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Cuentacuentos
La Cebra Camila, de Marisa Núnez
Ilustraciones Oscar Villán
Allá donde se acaba el mundo,
en el país donde da la vuelta el viento,
vivía una pequeña cebra llamada Camila.
Como en aquel lugar el viento era tan travieso,
Camila tenía que andar con mucho cuidado
para no perder su vestimenta.
Su madre le decía
Camila, Camila, no salgas de casa
sin calzones ni tirantes.
pero Camila cada día era más grande
y los tirantes y los calzones
le empezaban a molestar.
Camila soñaba con acostarse
en la hierba sin aquellas prendas ajustadas.
También soñaba que el viento
la llevaba rodando por los campos.
Un día, Camila salió de casa
sin hacer caso de los consejos de su mamá,
y no te olvides de los tirantes y los calzones, Camila.
...¿Qué fue lo que pasó?
Pues que, por arte de malos vientos,
dejo de ser una cebra listada
y se convirtió en algo parecido
a una mula blanca con camiseta de rayas.
Al verse así, blanca y desharrapada,
Camila se echó a llorar.
Y lloró SIETE lágrimas de pena
por las rayas perdidas.
Después se quedó pasmada,
mirando para una serpiente
que estaba mudando la camisa.
¿Por qué lloras? - le preguntó la serpiente.
Porque el viento bandido se ha llevado
las rayas de mi vestido
respondió la cebra Camila.
Acércate. Acércate.
Te daré un anillo para que lo pongas en una pata
dijo la serpiente.
Que parecía guardar muchos secretos
Camila siguió andando con un anillo en la pata ...
y un poco menos de pena.
Pero se le cayeron SEIS lágrimas
por las rayas que le faltaban.
Después se quedo ...
mirando para un caracol
que asomaba los cuernos al sol.
¿Por qué lloras? , le pregunto el caracol.
Porque el viento bandido se ha llevado las rayas de mi vestido
respondió la cebra Camila.
Acércate. Acércate.
Me subiré a tu panza y trazaré alrededor
una rayita de plata que te irá que ni pintada.
Camila siguió caminando,
con un anillo en la pata,
una rayita de plata...
y un poco menos de pena.
Como estaba preocupada,
volvió a llorar
y se le cayeron cinco lágrimas.
Después se quedó ...
contando los colores del arco iris.
¿Por qué lloras? , le preguntó el arco iris.
Porque el viento bandido se ha llevado las rayas de mi vestido.
respondió la cebra Camila.
Acércate. Te echaré un remiendo azul,
fresquito como una seda de primavera.
Camila siguió andando,
con un anillo en la pata,
una rayita de plata,
un lindo remiendo azul...
y un poco menos de pena.
Pero se le cayeron cuatro lágrimas más
por las rayas que le faltaban.
Después se quedó
mirando como una araña estaba bordando un paño.
¿Por qué lloras? , le preguntó la araña.
Porque el viento bandido se ha llevado las rayas de mi vestido
respondió la cebra Camila.
Acércate. Acércate.
Tejeré para ti una puntilla de tul
y tu traje será más elegante.
Camila volvió a ponerse en camino,
con un anillo en la pata,
una rayita de plata,
un lindo remiendo azul,
una puntilla de tul ...
y un poco menos de pena.
Pero se le volvieron a caer tres lágrimas
por las rayas que le faltaban.
Después se quedó
escuchó una cigarra que estaba tocando una melodía.
¿Por qué lloras? , le preguntó la cigarra.
Porque el viento bandido se ha llevado las rayas de mi vestido
respondió ella, sollozando.
Acércate. Te daré una cuerda de mi violín
y tendrás un aire musical.
Camila siguió andando,
con un anillo en la pata,
una rayita de plata,
un lindo remiendo azul,
una puntilla de tul,
una cuerda de violín...
y un poco menos de pena.
Casi llegando a casa,
se le cayeron dos lágrimas por las rayas que le faltaban.
Después se quedo ...
mirando como una oca
cojeaba de una pata por que le apretaba un botín.
¿Por qué lloras? , le pregunto la oca.
Porque el viento bandido se ha llevado las rayas de mi vestido
diijo la cebra Camila.
Acércate. Ataré a tu espalda
el cordón de mi botín e iremos los dos mucho mejor.
La oca se fue feliz,
descalza de la pata que tenia espachurrada.
La cebra Camila ya había andado mucho
cuando por fin, llegó a su casa
con un anillo en la pata,
una rayita de plata,
un lindo remiendo azul,
una puntilla de tul,
una cuerda de violín,
un gran cordón de botín ...
y casi nada de pena.
Mamá cebra estaba sentada a la puerta.
Camila se acercó
y se le cayó una lágrima por la mejilla.
¿Dónde te habías metido, Camila,
que no te encontraba?
Le preguntó su mamá.
Es que el viento ...
Pero mamá cebra no le dejó seguir porque
tenía algo muy importante que decirle.
Escúchame, Camila:
ya estás muy grande,
así que va siendo hora de olvidar
los tirantes y los calzones.
Pero al descubrir la lágrima que le escurría de un ojito,
Mamá cebra intentó consolarla:
No llores.
He trenzado con mis crines
una cinta muy larga para que adornes tu melena.
Camila, que había crecido casi una cuarta,
se puso de puntillas
y le dio a su madre un abrazo grande grande,
sin calzones ni tirantes.
Y se estiró mucho para lucirse aún más
y para que su madre la viese bien,
con un anillo en la pata,
una rayita de plata,
un lindo remiendo azul,
una puntilla de tul,
una cuerda de violín,
un gran cordón de botín,
una cinta en la melena...
y ni una gota de pena.
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Nos vemos en otro vídeo.
Hasta luego.