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Cuando cuento los toques, que marcan cada hora,
y veo hundirse el día, entre la odiosa noche;
Veo la primavera cumplirse en la violeta,
y los oscuros rizos, cubiertos por el blanco;
y los frondosos árboles desnudos de las hojas
que fueran del rebaño, amparo del calor,
atado en mil gavillas el verdor del verano
con barba blanca y dura, llevado en su ataúd,
entonces me pregunto: ¿qué será tu belleza?,
ya que también te irás, con los restos del tiempo,
pues dulzura y belleza entre sí rivalizan
y raudamente mueren, viendo a otras crecer;
Nada contra ese tiempo, puede tener defensa
salvo una descendencia que rete tu partida. �