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Investigación sobre la Hediona Capítulo 5 de 5: El futuro de la molécula
Mi investigación olfativa continúa en Ginebra, en la sede de la Investigación y de la Perfumería de Firmenich.
Mi objetivo es tener aún más información sobre las diferentes aplicaciones de la Hediona y sobre su futuro.
Allí conozco a Pierre-Alain Blanc,
que sin duda alguna es el químico y maestro perfumista menos convencional que existe.
Cuando era joven y bello, de eso hace ya mucho tiempo, hice la carrera de química
y nuestra empresa tiene una característica bastante única en la industria
y es que la persona que realiza la selección de las moléculas de investigación es a la vez químico y perfumista.
Hay que ser químico para poder trabajar con los químicos,
considerar las calidades, dar ideas de estructuras moleculares,
y ser perfumista, entre comillas creador, pues sabes lo que sucede en el mercado,
ves las tendencias, ves las necesidades.
Este motero empedernido debe los principios de su carrera
a sus predisposiciones genéticas para el mundo de los aromas.
Huele todo y es precisamente por eso por lo que su primer contacto con la Hediona fue tan sorprendente.
La primera vez que la olí, no me di cuenta de nada.
Me acuerdo que cuando empecé a trabajar en perfumería mi mentor, Maurice, me había hecho fabricar una colonia,
y me había dicho que debía añadir 0,1% de Hediona.
Le dije que no serviría para nada, ¿qué va a cambiar?
La puse en el jabón y fue extraordinario, se lo mostré a diez personas, las diez se lo llevaron.
Si bien las cualidades de la Hediona son reconocidas por todos,
su síntesis sigue siendo un verdadero trabajo de orfebrería.
Y pese a que su composición pertenece actualmente al dominio público,
muy pocos industriales del sector se arriesgan a fabricar ellos mismos la Hediona.
Para mí la Hediona es una molécula hecha por relojeros.
Es como un reloj suizo. Realmente no es un producto fácil de fabricar.
Si hay una pequeña impureza se transmite desde principio a fin y te lo arruina todo, toda la producción.
Muchos competidores se lanzaron en su fabricación
pero muchos dejaron porque no conseguían nunca una calidad satisfactoria.
El potencial y las aplicaciones de la Hediona explican el lugar privilegiado
que ocupa en el universo de la perfumería funcional,
o sea en los jabones, detergentes y otros productos de limpieza.
Sobre todo que en este ámbito, el perfume se ha vuelto un valor añadido, un verdadero argumento de marketing.
Hay una gran diferencia en la publicidad entre ahora y antes: el detergente huele bien, huele a lavanda, etc.
Hace treinta años no se hablaba de eso. No se hablaba realmente nunca del sentido del olfato.
Lavaba, dejaba la ropa blanca y punto. Casi el 80 o el 85% de las fórmulas contienen Hediona.
Es un producto que se ha vuelto universal, se fabrican varios miles de toneladas ahora.
Las apuestas en torno a la Hediona están ahora claramente definidas.
Se trata de optimizar su síntesis para acrecentar su efecto.
El 90% del producto es inodoro. Pese a ello es sumamente eficiente.
De allí que, poco a poco, como la Hediona se ha vuelto más barata,
los perfumistas han puesto en las composiciones el 5, 10, 15, 20, 25, 30%.
Pero cuando empiezas a poner demasiado se produce un efecto de dilución,
por eso se ha pensado en tratar de hacer una calidad más concentrada.
Así fue como nació una nueva molécula, derivada de la original,
y que lleva el dulce nombre de Paradisona.
En 50 años de existencia, los investigadores han logrado perfeccionar otras declinaciones de la Hediona,
cada una con sus particularidades, como la Veloutona, Delfona, Splendiona.
Pero esto es harina de otro costal.
Ahora ya sé mucho más sobre la ola de frescura
que estremece agradablemente nuestras narices desde hace casi medio siglo.
Sin Hediona, la perfumería moderna no tendría seguramente el mismo rostro.
Nos vuelve más hermosos, más frescos.
Nos emociona también la evocación de su historia.
A fin de cuentas, ambas se parecen, pues las cualidades de la Hediona,
tanto sensoriales como industriales, no dejan de desarrollarse y de afinarse con el tiempo.