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EN EL AÑO 48 a.C., JULIUS CAESAR, TRAS CONQUISTAR LA MITAD DEL MUNDO,
VOLVIÓ SUS AMBICIOSOS OJOS HACIA EL ESPLENDOR DE EGIPTO,
DONDE PTOLEMY Y SU HERMANA, CLEOPATRA,
LUCHABAN POR LA POSESIÓN EXCLUSIVA DEL TRONO MÀS RICO DEL MUNDO.
Oh, ¡la Reina! ¿Dónde está la Reina?
- ¡La Reina desapareció! - ¡Cleopatra!
- ¡Cleopatra desapareció! - ¿Qué estás diciendo?
Pothinos.
Éste es tu nuevo reino, Cleopatra.
Aquí podrás gobernar a los áspides y escorpiones del desierto.
Quizá ellos te hagan reverencias y susurren "Majestad".
- Si mis manos estuvieran libres, te mataría. - Pero yo seré más gentil.
Te dejo a este poderoso maestro. Libérenlo.
Apollodorus.
Con su ayuda, podrías llegar hasta Siria, por allá.
- ¿Y el camino a Egipto? - Es la muerte.
Si vuelves a poner un pie en Alejandría, te mataré.
He oído que Caesar visitará Alejandría, Primer Ministro.
Regresaré a reunirme con Caesar, Filósofo.
Adiós, Cleopatra, Reina del Desierto.
Descubrirás, a tu pesar, que aún soy la Reina de Egipto.
Desátame.
Debe entender, mi Reina, que él regresa a reunirse con Caesar.
¿Es momento de hablar de los romanos? No he desayunado. Tengo hambre.
Caesar también está hambriento. De Egipto.
¿Sabe que su padre fue muy sabio...
al conferir a Roma su protección y la de su hermano, el rey Ptolemy?
La quitaron de en medio para tratar sólo con su hermano.
A él pueden manejarlo.
- Regresaré a Alejandría. - Majestad, es la muerte.
Regresar es la muerte segura.
¿Qué edad tiene ese Caesar?
Me dijeron que ha llegado a una conclusión, Caesar.
Así es.
¿Ha decidido apoyar la causa de Ptolemy o la de su hermana?
Su joven rey Ptolemy reclutó un ejército...
para abatir a su hermana, la reina Cleopatra.
Debe ser disuelto.
¿Y si, como General de ese ejército, me opusiera?
Bueno, nosotros nos haríamos cargo, aunque no creo que desee eso.
Es un buen modelo. Constrúyanlo.
¿Con qué autoridad decide el destino de Egipto?
Estoy aquí para garantizar la paz de Egipto.
¿Con un ejército romano esperando en la frontera?
Excelencia, ¿no firmaría un tratado con el Rey...
- si la Reina hubiera desaparecido? - ¿Eso es verdad?
Se rumorea que Cleopatra ha huido a Siria.
Debe haberlo hecho. No está aquí.
- Quizá la ayudaron a huir. - ¿Cómo saberlo?
¿Cómo saberlo?
Por lo que me han dicho de ella, Egipto no lamentará la pérdida.
En ese caso, su Rey sería el único gobernante.
Bajo el control romano.
Y pagarían a Roma cada año un millón de dinares.
- ¡Un millón de dinares! - ¡Un millón!
Y 10 cargamentos de maíz egipcio para los desempleados de Roma.
Diez barcos de maíz. Diez mil votos en Roma para Caesar.
Cien mil, quizá.
¿Cómo saberlo?
Bueno, estoy esperando.
De acuerdo.
Que la firme.
Una carta. De Julius Caesar al Senado de Roma.
Una alfombra de Persia. Es un regalo para Caesar de Nahigian, el mercader.
Aquí no le damos nada a los romanos.
¿Dijo que era para Caesar?
Adelante.
- ¿Acaso cree que es el dueño del mundo? - Sí.
Hemos hecho un trato con Egipto por el cual apoyamos el reinado de Ptolemy.
Su sello, Excelencia.
Contra la sedición de su hermana, Cleopatra...
quien, según se dice, ha huido a Siria.
Un regalo para Caesar, que hasta él admirará.
Gracias. Denle algo.
El lacre está listo para su sello, Caesar.
La alfombra, Excelencia. ¿La recibirá?
¿Qué? Sí, sí, déjala en el piso.
Excelencia, el lacre se enfría.
Observe, Caesar. Es un diseño muy poco común.
¿Qué? ¡Bueno!
Traigo saludos de Egipto para Caesar.
Es una broma muy divertida.
Muy bien.
Pero estoy muy ocupado.
- ¿Qué sucede? - Díselo, Pothinos.
Dile qué sucede, si tu lengua mentirosa puede hallar las palabras.
Soy Cleopatra.
Sí, es una buena broma.
Ella es Cleopatra, y yo soy Caesar.
- Vamos. La sacaré de aquí. - No.
- Suficiente. - Caesar, debes escuchar.
Me envió al desierto, y me dejó allí para que muriera.
Pero nada podía impedirme venir a saludarte.
- ¿Se dejará engañar por una? - No, no me dejaré engañar.
Es peligroso mentirme, Pothinos.
Pero, Caesar, pensé que sería mejor para todos si ella...
Entonces me mentiste.
¿Así que intentaste engañar a Caesar?
Oh, no.
Está bien, ahora vete.
- El sello, Caesar. - Aún no.
Esta disputa con tu hermano será resuelta en Roma.
Eso es todo. Retírense.
- Venga, Majestad. - Suficiente.
¿Puedo decirte algo más antes de irme?
¿Bien?
Me resulta extraño verte trabajar.
Siempre te imaginé luchando o haciendo el amor.
Bueno, tengo cierta experiencia en la lucha.
Pero ninguna en el amor, supongo.
Bueno, ninguna con reinas bellas y jóvenes.
Oh. Eso fue muy halagador.
Y ahora, con tu permiso, continuaré con mi trabajo.
Los despachos de Galia.
¿Qué? Oh, márchate.
Si me marcho, me matarán.
Pothinos ha jurado matarme.
Pothinos dijo que si volvía a pisar Alejandría, me mataría.
El mapa de Galia.
¡Bueno!
ÉI suele hacer esas cosas, sabes.
¿No ves que estoy ocupado?
India.
Claro.
Claro que sé que estás muy ocupado...
pero pensé que quizá te gustaría hablar de India.
¿Qué? ¿Qué pasa con India?
Es la mina de Oriente. Con oro suficiente para...
Oh, pero estás demasiado ocupado. Hablaremos de eso mañana. Si aún vivo.
¿Qué pasa con India?
Bueno, el camino a India pasa por Egipto.
Y la Reina de Egipto, aliada con Caesar podría...
¿Por qué no dijiste eso en un principio?
Mi lengua quedó cautivada por Caesar.
El hombre en ti parece aún más fuerte que el general.
Egipto.
Siéntate.
Eres una joven bella. Encantadora.
Ahora.
¿Qué sabes de India?
Oh, no mucho.
Pero su oro pagaría las legiones de Caesar durante un siglo.
¡Bueno! Ese tema me interesa.
Sí, pero no aquí.
Ven a mis aposentos y cenemos. Elaboraremos un plan.
¿Tu plan tiene que ver con India o conmigo?
Con ambos.
¿Acaso una reina no debería elegir como confidente a un rey?
La palabra "rey" no es bien recibida en Roma.
Caesar puede tomar lo que desee.
Flavius.
Mi propia guardia para la seguridad de la Reina.
Tuve que caminar kilómetros a través del desierto hasta el mar...
para hallar el bote pesquero que me trajo hasta ti.
Pero verte es algo mágico, inmortal Caesar.
Hablas muy bien.
Tu lengua ya no está cautivada por Caesar, ¿eh?
No.
Ahora lo está mi corazón.
Eso también es extraño. Nunca antes había experimentado el amor.
¿Amor?
Si logras concretar los sueños de imperio que rondan en tu cabecita...
no deberás preocuparte por el amor.
No puedo. Es demasiado tarde.
Es demasiado tarde.
¿Puedo pedirte algo que me hará muy feliz?
Estoy aquí para hacerte muy feliz.
Entonces expulsa a Pothinos de Egipto.
¿Expulsarlo? ¿A dónde?
- AI desierto adonde me envió a mí. - No.
Vine a hablar de India, no de las disputas de Egipto.
Pero yo soy Egipto.
Si yo lo permito.
Me equivoqué.
No hablemos esta noche.
Quizá no haya nada de qué hablar.
¿No confías en mí?
No.
Si dijera que te amo de verdad, ¿no me creerías?
No.
Y si te implorara que te casaras conmigo, ¿no lo harías?
Debería consultarlo con mi esposa en Roma.
Como si eso significara algo para ti.
Divórciate de ella. Juntos podríamos conquistar el mundo.
Gracias por incluirme.
Seré la esposa y aliada de Caesar.
Te cotizas muy alto, mi niña.
¿Una mujer no es lo suficientemente fuerte para ayudar al poderoso Caesar?
Caesar.
¿Alguna vez pensaste cuánto vale tu vida?
Bueno, vale mucho para mí.
Debe ser muy valiosa para otros. La mía lo es.
Y yo sólo soy la Reina de Egipto...
mientras que Caesar, si vive, será el Emperador del mundo.
¿Si vive?
La vida es algo muy valioso, ¿verdad?
Eso creo.
¿No sería mejor que soltaras esa jabalina?
Y si un hombre jura quitarle la vida a otro...
la muerte es justicia para él. Eso creo.
Pothinos.
Vino a matarte a ti.
O a ti.
Es el pasadizo a las tumbas. Vi su sandalia debajo de la cortina.
¿Y ahora te dignarás a hablar conmigo?
Más...
Bueno, mucho más que Pothinos.
¡Guardias!
Llévenselo.
No hablemos más.
Una vez recogí una flor en Bretaña, del color de tus ojos.
Ésta es la primera mañana que llega tarde desde el día en que nació.
¡Atención! ¡Viene Caesar!
Bueno, vamos. A trabajar.
Retén esa carta para el Senado.
¿Y el acuerdo con el Primer Ministro del Rey?
Destrúyelo.
Ni siquiera yo puedo firmar un acuerdo con un muerto.
El Primer Ministro murió.
¿Entonces hablaremos con el Rey?
La Reina. Cleopatra es la única soberana de Egipto.
Y creo que me quedaré aquí más tiempo del que pensé.
Pero la galera partirá, Caesar.
Cuando yo lo ordene.
Una carta a Marc Antony, en Roma.
Por aquí, ven conmigo.
Nadie recibe noticias de él.
Excepto Marc Antony. Recibe una carta todas las semanas.
- ¿Es verdad que Caesar se enamoró? - Niña.
Pero no regresa a Roma, ¿verdad?
Bueno, hoy se pierde una fiesta maravillosa.
No se pierde gran cosa.
La Reina de Egipto también ofrece fiestas.
¿Te refieres a Cleopatra?
¿Qué? ¿Has oído hablar de Cleopatra?
Claro. Mucho. ¿Es negra?
Calpurnia.
Mi señora.
- Está muy hermosa. - ¿Necesita algo?
Sí, un poco de suerte.
Es la mejor fiesta que ha ofrecido, Calpurnia.
- Gracias, Flora. - Es maravillosa.
La esposa es siempre la última en enterarse.
Al igual que el esposo, cuando se trata de eso.
Dicen que planea mudar la capital a Egipto.
Estábamos hablando de los juegos. ¿Ha visto el nuevo circo, Calpurnia?
No voy a los juegos desde que Caesar partió.
Debería divertirse más, Calpurnia. Aunque sea la esposa de Caesar.
¿Por qué no? Está por encima de toda sospecha.
- Ayer la esperamos dos horas. - ¿Por qué no vino?
Oh, lo siento. Les explicaré después.
¿Cuándo regresará Caesar? ¿Lo hará alguna vez?
Tullius, lamento mucho el exilio de tu hermano.
Pediré su perdón cuando Caesar regrese.
Espero que lo otorgue.
Si Caesar regresa.
Si Caesar regresa.
Se rumorea en toda Roma. Se sabe desde hace varios días.
Si lo que dices es verdad, Cassius, estamos en una situación desesperada.
Pero no puedo creerlo.
Es verdad, Brutus. Lo oí con mis propios oídos.
Silencio, Casca. Deja hablar a Brutus.
El pueblo te ama, Brutus.
Aman a Caesar.
Pero él se convertirá en rey.
Y entonces, ¿qué será de nosotros?
Si pudiera probarlo...
Planea divorciarse de Calpurnia y casarse con una reina.
Esa Cleopatra.
Y nombrarse Rey de Roma. De nosotros.
Emperador del mundo.
¿Acaso no nací tan libre como Caesar? ¿Y tú? ¿Y tú?
Caesar.
Está en todas partes.
Roma es una república.
No desea una corona.
No tendrá ningún rey.
Octavia. Hola, querida.
- Hola, querida. - Hola, Octavian.
Es una fiesta maravillosa. Siéntate un momento.
¿Dónde está Antony?
¿Acaso una esposa sabe alguna vez dónde está su esposo?
Calpurnia sabe dónde está su esposo.
Siéntate un momento. Te ves cansada.
Sólo un momento.
No tienes noticias de Caesar, ¿verdad?
No espero ninguna. Está muy ocupado, Octavian.
No debería estar tan ocupado como para no escribirme a mí.
Le escribe a Marc Antony. ¿Por qué a Antony y no a mí?
¿Por qué? Dime por qué.
¿No sabes que los últimos en recibir noticias son los parientes?
Pero soy más que el sobrino de Caesar, soy su heredero.
Eres mi hermano, y Marc es mi esposo. Los conozco muy bien a ambos.
Y si fuera Caesar, sin duda le escribiría a Marc Antony.
¡Atención! ¡Viene Marc Antony!
Oh, ¡vino Marc Antony!
Esperen, esperen. Tengo noticias.
- ¿Noticias? - ¿Otra carta de Caesar?
Más que una carta. Caesar está llegando a Roma.
¡Caesar está llegando a Roma!
Marc Antony, por favor. Quiero estar contigo.
No, no, ahora no. Vine a buscar a Calpurnia.
Esclavo. Lléveselas.
- ¿Oyeron? - Sí.
¿Y quién es esta bonita doncella?
Hola, querido.
¿"Hola, querido"?
Pensarán que ya nos conocemos. ¿O acaso está detrás de mi fama?
Oh, no ha dormido. Siempre habla así cuando está sin...
Dormir. No necesito dormir, mi amada esposa.
Me alegra que haya algo que no necesites.
Está de buen humor como de costumbre.
Vamos. Debemos darnos prisa. ¿Estás lista, Calpurnia?
- No iré. - ¿Qué?
Esperaré a mi esposo aquí.
- ¿Qué sucede? - Nada.
Oh, sí. Han sucedido muchas cosas.
Y no deseo observar el ingreso triunfal de Caesar en Roma.
Pero ¿qué te sucede?
¿Crees que somos tontos?
¿Acaso crees que no conocemos los planes de Caesar?
¿Y cuáles son los planes de Caesar?
Bueno, ve y escúchalo mañana en el Senado...
y te enterarás de sus planes.
Nosotros no lo haremos. No nos interesa oír sobre su deserción.
Está embriagado con Egipto, y nos desertará.
- ¡Antony! - ¡Antony! ¡No! ¡Octavian, no!
Antony...
Lo sé.
¡Ahí está! ¡Ahí está!
- ¡Ave Caesar! - ¡Ave Caesar!
- Pensé que ella regalaba dinero. - Su vestido es dorado.
Es preciosa.
Parece una esfinge.
- Pero es hermosa. - Sí.
Oh, no sé.
Oh, ¡pero miren todos esos carros!
Caesar.
Cuidado con los Idos de Marzo.
Cualquier fecha es buena para un funeral.
Cuidado.
Puedes retirarte. No necesitamos nada más.
- Bueno, Brutus, ¿tenía razón acerca de? - Ten cuidado.
¿Debemos murmurar lo que toda Roma dice a gritos?
Creo que sí.
Sé que se divorciará de Calpurnia para casarse con ella.
Esos podrían ser sus asuntos personales...
pero mañana obligará al Senado a nombrarlo Emperador y Rey.
- Y les presentará a Cleopatra como... - Reina.
- Nuestra Reina, Brutus. - Nuestra Reina.
No, Roma no puede convertirse en otro Oriente...
con tronos de oro para un rey y una reina.
Pero supongo que convencerá al Senado como siempre.
Oh, no, no lo hará.
Saludaremos a Caesar antes de que se reúna con el Senado...
y la sangre correrá por Roma.
Así que hoy te presentarás ante el Senado para...
Bueno, creo que cometerás tu primer error.
Creo que no me interesa tu opinión.
Siempre te interesó mi opinión.
Siempre estabas de acuerdo.
No es por nada que odio a las mujeres.
- Habló Enobarbus. - Y tiene razón.
¿Qué sucede? ¿Antony también odia a las mujeres?
Fuera de su lugar, sí. No hay lugar para ellas entre los hombres.
No pueden pensar y no pueden luchar. Son sólo juguetes para nosotros.
- Así es la mayoría. - Son todas iguales.
Una mujer es una mujer.
Hablamos con franqueza contigo porque somos tus amigos.
Lo sé.
Dices que el motivo de este casamiento con Cleopatra...
es tomar India y luego el mundo. ¿Así eres tú?
¿Cuándo le pediste ayuda a alguien? Lo que deseabas, lo tomabas.
Será más fácil tomarlo de esta manera.
- Bueno. - Más fácil.
Es una palabra extraña para Caesar.
Las mujeres ablandan a los hombres.
Habla como un enamorado.
Un enamorado egipcio.
Esa mujer te está convirtiendo en un egipcio.
Traes barcos y hombres egipcios contigo.
Cambias el calendario romano por el egipcio.
Pero no puedes darles a los romanos una reina egipcia.
Palabras.
Mira al águila romana con medio mundo en sus garras...
domesticada por una mujer.
Iré a reunirme con el Senado.
- Pero, Caesar, tú... - ¿Vienes, Antony?
No, no formaré parte de eso.
Si un hombre desea hacer el ridículo por una mujer...
está en todo su derecho.
No sé qué quiso decir el muchacho, pero sonó violento.
Y yo estoy de acuerdo con él.
Entonces será mejor que lo sigas.
¡Caesar! ¡Caesar!
Oh, Caesar.
Oh, no te has ido.
¡No te vayas! Oh, no te vayas.
- No te vayas. - Calpurnia.
He tenido un sueño, una visión terrible.
Vi caer una estrella encendida, y eras tú, tu cuerpo sangraba.
Vi tu toga rasgada por dagas, empapada de sangre, tu sangre, esposo mío.
Oh, por favor, no salgas de esta casa hoy.
Es una mujer diabólica. Lo sé. Lo sé.
Calpurnia, querida...
Los asuntos del mundo no pueden detenerse porque tú has tenido un sueño.
Casca, el Senador.
Caesar. Caesar, el Senado lo espera.
No, no, no. No te irás. No lo permitiré.
Calpurnia ha visto un día *** para mí en sus sueños.
Quizá...
¿Debo decirle al Senado, que espera para ofrecerle la corona del mundo...
que debe aguardar hasta que Calpurnia tenga sueños más placenteros?
- Iré. - Oh, no, no, Caesar. Te lo ruego.
No es por mí, sino por ti. Oh, por favor, por favor, Caesar.
El demonio está en todas partes. Lo sé.
Por lo que he hecho, Calpurnia, te pido perdón.
Por lo que voy a hacer, te pido coraje.
No. ¡No!
La pluma de cisne.
Iras, ten cuidado.
Intento que mis manos no tiemblen...
pero, Majestad, estoy tan nerviosa.
Majestad. Majestad.
Vestiduras reales para la Emperatriz del mundo.
Suban las escaleras.
Llévenlas ante la Reina.
Y, Majestad, espere a verlas. Son hermosas, maravillosas.
Quiten la tapa.
¡Son hermosas!
El Senado romano quedará deslumbrado.
Elija, Majestad.
No es el Senado lo que me preocupa, sino sus gordas esposas.
Aquí.
¿Sabes algo acerca de los senadores, Charmion?
Bueno, llegamos ayer, Majestad.
¡Caesar! Mis sandalias.
¡Ave Caesar! ¡Viene Caesar!
Vine a darte un último saludo.
Oh, no, espera un momento. Hay algo que deseo decirte.
Es muy tarde, amor mío. Y vístete. Vístete.
- Estaré lista. - Pero el Senado me espera.
- Que esperen. Deseo estar a solas contigo. - Pero...
No, abrázame. Quiero estar muy cerca de ti.
Tengo miedo de algo.
¿Miedo? ¿Qué sucede?
Te amo tanto.
¿Y eso te da miedo?
No debe pasarte nada, mi Caesar.
Nada me pasará.
Enviaré por ti cuando termine mi discurso.
Debes estar lista.
- ¡Emperador! - ¡Emperatriz!
Pasará por aquí.
Tullius. Decimus.
Solinus.
Casca. Allí.
Brutus, junto a la columna.
¡Escuchen!
Debe estar por llegar.
¿Cuánto durará el discurso? Enviará por mí cuando acabe.
- Y estará lista. - Y se verá hermosa.
¿Le gustaría usar este vestido cuando se case, también?
¿Qué sucede?
Estaba pensado en el gran Caesar tratando de desabrocharlo.
Charmion.
Escuchen. Escuchen las ovaciones.
¡Ave! ¡Ave Caesar!
- ¡Ave Caesar! - ¡Ave Caesar!
Caesar, se lo advertí. Los Idos de Marzo.
Los Idos de Marzo están aquí.
Pero no han terminado.
¡Caesar!
- ¡Viene Caesar! - Ah, Caesar.
- Un perdón para mi hermano en exilio. - Denegado.
- ¡Tirano! - ¡Apártate!
¡Quítame las manos de encima!
¡Déjenme salir!
¡Suéltenme!
¡Tú! ¡Tú también, Brutus!
Es un gran día para Roma.
- ¿Me veo bien? - Maravillosa.
Hermosa. A los senadores se les saldrán los ojos de las órbitas.
- ¡Caesar está muerto! - ¿Qué?
¡Caesar está muerto!
¡Caesar es un traidor a Roma!
Su discurso terminó. Estoy segura. Oigo los gritos.
Apollodorus, ¿ha llegado el mensajero?
Aún no.
Jamás vi algo tan hermoso.
Te mostraré.
¿Qué te parece?
Es magnífico.
¿O prefieres así?
Sólo soy un hombre. ¿Qué podría decir?
¡La Reina! ¡La Reina! ¿Dónde está la Reina?
- ¡Alto! - ¡Alto!
¡Deténganse!
¡Caesar ha sido asesinado!
Majestad, Caesar está muerto.
¿Cómo sucedió? ¿Quién lo hizo?
No lo sé, pero los oí gritar: "¡Brutus! ¡Cassius!"
Mientras venía hacia aquí, los oí gritar...
"¡Caesar es un traidor a Roma!"
¿Dónde está? ¿Dónde está Caesar?
Está muerto, Majestad.
El cuerpo yace a los pies de la estatua de Pompeyo.
Nadie lo toca.
Yo lo haré.
Majestad, no puede.
No, mi Reina. No.
¡Majestad! ¡Majestad!
Vienen hacia aquí. ¡Piden a gritos la sangre de Egipto!
Tripulen el bote pequeño al pie del jardín.
Venga, mi Reina.
Venga. Debemos irnos. Debemos escapar. La matarán.
Piense en Egipto.
¿"Pensar en Egipto"?
¡Siempre Egipto!
Pero Caesar está muerto.
Mi Emperador.
Ese sueño se ha ido.
Se ha ido.
Sí, se ha ido.
¿Para qué quiero el imperio ahora?
Caesar está muerto. Mi amante está muerto.
ÉI no la amaba.
¡Mientes! ¡Mientes! ¡Mientes!
Majestad.
No era en sus brazos que deseaba tener a Egipto.
Era en sus arcas.
Es verdad. Estaba ciega. ÉI no la amaba.
Estaba ciega.
Ciega.
Antony. Siempre Antony.
Siéntate, Octavian. Siéntate.
Siempre estoy sentado.
- Bueno, entonces siéntate. - ¡No me sentaré!
- Ven, ni siquiera puede sentarse. - Antony, Octavian.
Caesar sólo lleva muerto dos semanas, y en su casa sólo hay disputas.
El Senado ha decretado que ambos gobernarán Roma juntos...
y que Antony vengará la muerte de Caesar en los traidores...
y castigará a Egipto.
- Pero ¿por qué Antony? - Gobernaré contigo, si es necesario.
Pero si hay que luchar, lo haré solo.
Solo. Quieres hacer todo solo.
Cuando Caesar yacía sobre su pira funeraria, aprovechaste...
para obtener el apoyo popular.
Usaste el cuerpo inerte de mi tío para obtener poder...
sosteniendo su toga ensangrentada como un actor...
para que la multitud te ovacionara.
Tú, con tu: "Amigos, romanos, compatriotas."
- ¡Suficiente! - Cuidado.
- Acepto la orden del Senado. - Bueno.
¿Y tú, Octavian?
Oh, supongo que sí.
¿Y cómo proponen castigar a Egipto?
Le escribiré una carta a la Reina egipcia...
pidiéndole que se reúna conmigo en la plaza de Tarso.
¿Una carta? El gran Marc Antony lucha con misivas amistosas.
- Pero, Octavian, debes... - No, está bien.
Por una vez, Octavian tiene razón. Será una misiva amistosa.
- Bueno, pero no entiendo. - ¿Amistosa?
Ya veo.
Pensará en la reunión como en una charla amistosa...
sobre asuntos romanos y egipcios.
Sí.
Pero mis legiones estarán conmigo en Tarso y tomaremos a Egipto.
Desde Tarso, enviaré a Cleopatra a Roma encadenada.
Ése es el verdadero Marc Antony.
Estamos llegando a Tarso.
¿Sí?
Y aún no tiene ningún plan, Cleopatra.
Si se equivoca, significará la esclavitud para Egipto y la muerte para usted.
Si me hubiera escuchado, habríamos traído barcos y hombres.
¿Dónde nos reuniremos con Marc Antony?
En la plaza pública, al mediodía.
- Pero ¿por qué no viene? - ¿Cómo quieres que sepa?
¿Y los dos generales que enviaste por ella?
La están esperando, supongo, como tú y yo y todo el ejército romano.
Esperando a una mujer. ¡Una mujer!
Seis horas. Mientras estás ahí parado sin hacer nada.
Ve por ella.
Bueno, era hora.
¿Qué? ¡Discúlpate!
Te pido disculpas.
¡Cuida lo que dices, o te cortaré la lengua! Espera aquí.
Yo mismo iré a su bote y la traeré.
- ¡Deténgase! - ¿Quién se acerca a la barca de la Reina?
Soy Antony de Roma.
Llega tarde.
¿Dónde están mis hombres?
Oh, Charmion.
¿Dónde están los romanos que vinieron hoy aquí? ¿Lo sabes?
Están durmiendo, mi Reina.
¿Durmiendo? ¿Por qué?
Están... Bueno, creo que estaban un poco cansados.
¡Querrá decir un poco ebrios!
No, terriblemente ebrios.
Venga a ver.
Que alguien los acerque hasta la orilla.
Nos iremos. Prepárese.
- ¿Me hablaba a mí? - ¿Y a quién, si no?
Debía presentarse en la plaza. No estoy acostumbrado a que me desobedezcan.
¿Y por qué debería obedecerle? Su carta decía que teníamos que hablar.
Decía que nos reuniríamos en la plaza pública de Tarso...
y hacia allí iremos.
¿No podemos hablar aquí?
No, no podemos hablar aquí.
¿Hablar? ¿Con todo esto?
Es muy distinto de sus generales.
Bueno, supongo que debo confesar todo.
Debo decirle por qué quería reunirme aquí, en lugar de la plaza.
¿Bien?
¿Ve cómo estoy vestida?
¿Cómo?
Estoy vestida para atraerlo, Antony.
¿Ve todo esto? Era un plan. Y ¿sabe por qué?
Porque era mi única posibilidad.
¿No cree que sepa que son mis enemigos, usted y su hambrienta Roma?
Pero supongo que lo que hice fue una estupidez.
¿Sabe que tenía muchos shows para deslumbrarlo?
Pero no se puede deslumbrar a Antony si él no lo desea. No.
¿Qué le parece esto, por ejemplo?
Observe.
Ojalá pudiera verse la cara.
Tendría más oportunidades con un muro de piedra.
¿Me perdonará por ser tan tonta?
Debí haber sabido que Antony no es Antony por nada.
Bueno, ¿podemos irnos ahora?
Sí, nos iremos. Mi ingenio ha fallado, y estoy en sus manos.
Pero ¿qué podía hacer? No, ¿qué hubiera hecho usted?
Suponga que estuviera en mi lugar y yo en el suyo.
No, no. No, no. Usted es Cleopatra y yo soy Antony.
¿Así me veo yo?
Bueno, ¿y yo?
Será mejor que siga siendo Cleopatra.
Oh, no, no. No beba eso. No, eso también era parte del plan.
Iba a hacer que olvidara sus obligaciones.
No pensó que una copa sería suficiente, ¿verdad?
¿Y no es así?
Bueno, eso sí me divierte.
Pero es una copa muy grande.
Sí, ¿verdad?
Bueno.
Bueno.
Espero que sepa que sé que desea que haga esto.
Querido Antony, espero que piense que sé que sabe que lo sé.
No, no cenaremos aquí después de todo.
No, esperen.
- ¿Qué es? - Carrizos del Nilo.
- ¿Son buenos? - Oh, se supone que sí.
- Es muy pequeño, ¿verdad? - ¿Entonces podemos cenar aquí?
Estoy muy hambrienta.
Yo también. Sus pajaritos no me saciarán.
No, espere, Antony.
Almejas del mar. Las están atrapando. Venga a ver.
Joyas.
Es una buena pescadora.
Los ríos de oro de Egipto nunca se secan.
Arrójelas.
Perros romanos.
Sí, gatos egipcios.
Una canción para las estrellas.
Deben pensar que somos gente extraña...
conspirando para destruirnos como si fuéramos a vivir por siempre.
Deben preguntarse...
"¿Por qué Egipto y Roma no se reúnen en la plaza pública...
"para planear la unión en lugar de la conquista?"
Sí, es muy extraño.
Le dije cosas a Caesar que deseo no haber dicho.
¿Oh?
Hay belleza en la Reina egipcia más allá de su rostro.
¿Lo extraña?
No, él no me amaba.
¿Es ésa la verdadera razón?
No. Admiro a los hombres que no aman a las mujeres.
¿Qué quiere decir con eso?
Oh, no lo sé.
Las mujeres deberían ser juguetes para los grandes. Eso les conviene a ambos.
Brindo por ti.
Y yo brindo por ti.
- Antony. - ¿Qué?
- ¿Tienes hipo? - No. Nunca tengo hipo.
Bueno, yo tampoco. Las reinas no tienen hipo.
- Bueno, no sé si tienen o no. - Por supuesto que no tienen.
Las reinas sólo hablan de estrellas.
¿Y quién supones que será? Porque estoy seguro de haber oído algo.
Es alguien debajo del sofá.
Salga. ¡Salga!
Se oye cada vez más fuerte.
Me temo que la Reina de Egipto tiene hipo.
- Oh, pero ¿no te parece absurdo? - Sí.
Yo haré que se te pase.
¿Nunca tienes hipo, Antony?
No, no esta noche.
- ¿Te duele? - Oh, no, en absoluto.
- Bueno, el hipo se fue, ¿verdad? - Oh, sí, se fue.
¿Qué pasaría si me golpearas aquí?
Te arrancaría la cabeza.
Y se iría rodando por la cubierta hasta el río.
Ni siquiera tocaría la cubierta.
Eres encantadora.
Muy bien, estoy lista para ir ahora.
¿Por qué? Oh, no te agrado.
Sí, me agradas.
Podría enamorarme de ti, pero no es mi intención.
¿Para qué?
¿Hablas en serio?
No hay nadie como tú.
- ¡Octavian! - ¡Octavian!
- ¡Ave Octavian! - ¡Ave Octavian!
¡AI fin oigo sus ovaciones!
Y sólo pueden significar que para ustedes también...
Marc Antony es un traidor a Roma.
- ¡Antony es un traidor! - ¡Les aseguro que es un traidor!
Dos meses, han transcurrido dos largos meses, y ¿qué pasó?
- ¡Nada! - ¡Absolutamente nada!
¿Ha atacado a Egipto con sus legiones?
- ¡No! - ¡No!
¿Ha traído a Cleopatra encadenada?
- ¡No! - ¡No!
¿Ha hecho algo?
- No. - Nada.
Sí, ha hecho algo, y eso es seguro.
Se marchó a Egipto con la Reina...
y allí vive desde entonces sin acordarse de Roma.
Se ha olvidado de Roma.
¿Quién es esa serpiente venenosa que destroza a nuestros hombres?
Primero Caesar y ahora, Antony.
¿Cuándo acabará? ¡Yo se los diré!
- ¡Ahora! - ¡Ahora!
Ahora es mi turno. No se hablará más de guerra.
- ¡Habrá guerra! - ¡Guerra!
¡No más palabras brillantes, sino acero brillante!
Roma se cobrará con la sangre de Antony...
y la serpiente egipcia será destruida, ¡y habrá guerra!
- ¡Guerra! ¡Guerra! - ¡Guerra! ¡Guerra!
- ¿Qué? - No lo puedo creer.
- ¿Qué? - Debería alejarme de ti ahora mismo.
¿Por qué?
Debería hacerlo por un tiempo.
- ¿Por qué? - Para que no te canses de mí.
¿No temes que me aburra de ti?
No.
Quizá desee salir a embriagarme con otros hombres.
O buscar otra mujer.
Bueno, ¿por qué no lo haces?
Porque tú eres otra mujer.
Diferente. Siempre diferente.
Completamente diferente.
¡Majestad! ¡Majestad!
¡Majestad!
- ¿Qué sucede? - El rey Herod está aquí.
- ¿Se había olvidado? - No, no. ¿Dónde está?
Está esperando en la sala de audiencias. Se lo suplico. Dése prisa, Majestad.
- ¿Por qué tanta prisa? - Oh, por favor.
¿Para qué quieres al rey de Judea?
Es mi invitado. Sé un buen muchacho y deja de protestar. Debo vestirme.
Muy bien, pero primero dame un beso.
Ahora, vete.
Bienvenido.
- Espero renovar una antigua amistad. - Yo también lo espero.
Bueno, el tiempo te ha hecho más vieja y sabia.
Y a mí, más joven y hermoso.
- ¿Alguna noticia? - Claro que tengo noticias.
Vengo directamente de Roma, en mi camino a Judea.
Sí, directamente de Roma.
¿Cómo amigo y aliado de Roma?
Y como amigo y aliado de Egipto.
¿Y las noticias?
Pídele a tu corte que se retire, yo...
Charmion.
¿Bien?
Por el momento, me he quedado mudo ante tanta belleza.
Las noticias. Las noticias.
Eres capaz de hacer cualquier cosa por Egipto, ¿verdad?
Sabes, yo...
Me pregunto hasta dónde podrías llegar.
Octavian no quiere a Antony...
pero Octavian tiene el poder ahora.
Si Antony muriera...
Octavian sería un buen amigo y aliado de Egipto.
Me dijo que te diera ese mensaje.
Pensé que eras amigo de Antony.
Lo soy. Lo soy.
Siempre dije que ningún hombre podría beber con Antony...
pero ahora es diferente.
- Pero, escucha... - No, no, no.
Amigo, cuando un hombre está ebrio de amor...
no puede dividir su concentración con vino.
Las grandes emociones son devoradoras.
Y dime, amigo, ¿no eres más feliz con ella que con una uva?
O con cualquier otra cosa.
Estoy loco por ella.
Claro que lo estás, muchacho. Eso me recuerda algo.
Algo muy gracioso, también, que dijo hace poco Octavian en Roma.
¿Octavian? Debe haber sido gracioso.
Lo fue, Antony. Lo fue. Escucha, esto fue lo que dijo.
Si Cleopatra envenenara a Antony...
Roma la perdonaría por todo, y ésa sería la salvación para Egipto.
¿Envenenarme?
Envenenarte.
Imagina a Cleopatra envenenándote a ti.
¿Qué te dije? ¿No es gracioso?
Es lo más gracioso que oí en mi vida.
- Como si el amor no lo conquistara todo. - Como si no lo hiciera.
- ¿Envenenarme? No veo la hora de contarle. - Se reirá mucho.
- Iré a contarle. Enseguida regreso. - Sí, hazlo, Antony. Cuéntale, por favor.
Ella...
¡Envenenarme a mí!
Debes hacerlo por Egipto.
Egipto.
Ahora me pides que asesine por Egipto.
No puedo. No puedo.
Es sólo una vida contra la libertad de tu pueblo.
No lo amas.
¿Qué delito cometiste?
Asesinato. Maté a mi esposa y a mi hijo mientras estaba ebrio.
¿Qué castigo se decretó?
Crucifixión.
¿Cuánto tardarás en morir en la cruz?
Soy fuerte, Majestad.
Dos días. Quizá tres.
¿Te gustaría morir en tres segundos?
Majestad, usted es compasiva.
Toma esto.
Bébelo.
¿Sintió algún dolor?
Un poco, muy poco.
No debe sentir ningún dolor.
- ¿Qué sucede? - La Reina está probando venenos.
Es un vino que nunca habíamos bebido, querido Antony. Lo tenía guardado.
¿Para qué?
Para una noche especial.
Ya veo.
¿Y ésta es la noche?
Sí.
¿Se te ocurre un brindis bonito?
Me halagaría mucho.
Estás muy alegre.
Y tú estás muy solemne. ¿Es por alguna razón?
Estoy pensando.
Evidentemente.
Bueno, bebamos primero. Quizá las palabras bonitas vengan después.
Pero no bebes.
Tú tampoco.
No quiero beber sola.
Y yo no siento deseos de beber.
Bueno...
está muy extraño esta noche.
Ahora, dime, ¿qué sucede?
Oh. Por alguna razón, no... No tengo sed esta noche.
Preferiría sentarme y verte beber a ti.
¿De verdad deseas eso?
Sí.
Si eso es lo que prefieres, será un placer complacerte, Antony.
Oh, querida.
Eres el hombre más extraño sobre la faz de la tierra.
El más feliz sobre la faz de la tierra.
Vamos. Bebamos.
- Mira, Antony. - ¿Qué?
Los carrizos otra vez.
Ésta no es comida para un hombre. Son cada vez más pequeños.
¿Recuerdas las estrellas?
Sí, y el río.
Y la rosa. Cuando la puse en tu cabello, y tú eras Cleopatra.
Sí, y yo te la arrojé a ti.
Y yo endulcé tu vino con ella.
Fue una noche maravillosa.
Brindemos por el río.
Por el río.
- Majestad. - ¿Qué sucede?
Una paloma mensajera de Roma.
Roma ha declarado la guerra.
¿Guerra? Déjame ver eso.
Octavian me declara un traidor, ¿eh?
¡Octavian!
¡Octavian desea reunirse conmigo!
Esto sí que es gracioso.
Ve por Enobarbus. Dile que venga.
- Sólo recibo órdenes de mi Reina. - ¿Qué?
Ahora, ¡levántate y ve por él! ¡No te metas!
Si dices otra palabra, te romperé todos los huesos. Ahora, ¡ve por él!
Todos egipcios, ¿eh? Ahora necesito soldados romanos.
Tú, dile a mis 10 generales que vengan de inmediato.
- Sí, mi señor. - Bueno, ¡date prisa!
- Mapas. Mis mapas. - Sí, mi señor.
- Trae mis arcones. - Sí, señor.
Envía palomas mensajeras a Ventilius en Tarso, Drusus en Atenas...
y a mis legiones en Filipos...
para que se reúnan conmigo y mis 10 legiones en Actium.
- Sí, señor. - Esclavos, ¡traigan mesas!
¡Sí, y sillas, sillas para mis generales! Ahora necesito soldados romanos.
Así que soy un traidor, ¿no? ¡Deberán pedirme disculpas de rodillas!
Y en lo que respecta a ti y tu Egipto, elige: ¿Roma o Antony?
A Antony le da igual.
¡Ahí están! Muy bien, déjenlos allí.
Quiero galeras para 10 legiones mañana a la mañana.
- Diez legiones a Actium. - ¿Mañana?
Tripuladas y equipadas para seis meses.
Las legiones se reunirán con mis generales en la plaza.
- ¿Mañana a la mañana? - AI amanecer.
- Ahora, vete. - ¿Qué respuesta le enviará a Octavian?
¿Octavian?
¡Envíale esto a Octavian!
- ¡Estoy en guerra otra vez! - ¡No!
- ¡Antony! ¡Antony! - ¿Qué sucede?
¿Qué pasó?
Al fin, he visto a un dios cobrar vida.
Ya no soy una reina.
Soy una mujer.
¿Me eliges a mí, Cleopatra, contra el mundo?
Contra el mundo.
Entonces lo lograremos.
¡Lo haremos pedazos, lo volveremos a armar, y será nuestro!
¡Guerra!
¡Enobarbus!
Ven aquí. Mis planes están listos.
Una trampa en la que Octavian caerá como un ratoncito.
No habrá guerra.
- ¿Por qué, qué pasó? - Un desastre.
¿Un desastre?
Sí, y para Octavian, el desastre será total.
¿Dónde están mis generales?
Están todos aquí, Antony. ¿Y puedes culparlos?
Son romanos. No obedecerán a una reina egipcia.
No lucharán por Egipto en contra de Roma.
Se han ido. Se llevaron sus legiones con ellos.
Ahora son los generales de Octavian, y tú estás solo.
No habrá guerra.
- ¡Habrá guerra! - ¿Y con qué lucharás?
¿El ejército egipcio contra toda Roma?
Si es todo lo que tenemos, lucharemos con eso.
¿Nosotros?
¿Qué?
No estoy aquí para luchar con el ejército egipcio.
Estoy aquí para decirte que Roma aún es tuya si la quieres.
Roma siempre te amará, Antony.
Todo lo que Roma desea es que tú también la ames.
Y hay una forma de probar ese amor.
Una forma, y de la noche a la mañana Octavian será olvidado...
y Roma tomará entre sus brazos a su héroe.
- Una forma. - ¿Bien?
Da la orden, y hundiré esto en el corazón de una mujer.
Y el informe dirá que tú lo hiciste, y Roma volverá a idolatrarte.
En Roma no hay cabida para Octavian y para mí.
Quieres decir que en tu mundo sólo hay cabida...
para Cleopatra.
Sí. Sí, eso es lo que quiero decir. Sí.
Eso quieres decir.
Y tú eres el hombre que una vez le dijo a Caesar...
"No pueden pensar. No pueden luchar. Son juguetes para nosotros."
Ningún hombre me hablará así. ¡Vete!
Me iré, pero no me llevaré nada tuyo conmigo.
Ahí tienes a Bretaña.
Y ahí está la campaña en Siria.
De ésta te olvidaste hace tiempo.
Cuando salvé tu vida.
Y ésta...
cuando tú salvaste la mía.
- Y ésta... - ¡Póntelas!
¡No!
Nuestra larga campaña juntos yace con los planos en el piso.
La guerra continúa.
¿Eso es todo lo que vas a decir?
Eso es todo.
Bueno.
Adiós, Antony.
Tú, que pudiste haber sido el hombre más grande del mundo...
dejas todo por una mujer.
Por eso, siento por ti el desprecio del mundo.
Pero por lo que podrías haber sido...
te ofrezco mi último saludo.
¿Así que Roma te perdonaría y te aceptaría de regreso?
Y todo lo que exigen es que nos separemos.
¿Por qué no le piden al sol que caiga del cielo?
Sí, lucharemos contra ellos.
Lucharemos contra todos, aunque estemos solos.
¡En marcha!
¡Cuidado con la caballería!
¡Quemen las naves! ¡Incéndienlas!
Así que lo tienes todo, ¿eh?
Todos mis generales, todas mis legiones, todos los egipcios.
Todo lo que tenía en la tierra y en el mar, lo deseaste y me lo arrebataste.
Lo tienes todo. ¡Lo tienes todo menos a mí!
Baja y ríndete.
¡Ven por mí!
Palabras. Lucha hasta el fin con palabras.
Palabras. Muy bien, escúchalas. ¡Bajaré y lucharé contra ti!
Se me ocurren formas más sencillas de que mueras.
Bueno, si tienes miedo, lucharé contra todos.
De a uno. De a dos.
¡Y, si me aburro, de a tres!
¡Has olvidado cómo luchar! ¡Has perdido tu ejército!
Y si decido aceptar tu pedido y elijo ser el primero en enfrentarte...
¿cuál será el premio? ¿La Reina egipcia?
¡Esperen! ¡Cállense!
La Reina egipcia no será el premio de nadie.
Ella también es una guerrera y lucha a mi lado.
Más cerca del muro. Más cerca del muro.
Está bajando.
¡No bajen el puente, idiotas! ¡Levántenlo!
Más cerca del puente. No debe vernos.
¡Dije que vuelvan a subirlo!
Majestad, ¿lo vio sobre el muro?
Se veía tan... Oh, ¿me permite decírselo?
¡No! No. No creería que puedo ayudarle...
pero es nuestra última oportunidad. Debo aprovecharla.
Adelante.
- Miren, alguien está saliendo. - ¿Pueden ver quién es?
¡La rama de olivo! Llevan la rama de olivo.
¡La Reina de Egipto!
- Mira. Cleopatra. - ¡Es la Reina!
¡Cleopatra se rinde!
Cleopatra.
Regresa. Regresa.
¡Regresa! ¡Regresa!
¡Ni siquiera pudo conservarla a ella!
Es una guerrera, muy bien, ¡pero está de nuestro lado!
¡Salta, Antony! ¡Salta!
¡Todo lo que te queda es el muro!
No puede retener a su mujer.
- ¿Adónde vas? - ¿Por qué la prisa?
Vino. Tráiganme vino.
Miren, éste es Antony, el líder romano.
Éste es Antony en la plaza de Tarso.
¡Para enviar a la mujer encadenada, y para avanzar sobre Egipto con su ejército!
¡Por Antony!
Mi señor, ¿puedo?
Váyanse.
Pero Tarso parece no estar aquí.
En su lugar, un sofá.
Un sofá para recostarse.
Una mujer a quien abrazar en lugar de encadenar.
Antony, incapaz de pensar o luchar.
Antony, ¡el juguete de una mujer!
Y ahí está Egipto.
Es tuyo.
Todo lo que pido a cambio es su vida.
Perdónalo, y te prometo que jamás volverás a verlo.
Me lo llevaré hacia el norte, por el Nilo...
y te dejaré Egipto.
Supongo que de todos los pedidos que se hicieran jamás...
el tuyo es el más desesperado.
¿Perdonarle la vida a Antony? Antes prefiero morir.
Y respecto a ti, esta vez regresarás a Roma encadenada.
¡Esta vez estás frente a un hombre!
Llévensela.
No podemos hacer eso, Excelencia. Vino portando la rama de olivo.
¿Cuál es la diferencia? Sólo tenemos que derribar las puertas de la ciudad.
Claro que derribaremos las puertas de la ciudad.
Pero debe ser conducida de regreso a salvo.
Somos romanos.
Oh, está bien.
Regresa y despídete de él.
Gracias, soldado.
Cuando derribes las puertas...
será mejor que entres detrás de tus hombres.
Fallé, pero aún nos queda una salida.
Hay caballos esperando en el pasadizo a las tumbas...
y un bote con remeros leales nos llevará al norte del Nilo.
Antony, podemos perdernos allí y aún ser felices.
Antony, escucha.
No quería volver a verte.
¿Cuán profundo debe apuñalarse un hombre para morir?
¡Antony!
- Antony, ¿qué? - ¡No, basta de Antony!
Antony se acabó. Regresa con Octavian.
ÉI es el Caesar ahora.
¿Pensaste que me había ido con él?
- ¿Tú? ¿Pensaste eso de mí? - ¿Acaso soy ciego?
Fui por ti. Fui a rogarle por tu vida.
A rogarle, Antony.
Estaba rogando por tu vida, y tú te la estabas quitando.
Antony.
Sin duda, soy ciego.
Estoy muriendo, Egipto.
Muriendo.
Escucha. Nos queda algo de tiempo.
Lejos de la guerra contigo, al norte de Egipto, habría sido muy lindo...
pero éste, éste es un final mejor.
Un romano conquistado por otro romano.
No, no, no. No me compadezcas. No me compadezcas.
Nacimos para la guerra.
Fue el alma de nuestro amor, y nos despedimos en la cúspide de la gloria.
Mi preciosa Cleopatra, soy feliz.
El fin está en tus brazos.
Mi amor.
Llévame contigo hacia las sombras...
tan cerca como si me llevaras en tus brazos.
Te llevaré conmigo, Egipto. Te llevaré conmigo.
Por siempre.
Antony.
Deprisa, Majestad. ¡Deprisa! Están en las puertas.
Prepárenme.
La Reina de Egipto se reunirá con el conquistador.
Las puertas están cediendo.
Majestad, permítame morir antes que verla partir a Roma encadenada, vencida.
No iré a Roma, Charmion.
Ahora, dame la canasta.
Contiene la victoria.
Funciona.
Pequeña Iras.
Charmion.
Cuida bien del amor.
Cuídalo bien.
Si no lo encuentras, no des nada.
Pero si te bendice la fortuna de Cleopatra...
dalo todo.
Ahora, váyanse.
FIN