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Intenté afanosamente estar orgulloso de mi servicio
pero todo lo que pude sentir fue vergüenza.
El racismo no pudo enmascarar más tiempo la realidad de la ocupación.
Eran personas. Eran seres humanos.
Desde entonces, me invade la culpa siempre que veo a un anciano
como aquel que no podía caminar, al que subimos a una camilla
y le dijimos a la policía iraquí que se lo llevara.
Me siento culpable cada vez que veo a una madre con sus hijos.
como aquella que lloraba histéricamente y nos gritaba
que éramos peores que Saddam mientras la desalojábamos de su hogar.
Me siento culpable cada vez que veo a una jovencita
como aquella a la que agarré por el brazo y arrastré a la calle.
Nos decían que combatíamos a terroristas.
El terrorista en realidad era yo y el terrorismo real es esta ocupación.
El racismo en el ejército ha sido una herramienta importante, durante mucho tiempo
para justificar la destrucción y ocupación de otro país.
Ha sido utilizado mucho tiempo para justificar el asesinato
la subyugación y la tortura de otras personas.
El racismo es un arma vital empleada por este gobierno.
Es un arma más importante que un rifle
un tanque, un bombardero o un buque de guerra.
Es más destructivo que un proyectil de artillería
un misil antibúnker o un misil Tomahawk.
Aunque esas armas son creadas por el gobierno y le pertenecen
son inofensivas si no hay personas dispuestas a usarlas.
Aquellos que nos envían a la guerra no tienen que apretar el gatillo
o lanzar un proyectil de mortero. No tienen que luchar en la guerra.
Sólo tienen que vender la guerra.
Necesitan un público dispuesto a enviar a sus soldados por la senda del peligro.
Necesitan soldados que estén dispuestos a matar y morir sin dudarlo.
Pueden gastar millones en una sola bomba, pero esa bomba sólo se convierte en un arma
si los grados militares están dispuestos a seguir órdenes de usarla.
Pueden enviar hasta el último soldado a cualquier rincón de la Tierra
pero sólo habrá una guerra si los soldados están dispuestos a luchar.
Y la clase dirigente, los millonarios que se lucran del sufrimiento humano
sólo se preocupan por expandir su riqueza, controlar la economía mundial.
Comprenden que su poder yace solamente en su habilidad
para convencernos de que la guerra, la opresión y la explotación nos beneficia.
Entienden que su riqueza depende de su habilidad
para convencer a la clase trabajadora de que muera
para controlar el mercado de otro país.
Y para convencernos de que matar y morir se basa en su capacidad
para hacernos pensar que somos de alguna manera superiores.
Los soldados, marineros, infantes de marina
y aviadores no tienen nada que ganar con esta ocupación.
La gran mayoría de la gente que vive en EE.UU.
no tiene nada que ganar con esta ocupación.
De hecho, no sólo no tenemos nada que ganar
sino que sufrimos más a causa de ella.
Perdemos extremidades, soportamos traumas y damos nuestra vida.
Nuestras familias tienen que presenciar la sepultura de ataúdes cubiertos con banderas.
Millones en este país sin asistencia sanitaria, empleo o acceso a la educación
deben ver cómo este gobierno derrocha más de 450 millones de dólares al día
en esta ocupación.
Las personas pobres y trabajadoras de este país son enviadas a matar
a las personas pobres y trabajadoras de otro país para hacer más ricos a los ricos.
Sin el racismo, los soldados se percatarían
de que tienen más en común con el pueblo iraquí
que con los multimillonarios que nos envían a la guerra.
En Irak, eché a familias a la calle
sólo para volver a casa y encontrar a familias de este país en la calle
en esta trágica, trágica e innecesaria crisis de embargos.
Necesitamos despertar y percatarnos de que nuestros verdaderos enemigos
no están en alguna tierra lejana y no son personas
cuyos nombres desconocemos o cuyas culturas no entendemos.
El enemigo es gente a la que conocemos muy bien y podemos identificar.
El enemigo es un sistema que produce una guerra cuando es rentable.
El enemigo son los ejecutivos que nos despiden cuando es rentable.
Son las compañías aseguradoras que nos niegan asistencia sanitaria cuando es rentable.
Son los bancos que nos quitan nuestras casas cuando es rentable.
Nuestro enemigo no está a 8.000 km. Está aquí mismo, en casa.
Si nos organizamos y luchamos con nuestras hermanas y hermanos
podemos detener esta guerra. Podemos detener a este gobierno
y podemos crear un mundo mejor.
"Si la tiranía y la opresión llegan a este país
será con el pretexto de luchar contra un enemigo extranjero ...
La pérdida de la libertad en casa será atribuida
a las disposiciones contra el peligro real o imaginario proviniente del extranjero ... "
- James Madison -
Editado por Phaedrus