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NUESTRA BANDERA: "¿Se puede educar en igualdad y, al mismo tiempo, normalizar la venta del cuerpo de las mujeres?"
Es muy difícil educar para la igualdad en una sociedad que propone o que regula
la prostitución como una profesión para las mujeres.
De hecho debemos tener en cuenta que,
cuando proponen la prostitución como una profesión,
cuando hablamos de trabajadoras del sexo,
lo que estamos transmitiendo es que el sexo es un nicho laboral para las mujeres,
las mujeres como clase.
Esto significa una forma de subordinación de toda mujer.
Ciertamente no todas se dedicarán a la prostitución pero es un posible nicho laboral
para los que plantean su regulación. Por lo tanto los niños y las niñas
lo que aprenden es que, en el futuro, ellas pueden ser objeto de consumo y,
ellos, pueden ser consumidores si tienen dinero para consumirlas.
Por lo tanto estamos educando en una desigualdad profunda.
Estamos generando unas expectativas sobre la clase social de las mujeres,
y también sobre los hombres radicalmente diferenciada.
Los hombres pueden entender a las mujeres como objeto de consumo.
Esto es realmente de lo que hablamos cuando hablamos de desigualdad.
En nuestra sociedad lo que proponemos es abolir la prostitución.
Igual que hemos sido capaces de imaginar una sociedad
sin esclavitud, de imaginar una sociedad
sin el tráfico de órganos, tenemos el deber de imaginar
una sociedad en igualdad, una sociedad
donde los hombres y las mujeres pueden relacionarse sexualmente de una forma libre,
en la que no medie el dinero como forma de obligación
de una de las partes a satisfacer sexualmente a la otra.