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Si pensamos en los problemas más graves a nivel mundial
toda persona con consciencia social
estaría pensando en la pobreza, las enfermedades y el cambio climático.
Sin embargo, hay algo que causa todos estos tres al mismo tiempo
pero que no le hemos prestado mucha atención
aún cuando ya existe una buena solución.
Es una realidad de la vida en los países en desarrollo del que casi no se habla
y hoy estoy aquí para contárselas.
En el 2005 estaba trabajando en Osmanabad, India,
con una ONG dedicada al desarrollo de las comunidades rurales.
Parte de mi trabajo era hacer entrevistas extensivas a mujeres en sus hogares
y en una de esas, me tocó entrevistar a Mino en una aldea llamada Bambini vaadi.
En ese momento, ella estaba preparando el almuerzo para su esposo
y su hija de 2 años, que gateaba a su lado mientras ella cocinaba.
Como la mayoría de las mujeres en la aldea, Mino cocinaba sobre un fuego abierto dentro de la casa
y su cabaña de una sola habitación estaba llena de humo.
A los 30 minutos de nuestra entrevista de dos horas
todos teníamos los ojos llorosos, tosíamos
y apenas podíamos respirar.
Me horrorizó enterarme que Mino y su familia
tenían que lidiar con esto todos los días.
Y así es como casi la mitad del mundo vive:
tres mil millones de personas cocinan sobre un fuego abierto en el interior de sus casas.
Cuando pensamos sobre las principales causas de muerte
de los que viven en la pobreza en los países en desarrollo
tendemos a pensar en el SIDA, la tuberculosis, la malaria.
Pero no pensamos en la cocina,
en donde cada año mueren dos millones de personas
por culpa de la contaminación del aire como producto de cocinar a fuego abierto.
Es como aniquilar la población entera de Montréal todos los años.
La contaminación del aire dentro de las casas mata más personas que el SIDA.
¿Cómo sucede esto?
Día tras día, hasta 6 horas al día,
mujeres como Mino cocinan a fuego abierto
y cuando lo hacen, ellas y sus hijos respiran
el humo tóxico proveniente de las llamas
que se mete en los pulmones y causa enfermedades respiratorias mortales.
La mitad de estas dos millones de muertes ocurren en niños menores de 5 años.
Es como obligar a estos niños pequeños
a fumar dos paquetes de cigarrillos al día.
La principal causa de muerte de niños pequeños a nivel mundial es el humo de los fuegos abiertos.
Esto genera un grave problema que mata más gente que el SIDA
y aun así, se ignora completamente.
Además, cocinar a fuego abierto es una de las principales causas del cambio climático.
El humo producto de los fuegos abiertos contiene algo que se conoce como carbono ***
que es la segunda mayor causa del cambio climático.
Según las últimas estadísticas del carbono ***,
cocinar a fuego abierto expulsa más carbono *** a la atmósfera
que la producida por todos los carros y camiones del mundo.
Así que esta es la situación:
tenemos tres mill millones de personas que cocinan a fuego abierto
el cual genera consecuencias devastadoras para la salud y el clima.
Resolver este problema causaría un gran impacto
sobre la salud mundial y el cambio climático.
Y hay una solución.
La producción y la distribución de estufas eficientes.
Son estufas que casi no producen humo
y reducen el consumo de combustible.
Yo trabajo con un grupo que ha diseñado una de estas estufas eficientes
que reduce la emisión de humo y carbono *** en casi un 95%
y corta el consumo de combustible cerca de un 50%.
Ahora, ¿cómo funciona esta estufa?
El usuario llena con combustibles locales
--ya sean éstos madera, estiércol de vaca o residuos de cultivos-- uno de los lados de la estufa.
Luego, se enciende la llama
tal como se hace con un fuego abierlo.
Pero el calor de la llama es convertido en electricidad
por medio de un pequeño generador termoeléctrico.
La electricidad que se se genera activa un ventilador interno
que le inyecta oxígeno a la llama, eliminando el humo
y generando una combustión casi completa y limpia del combustible.
Y hay más.
La estufa genera un excedente de electricidad
con la suficiente energía como para cargar un teléfono móvil
y generar luz para toda una noche.
A un precio estimado de venta de 40 dólares,
el ahorro que la estufa genera en combustible y electricidad
ayuda a recuperar su su costo en 7 meses.
Y hay mejores noticias todavía.
Ya que la estufa reduce las emisiones de carbono ***,
se pueden aprovechar los mecanismos de créditos de carbono en Europa
y hacer que esta estufa sea asequible hasta al más pobre de los pobres.
Ustedes pueden estar preguntándose por qué les cuento todo esto.
No soy ingeniero y tampoco fui el que diseñó la estufa.
Soy sólo un chico de Cleveland, Ohio,
que aún no sabe bien cómo hacerse un un sándwich de queso a la plancha.
Pero después de mi experiencia en cientos de hogares llenos de humo en toda la India rural,
me propuse como meta conseguir una solución a este problema.
Así que ayudé a la ONG con la que trabajaba a crear un canal de distribución
que le vendería estas estufas a Mino y a sus vecinos.
Distribuimos unas estufas que comercializaba una gran compañía petrolera británica.
Pero tenía algunos problemas.
La estufa utilizaba un costoso perdigón de combustible que la gente no quería pagar
y requería de electricidad, cosa que muchas aldeas no tenían.
De modo que fue un fracaso.
Y entender por qué fue un fracaso fue el tema de mi tesis de doctorado
de mis estudios de administración en Oxford. (Risas)
Lo que esta compañía petrolera no entendía
era cómo la gente en la India rural interactuaba con el espacio de su cocina.
No tomaron en cuenta el importante rol que juega la estufa en la vida diaria.
Lo que observé en todos esos meses que pasé en la India rural
era que para que una tecnología funcionara era necesario que ésta se adaptara a lo local.
Y este error no sólo lo cometió esta compañía petrolera,
Mucho intentos previos por mejorar la calidad de vida
de los que viven en la pobreza ya habían fallado,
y eso me llevó a conclusión de que muchos de estos fracasos
se deben a que no se emplean métodos que toman en cuenta al usuario.
No se toma en cuenta la forma como realmente vive la gente,
incluyendo su comportamiento y sus preferencias culturales.
Entonces, ¿cómo podemos resolver el problema de las estufas?
Cuando me puse a reflexionar un poco más sobre ese tiempo
que pasé con todas esas personas en las aldeas de la India rural,
comprendí que la estufa no era sólo un aparato
pero el centro espiritual del hogar.
Ellos veían al fuego en la cocina como un dios doméstico, una deidad.
Y la llama era como un mensajero espiritual entre ellos y el cielo.
Todos los días ellos oraban ante la estufa y hacían rangoli
--una especie de dibujos artísticos que creaban alrededor de la estufa con tizas de colores--
para consagrarla y hacerla un objeto sagrado.
En gran parte de los países en desarrollo la mujer es la encargada de la cocina,
y ella y los niños son los que sufren los efectos negativos sobre la salud.
Pero el marido es el que controla el dinero.
Entonces, ¿cómo podríamos convencer tanto a la mujer
como al marido para que compren esta estufa?
La mayoría de los hombres en la India rural tienen un teléfono móvil
que es esencial para ayudarles a mejorar su calidad de vida.
Sin embargo, muchos no pueden cargar el teléfono en casa porque no tienen electricidad.
Por lo general, hay un kiosko comercial en un pueblo más grande ubicado a varias kilómetros de distancia
donde tienen que pagar para cargar los teléfonos.
En Kenia, la gente paga de 3 a 4 dólares mensuales para cargar sus teléfonos.
Eso es el salario de 2 días.
Y el 7% de sus ingresos, sólo para cargar sus teléfonos.
Pero ya que nuestra estufa genera suficiente electricidad
hasta para cargar los teléfonos,
a los hombres les va a gustar esta estufa.
También deben tomarse en cuenta algunas consideraciones de diseño.
La gente en regiones diferentes cocina platillos diferentes.
En Guatemala se hacen "tortillas" por lo que se necesita una superficie de cocción más amplia.
En Ghana se revuelven ollas grandes de guisado
por lo que necesitan una estufa que sea fuerte y que no se les venga abajo.
En el norte de la India se cocinan los panes planos que necesitan de una llama muy caliente.
De modo que tenemos que adaptar estas estufas a las diferentes culturas.
Ya sé lo que están pensando,
están pensando: "Ethan, ¿y qué pasa con la cocina solar, no sería esta una buena idea?"
El problema es que el sabor de la comida viene de la tradición cultural.
Las culturas tradicionales están acostumbradas a cocinar sobre un fuego abierto.
Y los alimentos cocidos con energía solar sabrían diferentes.
Es como si nos pidieran cocer un bistec en el microondas.
Además, una estufa solar puede ser un problema
durante la temporada del monzón, que puede durar varios meses.
Y a veces la gente tiene ganas de cocinar de noche.
Entonces, ¿cómo le hacemos llegar estas estufas a la gente?
¿Por qué no conseguimos 1 mil millón de dólares de Warren Buffett o Mitt Romney,
(Risas)
y hacer llegar millones de estas estufas a la India rural?
Pues esta no es una buena idea.
La gente no quiere caridad.
La gente en la India rural, al igual que tú y yo, quiere que sus pertenencias más preciadas
vengan como producto de sus propios esfuerzos y logros económicos.
Además, si les damos las estufas y éstas se descomponen
y la gente no las puede arreglar, pues éstos volverán a cocinar a fuego abierto.
De hecho, a principios de la década de los 80 el gobierno de la India
había diseñado una estufa de barro que se distribuyó
casi gratuitamente a más de 30 millones de hogares rurales.
La estufa de barro reducía el consumo de combustible en un 25%,
pero era feo y se descomponía y a nadie le gustó,
por lo que se regresaron a cocinar a fuego abierto.
Este es un ejemplo clásico en el ámbito de desarrollo internacional,
en donde las buenas intenciones generan consecuencias inesperadas.
Una y otra vez he visto bienes y servicios
provistos casi completamente gratis en las aldeas
aún cuando la gente estaba incluso dispuesta a pagar por ello.
Esto hace dos cosas:
uno, crea una cultura de dependencia;
dos, suprime el potencial de desarrollo económico en aquéllos sectores en la aldea
donde algunas personas están dispuestas a ofrecer estos bienes o servicios pero terminan desmotivados
porque existen organizaciones que proveen gratuitamente estos bienes y servicios.
Entonces, ¿cómo podemos comercializar estas estufas de una forma adaptada a lo local?
Las culturas tradicionales tienen jerarquías.
Para ser eficaces en las culturas tradicionales
tenemos que respetar estas jerarquías.
No podemos pretender que no existen o tratar de desmentirlos.
Por eso es importante que los líderes de las aldeas estén interesados en la idea.
Ellos tienen que ser los primeros en ver y probar la estufa.
Sus vecinos estarán sorprendidos que la estufa
puede cocinar, cargar sus teléfonos móviles
y proveer suficiente luz para que sus hijos puedan hacer la tarea en la noche.
A través de los créditos de carbono y los subsidios gubernamentales
podemos vender la estufa a un precio lo suficientemente bajo para que sea asequible
pero también lo suficientemente alto para que la gente se sienta orgullosa de tener uno.
Para los habitantes de la aldea esta estufa será un producto aspiracional
de la misma forma como el último iPhone es un producto aspiracional para tí y para mí.
Y aún cuando lo que más les atraiga inmediatamente no sea la posibilidad de cargar el teléfono
o de tener luz, lo más importante es que sepan que estas estufas salvarán sus vidas.
Estas estufas las comercializará una persona que venga de la misma aldea, alguien con ambición,
y no alguien que venga de afuera a decirles a la gente
cómo es que tienen que vivir de forma diferente.
El líder de la aldea podría ser quien se encargue de comercializar esta estufa.
En la India rural, cada dos años el líder de la aldea es una mujer.
Proyectos comerciales en el pasado nos han enseñado
que las mujeres rurales pueden ser excelentes proveedoras
y distribuidoras de los productos más importantes.
Para miles de mujers rurales esta estufa
podría generar y ayudar a mejorar sus oportunidades de ganarse la vida.
Alrededor de 1440, Johannes Gutenberg, un empresario con una gran barba
se propuso desarrollar una imprenta.
En ese tiempo, los escribas hacían libros a mano.
El desafío de inventar la imprenta era desalentador.
Distintas civilizaciones habían intentando durante miles de años
reproducir textos de forma mecánica
--los minoicos, los griegos, los chinos--
más nunca lo lograron.
En cada caso, siempre había algo crucial que hacía falta para hacerlo un proyecto de interés masivo.
Ya fuera la invención del papel o el alfabeto,
o un proceso de alfabetización más extendido, o el interés de las élites religiosas.
No sólo fue el problema de la tecnología.
Para que el invento de la imprenta lograra ser un éxito, todas estas técnicas
y los factores culturales y sociales necesarios debían estar alineados.
Gutenberg entendía la necesidad de desarrollar una solución que fuese apropiada para su contexto.
Por ejemplo, diseñó una tipografía que asemejaba la caligrafía de los manuscritos hechos a mano
de modo que el resultado fuera parecido
a la escritura que se veía en los valiosos manuscritos ilustrados.
No quería romper con la cultura existente
o de otro modo, hubiese enajenado a los posibles compradores.
Además, como la iglesia controlaba la industria de los libros,
él, al igual que nosotros con las estufas,
necesitaba que los líderes religiosos estuvieran interesados en su idea.
Hizo que su primer producto fuera la Biblia, que como sabemos se hizo viral. (Risas)
Este fue uno de los inventos más importantes en la historia del mundo
porque condujo a la explosión del conocimiento.
Pero sólo logró su éxito porque la idea se mantuvo alineado
con el contexto social, cultural y religioso.
Hoy en día, al igual que en la época de Gutenberg, el diseño de soluciones para cualquier comunidad,
y particularmente para los países en desarrollo,
es importante alcanzar un profundo entendimiento
de la población local y sus motivaciones.
Es importante diseñar soluciones adaptadas a la forma como realmente vive la gente,
junto con su cultura y sus creencias.
Con inteligencia podemos resolver algunos de los problemas más graves a nivel mundial.
Esta es la estufa bio-eléctrica.
Hoy tengo 30 años. Cuando llegue a los 40 espero que hayamos logrado
que millones de estas estufas estén salvando vidas a lo largo de toda la India rural y el África.
Gracias.
(Aplausos)