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Narrador: La historia que voy a contarles ahora
sucede en algún lugar en el Estado de Minas Gerais
donde vemos una de muchas familias
viviendo su vida peculiar.
Maria es un ama de casa que ayuda con el ingreso familiar
horneando cosas para vender.
Un día ella estaba limpiando su casa
y preocupada porque su esposo no aparecía, Mr. João.
Ella mira inquieta su reloj.
¿Es esta la hora de llegar a casa?
¿No ves que estaba trabajando? (borracho)
En la sala, Paulo hace su tarea mientras Saulo juega cartas con su compañero Robson
Busca algo mejor que hacer, ¡como estudiar!
Narrador: Saulo espera que su madre voltee su rostro y sale de la habitación.
Un poco mas tarde
Narrador: Más tarde, Saulo llega a casa con un cigarrillo en su mano,
mientras Paulo se prepara para ir a la escuela.
Saulinho, ¿es esta la hora de llegar a casa?
Ahh, ¡déjame solo! No voy a ir a la escuela hoy.
El día siguiente
¡Bendición, abuela! ¿Estás bien?
Dios te bendiga, Paulinho. ¡No me siento muy bien, mi hijo!
Mi espalda está muy vieja. Y el colchón es como una piedra.
Voy a trabajar, hacer algo de dinero y comprar medicamentos
y un nuevo colchón también.
Toma aquí mi hijo: hay dulces de coco blancos y negros.
Chao, abuela. ¡Voy a vender dulces de coco!
¿Qué Dios esté contigo!
Mas tarde, después de haber vendido las cocadas, Paulo llega a casa...
Mira, abuela. Vendí todos los dulces y mira lo que te compré.
¡Dios te lo pague, mi nieto!
¿Estás loco? ¡Tienes que ganar dinero para salir y divertirte!
Ve, Paulinho. Tienes que ganar dinero para comprar lo que necesitas.
¿Te estás enloqueciendo, abuela? ¿En realidad? El dinero es para las fiestas.
No hagas esto, Saulo. Debemos respetar a nuestras abuela. Ella está muy vieja.
Ah, ¡déjame solo! ¿Quieres un par de cachetadas?
¡Inténtalo, mezquino!
Narrador: los dos nietos comienzan a pelear.
Chicos, ¡por Dios! Alguien que me ayude... ¡detenganse! Dejen de pelear...
Narrador: La abuela comienza a tener un dolor de pecho severo, luego tiene un ataque cardiaco. Ella cae en el sofá.
Abuela, abuela, ¡despierta! ¡Dios mío, abuela!
Debí haberla cuidado mejor, abuela. ¡Despierta!
Tú tienes que valorar a las personas mientras estén vivas.
Después de que mueren, no podemos hacer nada más, ni traerlas de vuelta, ni arreglar nuestros errores.
Fin