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Siempre me han gustado mucho m‡s las bandas que los solistas. Ese artista de
escenario, el superdotado, ese que tiene una voz fant‡stica, que es un intŽrprete
cojonudo. Al igual que el erudito, tambiŽn me cabrea. O sea, a m’ me gusta mucho
m‡s ese que es capaz de integrar sus peque–as virtudes para resaltar las
virtudes de los dem‡s, as’ pues, me gusta la mœsica hecha en grupo, me
gusta que la canci—n, aunque la pueda haber escrito yo, la compartamos todos y,
finalmente, sea una canci—n de todos y todos trabajemos al servicio de la
canci—n, y que no sea solo un ego trip en el que yo imponga cosas, sino que los
puntos de vista de los dem‡s enriquezcan mi visi—n inicial.
Tœ te vas formando, escuchando otras canciones, estudiando las estructuras de
las canciones, intentando entender c—mo funcionan. Y d‡ndote cuenta de que en
las canciones hay leyes. Cuando, generalmente, las canciones expresan
b‡sicamente sentimientos que los seres humanos no tenemos muy bien
ordenados, que tenemos sentimientos rom‡nticos, sentimientos de anhelos,
necesidades b‡sicas del esp’ritu. Y, entonces, lo bonito es que precisamente
las canciones, que son los veh’culos que mejor capturan esas cosas que los seres
humanos no tenemos muy bien resueltas, tienen sus leyes, tienen sus normas y,
por lo tanto, tienen su orden. Y escribir canciones, quieras que no, quiere decir
ordenar, ordenar la experiencia humana. Pero nosotros, precisamente, titulamos
un ‡lbum, "Ordre i aventura", porque es en este equilibrio donde, seguramente, se
encuentra eso que todos necesitamos, que es ordenar la experiencia vital y
encontrarle significado a las cosas. Y, por lo tanto, sabemos que solo
encontraremos un sentido a las cosas, si las ordenamos un poco.
Y precisamente en el trabajo art’stico he encontrado mi orden. Y, de alguna
manera, creo que a todos nos gustar’a vivir en este orden artificial de una obra
de arte, a todos nos gustar’a formar parte de una composici—n y de un cuadro
cojonudo que, a su vez, contenga todos los elementos irracionales con los que
nos enfrentamos en la vida, pero que sea agradable a la vista. Y todos quisiŽramos
ser eso -un poco como esa canci—n de "La forma d'un sentit". Todos hemos
querido ser una canci—n, todos hemos querido estar all’, con ese orden
moment‡neo para encontrar nuestro lugar en el mundo. Y es un poco esto.
Este es el ejercicio de quien hace canciones, del artista, ordenar la
experiencia y todo eso.
As’ pues, si hay algœn Žxito en Mishima
quiz‡ ha sido a partir de este punto inicial en el que los prop‡sitos eran muy
humildes y haber ido trabajando poco a poco, sabiendo que est‡bamos aqu’ para
aprender y que, a base de 'insistir, encontrar’amos una forma propia de
decir las cosas y que ser’a una experiencia enriquecedora, tener esta
relaci—n con tu trabajo y no reclamarle frutos inmediatos, no reclamarle frutos de
forma muy radical e huir un poco precisamente de la urgencia, que la
urgencia fuera exclusivamente la de expresar cosas y la de estar con la gente
y compartir experiencias. Esa es la œnica urgencia v‡lida. La otra es saber que los
frutos llegar’an con el paso del tiempo. El juicio y todas las formas que tiene la
El juicio y todas las formas que tiene la sensatez, es decir,
la inteligencia, el sentido comœn, el saber estar, en realidad
tambiŽn son aspiraciones, tambiŽn son ideales que nos marcamos por el simple
hecho de que vivimos vidas desordenadas, que no acabamos de
entender de quŽ va todo esto. Entonces, en este mundo cada vez somos m‡s
gente, con m‡s impulsos propios, con m‡s herencias y, evidentemente, lo que
se va demostrando con el paso de los a–os es que œnicamente de una manera
pausada y tranquila se puede llegar a grandes conclusiones y hablando
tranquilamente. Y, por lo tanto, es un proyecto, es algo que hay que buscar, no
es algo que necesariamente solo tengamos.