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En los años 80 fui campeón del mundo cuatro veces.
Ya de muy niño vi carreras sobre arena.
Me parecía fascinante
acelerar en las curvas en lugar de frenar.
A toda velocidad, tumbarse y driftear.
Es algo extraordinario.
Es un deporte especial. Tienes 5, 6, 7 carreras en una tarde.
Las motos son especiales. No tienen frenos.
Llevan un motor de un cilindro de cuatro tiempos.
La moto debe tener un determinado peso.
Entonces había empezado mi aprendizaje con Schorsch Meier
en la Dachauerstrasse.
Primero trabajé con coches BMW, por supuesto.
Sabía que Meier era un buen motociclista de carreras de BMW,
pero no sabía que era una leyenda.
En aquella época empezaron a atarse mis estrechos lazos con BMW,
ya que me permitía volver a casa en sus motos.
Decía que si alguien tenía que conducirlas, ese sería Maier.
Las motos son mi vida, considerando que llevé la primera con diez años.
Tuve motos antiguas, una vieja BMW y dos BMW de los cincuenta.
Las modifiqué y las conduje en círculo aquí.
Cuando me subo a una de nuestras motos BMW
siempre se mueve algo dentro de mí.
Tres curvas a la izquierda, tres a la derecha, y todo va bien.
Te sientes cómodo en una moto si es fácil de controlar,
es sencilla de manejar y tiene agilidad.
Y todos esos componentes ya los tenemos.
Desde abril de 1981 somos un centro autorizado de BMW.
Llevo haciendo esto 33 años. Lo disfruto. Es mi vida.
Reparar y vender motocicletas y, desde luego, dar al acelerador.
Soy Karl Maier y esta es mi historia.
LA HISTORIA BMW DE MAIER
UNA DE UN MILLÓN DE HISTORIAS BMW
¿CUÁL ES LA TUYA?