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Giandomenico Tiépolo es un artista
que forma parte de una familia de artistas venecianos.
Una personalidad potentísima,
extraordinariamente influida por la también potentísima personalidad de su padre,
pero con rasgos característicos, con rasgos diferenciales,
con elementos que permiten identificar perfectamente
tanto su estilo como su personalidad artística: pintura detallista,
minuciosa, muy dibujada; y muy colorista también,
como corresponde con un artista veneciano
y una familia que se consideraba a sí misma como los herederos de Veronés.
Las dos pinturas que han sido integradas
en la exposición de "La belleza encerrada"
son dos obras fundamentales de su catálogo.
Él repitió en diversas ocasiones estas mismas composiciones
que tienen todo el sello de su personalidad,
características que definen el estilo de Doménico Tiépolo,
elementos de la “Commedia dell'arte” italiano,
de la “Commedia dell'arte” veneciano:
sacamuelas, mendigos, vagos, paseantes,
personajes que no sabemos exactamente qué es lo que hacen ahí
y que realmente tampoco realizan ninguna actividad que podamos identificar.
Estas escenas están centradas en un tema, podríamos considerarlo tema,
aunque en realidad es una mera anécdota, que constituye el eje de la narración.
También tendríamos que entrecomillar esto de la “narración”,
porque en términos estrictos no existe.
En este caso, se trata de un sacamuelas, un vendedor de elixires
y en el cuadro que tengo más a mi derecha, "El mundo nuevo",
es una cámara de maravillas, son unos personajes
que concentran toda su atención
en unos ventanucos por los que se ve un universo.
Dentro del universo “tiepolesco”, es un reflejo del reflejo,
de una fantasía dentro de otra fantasía,
lo cual conviene muy bien al mundo de los Tiépolo.
Otro elemento que define muy bien la personalidad de Doménico,
es la relación con todos nosotros, con el público que observa las pinturas.
En realidad, se produce una relación muy extraña,
muy característica, muy anormal podríamos decir, por infrecuente.
Los personajes de esta pintura
permanecen absolutamente ajenos a nosotros, no existimos.
Doménico parece como si no nos tuviera en cuenta
a la hora de pintar sus cuadros, a la hora de componer sus pinturas.
Los personajes están ensimismados en su propio mundo,
que como digo no es el nuestro, incluso nos llegan a dar la espalda.
Hay algunos especialistas en Tiépolo
que han hablado de los “antirretratos tiepolescos”.
Esto significa que sobre todo Doménico, el artista que nos ocupa,
mantiene una relación difícil con nosotros.
Los elementos más característicos de un retrato,
las manos, las caras, permanecen ausentes, es decir,
estos personajes nos dan la espalda.
Como digo, tienen una vida autónoma, al margen de nosotros,
podríamos decir que no tienen en consideración la presencia del público
y eso los convierte en personajes muy característicos de su pintura
y además manifiestan esa extraordinaria personalidad, que caracteriza su obra.