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Mi historia empieza un día, hace 10 años
cuando trabajaba como arqueóloga en Queensland central
en el mismo trabajo que hago generalmente:
visitar yacimientos arqueológicos aborígenes.
Estaba en el campo, en una zona de construcción
así que tenía las botas de punta de acero, el chaleco reflectante,
el casco; todo eso.
Terminé el día acalorada, cansada, sudorosa y me fui a casa.
Ni me ***é en sacarme las botas ni el chaleco.
Fui directo a la heladera y saqué una cerveza fría
y salí al porche de mi casa.
Vivo en Queensland y, como saben,
allí no hay horario de verano
Así que ya a esa hora está muy oscuro.
Y cuando miro al cielo,
veo la Vía Láctea en todo su esplendor.
Estoy recostada en mi silla, tomando cerveza
y, de pronto, una idea surge en mi cabeza.
Entre todas esas estrellas
algunos de esos puntos brillantes probablemente sean satélites
y, quizá, alguno de ellos, bastante antiguos.
Probablemente tengan algún potencial arqueológico.
Este fue el momento revelador para mí.
En ese momento decidí que iba a intentar averiguar
si se puede aplicar la arqueología a la exploración espacial.
Luego de meditarlo mucho, decidí que no podía
llevar a cabo esa idea desde Queensland,
así que renuncié a mi trabajo,
guardé todas las cosas de mi casa en un depósito
y me embarqué en ese viaje.
Como todas las misiones espaciales
mi viaje comenzó en la superficie terrestre.
Así que empecé a visitar bases espaciales.
Fui a Estados Unidos.
Viajé a Woomera, en los desiertos del sur de Australia.
Y viajé a Sudamérica.
Empecé a investigar en museos y archivos espaciales
desde Canberra hasta París.
También empecé a ir a conferencias espaciales
donde la presencia de un arqueólogo,
por empezar, causa cierta sorpresa.
(Risas)
Luego me ofrecieron un trabajo en la Universidad de Flinders
en el departamento de arqueología.
Esto me dio la oportunidad
de hacer investigación como parte de mi trabajo.
Hoy me gustaría mostrarles
algunos de mis yacimientos arqueológicos favoritos
y algunos de mis artefactos favoritos
en el resto del sistema solar.
Imagínense que la Ópera de Sydney
es un avión espacial gigantesco
y que estamos sobre la pista
en la base espacial de Sidney a punto de despegar.
Vamos a ser los primeros turistas del espacio;
auténticos turistas del espacio.
Los llevaré a la órbita baja terrestre
y luego a la luna.
Vamos a ir de una escapada a Venus y,
finalmente, llegaremos al límite del sistema solar.
Empecemos por la órbita baja terrestre
Esta es la zona de entre 200 km y 2000 km
sobre la superficie terrestre
llena de basura o chatarra espacial
y, como muchos sabrán, esto representa en nuestro tiempo
un serio problema ecológico.
Dependemos de muchos servicios satelitales para la navegación,
para la telecomunicación,
para la observación del planeta.
Dependemos de todo esto, incluso de los cajeros automáticos.
Cada vez que usan un cajero automático,
este funciona con señales satelitales.
Pero hay tanta basura espacial que está empezando a interferir.
Por lo que, sin duda, algo debe hacerse al respecto.
Pero, antes de tratar de deshacernos de todo esto,
mi pregunta es:
¿Tiene algo de esto algún significado cultural para nosotros?
¿Acaso este es un patrimonio valioso y queremos hacer
algo sensato respecto de esto
en lugar de destruirlo sin más?
Por citar algunos ejemplos,
les mostraré 2de mis artefactos espaciales preferidos
El primero es Vanguard I.
Fue lanzado en 1958 por EE.UU. y es, actualmente,
el objeto hecho por el hombre más antiguo en la órbita terrestre.
Es un satélite especialmente interesante porque fue parte de la
confrontación que en la Guerra Fría
había entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Pero como Estados Unidos quería promover una cierta
imagen del espacio, como lugar de paz y democracia,
hicieron algunas cosas realmente interesantes.
Se acercaron a un número de países para instalar
estaciones de seguimiento de satélites, incluso en Australia.
También armaron grupos de voluntarios, a los que llamaron
grupos Moonwatch, para que ayuden a avistar e informar
sobre de la trayectoria de los satélites.
Aquí en Australia hubo varios
de estos grupos de seguimiento.
Esto no se trataba de enfrentamiento en la Guerra Fría,
sino que se trataba de cooperación internacional
que incluía a ciudadanos comunes y corrientes,
lo que hoy en día llamaríamos ciencia ciudadana.
Pienso que esto le da al Vanguard I un especial significado social.
Es muy antiguo pero, a su vez, es algo que significa muchas
cosas para todos estos ciudadanos científicos.
Y, como el objeto hecho por el hombre más antiguo en órbita,
pienso que no deberíamos eliminarlo del cielo
si realmente no tenemos motivos para hacerlo.
Más cercano a nosotros, tenemos al satélite Australis Oscar V.
En la década del 60 un grupo de estudiantes de física
de la Universidad de Melbourne, junto con sus amigos y colegas
decidieron construir y lanzar su propio satélite.
Así que se juntaron y lo diseñaron de cero.
No tenían dinero. Eran aficionados.
Por eso tuvieron que probar nuevas tecnologías.
Tuvieron que pedir piezas prestadas y hasta robarlas.
Incluso tuvieron que comprar cosas directamente
de las tiendas de electrónica.
Y estuvieron a punto de lanzar el primer satélite de Australia.
Pero les ganó de mano el WRESAT I
que fue lanzado en 1967 y construido en Australia,
el tercer país en el espacio.
A pesar de no haber sido los primeros en lanzar
un satélite australiano, lograron hacerlo en 1970
desde la base de las fuerzas armadas de Vandenberg.
También usaron voluntarios.
Personas en 27 países del mundo
se ofrecieron a rastrear la pequeña caja negra y blanca,
y a enviar información para que esta pueda realizar
sus experimentos científicos.
Y todavía continúa en órbita.
Esta pequeña caja sigue sin problema flotando en la órbita.
Forma parte de la historia espacial de Australia y,
nuevamente, puede que sea técnicamente basura.
No obstante, pienso que es un poco más que eso.
Es un poco más interesante que eso.
Con respecto a lo verdaderamente importante en los años 60,
-- esto realmente era parte de la Guerra Fría --
En 1969 la misión del Apollo 11 aterrizó en la superficie lunar
y cambió para siempre la forma de ver la luna.
La luna siempre ha tenido un rol esencial en la vida del hombre.
Gobierna las mareas.
Es la luz en el cielo que vemos de noche.
Muchos mitos y leyendas giran en torno a la luna.
Pero ahora es un paisaje del ser humano.
La Base Tranquilidad, donde aquellos astronautas pisaron
por primera vez la luna, es un yacimiento arqueológico.
Allí dejaron artefactos, dejaron huellas.
Nosotros podríamos analizar esas huellas y esos artefactos
para aprender algo sobre ese extraordinario encuentro
con este paisaje.
A su vez, Estados Unidos clavó una bandera
e imágenes recientes del módulo orbital de reconocimiento lunar
nos mostraron que la bandera se ha caído.
Considero que hay suficiente evidencia de esas imágenes
para, quizá, rebatir las teorías conspirativas.
Realmente aterrizamos en la luna.
Lo interesante de la bandera es que, normalmente,
se la considera como un símbolo de colonización.
Y, conforme a las condiciones del Tratado del Espacio Exterior,
que se dictó un par de años antes de 1967,
ninguna nación puede hacer un reclamo territorial del espacio.
El espacio es patrimonio de la humanidad.
Esto es interesante.
Colocan una bandera en la superficie lunar,
y esto generó un poco de controversia,
pero la comunidad internacional decidió
interpretar esto como una acción hecha
en nombre de toda la humanidad.
Pero esto es materia de interpretación.
Hoy en día países como China, India, Estados Unidos,
y el resto de los partícipes en materia espacial
consideran volver a la luna
y existen recursos en la luna que pueden ser usados.
Así que, estos símbolos podrían cambiar su significado.
Y pienso que esa es una característica muy interesante
de cómo puede usarse ese objeto
en la dimensión social y política del espacio.
Ahora dejemos la luna y vayamos
a un planeta que muchos olvidan.
Mientras toda la actividad giraba en torno a la luna,
los rusos dedicaron mucha de su energía
entre 1960 y 1980, a Venus.
Enviaron una serie de misiones de aterrizaje, llamada Venera.
Hasta ese momento nadie sabía realmente cómo era Venus.
Hasta se llegó a pensar que podía haber vida allí.
La gente especulaba con la existencia de océanos pantanosos
lleno de ranas verdes telepáticas o de hermosos ángeles cantores.
Cuando las misiones Venera regresaron con las primeras imágenes
descubrimos con tristeza que ninguno de estos seres existían.
Venus es simplemente un gran desierto marrón.
Estos pequeños artefactos espaciales son algunas de
mis cosas preferidas. Para mí, se asemejan un poco a los daleks.
Pero también son muy interesantes.
Aterrizaron por sí solos en Venus.
La foto que ven aquí
es una imagen tomada desde abajo del artefacto espacial.
Es muy personal.
Es como si sintieran la nave espacial en la foto.
Y nos enviaron estas imágenes de otro paisaje,
de un lugar que todavía no hemos visitado en persona.
Para mí, ellos sienten como si los hubiéramos abandonado allí.
Son pequeños huérfanos, completamente solos,
esperando que alguien vaya a buscarlos.
Se están planeando mandar algunas misiones a Venus
así que, quizá, eso suceda.
A pesar de que las condiciones son muy severas, estoy segura
de que todavía están sobreviviendo bastante bien
en la superficie del planeta.
Así que Venus ahora es más que solo un lugar lejano.
Es un paisaje de la humanidad.
Y estas sondas Venera son nuestros representantes
en la superficie de Venus.
Hay tantos otros lugares que podríamos ver en medio.
Pero los llevaré directo al límite del sistema solar.
Solo hay 4 artefactos espaciales que han llegado tan lejos.
Los Pioneer X y XI han viajado más allá de nuestro alcance.
Ya no tenemos ningún contacto con ellos.
Los Voyager I y II están en la frontera; quizá estén por
pasar al espacio interestelar en cualquier momento.
Pasan noticias sobre esto constantemente.
Así que están llegando a los confines del sistema solar
y están empezando a adentrarse en la galaxia.
Son los huérfanos por excelencia.
Son muy pequeños y están muy solos allí,
y solo hay un lugar en la Tierra
que los sigue escuchando, captando sus señales:
la estación de seguimiento Deep Space de Canberra.
Así que el Voyager nos manda su débil señal y nosotros así
sabemos que todavía está allí.
Son nuestros sentidos que se extienden hasta el mismísimo
límite del sistema solar, y eso solo lo logran los dos Voyagers.
Elegí el Voyager II porque es mi preferido.
Todos le prestan más atención al Voyager I porque,
como recorre una trayectoria menor, va a llegar antes.
Así que todos se olvidan del Voyager II; por eso me gusta más.
(Risas)
Estas dos pequeñas sondas espaciales también tienen
los famosos discos de oro.
En estos discos se grabaron ejemplos
de todos los idiomas del planeta
quizá no todos, pero sí una gran cantidad de ellos.
Contienen música, sonidos. Todo tipo de cosas.
También se grabaron dos canciones aborígenes con la
ayuda de una antropóloga en el desierto de Australia central.
Y pienso que esto es extraordinario.
Así que en este momento en Australia tenemos
una nueva política espacial.
No tenemos una agencia espacial; quizá nunca la tengamos.
Pero la cultura aborigen nos está llevando hacia las estrellas.
Así que, cuando pensamos en todos estos artefactos y lugares,
estas son interacciones físicas del hombre con el sistema solar,
con el ambiente espacial.
Las cosas de las que hoy, en particular, decidí hablarles
son de las cosas que me atraen especialmente, porque muestran
historias muy diferentes sobre lo que ocurre en el espacio.
Se trata del público que se involucra con el espacio.
Se trata de aficionados que lanzan con éxito un satélite.
Se trata de planetas y de partes del sistema solar.
Quizá nosotros no podremos viajar a estos lugares
pero sí pueden hacerlo nuestros avatares robóticos,
y con ellos interactuar.
Nos hacen recordar que el espacio no solo está vacío
y que es vasto, *** y oscuro,
y en algún otro lugar allí afuera.
Sino que, de hecho, somos parte de él.
Estamos conectados a la órbita terrestre,
al mismísimo límite del sistema solar.
Así que el espacio es algo con lo que deberíamos
sentirnos conectados, y no todo lo contrario.
Nuestro patrimonio cultural, estos lugares y estos artefactos
demuestran el tipo de relaciones
y significados que le podemos dar a estos lugares espaciales.
Esto es importante para nosotros
porque existen muchísimos recursos en el espacio.
Hoy en día se están planeando explotaciones mineras
en asteroides y en la luna. Las órbitas y los espectros
están bajo la presión de emprendimientos comerciales.
Por supuesto, también hay un gran interés militar en el espacio.
El asunto de la CIA... me había olvidado de eso.
(Risas)
Necesitamos tener incidencia en lo que pasa en el espacio.
Es también nuestro patrimonio cultural.
Estos son lugares valiosos para nosotros,
no solo para los gobiernos.
En definitiva, la arqueología espacial
es algo que nos conecta a nuestro pasado en el espacio
y a nuestro futuro en las estrellas.
Y ese futuro depende de Uds. y de mí.
Gracias.
(Aplausos)