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Soy David Goldberg y hace 51 días
renuncié a mi titularidad en la Universidad de Illinois
para abrir una asesoría y una empresa de coaching ejecutivo
para transformar la enseñanza de ingeniería en este país y en el mundo.
En los próximos 6 minutos quiero contarles una pequeña historia
sobre el porqué esto es tan importante para mí y por qué es importante para Uds.
Esta historia empieza al final de la Segunda Guerra Mundial,
al principio de lo que luego se llamó la Guerra Fría.
La enseñanza de ingeniería y las prácticas en ingeniería
se realinearon con la idea de que la física ganó la guerra,
y como resultado las materias prácticas y de diseño
fueron eliminadas de la formación del ingeniero y en parte de la práctica en ingeniería.
Avanzando hasta nuestros días, ahora en el siglo XXI
vivimos en un mundo que se dijo
vivimos en un mundo plano.
Richard Florida dijo que vivimos en un mundo con una creciente clase creativa.
Y Dan Pink dijo que vivimos en un mundo que necesita un mente creativa renovada.
Así que, esa diferencia entre el ingeniero de la Guerra Fría, de postguerra,
y el ingeniero del siglo XXI, puede ser muy pronunciada.
Y entonces, ¿cómo explorar esa diferencia?
Quisiera seguir el consejo de Stephen Covey
y empezar con el fin en mente.
¿Cómo hacer eso?
Pues, reunámonos con un equipo de 3 estudiantes en la Universidad de Illinois,
y resolvamos un problema del mundo real
en un curso de diseño para estudiantes avanzados patrocinados por industrias.
De hecho, vayamos a Chicago, a Azteca Foods,
e intentemos reducir la cantidad de harina usada.
No parece un problema importante,
pero es un problema que le cuesta a la compañía millones de dólares
y la hace no rentable.
Entonces, mandamos a los chicos a hablar con el cliente.
Y ¿qué es lo primero que notamos que no saben hacer?
Notamos que no saben hacer una buena pregunta.
Y sorprende porque Sócrates le enseñó al mundo occidental
a hacer buenas preguntas en el siglo V a.C. en Atenas,
y eso es parte de nuestra gran tradición occidental.
Pero ¿cómo es que creamos ingenieros que no saben cómo preguntar?
Así que, los preparas y logras que hagan esas preguntas,
y recolectan un montón de datos.
Luego, ¿qué es lo que no saben hacer?
No saben cómo nombrar los patrones de datos
que les ayudarán a resolver el problema.
Y por supuesto, eso es algo desconcertante
porque Aristóteles le enseñó al mundo occidental
cómo hacer eso más o menos en el siglo IV a.C.
Así que, perdimos parte de la grandeza de la tradición occidental
para enseñar a nuestros ingenieros a comportarse.
Pues, los preparamos y hacemos
que trabajen con el problema, lo resuelvan, nombren algunos patrones,
y luego tienen que razonar cuál es en realidad el problema
y para eso necesitan armar modelos conceptuales,
ya sea como lista categórica o como cadena de causas.
Pero ellos tienden a hacer ecuaciones,
porque después de todo eso es lo que les enseñamos a hacer.
Les enseñamos a usar las leyes de Newton y las ecuaciones de Maxwell enérgicamente,
pero cuando tienen que pensar lógicamente, paso a paso,
o a reducir problemas, no saben cómo hacerlo.
Así, tienen un verdadero problema a resolver,
han creado un modelo
y ahora tienen que reducir ese gran problema a un conjunto de problemas pequeños
para progresar a lo largo del semestre.
En este caso, un reprobado es un fracaso
del que Descartes nos advirtió en su discurso sobre el método,
descomponer problemas es el punto de partida para resolverlos.
Y nuestros estudiantes tienen problemas con eso,
porque siguen buscando ese par de ecuaciones
para resolver y obtener la solución mágica.
Por eso los asesoramos en eso. Ahora tienen pequeños problemas para resolver
y para algunos de esos problemas
la solución más rápida
el camino real a una solución, es un pequeño experimento en el mundo exterior,
para explicar un problema.
Para examinar la naturaleza y encontrar la respuesta
en lugar de hacerlo con una teoría.
Por eso asesoramos, fomentamos, logramos que hagan modelos
que experimenten y tengan éxito,
pero no era algo que tuviesen.
Y podríamos llamarlo un fracaso de su empirista favorito,
Elegí a John Locke como estrella central.
Ahora tienen las cosas en marcha
y tienen que presentar una solución creativa al problema
y, por supuesto, en la Guerra Fría eliminamos
del plan de estudios gráficos, creatividad e imaginación
y por eso no tienen idea de cómo hacer esas cosas.
Podríamos decir que esto es un fracaso de Da Vinci o Monge elemental,
dependiendo de la persona a la que quieran acusar.
Los asesoramos y logramos que hagan bocetos, que visualicen.
Y, finalmente, resuelven el problema.
Y tienen que presentar los resultados al cliente,
presentar un informe,
hacer una presentación.
Y ¿qué es lo que no saben hacer?
Bueno, esto es parecido al director de Cool Hand Luke,
que dice: "Tenemos un problema de comunicación",
así que culpemos al gran sabio occidental, Paul Newman, por este fracaso.
A estas 7 cosas de la iniciativa iFoundry de la Universidad de Illinois las llamamos
"Bases Faltantes de la Ingeniería":
La habilidad de preguntar, de nombrar,
de modelar, de descomponer,
de experimentar,
de visualizar e imaginar y de comunicar
son habilidades absolutamente esenciales para un gran ingeniero.
También hay cosas realmente importantes,
si los ingenieros de nuestro siglo van a conectarse con problemas humanos
y conectarse con humanistas, científicos sociales, artistas,
y el resto de la comunidad intelectual y práctica
para resolver estos grandes problemas.
Y si hacemos esto, crearemos un ingeniero creativo de primera
que es creativo de acuerdo con el imperativo de nuestro siglo.
Gracias. (Aplausos)