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Sobre un escarpado peñón, cálidamente abrazada
por un amplio meandro dibujado por el río Tajo,
se levanta la ciudad de Toledo.
La tradición cuenta que Toledo había sido fundada
por dos descendientes de los troyanos, Telemón y Bruto.
De época romana no han quedado muchos restos,
pero sí suficientes para considerar
la importancia de la ciudad en esa etapa.
El circo podía alojar a más de 13.000 espectadores,
convirtiéndose en modelo para la construcción
de edificios similares durante el siglo I.
El puente de Alcántara tiene origen romano,
pero ha sido muy reconstruido a lo largo de la historia.
Toledo adquiere especial importancia cuando Atanagildo
establece aquí la capital del reino visigodo.
La ciudad vivirá nada menos que 18 concilios,
siendo de especial importancia
aquel en el que Recaredo, y con él Hispania,
se convierte al catolicismo.
La conquista musulmana en el año 711 supondrá
la implantación del Islam
y la creación de un buen número de mezquitas
en el entramado urbano.
De las existentes se conservan en la actualidad dos.
La llamada de Bib Mardum tiene tres portadas,
utilizando en cada una de ellas un arco diferente.
Sobre éstos hallamos un friso de arcos entrelazados.
La importancia política de Toledo
crece a lo largo de la Edad Media.
Al tratarse de un importante centro estratégico,
se rodea la ciudad de murallas,
en las que se abren diversas puertas.
La Vieja de Bisagra, de origen musulmán,
o la del Cambrón,
una de las más antiguas del recinto amurallado,
son excelentes ejemplos.
El cristianismo se asienta con fuerza
tras la conquista de la ciudad
por parte de Alfonso VI en el siglo XI.
Pero, en estos años medievales,
Toledo será ejemplo de convivencia cultural;
estamos en el Toledo de las Tres Culturas.
La civilización judía tendrá un importante florecimiento,
contando con nada menos que diez sinagogas.
Actualmente sólo quedan dos en pie.
Santa María la Blanca fue construida en el siglo XII
y sus cinco naves están separadas
por grandes arcos de herradura
que se apoyan sobre pilares ochavados
con anchos capiteles.
La Sinagoga del Tránsito fue mandada construir
por el tesorero de Pedro I.
Se trata de un edificio de planta rectangular,
con una sola nave cubierta con armadura de madera.
Toledo se convierte en una de las capitales
del reino de Castilla y en la sede primada de España.
Por lo tanto, la catedral,
que se empieza a construir en el siglo XIII,
será una de las más espectaculares de la península.
Fue promovida por el obispo Ximénez de Rada
y presenta planta basilical con cinco naves y doble girola.
Al exterior se abren diversas puertas,
verdadero catálogo al aire libre de la mejor escultura gótica.
El paisaje urbano empieza a ser modificado
con la construcción de un amplio número
de conventos e iglesias.
Las elevadas torres de estilo mudéjar,
construidas en ladrillo,
se adueñan del panorama de la ciudad,
salpicando las construcciones góticas
que empiezan a florecer.
La fundación de la Escuela de Traductores
convierte a Toledo en capital de la cultura europea.
En la ciudad se desarrolla
una frenética actividad intelectual,
encabezada por el propio rey Alfonso X el Sabio.
Todo tipo de documentos de las más diversas ciencias
son traducidos, al tiempo que se crean
obras de especial trascendencia para la cultura mundial.
Toledo alcanza su máximo esplendor en el siglo XVI,
cuando Carlos V la convierte en capital de su vasto imperio.
Se empiezan a cometer entonces una serie de reformas
Juan de Herrera traza la plaza de Zocodover,
verdadero centro neurálgico urbano,
un ejemplo diferente de plaza mayor castellana.
Los nobles también inician
una intensa actividad constructiva,
surgiendo modernos y suntuosos palacios
que siguen los modelos renacentistas.
El más importante de ellos es el Alcázar,
reformado por Alonso de Covarrubias a partir de 1545,
creando una tipología palaciega
que se repetirá en diferentes construcciones.
Covarrubias también es el autor
de uno de los monumentos emblemáticos de la ciudad:
la Puerta Nueva de Bisagra,
concebida como un gran arco triunfal.
Además, en estas fechas se levantan
las primeras instituciones hospitalarias.
Enrique Egas será el responsable del diseño
del Hospital de la Santa Cruz;
Covarrubias se hace cargo
de la construcción del Hospital Tavera,
edificio de planta rectangular
que presenta en su interior dos patios
separados por una crujía.
En estos años finales del siglo XVI
El Greco llega a Toledo.
Entre sus primeros clientes cuenta con la catedral,
para quien pinta el Expolio de Cristo.
Pero serán nobles y clérigos toledanos
quienes le encumbren con sus encargos,
conservándose en Toledo su obra maestra:
el Entierro del señor de Orgaz.
Pintado hacia 1588
para la iglesia de Santo Tomé,
fue un encargo de su párroco.
Instalado en la capital castellana,
El Greco llevó una vida intensa,
rodeado de un lujoso boato.
En su Casa Museo se pretende reflejar
ese modus-vivendi
que tanto sorprendió a sus austeros vecinos.
Su hijo Jorge Manuel se dedicó a la arquitectura,
siendo el autor de las trazas del Ayuntamiento.
Situado frente a la portada catedralicia
y el palacio Arzobispal,
configura una de los enclaves más atractivos de la villa.
A partir del siglo XVII Toledo se convierte
en una ciudad conventual.
Las órdenes religiosas proliferan y los monasterios
ocupan los solares de antiguos palacios.
El establecimiento monástico toledano por excelencia
es San Juan de los Reyes, fundado en el siglo XV
por los Reyes Católicos.
Juan Guas es el autor de las trazas del convento,
aunando las formas del gótico nórdico
con la tradición mudéjar hispana.
Declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO,
las calles y plazas de Toledo ofrecen al viajero
más de dos mil años de historia,
que deben ser recorridos en varias etapas,
disfrutando del encanto de la que fue Ciudad Imperial.