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Ya hay un experimento clásico, hecho con ratones,
en que se implanta un electrodo en el hipotálamo de un ratón,
toda vez que el animal presiona una palanca,
eso libera un neurotransmisor dopamina,
que es el neurotransmisor de la gratificación.
El ratón, cuando aprende a presionar la palanca,
empieza a hacerlo de manera compulsiva, miles de veces a cada minuto, a cada hora,
hasta que se muere por inanición.
Se desinteresa por otras formas de placer.
¿Es eso lo que se busca cuando se habla en felicidad?
¿Es ese atajo bioquímico de sensaciones intensamente agradables,
desconectadas de la vida, de algún sentido de realización?
Esa técnica del electrodo implantado en el hipotálamo con un pulso eléctrico,
que cuando presiona la palanca un pulso eléctrico libera dopamina,
ya ha sido probada en seres humanos.
Y los relatos son de momentos de placer orgiásticos intensos.
Hubo incluso gente que se enamoró de los experimentadores durante el test.
Pero, ¿y qué pasa?
Eso es un gol con la mano, en el fondo.
y creo que eso reduce la vida humana a una situación absurda
de falta de conexión con la realidad y de falta de sentido terminal.