
<i>Existen quienes apoyan</i> <i>la prohibición de la prostitución</i>
<i>y quienes, por el contrario,</i> <i>prefieren regular la práctica</i>...
Ésta me gusta.
- Bienvenido, señor. - Hola, señor.
Para ser principios de año, no es gran cosa.
Ni siquiera Yasumi gana mucho. Mickey tiene más gastos que entradas.
Sí que gana mucho, pero todo lo que cobra se lo gasta.
- Bienvenido. - Hola.
- ¿Qué tal en el parlamento? - No sé por qué me molesto en ir.
Qué cantidad de sandeces. La oposición estaba muy alterada.
Gritaba que los dueños de los locales somos delincuentes
y que el gobierno debería dejar de protegernos.
- Esa gentuza no nos representa. - ¿Y el señor Awai, el diputado?
Nada, ni ha abierto la boca, como si no estuviera.
Será desagradecido... En las elecciones le ayudamos mucho.
- No hay derecho. - Tienes razón.
Señor, fíjese.
- ¿A que es preciosa? - ¿Cuánto vale?
6.000 yenes, pero la pago a plazos. Hoy necesito 1.000.
- Otane. Que vengan todas. - Gracias.
- Hasta que me los des, la guardo yo. - Qué cruel...
- Señora, déme algo. Estoy sin blanca. - ¿Otra vez?
- Cada día lo mismo. - La vida es muy cara. Sólo 1.000.
Escucha, llegaste hace un mes y tienes una gran deuda.
No quiero que me debas más.
Entonces, me iré. Puedo hacerlo siempre que pague.
Toma.
- Es muy comprensivo. - ¿Estás seguro de lo que haces?
- Uno más. - ¿Lo ves?
Bueno, no pasa nada. Hay que cuidar a las niñas.
¿Estáis todas? Bien.
Hoy tengo que hablar con vosotras muy en serio.
Se trata de la nueva ley contra la prostitución.
- Lo habréis oído. - Sí.
Dicen que la ley es para protegernos pero no es verdad.
Vosotras os llevaréis la peor parte: Si cogéis clientes, os encarcelarán.
O sea que no podréis ganaros la vida.
Hanae, ¿qué opinas?
¿Cómo mantendrás a tu marido enfermo y a tu bebé?
A ti, Yumeko, ya no te quedaba mucho.
Yasumi, ¿cómo aumentarás tus ahorros?
Y tú, Yorie, ¿trabajarás en el campo?
Mickey, ¿de dónde sacarás el dinero?
Espero que lo entendáis:
Sólo los dueños de los locales nos preocupamos por vosotras.
Aquí tenéis el trabajo asegurado
y podéis ganaros bien la vida sin que debáis pensar en suicidaros.
En cierto modo, nosotros cumplimos una función social con vosotras
ya que el gobierno os tiene olvidadas.
Ese rollo de los derechos humanos
es una patraña de funcionarios inútiles
que tienen el cargo y el sueldo asegurados.
¿Qué demonios saben ellos de vuestra vida?
¿Por qué los políticos se meten en esto?
Mi cuerpo es mío, nadie puede prohibirme que lo venda.
Bueno, trabajaremos por libre,
así la señora no se lo quedará todo.
- Calla. - Estás chiflada.
Será posible...
Bueno, ya sabéis que en ningún sitio estaréis tan bien como aquí.
La prohibición sería un desastre,
así que hay que extremar la discreción.
Actuad con inteligencia, ¿de acuerdo?
Bien, chicas, al trabajo. Id preparando el local, vamos.
Mickey. Un cliente.
¿Quién será? Follar a mediodía...
Hay gente para todo.
Qué cuerpazo tienes.
Pareces un caballo de carreras.
Mañana tengo que volver. ¿Quedamos esta noche?
- ¿No tenías que verte con Yorie? - Ya es demasiado mayor.
Creía que no estabas.
La señora me dijo que te habías ido al pueblo.
¿Ahora vas de gigoló? Pero, ¿qué te has creído?
- No juegues conmigo. - Venga, no te enfades.
- Desnúdate y báñate conmigo. - ¡lmbécil!
- ¡Sois todos unos canallas! - ¿Qué haces?
- ¡Ahora verás! - ¡Me vas a ahogar, puta decrépita!
- Yo seré puta, ¿y tú? - Soy el cliente.
- ¡Maldito! - ¡Quieta!
¡Estás como un cencerro!
- ¡Ahora verás, imbécil! - ¡Histérica!
Oye, Mickey, conoces la norma básica de este oficio.
- ¿Cómo has podido saltártela? - ¿Norma? ¿Qué norma?
- No sé de qué hablas. - Sí lo sabes.
Peor que robar dinero es robarle un cliente habitual a una compañera.
- Es horrible. - Qué bobadas.
Habituales o no son unos cerdos.
Si tanto te importa, átale como a un perro y vigílale.
Claro, Mickey tiene razón.
Me has pillado. Te pongas como te pongas, no me moveré de aquí.
Además, el cliente elige el género.
Y si hay pescado fresco, ¿quién se va a conformar con el otro?
El cliente es libre y se lleva lo mejor.
Mírate al espejo y lo entenderás.
Anda, ánimo, Yorie.
Vamos, tomaremos el té juntas. Hemos traído unos dulces.
Anda, ven. Las tres sin clientes.
La señora está de un mal humor...
Yorie, vamos. Mickey lo ha hecho sin mala intención.
- Ven a tomar el té con nosotras. - No es por lo de Mickey.
Es que ya estoy harta de este oficio.
Soy de pueblo y poco sofisticada, por eso tengo pocos clientes fijos.
Y cada día tengo más deudas.
Si pudiera irme...
Ojalá pudiera dejar esto.
Y casarme enseguida con mi novio.
Fijaos, mirad lo que tengo.
¿Qué es todo eso?
¿Vas a montar una tienda?
He ido a comprar estos cacharros pensando en cuando viva con mi novio.
Yorie, ¿tantas ganas tienes de casarte?
Sí.
Pues mira esto. Salió en el periódico de ayer.
Se dicta una ley que anula las deudas de las prostitutas con los dueños.
¿Te das cuenta? Si decides irte ahora, tus deudas desaparecerán.
- No podrán obligarte a trabajar. - ¿Es verdad?
Claro.
O sea, que tendrías que preparar el equipaje ahora mismo.
Podríamos llevarlo a mi casa.
Buena idea. Anda, anímate.
Ya me imagino la cara que pondrá la señora.
¿Y vosotras? ¿No podríais tener problemas si me ayudáis?
Tranquila, ya nos apañaremos.
- Es genial, qué felicidad. - Siento el retraso.
Gracias a ti, hoy comeremos decentemente.
Yo no veo la diferencia: Casarse es como venderse,
sólo que nosotras nos vendemos por periodos más cortos.
- Toma, Yorie. - No digas bobadas.
- Me alegro mucho. - Gracias.
Me alegro de veros.
Que seas muy feliz. Y hazte respetar.
Yorie, no sabes la alegría que me das.
Con los años, las que trabajan en estos locales, acaban podridas.
Oye, sé una buena esposa
y cuida bien de tu marido.
Y, pase lo que pase, no vuelvas. No regreses a ese antro.
¿Me has entendido, Yorie? No lo olvides.
Ya basta. Si no te va bien, ya sabes dónde estamos.
No digas eso.
Hazme caso, no regreses nunca.
Yorie. Toma.
Digamos que es mi regalo de bodas.
- ¿Qué demonios es? - Un billete abierto del ferrocarril.
Cuando te canses, puedes usarlo para volver. ¿Vale?
- Pero... - Déjala, Yorie, no le hagas caso.
Chiflada...
Toma. Éste es mi regalo.
- ¿Qué es? - Unos cuencos matrimoniales.
Pero mira que eres antigua.
Toma, mi regalo.
Es precioso.
Las mujeres honradas se levantan temprano. Así no te dormirás.
Toma, Yorie. Aquí tienes mi regalo.
Una libreta de ahorros. Tengo ingresados 500 yenes.
Con este sello te dejarán sacarlos.
Fíjate, eso sí es un regalo. A ver si aprendes a ahorrar como ella.
Tú deberías aprender.
No me lo esperaba, gracias.
Yumeko, qué regalo tan bonito. Son unos cuencos preciosos.
Gracias. Cuando murió mi marido, decidí guardar los míos de recuerdo.
Nos casamos hace 20 años, en la mansión Tetsuma, es precioso.
Entonces me regalaron un juego como éste y me hizo mucha ilusión.
Muchas gracias.
Entonces, yo era una chica muy joven.
<i>Soy una doncella</i>
<i>que viene de Manchuria,</i>
<i>una rosa fresca</i>
<i>con la piel de marfil</i>.
<i>Hoy el sol</i>
<i>arde ya en mi seno</i>
<i>y me llama hacia el altar</i>.
<i>Mi novio me espera</i>
<i>para hacerme su mujer</i>...
Soy muy feliz. Nunca me había sentido tan feliz.
Sois tan buenas que se me han quitado las ganas de irme.
Qué envidia me das.
Yo también fui muy feliz entonces.
Ojalá pudiera ver a mi hijo.
Ya está aquí el coche. Anda, vamos, en marcha.
Sí, venga.
Ayúdeme.
Anímate.
Oye, saluda a tu novio. Mándanos una foto.
Que no te vea muy sexy, o adivinará de dónde vienes.
- Adiós. - Intenta ser feliz, ¿de acuerdo?
Esperemos que le dure.
Buenas tardes.
Esto es lo malo de los pueblos:
El siguiente autobús no pasa hasta dentro de una hora.
Qué poco práctico.
- ¿Podría servirme unos fideos? - Sí.
¿Verdad que no le importa que use su tocador?
No.
Dígame, ¿a qué pueblo va usted?
¿Qué importa eso? ¿Qué más da adónde vaya?
¿Sabe? Aunque no vayan arregladas,
a las profesionales se las distingue enseguida.
- Buenas noches. - Hola.
Cuánto tiempo sin vernos.
Dígame, ¿cómo está su marido?
Enfermo, como siempre. Me da mucho trabajo.
Suerte que tú, la esposa de nuestro difunto hijo,
nos permites seguir en tu casa.
Pues claro, qué cosas dice.
- Anda, pasa. - Sí.
Ya veo que sigues tan guapa y tan bien de salud como siempre.
¿A Suichi también le sigue yendo bien por Tokio?
La verdad es que el trabajo
es mejor en la ciudad que en un pueblo.
Trabaja en una fábrica de juguetes y gana bastante dinero.
¿Mi hijo no está aquí?
- ¿Cómo? ¿No ha ido a verte? - ¿Cuánto hace que se fue?
Pues, casi un mes.
Nos dijo que se iba a Tokio para ver a su madre.
Y hace dos semanas nos mandó una carta.
Qué raro que no haya ido a verte.
- ¿Aún tiene esa postal? - Sí, está en el escritorio.
Buenos días. ¿Qué?
¿Es el dueño de la fábrica? Encantada.
Soy la madre de Kadowaki, trabaja para usted.
Sí, es Suichi Kadowaki. Sí.
Gracias por darle trabajo a mi hijo. Muchas gracias, señor.
Sí, sí. Aún es casi un niño, y recién llegado del campo.
Gracias de todo corazón por su comprensión. Gracias, señor.
Gracias.
- Intenta volver pronto. - Sí, aunque tengo mucho trabajo.
Vaya, eso suena a excusa.
¿No será que a alguna le duele la frente?
No, qué va. A mi mujer y a mis hijos los perdí durante la guerra,
de modo que estoy solo y aburrido.
- Qué dura es la vida del viudo. - No lo sabía, lo siento mucho.
Mire, la próxima vez que venga, haré el papel de esposa.
- A ver si es verdad. - Hasta pronto.
¡No!
Levanta.
Idiota. ¿Qué es lo que pretendes?
No eres más que un cobarde. ¿Para esto trabajo en aquel antro?
¿Para esto tengo que vender mi cuerpo?
Todos tus sacrificios, todo tu trabajo es inútil.
No tenemos ningún futuro.
¿No hemos sobrevivido hasta ahora?
Oye, somos honrados. No le hemos robado a nadie.
Y nadie puede acusarnos de ser malas personas.
Pero sin vender mi cuerpo no podríamos vivir.
No podríamos comprar ni leche para el bebé.
¡Mierda de país civilizado!
No me voy a rendir. Yo no pienso abandonar.
Pienso seguir adelante.
Aunque sea una prostituta que a duras penas sobrevive,
sé que tengo futuro.
¡Tengo futuro!
Qué porquería, qué desastre.
Con tanto hablar de la prostitución, el negocio ha caído en picado.
Los clientes se alejan y las jóvenes no quieren dedicarse a este oficio.
Y, por si fuera poco, nos obligan a cerrar a las 23:00.
¿Cómo va a funcionar el negocio?
Toma, Yasumi, sigues siendo la mejor.
Las demás, poca cosa.
Yumeko, debes esforzarte más si quieres mandarle dinero a tu hijo.
Mickey, esta semana no cobras. Y has aumentado tu deuda.
Señor, haga algo.
- Hola, Hanae, ¿sabes qué hora es? - Lamento mucho el retraso.
- ¿No estarás enferma? - No, no es eso.
Toma, el sueldo de 5 días, 1.200 yenes.
Imagino que me pedirás un préstamo, ¿no?
Cuídate, no quiero verte ni delgada ni con cara de pena.
Eres nuestra mercancía.
Me cuidaré.
Mickey.
Me debes 1.500. ¿Dónde están?
No tengo nada.
Me cobraré con este anillo.
¿Te conformas? Me costó sólo 1.000 yenes.
- He hecho un buen negocio. - Cerda.
Pudiste ir a tu pueblo con mi dinero. 2.000 yenes.
Oye, lo siento mucho. Hoy sólo puedo darte esto.
Si no, apenas me llega para vivir. Gracias.
Siempre estás quejándote.
Te devuelvo lo que me dejaste para comprar medicinas.
Así me gusta. Si necesitas más...
Y el interés...
50 yenes, ¿no?
- Hola. ¿Está el jefe? - Hola.
- El Señor Nomura, de la asociación. - Bien.
- Hola. - No quiero saber nada
ni de diputados, ni de periodistas.
No, el dueño de la tienda de futones se ha fugado.
- ¿Se ha fugado? - Sí, y a muchos nos debía dinero.
- ¿Y a vosotros? - 30.000 yenes para renovar género.
- Vaya. - Canalla...
Nos ha timado.
Buenas tardes.
Hola.
- Buenas tardes. - Hola.
¿Quién es esa chica?
¿Ésa? Una mecanógrafa de nuestra sección, muy eficiente.
- Se la ve muy extremada. - Cosa de chicas modernas.
- ¿Cómo se llama? - ¿Para qué quieres saber su nombre?
Yasuhara.
Voy a saludarla.
Oiga, es la señorita Yasuhara, ¿no?
Yo soy la esposa del Sr. Kaneda.
Dice mi marido que es una mecanógrafa muy eficiente.
Es todo un detalle.
Es un jefe muy amable y muy considerado en el trabajo.
Me sorprende. Yo le tengo por un cabezota.
No, nada de eso. Y, ahora, si me permiten...
Aoki.
150.000 yenes.
Muchísimas gracias.
Nunca lo olvidaré. Eres tan generoso...
Gracias, en serio.
Tengo tanta suerte de haberte conocido...
Yasumi, ahora puedes dejarlo. Si quieres, ven hoy mismo a mi casa.
Es que...
No, no puedo decírtelo.
¿Qué pasa? ¿Acaso tienes más deudas?
La verdad es que he salido del hospital hace dos días.
Me ingresaron por un problema de riñón.
- ¿En serio? - Sí.
- ¿Y por eso debes más? - Lo siento.
Yasumi, yo soy un asalariado, y tengo un sueldo mediano.
¿De dónde lo saco?
Esta noche me reincorporo al trabajo.
¿Vendrás a verme?
¿Estás enfadado?
Bueno, la verdad es que no puedo pedirte más.
Nuestra relación ha sido tan romántica...
¿Cuánto necesitas?
100.000 yenes.
100.000 yenes...
- Buenas noches. - Hola.
- Deme una leche para beber. - Sí.
- La mejor, 200 yenes. - Tenga, le debo 100.
- No puedo andar fiando siempre. - Hola.
- Buenas noches. - Se lo pagaré.
- ¿Tiene cremas extranjeras? - Sí.
- ¿Ésta? - Sí.
A ver...
Esto.
Ya está.
También me lo llevo. Apúntalo.
Mickey, mira esto, ¿quieres?
Del mes pasado, me debes 1.600 yenes.
Ya lo sé. Ven a verme cuando cierres.
Te pagaré con mis servicios. Adiós.
¿Yorie?
¿Eres tú? Yorie...
¿Qué te ha pasado?
Ven conmigo.
Buenas noches.
Estás muy delgada.
Qué mala suerte tengo.
- ¿No te entendías con tu marido? - Vaya, ¿ya estás aquí?
Antes de lo que creía.
¿Cómo pude ser tan ingenua? Cuando llegué allí, lo entendí.
ÉI no estaba enamorado de mí, me quería sólo para trabajar.
Un trabajador es un sueldo,
pero yo le salía gratis.
La noche que llegué, me tuvo horas cosiendo suelas.
Y por si eso fuera poco,
"haz la comida, lava la ropa..." Estaba destrozada.
Pero eso ya lo sabías.
- El matrimonio comporta trabajo. - Sí.
Hay que ser tonta para no darse cuenta.
Sí, he sido una tonta.
Su familia es muy pobre.
Viven con muchas privaciones. No he podido ni comprarme un kimono.
Nosotras, aunque el trabajo sea duro,
por lo menos cobramos por él.
Echo de menos nuestro oficio.
Te comprendo. Cuesta abandonar las buenas costumbres.
¿Me perdonáis?
Quería un trabajo decente, he buscado en todas partes.
Pero ha sido un esfuerzo inútil, pagan una miseria.
- Unos 5.000 yenes, ¿no? - Sí.
Y también he ido a la oficina de empleo.
Me dijeron que, siendo mujer, si quería un buen sueldo,
fuera al barrio rojo a buscarlo.
- Tenían razón. - Tranquila.
Te acompañaré a pedirle perdón a la señora.
Yasumi, toma.
Los intereses del chiringuito de pinchos de este mes.
Son unos tacaños, ¡lo que me ha costado cobrar!
Dame, gracias.
Toma, para ti.
- Menudo montón de dinero. - Lo guardaré.
Oye, ahí no estará seguro.
Toma, hazme caso.
Mañana ve al banco a ingresarlo. Esta noche, duerme con esto.
Buena idea.
¿Todo ese dinero es tuyo?
Yo, en cambio, soy muy desgraciada y siempre seré pobre.
¿Sabes? La gente habla muy mal de ti, dicen que eres una aprovechada.
Me da igual lo que puedan decir de mí.
Parece mentira que siendo tan joven tengas ya tanto dinero.
No es tan extraño.
Sólo busco dinero.
200.000 yenes para pagar la fianza de mi padre.
Está en la cárcel, pero es inocente.
He vendido mi juventud por dinero. ¿Por qué no iba a ser aprovechada?
Lo que pasa es que no quiero ser pobre.
El dinero es lo único que busco.
Mickey.
Mickey.
¿Ya es hora de comer?
- Comeré más tarde. - No se trata de eso.
Eiku está aquí con alguien que quiere verte.
Qué forma de empezar el día...
Otro rarito al que le gusta hacerlo antes de comer...
Vaya.
Y encima madurito.
Papá.
¿Has venido a buscarme?
Ya has hecho bastante daño.
Los rumores corren como la pólvora.
Todos saben que estás en este barrio.
Venga, haz el equipaje.
- ¿No quieres? - No.
Tu madre siempre hablaba de ti.
¿Mamá está enfadada?
- Murió. - ¿Qué?
¿Qué has dicho?
Tu madre murió la pasada primavera
y hasta el último momento se preocupó por ti.
¿Ha muerto?
- Así que es su padre. - Sí.
Coge el ábaco, calcula lo que nos debe y añade el 10%.
Yo tengo la esperanza de que no se vaya.
Mickey es mayor de edad.
- Vino porque quiso, no la secuestré. - Aunque sea su padre,
me molesta que venga a buscarla ahora con lo mal que nos van las cosas,
con saldar las deudas no basta.
- A lo tonto, 70.000 yenes. - Tatsuko...
Michiko, la razón por la que he venido a verte,
es la más que probable boda de tu hermana.
Verás, un cliente mío
le ha ofrecido un matrimonio muy interesante.
La verdad,
tus correrías por Sannomiya eran tolerables,
pero si se entera de que estás en este barrio,
seguro que la boda se anulará.
A tu hermano no le han admitido en el cuerpo diplomático,
y he debido contratarle en nuestra empresa.
Ya.
- Y por eso te interesa que vuelva. - Sí.
Nuestra familia tiene muy buen nombre en Kobe.
La gente me respeta. Soy un empresario bien considerado.
Estoy harto de habladurías.
Si vuelves a casa no se meterán más con nosotros.
Y además, resulta que hace poco he vuelto a casarme y...
¿Qué?
¿Ya has vuelto a casarte?
Mamá murió no hace ni un año, y tú ya...
¿Quién es?
¿Aquella chica de Gion o tu amante del barrio Soemon?
- Te sobran candidatas, ¿eh? - Lo que pasa es que no lo entiendes.
La esposa es el eje central de la familia,
y para un hombre de negocios una esposa es imprescindible,
de lo contrario no tiene credibilidad.
¿Eje de la familia? ¿lmprescindible para un hombre de negocios?
Si es así, ¿por qué trataste tan mal a mamá?
Tú siempre con tus amantes y mamá siempre llorando.
¿Por qué no pensabas así cuando ella estaba viva?
Ella te pidió fidelidad de rodillas.
Después de tantas aventuras, ¿ahora te preocupan los rumores?
¿Sabes? No he hecho más que seguir tu ejemplo.
Papá, tú siempre has hecho lo que te ha venido en gana.
De modo que déjame en paz, no puedes criticarme.
Si mi hermana se queda sin su novio, ¿qué culpa tengo yo?
La culpa será tuya.
Ahora, papá, te toca sufrir a ti. ¡Sufre!
Quiero que sufras mucho, así entenderás lo que sufrió mamá.
Deja de interpretar el papel de buen padre.
¿Sabes? Tengo una idea.
Al fin y al cabo, eres un canalla y seguro que conoces este barrio, ¿no?
No pongas esa cara. Compra el cuerpo de la hija de un empresario.
1.500 yenes por un revolcón. Así serás un auténtico canalla.
- No lo olvidarás en tu vida. - ¡No, suéltame!
Venga.
Estás loca. Loca.
¿No quieres?
En ese caso, largo de aquí. Vete, lárgate.
Pero yo no vuelvo.
Por nada del mundo volvería. ¡Por nada del mundo!
Señor, ¿podemos hablar?
¡Qué asco! ¡Parece un serial de la radio!
Me daré una ducha y saldré a ver una película de Marilyn Monroe.
¿Sí, la Aldea de los Sueños? Sí, un momento.
- Yumeko. Es para ti. - ¿Para mí?
- Parece un chico joven. - Anda, no me tomes el pelo.
¿Dígame? Soy Yumeko.
Cielo, oye, ¿y si vienes a verme?
Suichi. ¿Eres Suichi?
¿Por qué me llamas tanto? ¿Qué quieres de mí?
Me crearás problemas. No quiero que me llames más.
No digas eso. ¿Por qué viniste a Tokio sin consultármelo?
Mal hecho.
Oye, Suichi, necesito hablar contigo urgentemente.
Oye, hay algo que necesito consultarte. ¿Dónde estás?
No puedo decírtelo por teléfono.
Vamos, tenemos que vernos, por favor.
Qué pesada eres. Está bien.
Si quieres verme, mañana por la tarde junto a la fábrica.
Sí, a las 15:00.
Chicas, me ha llamado mi hijo.
Hemos estado hablando y quiere que nos veamos mañana.
- ¿Sí? - Ha encontrado un piso,
y quiere que vaya a vivir con él.
- Qué suerte haber tenido un hijo. - Me alegro mucho.
¡Mamá!
¡Estoy aquí! Venga, ¿qué querías?
¡Suichi!
Qué alegría verte. Qué alegría.
¿Sabes, hijo? Estaba francamente preocupada por ti.
Qué susto me llevé cuando no te vi en casa con tus abuelos.
Pero ahora, me alegro de que hayas decidido empezar a trabajar.
- Si no trabajo no puedo vivir. - Tienes toda la razón.
Oye...
Has crecido mucho.
Eres un hombre. Me cuesta creer que seas el que se sentaba en mi falda.
¿Te gusta el trabajo?
- ¿Cuánto te pagan al mes? - Un sueldo de aprendiz.
Pero no me quejo, me llega para poder vivir.
Quiero ser electricista y voy a clases nocturnas.
¿Sí?
No lo sabía.
Quieres ser electricista, ¿eh? Electricista...
Sí, eres listo. Así pronto podremos vivir juntos.
En mi trabajo se vive una crisis terrible.
No le veo mucho futuro.
Y, además, yo ya tengo una edad.
Oye, si me llamas, me crearás problemas.
¿Por qué? Sólo llamo y digo que soy tu madre.
Y la telefonista de la fábrica me atiende amablemente.
En el pueblo, todo el mundo sabía dónde trabajabas.
Yo...
Yo me moría de vergüenza, por eso me fui.
- Todo eso ya ha pasado. Olvídalo. - Calla. ¿No te da vergüenza?
¡Maldita seas!
¿Qué te pasa? ¿Cómo puedes insultar a tu madre?
Quería que a mi hijo no le faltase nada.
Por eso me dediqué a este oficio. ¿Cómo puedes criticarme?
- Pues no esperes nada de mí. - ¿Cómo?
Oye, Suichi.
Mi oficio ya no tiene ningún futuro.
El gobierno prohibirá la prostitución.
¿Cómo voy a sobrevivir? Sólo te tengo a ti en este mundo.
Llevo años deseando vivir contigo.
Lo eres todo para mí, sí.
De modo que no te enfades conmigo, ¿vale?
Vete, ya no existes para mí.
No quiero verte más.
Prefiero no tener madre que tenerte a ti.
Suichi.
¿Cómo puedes decirle algo tan cruel a tu propia madre?
- ¡Suéltame! - ¡Suichi!
¡Perra!
¡Suichi!
¡Suichi!
¡Suichi!
¡Suichi!
- Anda, guapo, quédate. - Aquí está lo que han pedido.
Ya han llegado. Trae eso aquí, os invito a todas.
- ¿De veras? - Muchas gracias.
Yumeko, Mickey nos invita, ¿no vienes?
Muchas gracias.
Chicas, desde lo de su hijo, Yumeko está muy rara.
- Qué hijo tan cruel. - Todo el mundo es egoísta.
La gente se llena la boca hablando de su familia,
pero según cómo, adiós muy buenas.
Todo se hace por interés.
Coge ése. Sobra uno, cómetelo.
Adelante, chica.
Anda, come.
Muchas gracias.
Qué rico.
Es lo mejor que he comido en mi vida.
Estaba muerta de hambre. Dime, ¿de dónde vienes?
De la isla Kyusho. De Ishuka.
¿Qué? ¿De Kyusho? ¿Y por qué has venido aquí?
Mi padre trabajaba en la mina,
pero tuvo un accidente.
Pobrecilla, tan joven y va a tener que aceptar clientes.
Todas hemos pasado por eso, y ella tiene una ventaja:
La primera noche cobrará mucho por ser virgen.
Hola, Yorie, cielo.
¡Vaya!
- ¿Y Yumeko? - Ahí la tienes. Mira, Yumeko.
Yumeko, ¿qué hay, cielo? Dime...
Vaya, ¿otra depresión? Yo te la curaré.
Anda, vamos.
De tanto estar en el campo, echaba de menos los cosméticos.
Quiero que seas mía, cielo. ¿No te alegras de verme?
No estés triste, ¿quieres dinero? Tengo tanto que...
Soy la esposa de Osamu Kadowaki. Sí.
<i>Soy una doncella</i>
<i>que viene de Manchuria</i>.
<i>Una rosa fresca</i>
<i>con la piel de marfil</i>.
<i>Hoy, el sol,</i>
<i>arde ya en mi seno</i>
<i>y me llama</i>...
Yumeko.
¡Señor! ¡Señor!
¡Señor! ¡Señora!
¡Yumeko!
¡Yumeko!
Suichi. Suichi. Suichi.
- ¡Suichi! - Cuidado, Yumeko.
- Cuidado. Hijo... - Yumeko.
- Esta vez se ha vuelto loca. - Otane, avisa al médico, a Miyasaki.
Aparta. Apartad.
<i>Voy a mi boda</i>
<i>en carroza de flores,</i>
<i>para entregarme</i>
<i>al dueño de mi amor</i>.
<i>Soy feliz</i>
<i>y acudo sin temor</i>...
- ¿Qué ha pasado? - Nada importante.
¿No?
...<i>viviré siempre feliz</i>.
<i>Sé que mi amor</i>...
- ¿Ya has saldado tus deudas? - Sí, todas.
Cuánto me alegro.
Nos vamos de luna de miel. Ve a prepararte.
- Es demasiado precipitado. - Mira, ya tengo los billetes.
Iremos a Beppu, a un balneario.
- Aoki. - ¿Qué?
Aunque me casara contigo, no funcionaría.
¿Por qué?
Porque he vendido mi cuerpo a muchos hombres.
Tarde o temprano, eso te haría sentir incómodo.
- Vamos, no soy tan celoso. - Da igual. No me voy.
Yasumi, me has engañado.
Te he conseguido el dinero porque me dijiste que te casarías conmigo.
Oye, te lo pedí
para salir de este negocio y de este mundo tan humillante.
Has perdido la cabeza por una puta. Tranquilo, no eres el primero.
O sea que nunca has tenido la intención de casarte conmigo.
- Me has engañado. - Vamos, pégame.
Eres un hombre de negocios, ¿no?
Tal como tú vendes tu género, yo vendo mi cuerpo.
No es tan diferente.
Has negociado mal. La culpa no es mía.
Les cogí el dinero a mis jefes, lo robé.
Sin ti, todo me daba igual, así que cogí el dinero de la tienda.
Por eso huyo.
Por favor, ven conmigo.
Por favor, ven conmigo. Ven, te lo suplico.
Vaya, de haberlo sabido, no lo habría aceptado.
Oye.
Devuélvemelo. Ese dinero vale más que mi vida, por favor.
Para mí también es importante.
Si me quieres de verdad, olvídate del dinero.
Devuélvemelo. Si lo recupero, no me denunciarán.
Por favor...
Suéltame. ¿Cómo voy a quererte si eres débil?
No quiero verte más.
¡Señora!
¡Señor! ¡Señor!
¡No!
¡No!
¡Yasumi! ¡Cógele!
¡Yasumi!
- Otane, rápido, llama al médico. - ¡Que no escape!
Yasumi, ¿me oyes? ¡Yasumi!
¡Yasumi!
¡Yasumi! ¡Yasumi! ¡Yasumi!
Adiós.
Venid a verme. Os espero. Adiós.
Una enloquece y a la otra intentan matarla.
Venga, hay que cerrar. Menuda noche.
<i>Política: Nuevamente la ley contra</i> <i>la prostitución ha sido rechazada</i>.
<i>Tras varios meses de debate,</i> <i>hoy el texto ha sido rechazado</i>.
Ahora, su lugar de nacimiento.
- Buenas noches. - Hola.
- Mino, provincia de Shimane. - Sí.
- Hola. - Buenas noches.
Gracias por sus servicios.
Esta noche, que descanse. Mañana podrá trabajar.
- Gracias, doctor. - Gracias.
- Gracias por su visita. - ¿Se han llevado a Yumeko?
- Hace un momento. - No merecía acabar en un manicomio.
- Pobrecilla. - Buscaremos a ese individuo.
- Bien. Gracias. - Gracias por tu trabajo.
- Otane. - ¿Sí?
- Ve arriba y cuida de Yasumi. - Sí.
<i>Tras mucha polémica,</i> <i>las mujeres del país</i>
<i>han contemplado cómo,</i> <i>por cuarta vez en poco tiempo,</i>
<i>esta ley no alcanzaba</i> <i>su referendo parlamentario</i>.
- ¿Lo ves? No la han aprobado. - Los ciudadanos no lo admitirían.
Es verdad.
<i>Pero la polémica</i> <i>sigue en la calle,</i>
<i>y los partidarios de la ley pueden</i> <i>intentar de nuevo su aprobación</i>...
Anda, prepárame un sake. E invítalas a todas a sushi.
Buena idea, enseguida.
- Os invitamos a sushi. - ¿Lo veis? Acabó como os dije.
Hanae, tu trabajo seguirá dándoos de comer a ti, a tu marido y a tu hijo.
Yorie, no tendrás que trabajar en una fábrica.
Mickey, si necesitas dinero, te lo prestaremos.
Los dueños de los locales
cumplimos una función social que el gobierno olvida.
Sólo nosotros pensamos en vosotras.
Los del parlamento y el ayuntamiento desconocen todos vuestros problemas.
Somos vuestros únicos aliados. ¿Está claro?
A partir de mañana, trabajaréis a plena dedicación, ¿eh, chicas?
- Sí. - Srta. Hanae, venga.
- ¿Yo? - Sí.
- Vamos, ¿y el sushi? - Sí.
Shizuko, llama a Matsunoya. Cinco raciones.
- Anda, bebe un poco. - Gracias.
Cariño, te tengo dicho que no vengas aquí.
- El dueño del piso nos ha echado. - No...
Habrá que dormir en un descampado. Me da miedo que el niño enferme.
Dios mío, eso es terrible.
Sí. Estaremos en el parque de atracciones.
Cariño.
Espera, iré contigo.
Hablaré con mis jefes.
- Me dejarán dinero para el alquiler. - ¿De veras?
Hola, bienvenido a mi tienda.
Le agradezco muchísimo el regalo de las flores. Gracias.
No tiene importancia. ¿Cómo has podido montar una tienda tan grande?
- Siéntese. - Tienes madera de negociante.
- Todos me han ayudado. - Eres una triunfadora.
Estoy orgulloso de ti. Los diputados tendrían que ver tus progresos.
- Vamos, no exagere. - Señora.
- ¿Y la ropa de cama? - Enseguida.
- Pon estas fundas de almohada. - Sí.
- Enseguida está todo. - Sí, sí.
¿No hay un kimono más bonito para esa chica?
- ¿Qué te parece éste? - No me entusiasma.
Una chica que se estrena debe llevar un kimono llamativo.
Señora, buenas tardes.
Muchas gracias por hacerme un regalo por la apertura.
- De nada. ¿Qué tal el negocio? - Gracias a Dios, saldré adelante.
- A propósito, gracias por el pedido. - Cojines y ropa de cama.
- Sí. - ¿Cuánto es? Hazme descuento.
Desde luego. Son 7.000 yenes.
- Pero ya me lo pagará cuando venga. - Bien.
Le he traído un obsequio. Quiero que las prueben.
Muchas gracias.
Tengo un futón de invierno para arreglar. Otane.
¿Sí? Gracias por su confianza. Anda, ve con ella.
Sí.
Señora, ya sabe que tiene mi tienda a su disposición.
- De acuerdo, que tengas éxito. - Gracias, señora.
Ya está, toma. Mickey.
Hola. He abierto una tienda de ropa de cama.
Chicas, me tenéis a vuestra disposición.
Y además, si lo necesitáis,
también os puedo prestar dinero.
Qué descaro. Arruina al dueño hasta que se fuga.
Y luego se queda incluso con su negocio.
Aoki estaba loco por ella, pero no creo que duerma tranquila,
ha engañado a mucha gente.
Si no engañas, te engañan.
Si no es actuando como ella, ni en 100 años sales de este mundo.
Es muy lista.
- Hasta luego. - Ése es el futón de Yumeko.
Lo arreglan para espantar la mala suerte.
¿Qué estará haciendo Yumeko?
Estará soñando.
La piel de las jovencitas resalta con el maquillaje, ¿eh?
¿Qué te parece?
Vestida con ropa elegante, ganarás muchísimo dinero.
Oye, Shizuko, tú ya no eres una niña.
Sabes de qué va la cosa.
Si hago que te estrenes, es, sobre todo, por tu bien.
Tu madre, que está en el pueblo,
quiere que le mande dinero.
Lo necesita para vivir, y tú no querrás que ella lo pase mal.
Por eso empezarás a venderte.
Ganarás mucho dinero.
Las chicas jóvenes cobran más.
Y la primera noche, por ser virgen, más aún.
¿Ya te vas? Venga, quédate.
Qué guapas sois. Mirad lo que tengo aquí.
Toma.
¿No tienes otra salida?
De veras, ¿no tienes otra?
Oye, hazlo, pero hazlo a lo grande.
Muchas chicas decentes pierden la virginidad con un canalla y gratis.
Yo te enseñaré. Anímate, venga.
Tú, guapito, no te vayas, que nos divertiremos.
Guapetona.
Oye...