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Cuando uno está concentrado en el trabajo
uno olvida cómo le ven los otros.
A menos que, como yo, sean una judía agnóstica, (risas)
que estás concentrada en el islam
que acaba de terminar de escribir
una biografía de Mahoma.
Y tu audiencia esté ligeramente nerviosa. (Risas)
Esta foto fue tomada este verano pasado
en la Gran Mezquita del Sheik Zayed en Abu Dhabi,
y sí, esa soy yo en medio.
Nunca me imaginé a mí misma en una abaya
pero era un requisito para entrar
entonces me acordé
que la vestimenta no hace la mujer
y respire profundamente.
Ningún rayo cayó del cielo
de hecho, se sentía casi elegante
y dado que la mezquita es muy hermosa,
publiqué la foto en línea,
sólo para constatar que algunas de las reacciones
eran intrigantes.
Hubo musulmanes que decían básicamente,
¡Sí!¡Ya eres musulmana!
Y luego, judíos que decían en suma,
Eh, ya te convertiste en musulmana. (Risas)
Esto parecía una conclusión bastante amplia
extraída de un instantánea.
Así que la foto evidentemente invitaba a la interpretación
y la pregunta es, ¿por qué?
¿Cuáles eran las suposiciones subyacentes aquí?
Si me lo pusiera justo en este momento, por ejemplo
¿Sería un acto de honor?
¿O sería una falta de respeto?
¿Es un gesto de simpatía?
¿O es meramente presunción?
¿O no hace diferencia lo que diga en este momento
porque todo lo que pueden ver
es el hecho de que estoy vistiendo un pañuelo islámico?
En cuyo caso, ¿por qué distrae tanto?
Como se ve esto, poco tiene que ver conmigo.
Es una función de sus preconcepciones
y expectativas
y de las prioridades que luego
Uds. me atribuyan.
Y esa es una palabra cargada: prioridad,
que implica motivos ulteriores.
En cuyo caso... veamos mis motivos.
A la cuestión de cómo fue que decidí
escribir sobre Mahoma,
mi respuesta inmediata es: "¿Por qué no?"
Estamos hablando acerca
de una de las figuras más influyentes ¡de todos los tiempos!
Un hombre que radicalmente cambió su mundo
y que todavía está cambiando el nuestro,
entonces, ¿cómo es que muchos de nosotros
sabemos tan poco de él?
¿Cómo es que sólo la idea de escribir acerca de él
parece estar cargada de tensión?
Bienvenidos a mi territorio...
a la vasta y volátil arena,
en la que política y religión se intersectan.
Consideren la atmósfera renovada
de desconfianza y amargura este pasado verano, por ejemplo,
cuando un detestable video de YouTube que caricaturiza a Mahoma
encendió protestas que condujeron a docenas de muertes.
Hubo cualquier número de prioridades involucradas aquí,
ninguna de ellas buena.
Aquella de intolerantes de mente pequeña
que hicieron el video, en primer lugar.
Intolerantes de mente pequeña, siendo esta una frase redundante,
si acaso hubo una... (Risas)
En la estación de TV financiada por saudís en Cairo
que la tomó e hizo un gran espectáculo del mismo,
asegurándose así, que mientras quizá 30 personas
si acaso lo habían visto
¡ahora millones lo verían!
O de la alguna reputada revista de noticias
que trató de revivir su debilitado liderazgo
al insinuar que todos los musulmanes del mundo entero
estaban protestando en las calles,
en contraposición a los pocos cientos de extremistas
y a veces a sólo unas cuantas docenas.
Es sorprendente lo que pueden hacer al cortar una foto.
Tienen al líder de Hezbollah, bajo ataque por su apoyo
a la brutal guerra del régimen sirio contra sus propios ciudadanos,
tratando de redimirse como un defensor del islam.
Y el Ministro Ferroviario de Pakistán
que trató de ocultar su corrupción e ineptitud
al ofrecer una recompensa de 100 mil dólares.
Y las usuales fobias estadounidenses-islámicas
que colocan crudos carteles de "ustedes y ellos"
en el metro de Nueva York y Washington D.C.
Con tanta gente saltando a los vagones del metro.
Pero, ¿dónde estaba Mahoma mismo en todo esto?
Dónde estaba el hombre que oía que el Corán le decía
y por extensión a todos los musulmanes,
que no pusieran atención a burlas e insultos.
Ignórenlos, seguía diciendo,
déjenlos ser, denle la espalda,
o en palabras de Jesús: "Pongan la otra mejilla".
Mientras que Mahoma ha sido ciertamente distorsionado por sus detractores,
a veces parece ser igualmente distorsionado
por el más chillón de sus autoproclamados defensores.
Lo que hace más urgente
que conozcamos quién fue en realidad.
Con todo y los millones, si no es que mil millones de palabras
que se han escrito de él
a menudo parecen ocultar tanto como lo que revelan.
Entre más arado en ellas,
más siento como si estuvieran siendo abrumadas
por la pura masa acumulada de ellas.
Lo que quería
era una verdadera sensación del hombre mismo.
Quería la vitalidad y la complejidad
de una vida plenamente vivida.
Quería, en breve, ver a Mahoma en un todo.
Y esto significa mantenerse alejada de un campo minado virtual de prioridades.
Incluyendo piedad y sentimientos
y estereotipos y críticas.
Así aun cuando los cientos de vólumes de investigación
se acumulaban en mi casa,
mi herramienta de investigación más valiosa
quizá haya sido esta única palabra recordatoria,
clavada junto a mi escritorio:
¡Piensa!
Tomen el momento crucial del islam, por ejemplo,
que es lo que le ocurre a Mahoma
una noche en el año 610,
en una montaña, justo a las afueras de la Meca.
Había ido ahí, al parecer,
con la esperanza, quizá, de un momento de introspección silencioso
Lo último que esperaba
fue el peso cegador de la revelación
Lo que me impactó
en el relato más antiguo que tenemos de esa noche,
no fue tan siquiera tanto lo que ocurrió,
como lo que no ocurrió.
Mahoma no vino flotando de la montaña
como si caminara en el aire.
No bajo corriendo, gritando:
"¡Aleluya!" y "¡Bendito el Señor!"
No irradiaba luz y alegría.
No había canto de ángeles, ni armonía de las esferas,
ni euforia, ni éxtasis, ¡ni aura dorada a su alrededor!
Ni siquiera el Corán completo le había sido revelado,
sino sólo cinco versos breves.
En corto, no hizo nada de las cosas
que pudieran fácilmente desmentir
tumbar todo el relato como un invento,
una máscara de algunas cosas mundanas como ambición personal.
Todo lo contrario,
en sus propias palabras,
estaba convencido primero que lo que había pasado,
no podía haber sido real.
A lo mejor pensó que había tenido una alucinación,
que su propia mente le había hecho una jugada.
En lo peor, posesión,
que había sido poseído por un espíritu maligno
para engañarlo,
incluso para arrancarle la vida.
De hecho, su primer instinto fue, saltar de lo más alto del precipio
y escapar del terror de lo que estaba experimentando,
y ponerle un final a toda la experiencia.
Ya bien se crea que las palabras que escuchó esa noche
provenían de él mismo o del exterior
parece absolutamente claro
que Mahoma sí tuvo la experiencia.
Y que la tuvo con tal fuerza
que transformaría su sentido de sí mismo y de su mundo.
Así esa desorientación inicialmente de pánico,
que rompe con todo lo familiar.
ese sentimiento de estar abrumado
por una fuerza más grande que cualquiera comprensible por la mente
¡me impacta como algo totalmente real!
Es la única respuesta que tiene sentido,
es la única respuesta sana,
la única humana.
Y esto es lo que permite empezar a ver a Mahoma,
no como un símbolo,
ni siquiera como un tema,
sino como un hombre,
un complejo ser humano.
Y para seguir el extraordinario viraje de su vida,
de huérfano abandonado a líder aclamado.
De un forastero marginado al miembro aceptado.
De impotencia al poder.
Algo que puse desde el principio, sin embargo,
si iba a hacer justicia a esta notable historia,
era darle vida en la página,
tenía que ser escrita de buena fe.
Ahora, me doy cuenta, que quizá haya cierta ironía,
en una agnóstica parada aquí
hablando de buena fe,
pero ha habido tanta mala fe
en todos los sentidos del término,
que tenemos que rebasarlo.
Todos nosotros.
Seamos seculares o religiosos,
ateos o no ateos o, donde sea que estemos en medio
a todos nos afectan
las palabras y acciones de extremistas.
Lo que sucede en un pequeño rincón del mundo,
hoy reverbera globalmente.
Pero sea que vivamos en Teherán o en Tel Aviv,
en Nueva York o en Nueva Delhi,
sí tenemos una opción
Podemos negarnos.
Negarnos, esto es,
a permitir que nos conduzcan
el enojo y la sospecha.
Negarnos a permitir ser manipulados
por extremistas de todos los colores.
Rechacemos su visión estrecha,
sus distorsiones de caricatura,
sus mentes pequeñas y miserables.
Tenemos que reclamar la narrativa
La narrativa completa.
Más allá de estereotipos,
más allá de juicios precipitados,
más allá de los velos
Justo como debemos ver a Mahoma como un todo,
también debemos empezar a vernos entre sí como un todo.
De buena fe.
Gracias.
(Aplausos)
Gracias.