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Hola, buenos dias.
Bien, me gustaría comenzar diciéndoles que soy un caminante,
así, medio solitario.
Y tengo por costumbre tener a mi lado, siempre, mi cámara de fotos,
Generalmente ella es mi compañera.
La mayoría de las veces.
Y es curioso como ella, colgada de mi hombro,
a todos los lugares que voy,
las personas están acostumbradas, primero, a identificarme como aquel muchacho
que anda por ahí fotografiando cosas.
Y después, cuando las personas se van aproximando,
la fotografia termina siendo, el asunto que nos une
La persona llega y dice, o si nunca fotografió o si le gusta la fotografía,
y curiosamente, aun en los lugares más distantes,
hablar de fotografia es hablar de cómo la gente vé el mundo,
de cómo la gente se vé, de identidad, de memoria, de vida y muerte, de verdad, de fábula.
Y esto es, lo que les quería contar,
una de esas experiencias en un pueblito, llamado Nazaré de Mocajuba,
en el nordeste del estado de Pará,
un pueblito aislado, distante de Belém unas 3 horas de auto,
donde la mayor parte de la gente camina sobre la tierra.
un pueblito muy pequeño, de dos calles de tierra,
al borde de um rio, el rio Mocajuba,
Donde las personas viven de lo que plantan y de lo que pescan
Quedé encantado por el lugar, al principio,
empecé a convivir, a envolverme con las personas, con lo cotidiano del pueblito.
En fin, y com esa geografía absolutamente encantadora.
Y lentamente, fui comenzando a ser bienvenido por el pueblito,
reconocido por sus habitantes
y, así, la gente fue construyendo lentamente una tela de afecto,
que en realidad considero que es la base de lo que hago.
Una de las fiestas que me emocionó mucho, fue la fiesta de los muertos,
que se celebra el día 2 de noviembre,
y la cual es llamada de “iluminación”.
Ellos decoran todo el cementerio
y, a la noche, iluminan el todo el cementerio y llevan comida,
y todos se sientan, conversan y ríen y no hay tristeza ni resentimiento,
Pero si un sentimiento de revisión permanente
Para mi, así, el principal sentido de la memoria,
el sentido más noble y verdadero de la memoria.
Y eso me encantó,
y eso me encantaba cada vez más.
Y viendo qué recorte lindo en el cuál entraba en contacto
Un hecho, en realidad, determinó el comienzo de mi trabajo,
que nunca sé como va a suceder.
Una señora me pidió una fotografía.
Ella me dijo: “ah, mi hijo, podrías hacer una foto para el documento?
Preciso de un material para el documento” Yo le dije, “Ah, claro”.
Y, a partir de entonces, cuando le entregué el trabajo,
comenzó una avalancha de pedidos.
“Ah, tengo una tia que se está muriendo, y no tenemos una foto de ella…”
Entonces, una serie de fotos comenzaron a suceder
y decidi, en realidad, quedarme en el pueblito en la condición de retratista del lugar.
Y, fue un lindo momento, un momento de participación encantador,
en el cual comencé cada vez más a aproximarme de las personas
teniendo a la fotografia como vector, como instrumento de aproximación.
Y, curiosamente, comencé a percibir una cierta actitud en el momento de fotografiar,
una actitud solemne, digna, linda, que me encantaba profundamente.
Y que también, no se refería solamente a las personas mayores,
también a los niños, como Lucas, que de una forma altanera, miraba a la cámara,
Doña Francisca, muy bonita, sosteniendo su pollera
En fin, fue uma serie enorme de fotografías que realicé.
Ahí está el Sr. Carmelino el que hace los ataúdes en el pueblito.
Las urnas funerárias.
Y también, la televisión llegando,
era el período en el que la luz eléctrica estaba llegando, la televisión,
y un cierto cambio en el comportamiento, en el acto fotográfico.
Ese era el dia que entregaba los pedidos,
las colocaba en una cuerda para colgar la ropa y le ponía dentro un pedacito de papel
con el nombre de la persona que me había hecho el pedido, y la persona que podía venir a buscarla.
Tenía una beca de investigación,
entonces, eso me daba la tranquilidad de no tener necesidad de cobrarles por el servicio,
es un pueblito en donde casi no existe el dinero.
Entonces, tenían la oportunidad de obtener una fotografía
que, para ellos, era genial.
También, comenzaban a aparecer imágenes desgastadas por el tiempo,
que es muy triste, ellos me mostraban que estábanse perdiendo.
Comencé también a trabajar en la recuperación de esas fotos
y así devolverle al pueblito, esa memoria que estaba siendo perdida.
Hasta que, por fin, comienzo a entrar más en las casas
y comienzo a depararme con objetos super personales, con las caras de los dueños.
y miraba, y a veces pasaba una persona por detrás del tejido,
y yo me quedaba mirando.
Y aquello fue muy encantador y comencé a proponerles cambios.
Le dije: “Y si yo le diera una cortina nueva, usted me daría esa cortina ?”
“Pero esta vieja, mi hijo”. “No, porque me parece linda”
A partir de ahí, las personas comezaron a hacer câmbios, sábanas, hamacas paraguayas.
Y comencé, en realidad, a transponer a todas las personas en la computadora
para una solarización.
Y mi cuerpo, lo utilizaba como medida.
En el momento de un abrazo, en el momento de un contacto veía,
“el Sr. Susano me da justo aqui”
y anotaba su tamaño y sacaba su tamaño para el tamaño real.
Y fueron varias las personas que escogí.
Y, por fin, comencé a reproducir la persona sobre su objeto personal,
y en tamaño real.
Doña Benedita, cuando se dio cuenta, se quedó en silencio, mirando, y dijo:
Mi Dios, nunca me imagine que era tan parecida con mi cortina”
Y dije: “Ah...”
Ella es una persona con una sabiduría increíble, y fue directo al grano.
Y Lucas, en una sábana de Pokemon, tan lindo, en el medio del Amazonas.
Don Poã, Doña Alice.
Esa es una exposición que realicé en Belén,
y que conseguí, en realidad, dos micro ómnibus
y llevé practicamente a todo el pueblito para celebrar conmigo ese momento.
Fue un momento lindo donde, principalmente,
celebramos nuestro encuentro, nuestra amistad,
el cariño que construímos.
Branca, linda, vestida de forma impecable pasó toda la noche al lado de su paño.
Las personas miraban para el paño,
ella miraba para el paño, miraba para la persona, así…..
Fue muy lindo.
Y aqui esta al revés, me disculpen,
pero esa exposición la hice en el pueblito antes de la exposición de Belén
para que ellos pudieran tener contacto, en realidad, con el trabajo,
Agarraban los tejidos, se reían, los olían, también fue un lindo momento.
Las señoras hicieron jugos de frutas que crecen en el pueblito, y celebramos.
Como algunos estaban pescando, otros estaban en el campo,
les pedi que llevasen los tejidos para las casas.
Les dije: “Ahora vamos, a dejar los tejidos en sus casas,
quien los quiera ver, va a tener que pasar de casa en casa .
Y ahí, pasé por las casas....
Branca estaba ahí nuevamente, con su tejido, que lindo.
Y entonces, termine pasando por las casas
y comencé a fotografiar los tejidos que estaban en las casas.
Y era lindo, porque el mantel, no era más un mantel.
La sábana no era más una sábana.
Había sucedido allí alguna operación mágica.
Que lanzaba aquel objeto para otra dimensión.
Esos tejidos, son piezas únicas, nunca fueron vendidos.
Ellos circulan....
Estoy muy feliz, porque han circulado bastante por el mundo.
Y espero que un día, creo que alguna institución
algún museo, va, por fin, a protegerlos.
Guardarlos mejor que yo.
Pero, estas fotos aqui, que están viendo,
que es el registro del tejido en las casas,
Éstas si las comercializamos
Ahora también, por suerte,
algunos museos y coleccionadores se están interesando mucho por las imágenes,
y el dinero es repartido, una parte se destina para la ejecución de la foto,
y la otra parte vá para el pueblito,
que tiene la libertad de decidir la mejor manera de utilizar,
de destinar ese dinero.
Quería, principalmente, aqui, colocar para ustedes,
que pienso que la cámara fotográfica
probablemente me va a continuar acompañando,
quien sabe, hasta el fin de mi vida.
Y, a pesar del sentido común,
que dice que “una imagen vale más que 1000 palabras”,
no veo otra forma de presentarles a Nazaré de Mocajuba,
sino contando una historia
Y, en un intento de.....
Discúlpenme...
...de aproximarlos por lo menos un poco
al encantamiento, a la emoción que viví.