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Estamos en un coqueto café
situado en el distrito residencial (medina) de Casablanca
y no hay una regla específica que le prohiba la entrada a las mujeres,
pero es el tipo de lugar en el cual no le gustaría ser encontrada
a una mujer que se respete a si misma,
y eso justamente lo transforma en un lugar fantástico,
pues es un lugar en donde los hombres se sienten cómodos
y donde se pasan todo el día fumando principalmente Hachis
y bebiendo este espesísimo café que es como petróleo,
que es tan fuerte, que podrías parar una cucharita sobre el
y es por eso que te dan tantos terrones de azúcar
y es una obsesión aquí en Marruecos,
es otra obsesión masculina en Marruecos
el sentarse en cafés todo el día,
y lo genial es que es honorable,
es la cosa más honorable que un hombre puede hacer.
En occidente, si te lo pasas todo el día sentado en un café
simplemente holgazaneando, serás visto como un vago.
Pero en Marruecos es visto como una actividad genial,
y yo pienso que es una gran cosa,
es un pilar para los hombres en la sociedad.
Cada mañana, estos hombres son echados de sus casas por sus mujeres,
con unos pocos dirhams para sentarse en el café,
y los muchachos, se lo pasan genial.
Es el pináculo de la fraternidad masculina,
es una pequeña porción de paraíso,
y el café también es genial.