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Hacia Poniente vaga la mirada;
hacia Levante navega el bajel.
Fresco sopla el viento hacia la patria:
mi niña irlandesa, dónde estás?
Son los soplos de tus suspiros
los que hinchan mis velas?
Sopla, sopla, viento!
Ay, suspira, niña mía!
Muchacha irlandesa,
muchacha bravía y deliciosa!
Quién osa escarnecerme?
Tú, Brangania?
Dime. Dónde estamos?
Franjas azules se elevaron al Este;
tranquilo y veloz navega el barco:
con mar en calma, antes del ocaso
seguro que llegamos a tierra.
A qué tierra?
A la verde costa de Cornualles.
Jamás! Ni hoy ni mañana!
Qué oigo? Señora! Ah!
Estirpe degenerada!
Indigna de tus antepasados!
A quién, madre, cediste el poder
de gobernar mares y tormentas?
Oh, amansado arte de la maga,
que ya sólo prepara filtros balsámicos!
Despierta de nuevo para mí, fuerza atrevida,
sal fuera del pecho donde te ocultaste!
Oíd mi voluntad, vientos vacilantes!
Aquí, en la lucha y el fragor de la tempestad!
En el furioso torbellino del desenfrenado huracán!
Arrancad del sueño a este mar que duerme,
despertad desde el abismo su rencorosa codicia!
Mostradle el botín que le ofrezco!
Destruya a este obstinado navío,
devore los destrozados restos!
Y cuanto en él vive, el aliento suspirante,
os lo dejo a vosotros, vientos, como recompensa!
Oh, dolor! Ay, ay, infortunio que yo presentía!
Isolda! Señora! Caro corazón!
Qué me ocultabas tanto tiempo?
Ni una lágrima derramaste por tu padre y tu madre;
apenas un saludo dirigiste a los que se quedaban.
Fría y muda dices adiós la patria;
pálida y callada haces la travesía;
sin alimento, sin sueño;
inmóvil y desdichada, salvajemente alterada;
cómo he soportado, viéndote así,
no ser ya nada para ti, estar ante ti como una extraña?
Oh, descúbreme lo que te preocupa!
Habla, revélame lo que te atormenta!
Señora Isolda, querida y adorada!
Si me consideras digna de ti, confía en tu Brangania!
Aire! Me ahoga el corazón!
Abre! Abre allí del todo!
Fresco sopla el viento hacia la patria:
mi niña irlandesa, dónde estás?
Son los soplos de tus suspiros
los que hinchan mis velas?
Sopla, sopla, viento!
Ay, suspira, niña mía!
Para mí elegido, para mí perdido,
sublime y augusto, atrevido y cobarde!
Cabeza consagrada a la muerte!
Corazón consagrado a la muerte!
Qué opinas del siervo?
A quién te refieres?
Al héroe que a mi mirada oculta la suya,
que con vergüenza y temor baja los ojos.
Di, qué te parece?
Preguntas por Tristán, querida señora?
El prodigio de todos los reinos, el varón más enaltecido?
El héroe sin par, tesoro y encarnación de la gloria?
El que temeroso ante el golpe se oculta donde puede,
porque una novia, como cadáver, ganó él para su señor!
Te parece oscura mi historia?
Pregúntale entonces a él mismo, al hombre libre,
si se atreverá a acercárseme!
El saludo de honor y la honesta atención a la señora,
olvidó el temeroso héroe,
sólo para que su mirada no le alcance,
a él, al héroe sin par!
Oh, él sabe bien por qué!
Ve al orgulloso, comunícale las palabras de la señora!
Dispuesto a servirme, sin tardanza debe acercárseme.
Debo rogarle que te salude?
Sea una orden para el vasallo
el temor de la señora, yo, Isolda!
Alerta, Tristán! Mensaje de Isolda!
Cómo? Isolda?
De mi señora?
Obediente a ella, algo que he de oír
me comunicará cortés la fiel sierva?
Mi señor Tristán, verte desea
Isolda, mi señora.
Si la aflige el largo viaje,
éste llega ya a su fin;
antes de ponerse el sol,
estaremos en tierra.
Lo que mi señora me ordene,
será cumplido fielmente.
Entonces, quiera el señor Tristán ir a su lado:
ésta es la voluntad de la señora.
Allí, donde los verdes campos se tiñen aún de azul a la mirada,
aguarda mi rey a mi señora:
para conducirla hasta él, pronto me acercaré a la esclarecida;
a nadie cediera yo esta gracia.
Mi señor Tristán, escucha bien:
tus servicios quiere la señora,
que tú vayas allí, al lugar donde ella te aguarda.
En todo lugar donde yo esté,
fielmente la sirvo,
suprema honra de las mujeres;
si dejara el timón ahora, en este momento,
cómo pilotaría seguro a puerto,
hacia las tierras del rey Marke?
Mi señor Tristán!
Por qué te burlas de mí?
Si no te parece clara la necia sierva,
escucha las palabras de mi señora!
Así ordenó ella que yo dijera:
" Sea una orden para el vasallo
el temor de la señora, ella, Isolda!"
Puedo dar yo la respuesta?
Qué contestarías?
Que responda esto a la señora Isolda!
Quien la corona de Cornualles
y la herencia de Inglaterra
lega a la muchacha irlandesa,
no puede ser siervo de la sierva
que él mismo regala a su tío.
Señor del mundo es el héroe Tristán!
Yo lo grito: tú, dilo,
y enojáranse conmigo mil señoras Isoldas!
"El señor Morold vino aquí por el mar,
para cobrar tributo en Cornualles;
un islote flota en el desierto mar,
allí yace él enterrado ahora!
Mas su cabeza cuelga en Irlanda,
como tributo pagado por Inglaterra!
Salve! Nuestro héroe Tristán,
cómo sabe el tributo pagar!"
Mas su cabeza cuelga en Irlanda,
como tributo pagado por Inglaterra!
Salve! Nuestro héroe Tristán,
cómo sabe el tributo pagar!
Dolor, ay, dolor! Tolerar tales ofensas!
La respuesta de Tristán!
Quiero conocerla exactamente.
Ay, no preguntes!
Abiertamente dilo sin miedo!
Con palabras corteses dio evasivas.
Pero cuando le precisaste mi mandato?
Cuando lo llamé aquí, a tu presencia,
donde quiera que él esté -así dijo-
te servirá fielmente,
suprema honra de las mujeres;
pero si dejara el timón ahora, en este momento,
cómo pilotaría seguro a puerto,
hacia las tierras del rey Marke?
" Cómo pilotaría seguro a puerto,
hacia las tierras del rey Marke?"
Para pagarle el tributo que él se llevó de Irlanda!
Cuando le repetí tus propias palabras,
dejó a su fiel Kurwenal...
A éste le he oído bien,
no se me escapó una sola palabra...
Si supiste mi vergüenza,
escucha ahora lo que me la causó.
Al igual que, riendo, ellos me cantan canciones,
también podría yo replicar!
En una barca que, pequeña y frágil,
erraba por las costas de Irlanda,
yacía enfermo un hombre doliente
que estaba a las puertas de la muerte.
El arte de Isolda llegó a serle conocido;
con ungüentos y bálsamos,
de la herida que le atormentaba cuidó ella allí fielmente.
Aunque Tantris se hizo llamar con calculada astucia,
como Tristán pronto lo reconoció Isolda,
pues en la espada del ocioso advirtió ella una mella,
a la que exactamente se ajustaba una esquirla,
que otrora en la cabeza del caballero irlandés,
enviada para escarnio, halló ella con mano experta.
Allí se alzó mi grito desde lo más hondo!
Empuñando la resplandeciente espada me presenté ante él,
para en él, el desvergonzado, vengar la muerte del señor Morold.
Desde su lecho miró él aquí...
no a la espada, ni a la mano...
él me miró a los ojos.
Su miseria me conmovió;
la espada... la dejé caer!
La herida que causó Morold,
la curé, para que sanado
y en secreto regresara a su casa...
y no me turbara más con su mirada!
Oh, prodigio! Dónde tenía yo los ojos?
El huésped que otrora ayudé a curar?
Acabas de oír los elogios que le hacen:
" Salve! Nuestro señor Tristán";
él era aquel hombre afligido!
Con mil protestas me juró
gratitud y fidelidad eternas!
Acabas de ver cómo un héroe mantiene sus juramentos!
El que como Tantris despedí sin ser reconocido,
como Tristán regresó arrogante;
en soberbia nave de alta borda,
a la heredera de Irlanda pidió él en matrimonio,
para el fatigado rey de Cornualles,
para Marke, su tío.
En vida de Morold,
quién se hubiese atrevido a hacernos tal afrenta?
Para el tributario príncipe de Cornualles,
pretender la corona de Irlanda!
Ay, ay de mí!
Sí, yo fui quien, en secreto,
a sí misma se causó semejante oprobio!
El acero vengador, en vez de blandirlo,
impotente lo dejé caer!
Ahora sirvo yo al vasallo!
Cuando paz, reconciliación y amistad
fueron juradas por todos,
en ese día de regocijo general;
cómo iba a sospechar yo entonces que esto te produciría aflicción?
Oh, ojos ciegos! Corazones necios!
Ánimo amansado, silencio pusilánime!
Cuán de otra manera mostró Tristán
jactancioso lo que yo mantuve oculto!
La que, callando, le dio la vida,
la que, callando, le ocultó a la venganza del enemigo;
lo que, muda, su protección hizo para sanarlo,
eso entregó él con ella!
Cuán altivo y magnífico, alardeando de la victoria,
en voz alta y clara se refirió a mí.
"Es un tesoro, mi señor y tío;
qué os parecería desposaros con ella?
A la preciosa irlandesa traeré aquí;
conozco bien los atajos y caminos,
una señal vuestra, y volaré a Irlanda;
Isolda es ya vuestra!
Me sonreirá la ventura!"
Maldición sobre ti, malvado!
Maldición sobre tu cabeza!
Venganza! Muerte!
Muerte para nosotros dos!
Oh, dulce! Amada!
Cara! Divina!
Áurea señora!
Amada Isolda!
Escúchame! Ven!
Reposa aquí!
Ilusión loca! Vano enojo!
Cómo quieres engañarte, no ver ni oír claro?
Lo que el señor Tristán siempre te agradeciera,
di, pudiera él pagártelo mejor
que con la más egregia de las coronas?
Así servía él, fiel, a su noble tío,
y a ti te daba la más codiciada recompensa del mundo:
a la propia herencia, puro y noble,
renunció poniéndola a tus pies,
para saludarte como reina!
Y si él te alabó ante Marke, para que fuera tu esposo,
cómo puedes censurar aún su elección,
acaso no es digno de ti?
De noble linaje y dulce carácter,
quién iguala a este hombre
en poder y esplendor?
Al que un héroe nobilísimo sirve tan fielmente,
quién no querría compartir con él su dicha,
estar como esposa a su lado?
No amada,
al más augusto de los hombres
verlo siempre cerca de mí!
Cómo podría sufrir yo tal tormento?
Qué piensas, maliciosa?
No amada?
Dónde viviera el hombre que no te amara?
El que viera a Isolda
y en Isolda no se consumiera totalmente?
Mas, si el elegido para ti fuera tan frío,
si de ti lo apartara un encantamiento,
al malvado sabría yo atarlo pronto,
el poder del amor lo hechizaría.
No conoces las artes de tu madre?
Imaginas que la que todo lo pondera con prudencia,
sin consejo, a tierra extraña, me hubiera enviado contigo?
El consejo de mi madre bien me advirtió;
saludo y alabo sus artes:
venganza para la traición,
paz, en la necesidad, para el corazón!
Tráeme aquel cofre!
Él guarda lo que te será provechoso.
Tu madre dispuso en él los poderosos filtros mágicos.
Para dolores y heridas, he aquí el bálsamo;
para ponzoñas malignas, el antídoto.
El filtro más noble, aquí lo tengo.
Te equivocas, conozco otro mejor,
una fuerte señal grabé en él.
Éste es el filtro que me conviene!
El filtro de muerte!
Ho, he, ha, he - En la mesana, izad la vela!
Ho, he, ha, he!
Esto significa viaje veloz!
Ay de mí! Tierra a la vista!
Vamos! Vamos! Vosotras, mujeres!
Prontas y alegres! Preparaos de inmediato!
Acudid ligeras y rápidas!
Y a la señora Isolda debería decirle yo
de parte del héroe Tristán, mi señor:
en el mástil, la bandera de la alegría
ondea, jubilosa, hacia tierra;
en el castillo del rey Marke da a conocer así su llegada.
A la señora Isolda, le ruega que se apresure
a prepararse para ir a tierra, para que él pueda acompañarla.
Al señor Tristán lleva mi saludo
y comunícale lo que digo.
Si yo le acompañara a presencia del rey Marke,
ello no podrá ser conforme al honor y a la razón,
si antes no recibiera yo reparación
por una deuda no saldada:
busque él por ello mi clemencia.
Atiéndeme bien y transmite fielmente mis palabras!
No he de prepararme para acompañarlo a tierra,
ni iré a su lado a presencia del rey Marke,
si él no solicita antes olvido y perdón,
según la razón y el honor,
por una deuda no saldada:
se los ofrecería mi clemencia.
Perded cuidado, se lo diré:
aguardad ahora para ver cómo me atiende!
Adiós, pues, Brangania!
Saluda de mi parte al mundo, saluda a mi padre y a mi madre!
Qué ocurre? Qué piensas?
Quieres huir? Adónde debo seguirte?
No has oído?
Aquí me quedo, quiero aguardar a Tristán.
Cumple fielmente lo que te ordeno,
prepara enseguida el filtro de la expiación;
ya sabes, el que te mostré! - Qué filtro?
Este brebaje!
Viértelo en la copa de oro;
la llenará por completo.
Me engañan mis sentidos? - Séme fiel!
El filtro, para quién? - El que me engañó...
Tristán? -...beba conmigo la expiación!
Qué horror! Apiádate de mí, desventurada!
Apiádate tú de mí, doncella infiel!
No conoces las artes de mi madre?
Cómo crees que ella, que piensa en todo con prudencia,
a tierra extraña, sin consejo, me hubiese enviado contigo?
Para dolores y heridas nos dio un bálsamo;
para ponzoñas malignas, contraveneno;
para el dolor más hondo,
para la aflicción suprema,
dispuso el filtro de muerte.
A ella déle ahora la muerte gracias!
Oh, dolor hondísimo! - Me obedecerás, pues?
Oh, aflicción suprema!
Me serás fiel? - El filtro?
El señor Tristán!
Entre el señor Tristán.
Solicitad, señora, lo que deseáis.
Ignorabas acaso lo que yo solicitaba,
cuando el miedo a satisfacérmelo
te mantuvo apartado de mi vista?
El profundo respeto me mantuvo a distancia.
Poco respeto, me has ofrecido;
con abierto desdén has rechazado cumplir mis órdenes.
Sólo la obediencia me mantuvo apartado.
Qué gratitud debería tener a tu señor,
si el servicio que le prestas
te aconseja ser tan descortés con su propia prometida?
Enseña la costumbre allí, donde yo he vivido,
que en el viaje nupcial,
el que acompaña a la novia de otro debe mantenerse apartado de ella.
Por qué tal cuidado?
Preguntad a la costumbre!
Pues eres tan respetuoso con las costumbres, mi señor Tristán,
recuerda ahora otra costumbre:
reconcíliate con el enemigo,
si quieres que te ensalce como amigo.
Con qué enemigo?
Pregunta a tu miedo!
Una deuda de sangre pende entre nosotros.
Ya fue saldada. - No entre nosotros!
En campo abierto, ante el pueblo entero,
fue adjurada la venganza.
No fue allí donde oculté a Tantris,
donde Tristán quedó a mi merced.
Allí estaba él, magnífico, noble y altivo;
pero lo que él juró, yo no lo juré:
yo había aprendido a callar.
Cuando en la tranquila cámara yacía él, enfermo,
con la espada estuve, muda, ante él:
calló allí mi boca, detuve allí mi mano,
pero lo que antes prometí con la mano y la boca,
esto juré, callando, mantenerlo.
Ahora quiero cumplir el juramento.
Qué jurasteis, mujer?
Vengar a Morold!
Y eso os atormenta?
Osas burlarte?
Era mi prometido el noble héroe irlandés;
yo había bendecido sus armas, por mí fue él al combate.
Al caer él, cayó mi honor:
con mi corazón apesadumbrado hice el juramento
de que, si un hombre no vengaba el crimen,
yo, doncella, me atrevería a hacerlo.
Cuando delirante y agotado estabas en mi poder,
por qué no te abatí allí?
Dítelo a ti mismo con sencillo razonar.
Yo cuidé del herido, para que una vez curado,
lo abatiera, vengador, el hombre ganado para la causa de Isolda.
Tu suerte, pues, tú mismo debes adivinarla!
Puesto que todos los hombres han pactado contigo,
quién habrá de abatir ahora a Tristán?
Si Morold te era tan querido,
toma ahora de nuevo la espada
y guíala firme y segura...
para que no la dejes caer!
Cuán mal me comportara yo con tu señor:
qué diría el rey Marke,
si yo diera muerte a su mejor vasallo,
el que le ganó corona y tierras, al hombre más fiel?
Te parece, así, tan poco lo que él te agradece
el traerle a la irlandesa como novia,
es que él no me reprendería si yo abatiera al casamentero,
que la prenda de la abjuración tan fielmente le entrega en la mano?
Guarda tu acero!
Cuando otrora lo blandí,
cuando la venganza embargaba mi pecho,
cuando tu escrutadora mirada apoderose de mi figura,
para ver si para el señor Marke era yo esposa adecuada:
la espada... allí la dejé caer.
Bebamos ahora la expiación!
Ho, he, ha, he!
En el palo mayor, arriad las velas!
Ho, he, ha, he!
Dónde estamos?
Muy cerca del fin!
Tristán, obtendré expiación?
Qué tienes que decirme?
La señora del silencio me ordena callar,
si tomo lo que ella calló, callaré lo que ella no tomó.
Tu silencio tomo, si me esquivas.
Ho, he, ha, he! Ho, he, ha, he! - Me negarás la reparación?
Oyes los gritos?
Estamos en el lugar de destino...
dentro de poco nos presentaremos...
ante el rey Marke.
Si me acompañas,
no te gustaría poder decirle así?
"Mi señor y tío, obsérvala detenidamente:
una mujer más apacible jamás la lograrás.
A su prometido di yo muerte otrora,
y a ella le envié su cabeza;
la herida que su arma me causó,
ella la curó, benévola.
Mi vida estuvo en su poder,
pero me la regaló la dulce muchacha,
y el oprobio y la vergüenza de su patria dio con ella,
para ser tu esposa.
Por tan grandes beneficios, con amable gratitud
me brindó un dulce filtro de expiación;
su clemencia me lo ofreció para expiar todas las culpas".
Arriba las amarras! Soltad el ancla!
Soltad el ancla! El timón, a la corriente!
Velas y mástiles, a los vientos!
Bien conozco a la reina de Irlanda
y la virtud milagrosa de sus artes!
Provechoso me fue el bálsamo que ella me ofreció:
ahora cojo la copa, para que hoy sane yo por completo.
Y atiende también al juramento de expiación,
que en señal de gratitud te hago!
El honor de Tristán...
la suprema felicidad!
La desdicha de Tristán...
la más atrevida obstinación!
Engaño del corazón!
Ensueño del presentimiento!
De la eterna aflicción el único consuelo:
propicio filtro del olvido,
te bebo sin vacilación!
También aquí traición? La mitad es para mí!
Traidor! La bebo por ti!
Tristán!
Isolda!
Infiel amado!
Mujer dichosísima!
Salve! Salve al rey Marke!
Desdicha! Dolor!
Inevitable sufrimiento eterno, en vez de breve muerte!
El engañoso fruto de la insensata fidelidad
florece ahora entre lamentos!
Qué soñaba yo del honor de Tristán?
Qué soñaba yo de la vergüenza de Isolda?
Te había perdido? - Tú me rechazabas?
Engañoso hechizo, artera astucia! - Necio furor, vana amenaza!
Isolda! - Tristán!
Muchacha dulcísima! - Hombre queridísimo!
Cómo los corazones se elevan palpitantes!
Cómo los sentidos se estremecen deliciosamente!
Túrgido florecer del anhelante amor!
Divino arder del amor desbordante!
Impetuoso colma el pecho el jubiloso gozo!
Isolda! Isolda! - Tristán! Tristán!
Isolda! - Tristán!
Arrebatada al mundo, te he ganado para mí! Tristán!
Te he ganado para mí! Isolda! - Te he ganado para mí!
Sólo vivo por ti, supremo deleite de amor!
Aprisa, el manto, la diadema real!
Desdichados! Vamos! Escuchad dónde estamos!
Salve! Rey Marke, salve! Salve! Salve al rey!
Salve, Tristán! Héroe afortunado!
Salve, rey Marke!
Con rico séquito de cortesanos,
en una barca, se acerca el señor Marke!
Hei! Ved cómo le alegra el viaje,
porque viene a recibir a su prometida!
Quién viene?
El rey!
Qué rey?
Salve! Rey Marke, salve! Rey Marke, salve!
Qué ocurre, Brangania? A quién llaman?
Isolda! Señora! Serenaos al menos hoy!
Dónde estoy? Vivo aún? Ah! Qué filtro me diste?
El filtro de amor!
Tristán! - Isolda!
He de vivir?
Socorred a la señora!
Oh, delicia colmada de perfidia!
Oh, dicha consagrada al engaño!
Viva Cornualles!