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Es el eterno dilema de los socialistas porque desde la Transición hemos aprendido que el
Partido Socialista es por encima de cualquier ideología una máquina especializada en alcanzar
en poder sin preocuparse mucho de los medios que tiene que emplear para lograrlo. Aunque
muchos no lo vivieron y otros no lo recuerden ese apetito desordenado de poder ya se mostró
en toda su crudeza en los años 80 con el acoso al presidente Suárez al que los socialistas
consiguieron acorralar de manera injusta y desconsiderada.
Su obsesión por alcanzar el poder a cualquier precio les ha llevado a menudo a alianzas
incomprensibles. Un buen ejemplo es el pacto que sellaron con el tripartito catalán con
Esquerra Republicana mientras ésta, Esquerra, pactaba con ETA en Perpiñán. En general
los socialistas han demostrado pocos reparos a unirse a cualquier partido nacionalista
cuando se trata de alcanzar el poder, y ahora están a punto de unirse a Bildu que no es
otra cosa que la ETA para alcanzar el poder en Navarra.
Pactar con ETA es una raya roja que ningún partido democrático puede traspasar ni debe.
Los socialistas españoles han demostrado que si se trata de alcanzar el poder, aunque
sea efímero, no hay rayas rojas que no se salten.
Si en esta ocasión desechan los reparos morales de pactar con ETA deberían pensar en lo que
les ha pasado a los socialistas catalanes, su pacto con la Esquerra les dio el poder,
es verdad, pero al final ha acabado por hundirles que es lo que les pasará a los navarros si
siguen adelante con esos coqueteos con los filoetarras. Es lo que puede pasarle a todo
el SOE si no pone coto a esa maniobra de pactar con Bildu que ningún votante suyo entenderá,
ni en Navarra ni en el conjunto de España. Los nacionalistas siempre acaban devorando
a sus circunstanciales aliados.