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P. Robert Barron comenta sobre el Matrimonio y Relaciones
Cuando el gran filósofo griego Aristóteles habló del "tercero transcendente" esto es lo que quería decir:
Él quiso decir que una amistad perdurará sólo mientras dos amigos se enamoren, no tanto entre sí, pero juntos con un tercer trascendente. Con algún bien que está más allá de ellos dos.
Piensen en dos amigos que juntos aman a su país. Que juntos aman la verdad. Que juntos aman la belleza y puede ser en las películas en los libros o en lo que sea.
Salen de un simple egoísmo compartido. Aristóteles decía que una amistad terminara en eso al menos que un bien trascendente lleve a los amigos fuera de sí mismos, y la ironía es, la paradoja es, que es ese tipo de amistad, del tercero trascendente, la que perdurará.
Si dos amigos, o dos amantes, simplemente se enamoran entre sí, con el tiempo esa relación se agotara.
Creo que esa es una de las percepciones más punzantes, en la historia de la filosofía, cuando se trata de la amistad y de las relaciones.
Sugiero que la liturgia católica percibe la misma cosa cuando se tiene esta oración: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres...!"
Esta oración es una fórmula para la alegría, para la paz, para el éxito.
Cuando a Dios se le da gloria en la forma más alta(sobre todas las cosas), entonces la paz se obtiene entre nosotros. Cuando juntos nos enamoramos de un bien trascendente, es decir, el bien de Dios, entonces tendremos relaciones pacíficas.
El problema, una vez más, es que si simplemente estamos tratando de establecer relaciones entre nosotros mismos entonces tenderán a recaer en disputa y finalmente en la división.
Gloria a Dios en las alturas, entonces la paz estallará entre nosotros.
Quiero ponerle los pies en la tierra a esto y hablar de algo muy pragmático.
Hace años, cuando trabajaba en la parroquia de tiempo completo, yo trabajaría con parejas comprometidas. Los jóvenes venían a la parroquia y se preparan para el matrimonio en la Iglesia Católica.
Los conocía más afondo, charlábamos, y luego entrabamos en una conversación más seria. Eventualmente les preguntaba alguna versión de: "¿Por qué quieren casarse en la iglesia ustedes?"
"Pueden casarse con el juez de paz o pueden casarse en contexto civil."
"¿Pero por qué quieren casarse en la Iglesia Católica, específicamente?"
Todos tenían respuestas diferentes pero por lo general salían con alguna versión de: "Bueno, porque nos amamos uno al otro."
Yo sonreía, por lo general, y les decía: "¡Bueno eso es genial estoy encantado con el hecho de que se aman!"
"Pero esa no es una buena razón para casarse en la Iglesia Católica. Si se aman lo podrían anunciar ante un juez o pueden ir a celebrarlo en un bosque. Eso es algo bueno, pero no es una razón suficiente para casarse en la Iglesia Católica".
Ellos me miraban desconcertados y yo invocaba este principio diciendo: "Para casarse en la Iglesia Católica, es decir, delante de Dios, lo que están diciendo es:
Hemos discernido que juntos estamos enamorados de Dios y hemos discernido que Dios, para sus propósitos, nos ha juntado. "
No se trata sólo de que nosotros dos nos conocimos, nos gustamos, o los dos estamos enamorados.
Es algo más extraño y más misterioso que eso.
Es el hecho de que Dios, para sus propósitos, nos ha juntado para que podamos encontrar nuestra salvación en la presencia del otro y que juntos podamos cumplir una misión común.
Cuando hayan discernido eso entonces, yo diría, están listos para ponerse de pie frente al altar, delante de Dios y de su pueblo, y decir: "Señor, queremos casarnos en tu presencia."
Eso es enamorarse de un tercero trascendente en el sentido más pleno.
Esta es la razón por la cual Fulton J. Sheen, hace muchos años, escribió un libro llamado, "Tres para Casarse"
Es la misma idea. Él sabía de Aristóteles también. No son sólo las dos personas, eso no es suficiente. No es sólo el esposo y la esposa que se aman.
Tiene que haber un tercer implicado, es decir Dios.
Juntos podemos enamorarnos de Dios. Juntos nos entregamos a los propósitos de Dios.
Ahora estamos listos para un matrimonio cristiano.
De todas las formas que vemos las relaciones y las amistades siempre mantengan este principio aristotélico en cuenta y creo que van a caminar un camino mucho más feliz.
Si simplemente estamos en busca de amor, y punto, eso no será suficiente. Buscaran el amor en todos los lugares equivocados.
Lo que debemos buscar es la voluntad de Dios, el propósito de Dios, y luego encontrar a alguien que esta tan enamorado con ese propósito como tú.
Ahora has encontrado alguien a quien amar.
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