Tip:
Highlight text to annotate it
X
Algunas técnicas biométricas
utilizadas en verificación de identidad
como el iris o la huella dactilar, poseen una baja tasa de error.
Sin embargo, suelen estar relacionadas con entornos delictivos,
lo que provoca desconfianza en la persona a identificar.
En este contexto, el Grupo de Biometría, Bioseñales y Seguridad
de la Universidad Politécnica de Madrid,
en colaboración con Ilía Sistemas S.L.,
ha observado la existencia de patrones
reconocibles en el olor corporal
que permiten identificar a un grupo de individuos
con una tasa de acierto superior al 85%.
A pesar de que el olor corporal de las personas
puede variar considerablemente por la acción de muy diversos factores,
como enfermedades, cambios en la dieta o incluso el estado emocional,
estudios realizados sobre un conjunto de 13 personas
durante 28 sesiones en días diferentes,
han demostrado la presencia de patrones
reconocibles en el olor corporal de cada individuo
que se mantienen constantes.
Este resultado abre las puertas
para mejorar la identificación personal de una forma menos invasiva
que otras técnicas biométricas utilizadas en la actualidad.
Se define epigenética
como al conjunto de los cambios genéticos y su expresión
que no se debe a variaciones de la secuencia del ADN.
Prácticamente todas las células de un organismo
poseen la misma secuencia de nucleótidos,
las unidades constituyentes del ADN.
No obstante, las células que participan en diferentes funciones
expresan distintos subconjuntos de genes
que se estabilizan por marcas epigenéticas
que se van heredando de unas células a sus hijas.
En este sentido,
el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento
en la categoría de Biomedicina, en su sexta edición,
ha recaído en el bioquímico británico Adrian Bird,
precisamente por sus descubrimientos en epigenética.
Bird elaboró un mapa
en el que se describen las regiones del ADN humano
donde se activan los genes mediante modificaciones epigenéticas;
concretamente, tras la adición de los denominados grupos metilos,
proceso denominado metilación.
Tal y como justifica el acta del jurado,
"la metilación del ADN
desempeña un papel crucial en numerosas enfermedades
y en la evolución de casi todos los tipos de cáncer".
El Dicloro Difenil Tricloroetano, o DDT,
ha estado largo tiempo presente
como compuesto principal de muchos insecticidas.
Contribuyó innegablemente a la erradicación, entre otras,
de la malaria y fiebre amarilla de muchos países.
Sin embargo, tras la denuncia en 1962
de los supuestos peligros ecológicos derivados de la utilización del DDT,
éste se acabó prohibiendo a comienzos de los 70
en un gran número de países.
Un trabajo de investigación publicado en JAMA Neurology
sugiere una clara relación
entre la contaminación residual del DDT en el ambiente
y la enfermedad del Alzheimer.
Algunos de sus derivados
pueden permanecer en el ambiente varias décadas,
encontrándose como contaminante tóxico en animales y plantas.
El estudio, realizado en la Universidad de Texas,
se centró en 86 pacientes con dicha enfermedad.
La mayoría mostró hasta cuatro veces más cantidad
de derivados de DDT en sangre, lo que, junto a otros factores,
contribuía a un deterioro cognitivo más severo
y a mayor presencia de las características
placas amiloides en el cerebro.
La polémica está servida.
Para Madri+d y UNED Televisión, José Antonio López Guerrero.