Tip:
Highlight text to annotate it
X
Solemne y fría caía la tarde sobre los marjales.
Todo estaba sumido en la quietud.
Cuando la luz iba desvaneciéndose y la niebla volviéndose más espesa,
el misterio vino arrastrándose de todas partes.
Entonces aparecieron las estrellas y brillaron en la quietud
y hubo silencio en los vastos espacios de la noche.
...El crepúsculo otoñal, y la luz resplandeciente de las estrellas,
En el fondo del marjal o en la superficie del agua está mi hogar.
Sobre reflejos de estrellas, como un rayo de luna,
danzo toda la noche en la laguna.
En mi piel pasa un tiempo inmortal.
Sumergida transcurre mi vida, la eternidad.
Ocho siglos atrás los hombres habían construido
una enorme catedral a orillas de los marjales,
o quizá fue hace siete siglos, o puede que nueve...
lo mismo les daba a las Criaturas Silvestres.
De modo que se celebraron las oraciones vespertinas,
se encendieron las velas y las luces.
a través de las ventanas brillaban rojas y verdes en el agua,
y el sonido del órgano vibró estruendoso sobre los marjales.
Vi traspasar a través de las vidrieras la tenue luz.
Se proyectaba el reflejo de las velas
en el azul del agua oscura.
No me bastaban las estrellas,
ni el canto de los avefrías,
ni como silban los juncos en la calma,
tan sólo anhelo un alma
Algo no distante del descontento perturbó a la
Criatura Silvestre por primera vez desde que fueron
hechos los marjales. La pequeña Criatura Silvestre
anheló tener alma e ir a venerar a Dios.
Y cuando las oraciones vespertinas terminaron
y se apagaron las luces, volvió llorando entre los suyos.
Sólo por un instante lloré,
pues mi pena sin alma es efímera.
El rocío en las flores dejé
de mis lágrimas vacías...
Suspiro por venerar a un dios y en mis entrañas sentir
músicas que pueda comprender, aunque tenga que morir.
Escuchad criaturas sin Dios: forjaremos un alma
con los últimos rayos de sol y con la luces del alba.
Si pudiera albergar en mi ser la belleza secreta y la música,
también tendría que conceder un lugar para las flores mustias.
Suspiro por venerar a un dios y en mis entrañas sentir
músicas que pueda comprender, aunque tenga que morir.
Escuchad criaturas sin Dios: forjaremos un alma
con los últimos rayos de sol y con la luces del alba
La parentela de los elfos salió por la noche
a hacer un alma para la pequeña Criatura Silvestre.
Recogieron una gran telaraña cubierta de rocío.
En ese rocío habían brillado todas las luces de las amplias orillas del cielo
y los colores cambiantes en los reposados espacios de la tarde.
Cerca de su morada recogieron un poco de la neblina gris
que por la noche pende sobre los marjales.
Y también pusieron en ella el canto doliente que
tienen que cantar por fuerza los juncos ante la presencia del arrogante Viento del Norte.
Y a todo esto agregaron unas pocas imágenes de las estrellas que recogieron del agua.
Sin embargo, el alma que las parientes de los elfos estaban haciendo,
todavía no tenía vida.
Entonces le agregaron las voces quedas de los amantes que caminaban
solos y errantes tarde en la noche y el alma cobró vida.
La araña asomó en el crepúsculo añil,
un lienzo tejió, meticulosa y sutil.
Su tela albergó las suaves gotas
y la humedad que el rocío quiso dejar.
Y la escarcha brilló con los colores
de la tarde y las estrellas de la noche.
Y así mi pueblo mezcló filtros de amor y dolor
con la esencia de aquella verdad.
Mi pueblo partió, dispuestos a concebir
un alma sin Dios con restos de bruma gris.
La amable canción que baila el junco y el ruiseñor
canta arrogante al sauce llorón.
Y los recuerdos de ayer en los albores
de los bosques y los vientos de la noche.
Y así mi pueblo mezcló filtros de amor y dolor
con la esencia de aquella verdad.
Y aquel alma vivió con las voces
de amantes que deambulan en la noche.
Convertida en mortal, algún día he de morir,
mi alma no puede ir a la corte celestial.
Mi cuerpo en el lecho de la muerte hecha canción.
Un alma en mi pecho, encima del corazón.
Mi ser se convirtió en una mujer bella como un ángel.
El frío me invadió, palpitó mi piel y mi alma nace.
Me cubrí con las flores y los juncos me enredé,
y dejé a lo lejos los marjales que amé,
La noche me envolvió y me resguardé en tierra de hombres.
La lumbre me templó dorando mi piel y sacié mi hambre
Percibí el secreto que se oculta en el marjal,
lo fugaz y los sueños, el misterio terrenal.
Mi ser se convirtió en una mujer bella como un ángel.
El frío me invadió, palpitó mi piel y mi alma nace
—Tengo entendido que te perdiste la pasada noche en los marjales.
Era una noche terrible para que algo así sucediera.
—Amo los marjales.
—¡Vaya! ¿Cuántos años tienes?
—No lo sé
—Tienes que saber cuántos años tienes
—Oh, unos noventa o más.
—¡Noventa años!
—No, noventa siglos. Tengo la edad de los marjales.
Soy una Criatura Silvestre, de la familia de los elfos.
Anhelaba ser humana y venerar a Dios,
tener un alma y ver la belleza del mundo.
Las Criaturas Silvestres me han hecho un alma de telaraña,
niebla,música y recuerdos extraños.
—Pero si eso es cierto, está muy mal hecho.
Dios no pudo haber tenido intención de que contaras con un alma.
¿Cuál es tu nombre?
—No tengo nombre
—Debemos encontrar para ti un nombre de pila y un apellido.
¿Cómo te gustaría llamarte?
—"Canción de los Juncos"
—Eso no es de ningún modo posible
—Entonces me gustaría llamarme "Terrible Viento Norte" o"Estrella de las Aguas"
—No, no, no, eso es totalmente imposible.
Podríamos darte el nombre de Señorita Junco, si gustas.
¿Qué te parece María Junco?
Te encontraremos un alojamiento y una ocupación en la ciudad.
Necesitan trabajadores en la fábrica de telas.
—Yo no quiero hacer nada;
sólo venerar a Dios en la catedral y vivir junto a los marjales.
Cielo gris, la ciudad despierta.
Gatos negros, miradas siniestras.
Hombres vivos en calles muertas.
Las campanas tañen inciertas.
Y una canción se derramó rota como un cristal
y una oración se elevó sobre la catedral.
Contra mi voluntad me enviaron a esta ciudad
para ganarme el pan.
Mientras las aves vuelan alto
y se dirigen al mar...
yo sigo aquí, sin respirar, en este telar
para ganarme el pan.
Mientras las aves vuelan alto
y se dirigen al mar...
Me quisiera arrancar la desdicha que me hace llorar
y poder escapar hacia el sur donde tengo mi hogar.
La vida del marjal es mejor que un alma incapaz
de mirar más allá del vacío y la soledad.
Si pudiera encontrar alguien desalmado quizás
que quisiera aceptar mi alma para hacerle volar.
Pero en este lugar sólo hay pobres cuyo capital
es su alma y su hogar, y en su pecho ya no hay lugar.
Piensan que estoy loca de amor, las gentes del lugar.
No hay compasión, ni comprensión, queda la soledad.
No había nada en esa ciudad que un alma pudiera ver de buen grado.
A las seis de la mañana, la fábrica de telas lanzaba un prolongado aullido
con el que se llamaba a los trabajadores,
hasta que al oscurecer las campanas volvían a doblar fúnebres las seis.
Un día, a la hora en que las máquinas descansan
y los seres humanos que las atienden descansan también,
el viento llegó de la dirección de los pantanos,
y el alma de María Junco se lamentó amargamente.
Entonces, como se encontraba fuera de los portones de la fábrica,
el alma, de modo irresistible, la instó a cantar.
Hora tras hora, hilando el telar, brazos gigantes de acero
unen la lana y vuelta a empezar, por un poco de dinero.
Encerrada en la oscuridad.
Ciegos son los hombres, mudas son las noches
¿Dónde está mi libertad?
Y tras el día las luces se van y por las noches espero
ver las estrellas sobre la ciudad brillando como luceros,
complacida al saber que aun están.
Ciegos son los hombres, mudas son las noches
¿Dónde está mi libertad?
Fuego en las nubes, humo en las luces
¿dónde está mi libertad?
Y mi voz se alza como un clamor,
aliviando el dolor.
Noche tras noche mi voz
grita, llora, canta por la ciudad,
traspasando el umbral
de la locura sin fin.
Aquella canción desolada le salió de los labios como un himno a los marjales
Y en la canción se expresó plañidera
la nostalgia que sentía por su hogar
y por el sonido ululante del Viento del Norte.
Dio la casualidad que en ese momento pasara por allí
un afamado tenor inglés, en compañía de un amigo.
Se detuvieron y se pusieron a escuchar.
De modo, que en la vida de María Junco se produjo un cambio.
Se dirigieron cartas y finalmente se dispuso que
tendría un papel protagónico en la Opera del Covent Garden.
Los nacidos al anochecer me pudieron ver
antes de transformarme en mujer.
Una criatura inmortal en realidad
de los Elfos una más.
Pero mi curiosidad una noche me traicionó.
De mi linaje huí para estar ahora aquí
y venerar a vuestro Dios.
Sentir el misterio celestial y lograr soñar.
En mi alma hay amor, en mi alma hay dolor
y no hallo libertad... si, acaricio el fin,
regreso al marjal, por fin, mi hogar.
Mi canto cautivó a las almas de todos los presentes,
pero alguien no escuchó mi triste papel, entre aquella gente.
Maria Junco desapareció apresurada del escenario;
volvió a aparecer corriendo por entre el público y se precipitó
sobre Lady Birmingham, la única persona que parecía sentirse indiferente
tras el cese de aquella música fabulosa.
Y ese corazón que no quiso ver despreció mi arte,
entonces sin rencor mi alma arranqué antes de apagarse.
Y allí estaba el alma brillando en su mano,
con luces verdes y azules que giraban y giraban,
y un resplandor púrpura en el medio.
Coged mi alma, es una hermosa alma.
Escucharéis el rumor que los arroyos revelan.
Tomad mi alma, noble y flamante alma.
Comprenderéis mi canción y amaréis las estrellas.
Coged mi alma, que para mí es una carga.
Guardadla en el corazón y vivirá para siempre.
Vuelvo a ser libre, una criatura silvestre.
Regresaré en el albor a mis queridos marjales.
Lady Birmingham se sentía incómoda.
De modo que se puso el alma sobre el corazón
con la esperanza de que la gente se sentara y la cantante se retirara.
Instantáneamente un montón de ropa cayó delante de ella.
Los nacidos a la hora del crepúsculo podrían haber visto
a una pequeña criatura que abandonaba la estancia,
volviéndose invisible para el ojo humano.
Regresó nuevamente a los viejos y misteriosos marjales
para bailar sobre la imagen de las estrellas.
Y hubo un gran festejo entre la parentela de los Elfos.
Sobre reflejos de estrellas en el agua,
bailaremos hasta el amanecer...