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Como dijo Kasia, empezaré con un experimento.
Tengo una voluntaria, Monika.
Apaguemos esto.
Correcto.
En la pantalla...
Monika, mira fijo, que te examinaré.
Te indicaré dos puntos en la pantalla
y con los dedos dibujaré una línea entre ellos.
Lo haré dos veces.
Tu tarea consistirá en juzgar si la segunda vez,
pasé mi dedo por la misma línea.
Monika: OK.
Krystian Aparta: Este es el punto uno.
El punto dos.
La primera vez.
Y la segunda vez.
¿Tracé la misma línea la segunda vez?
Monika: No.
K.A.: una pregunta más. ¿Qué es esto?
Y bien...
¿Qué es?
Monika: Es una pantalla.
K.A.: Gracias. O sea que no es una línea.
Monika: No.
K.A.: Muchas gracias, nuevamente.
(Aplausos)
Este experimento tenía, por un lado,
una parte abstracta,
la memoria del movimiento de mi dedo;
por otro lado, una componente física, concreta, tangible,
una pantalla de algún tipo de tela.
Nuestra imaginación combina ambas cosas
y crea un nuevo elemento de la realidad.
Crea las "líneas" que vio Monika.
Esas líneas nos resultan reales.
Por ejemplo, pudimos comparar una con la otra.
Lo ocurrido aquí tiene su explicación en la teoría de integración conceptual,
creada por Gilles Fauconnier y Mark Turner.
Ellos recurren mucho a estos diagramas geniales.
Cuando decimos: "Se lo está imaginando",
a menudo queremos decir: "No es real, no es verdad".
Pero Fauconnier y Turner descubrieron que es justo al revés,
porque la imaginación,
esa extraordinaria capacidad del cerebro humano para crear imágenes mentales,
crea la realidad, mezclando varias cosas en nuestras mentes.
Este proceso de creación de realidad
combinando un concepto abstracto con algo físico
no es un fenómeno raro, aislado,
sino algo que ocurre todo el tiempo, y escapa a nuestro control.
Este es un triángulo de Kanizsa.
En cuanto vemos las esquinas,
nuestra mente rememora el concepto abstracto de triángulo.
La imaginación combina eso con lo que vimos en la pantalla,
y crea un nuevo elemento de la realidad:
este triángulo.
Podemos demostrar que hemos creado ese triángulo,
mediante una simple animación.
Ven como la cara sonriente se desliza bajo el triángulo,
y se escabulle por sus lados.
Los lados nos resultan obvios, podemos verlos, son reales.
Pero sólo son producto de nuestra imaginación.
Hoy quisiera hablarles de la forma en que,
construyendo realidad mediante la integración conceptual,
la imaginación crea también nuestra idea del otro.
Miren este rostro, por ejemplo.
¿Cuántos piensan que es un hombre?
Levanten las manos.
Un 30%. El resto piensa que es un rostro femenino.
Y, de hecho, es un rostro femenino.
Momento, lo siento, Ąmasculino!
Pero, de hecho, este rostro fue generado digitalmente
en el lab. de investigaciones faciales de la Universidad de Aberdeen.
Es una cara andrógina.
O sea, tiene rasgos de ambos sexos, pero no es ni masculino ni femenino.
Cuando digo palabras como "chico" o "chica",
sus mentes traen al instante
el concepto abstracto de género de sus memorias,
la imaginación lo combina con lo que ven,
y eso crea un nuevo elemento de la realidad,
como que empezamos a ver rasgos "marcados".
Pero esto cambia también nuestra idea de esa persona,
lo que pensamos de ellos, nuestra actitud hacia ellos,
lo que esperamos de ellos.
Por ejemplo, si este rostro típicamente masculino
hablara con una voz que percibimos como femenina,
a algunos quizá nos provocaría risa.
O si este rostro indudablemente femenino
hablara con voz que consideramos masculina,
quizá también nos resultaría divertido.
Podemos ver este tipo de ejemplos todo el tiempo en nuestra vida cotidiana.
James Tiptree, Jr.
Fue un reconocido escritor de ciencia ficción
y una persona fascinante.
Los fans sabían que "Tiptree" era un seudónimo.
Sus cartas revelaron muchas cosas.
Empezó como pintor,
participó en el ejército durante la 2ª Guerra Mundial.
Más tarde, fue reclutado por la inteligencia de EEUU.
Después de dejar la CIA,
obtuvo su doctorado, casi arrancando desde cero,
y recién después se convirtió en escritor.
Le encantaba viajar por el mundo,
cazar, asumir riesgos,
como a muchos de sus personajes.
Finalmente, se conoció el nombre oculto tras el seudónimo.
Alice Sheldon.
Más tarde, comentó:
"Soy todo eso, salvo la firma".
En la introducción a la colección de cuentos de Tiptree
titulada "Warm Worlds and Otherwise",
publicada apenas unos meses antes de que se revelara el secreto
otro escritor de ciencia ficción, Robert Silverberg,
dijo que así como las novelas de Jane Austen no podrían haber sido escritas por un hombre,
y una mujer no podría escribir como Heminway,
la autoría de las historias de James Tiptree es, obviamente, masculina.
Por otro lado, en su biografía de Tiptree,
Julie Phillips dice que después de conocerse el secreto,
algunas críticas feministas hallaron sobradas evidencias en las historias de Tiptree
que demostraban que se trataba de una mujer.
Así, a partir del concepto abstracto de género,
la imaginación torna estas historias en algo diferente.
Todos hemos sido testigos
del modo en que la imaginación crea una idea del otro.
Por ejemplo, estoy seguro que en la escuela, a todos les pasó
lo que los psicólogos llaman "el efecto de halo".
Se basa en el hecho de que nuestra idea del otro
determina también el modo en que vemos y juzgamos su comportamiento.
Les doy un ejemplo.
Alguien que el profesor piensa que es buen estudiante
saca un 75% en el examen.
Al leer la prueba, el profesor piensa:
"Quizá estaba cansado.
Pero es un buen estudiante. Veo que lo intentó.
"Le pondré un C+".
Ahora, alguien a quien el profesor tiene como mal estudiante
obtiene el mismo resultado.
El profesor mira el examen y piensa:
"Era obvio que lo arruinaría. Es tan mala estudiante.
"Seguro que además hizo trampa. ¿75%? Es una C, no más que eso".
Puede verse lo poderoso que es este efecto en el experimento "Oak School"
de Robert Rosenthal.
Primero, se les dio un test de inteligencia a los niños de una escuela primaria.
Luego se eligió al azar el 20% de ellos con distintas calificaciones.
Sin que lo supieran los niños, se les dijo a los maestros
que ese 20% tenía un enorme potencial intelectual
pero que todavía no había "explotado".
Al año siguiente, hicieron nuevamente los tests de inteligencia
y resultó que
por el solo cambio de actitud de los maestros,
el potencial intelectual de esos niños realmente explotó.
Por ejemplo, las notas de CI del 80% de los alumnos de primer grado
creció 12 puntos en ese año,
pero las del 20% elegido al azar, crecieron 27 puntos.
Eso es más del doble.
Estos resultados revelan algo muy importante.
Bien, la imaginación crea nuestras ideas acerca de los otros.
Pero a menudo, esa gente interioriza esa idea,
se forma esa idea real de sí misma,
y luego se comporta en función de encajar en esa definición.
Y eso puede acarrear consecuencias horribles.
Al día siguiente del asesinato de Martin Luther King,
Jane Elliott, maestra de escuela,
decidió ayudarles a entender a sus alumnos qué es la discriminación.
Les dijo que era de conocimiento público
que comparados con los niños de ojos azules,
a los de ojos marrones les iba mal en clase,
son más groseros, menos inteligentes, y, por lo general, peores personas.
Los de ojos marrones no podían usar las instalaciones del patio,
ni beber del mismo grifo que los de ojos azules.
Tenían 5 minutos menos de recreo.
Hizo que los de ojos azules les pusieran brazaletes a los de ojos marrones,
para poder identificar de lejos el color de ojos de cada uno.
El comportamiento de los niños cambió por completo en 15 minutos.
Los de ojos azules empezaron a intimidar y maltratar a los de ojos marrones,
si bien antes eran amigos.
Los de ojos marrones se volvieron tímidos y pasivos,
incluso los que solían ser dominantes.
En comparación a los resultados anteriores al ejercicio,
transcurrido un día de este experimento,
las notas de los de ojos marrones cayeron un 50%.
Al día siguiente, Jane Elliott les dijo que había cometido un error,
y que los inferiores eran en realidad los de ojos azules.
Se invirtieron los tantos.
Los resultados fueron los mismos.
Lo importante es que este ejercicio,
que ella luego repitió muchas veces, también con adultos,
mostró cómo la imaginación, cuando modela nuestra idea del otro,
también define cómo lo juzgamos,
y más tarde, esta persona, o todo un grupo de personas,
pueden empezar a autojuzgarse del mismo modo.
En 1972, el psicólogo David Rosenhan
envió 8 impostores a los hospitales psiquiátricos.
Se supone que dijeron haber oído voces
pero luego de ser admitidos se comportaron normalmente,
y les dijeron a los médicos que las voces habían desaparecido.
No obstante, se les obligó a permanecer en los hospitales
durante dos meses, porque los médicos y el personal
veían síntomas de enfermedad mental en su comportamiento normal.
Por ejemplo, cuando la enfermera vio a uno de ellos tomando notas,
lo describió en su informe como un síntoma, diciendo:
"El paciente presenta comportamiento de escritura".
Al hablar del 'diagnóstico' de los médicos
Rosenhan señala que, a menudo,
cuando hay algo que desconocemos pero que nos da vergüenza reconocer,
creamos, quizá de manera inconsciente, una especie de "seudoconocimiento".
Los experimentos de psicología social que mencioné,
y la investigación en integración conceptual, todos apuntan a una cosa.
En situaciones como esas
nuestra imaginación torna ese seudoconocimiento
en realidad.
Lo vuelve una realidad para nosotros
y para otras personas.
Todo el tiempo escuchamos rótulos,
rótulos para personas y grupos enteros,
cosas como: "Ella es blanca, rica,
él es ladrón, enfermo mental, malo, un tipo, un buscavidas", etc.
Con ese tipo de rótulos
la imaginación transforma de inmediato nuestra idea sobre esa persona.
Eso es la integración conceptual en acción,
es algo inconsciente, y no podemos detenerlo.
Pero cuando ocurra algo así
quisiera que recuerden lo que les sucedió
durante el experimento con el que comencé.
"¡Mi mente pudo crear una línea!
¿Hay aquí una línea, o un trozo de tela?
¿Realmente es una 'mala' persona,
o es que mi imaginación ha creado algo nuevo?"
Espero que, al repensar esta charla,
miren a la persona que tienen en frente
y en vez de apelar al seudoconocimiento
construido por sus mentes en niveles de abstracción,
se abran a lo que la imaginación pueda elucubrar
al dialogar con otro ser humano
a partir de algo concreto.
Gracias.
(Aplausos)